SOCIEDAD: POR HUGO SIRIO, TITULAR DEL CORREO ELECTRONICO "BAJO LA LUPA"

Repensar la prensa en la democracia

Resulta dificil, o quizás imposible, entender aspectos claves de la política argentina contemporánea sin entender la prensa y su vinculación con distintas fuerzas políticas. La creciente importancia de los medios introduce nuevas reglas que modifican la actividad política. ¿Cómo entender la sucesión de escándalos políticos durante la última década sin analizar el papel de los periódicos? ¿Cómo explicar el surgimiento y consolidación de figuras políticas y movimientos sociales sin considerar la centralidad de los medios como mediadores políticos? ¿Cómo comprender el decline de viejas formas y el significado de nuevas formas de participación política sin pensar la influencia de la estructura y funcionamiento de los periódicos?

21 de Julio de 2010
Irónicamente, la creciente centralidad de la prensa escrita en la política argentina ocurre en una época donde los periódicos enfrentan importantes problemas de supervivencia. La notable y acelerada disminución del número de lectores, un fenómeno mundial que no esta limitado a la prensa local, adopta características especiales en países con altos niveles de pobreza y de analfabetismo. La exclusión social de millones de ciudadanos ocurre simultáneamente con una prensa que obligada por el perfil socio-económico de sus lectores y los intereses de los anunciantes fundamentalmente circula en un sector limitado de la sociedad. La prensa popular, que solía vender miles de ejemplares en el pasado, entró en crisis precisamente por las dificultades económicas de su masa de lectores, su principal fuente de ingresos. Lo interesante es que la misma prensa que recientemente adquirió un notable rol en mediatizar conflictos, generar debates políticos y sentar la agenda pública, optó por recetas no periodísticas para detener la hemorragia de lectores. Estrategias ampliamente utilizadas en otros países como el rediseño de la gráfica segun modelos prestados de magazines e influenciados por la impronta de la cultura visual, el acortamiento de artículos, la introducción de color, y el agregado de secciones cargadas de publicidad, se volvieron comunes. Casi invariablemente la mayoría de los diarios de la región se lanzaron a ganar nuevos lectores (o prevenir que se fueran a otros medios) a través de la oferta de una variedad de productos adjuntos con las ediciones diarias. Asi fue que los diarios se transformaron en supermercados culturales que ofrecen diccionarios, enciclopedias, video DVD, y discos compactos entre otros bienes, con la esperanza de competir por mercados de lectores cada vez mas reducidos. El continuo uso de tal fórmula no fue resultado de pura obstinación empresarial sino fue alimentado por los resultados: las ediciones con "obsequios" invariablemente incrementaron las ventas. Para los gerentes de las empresas los resultados fueron positivos ya que si bien no han podido revertir la tendencia en baja, han servido para atraer mayormente a un público joven reacio a consumir diarios y mantener niveles "artificialmente" inflados de lectores. La opción por recetas mercadológicas para sostener ventas que poco tienen que ver con el espíritu que anima los tratados clásicos sobre la misión del periodismo en una democracia plantean un numero de dilemas. Si la prensa debe cumplir funciones politicas imprescindibles en un orden democrático, ¿como compatibilizar esta necesidad con el hecho que la prensa es una institución guiada por principios comerciales? Si la libertad de prensa es una condicion sine qua non para la existencia de una prensa que efectivamente contribuya a la democracia, ¿como es posible en contextos políticos con débiles fundaciones constitucionales y largas trayectorias y legados autoritarios? Si la prensa mantiene relaciones complejas con las mismas instituciones que segun el canon de la democracia liberal debe monitorear, ¿como entender sus fortalezas y debilidades en relación a las necesidades de un sistema de controles que tienen las democracias? La vuelta de la democracia en América Latina en las últimas dos décadas renovó las esperanzas para el reestablecimiento de la libertad de prensa. La ausencia de regímenes constitucionales excluía la existencia de un marco legal básico que pudiera establecer el respeto de mínimas libertades para una prensa democrática. La elección de gobiernos civiles en el Cono Sur, el proceso de pacificación en América Central, y la gradual abertura del sistema político en Mexico impulsó nuevos aires a la idea de libertad de prensa. El retorno de regimenes constitucionales y la estabilidad del juego democrático fueron vistos como abracadabra mágicos que abrirían las puertas para que emergieran y se consolidaran libertades vitales para la prensa. Durante los regímenes autoritarios, la presencia de censores en las redacciones, las presiones oficiales sobre las economías de las empresas periodísticas, y el continuo "gerenciamiento de noticias" sobre editores y periodistas en una atmósfera de terror, fueron las formas habituales para garantizar una prensa domesticada . Mas allá del férreo control de la cobertura diaria, la autocensura fue menos visible pero igualmente efectiva en anular la publicación de noticias que pudieran causar la ira del poder de turno. La persecución de medios y de reporteros que se negaron a ajustarse a los designios oficiales, expuesta mas dramáticamente en la desaparición y muerte de cientos de periodistas, mostró los riesgos que corría cualquier crítica a distintos intereses oficiales. El modelo liberal de prensa El diagnóstico que pregonaba que la libertad de prensa sufría de intervención estatal, que sus problemas estaban enraizados en el hecho que los gobiernos autoritarios habían capturado y maniatado a la prensa, fue aceptado por diversas fuerzas dentro del amplio abanico político que caracteriza a las sociedades latinoamericanas. El dogma clásico de la democracia liberal, cristalizado notablemente en la constitución norteamericana y en la Primera Enmienda, se volvió la hoja de ruta para entender las dificultades que enfrenta la prensa latinoamericana. El modelo de prensa democrática definido en el liberalismo clásico considera cualquier tipo de intromisión gubernamental como antitética para la existencia de una prensa libre. Esta sólo es posible cuando actua de forma independiente del poder estatal y existe a distancia del poder político. La libertad de prensa es entendida en sentido negativo, la ausencia de restricciones para el ejercicio del periodismo, no como recurso que posibilita el logro de una vida democratica. Mas aun, al ser consagrada como Cuarto Poder, tal paradigma ofrece una visión de la prensa situada en oposición a la política. La política se identifica con el sectarismo que preocupaba a los "padres fundadores" de la república norteamericana y frente al cual la prensa debe ejercer el rol de árbitro imparcial, que existe de forma equidistante de los poderes existentes. La verdad, no la política, se vuelve el norte de la prensa. Cualquier tipo de conexión con la política oscurece, imposibilita la relación transparente entre el periodismo y la verdad, precisamente porque la política persigue convicciones sectarias mas que la verdad pura, el bien particular mas que el bien común. En un contexto donde los autoritarismos militares sistematicamente violaron los derechos humanos y libertades civiles consagrados por legislaciones internacional y nacional, no fue sorprendente que el modelo de libertad de prensa acuñada en el contexto de las democracias anglosajonas se volvió dominante. A pesar que el periodismo latinoamericano estuvo historicamente influenciado por modelos contradictorios de periodismo, el paradigma liberal se volvio gravitante. Desde la época de la independencia en el siglo diecinueve, la prensa de la región tendió a mirarse en el espejo del periodismo partidario y de opinión de cuño europeo como modelo a emular. El periodismo fue entendido como una forma de hacer política por medios escritos, usualmente alienada con partidos políticos, sindicatos y otras organizaciones sociales o como expresión de intereses económicos. La prensa gradualmente comenzó a absorber influencias norteamericanas (el modelo de prensa nopartidaria, la neutralidad y la facticidad como principios rectores de la reportería, la prensa como negocio mas que como expresión de posiciones ideológicas) a medida que Estados Unidos acentuó su dominio en el hemisferio, notablemente a partir del periodo de posguerra, y debido a cambios domésticos en la economía y la política. Con el retorno de la democracia en las décadas de los ochenta y los noventa, la ascendencia del modelo norteamericano se volvió mas pronunciada, no tanto como forma de concebir al periodismo desde un punto de vista comercial o gerencial, sino como modo de entender la articulación entre prensa y política. Lo remarcable es que recientemente la idea liberal de la prensa fue abrazada tanto por los dueños de grandes periódicos nucleados en organizaciones nacionales y en la Sociedad Interamericana de Prensa como por sindicatos de periodistas y columnistas simpatizantes con ideas izquierdistas, para dibujar de modo simplificado los contornos ideológicos de viejas disputas alrededor de la prensa en América Latina. Unos y otros reconcieron y acordaron implícitamente que el Estado es la fuente de los principales problemas que sufre la libertad de prensa. Para los empresarios, muchos de los cuales habían apoyado abierta o silenciosamente los regimenes de facto en décadas anteriores, el Estado mina las bases para una prensa libre no sólo a través de la censura política sino también de la imposición de trabas económicas tal como la aplicación de impuestos o altas tarifas para la importación de insumos. Aqui el liberalismo politico y el liberalismo económico confluyen en posiciones empresariales tanto de aquellos que en algun momento se opusieron frontalmente al autoritarismo y otros que acompañaron, mas que lideraron, la transición hacia la democracia . Pero el antiestatismo esgrimido por los dueños de periódicos usualmente olvida que históricamente no hubo una tajante oposición entre prensa y Estado sino relaciones incestuosas, no porque el Estado haya unilateralmente invadido las libertades constitucionales y del libre mercado sino, por el contrario, porque hubo una relación estrecha de ventajas mutuas fundada en intereses políticos y económicos. Mas allá que la gran prensa haya abrazado retoricamente el modelo liberal, las conexiones entre periódicos y Estado fueron cercanas y si hubo enfrentamientos fue precisamente porque el poder de turno optó por marginar a influyentes medios. En épocas cuando el Estado controlaba grandes sectores de la economía en países con bajas inversiones publicitarias, los gobiernos han sido los principales anunciantes. Esto sumado al control estatal de recursos básicos para el funcionamiento de los diarios (permisos para la importación de papel y otros insumos, tecnología) alimentó la proximidad entre estado y prensa que no encajaba en el modelo de prensa liberal. Por otra parte, quienes tradicionalmente desconfiaron del liberalismo pregonado por los magnates periodisticos bajo sospecha que solo perseguían beneficios económicos mas que una auténtica democracia, coincidieron en la etapa post-autoritaria en ver al Estado, en su encarnación represora e inquisidora de los autoritarismos, como responsable por la ausencia de una prensa democrática. Estos críticos, incluidos prestigiosos columnistas e intelectuales, apuntan no tanto a desmantelar los obstáculos impositivos que segun el discurso empresarial asfixia la "prensa democrática", sino a desarticular la censura, la persecución, y el clima de intolerancia existente en los autoritarismos y que continúa actualmente en gobiernos civiles impacientes con la una prensa crítica. Si una de las contribuciones mas importantes de la prensa para un orden democrático es proveer y facilitar la circulación de ideas, el paradigma liberal es atractivo tanto como instrumento analítico como ideal normativo para entender los problemas de la prensa en America Latina contemporánea. Las esperanzas depositadas en la afirmacion de una prensa democrática tambien reflejan la idea que la refundación del orden democrático requiere la reconstitución de derechos ciudadanos básicos. Viejos y nuevos desafíos Es indudable que la situación ha mejorado sensiblemente incluso en países como Mexico y Paraguay donde las restricciones sobre las acciones de la prensa fueron férreamente impuestas durante décadas . Sin embargo, continúa la preocupación sobre el estado de la libertad de prensa en relación a la continua violencia contra reporteros instigada por organismos de inteligencia y grupos paramilitares y los intentos de gobiernos civiles de amordazar a la prensa por medios legales. Ambos casos constituyen intentos para regular la expresion pública, y como tales son condenables desde una óptica liberal que reivindica el respeto a los derechos humanos y el derecho a la libre expresión como requisitos básicos de un orden democrático. Tanto en uno como en otro caso, el Estado es considerado como el enemigo de la prensa libre ya sea porque es directamente responsable de hechos de violencia (o es incapaz de garantizar libertades públicas) o porque apunta a controlar a medios que se atreven a cruzar la línea de lo permitido y lo prohibido en materia de la cobertura de corrupción oficial. La violencia contra la prensa continua a pesar de la estabilidad democrática, particularmente en Colombia, Mexico y Peru y en zonas del interior en varios países donde los periodistas que critican a autoridades locales estan mas expuestos a la impunidad de ataques que sus colegas en las grandes ciudades . La mezcla de la violencia instigada por caciques locales, grupos paramilitares, y narcotraficantes ha sido letal para periodistas. Esto ha generado un incipiente movimiento de redes de periodistas destinadas a monitorear y denunciar hechos de violencia. Otro desarrollo que ha preocupado al periodismo es la decision de varios gobiernos (por ejemplo, las administraciones Menem en Argentina, Perez Balladares en Panama, y Fujimori en Peru) de enviar proyectos de ley destinados a imponer sanciones draconianas contra medios críticos, proyectos que fueron revertidos solo después de sonadas protestas nacionales, regionales e internacionales. La preocupación respecto a la violencia anti-prensa y los intentos legales de silenciar intentos de monitorear acciones oficiales estan ampliamente justificados si consideramos la debilidad histórica del liberalismo y la persistencia de una concepción anti-liberal que considera a la prensa crítica como una molestia a ser eliminada por intimidación o por la fuerza expuesta en gobiernos civiles con claros rasgos autoritarios como la administración Fujimori en Perú que han violado principios constitucionales en pos de asegurarse una prensa dócil . Cualquier modelo de democracia, mas alla de adjetivos, requiere el respeto de derechos mínimos y la existencia de mecanismos de fiscalización de las acciones de quienes detentan poder, que la prensa puede ejercitar junto a otras instituciones. Es aquí donde el paradigma liberal es necesario y útil para comprender las dificultades que la prensa latinoamericana actualmente enfrenta en países donde sus fundamentos han sido ignorados sistemáticamente. El riesgo es ignorar que las dificultades que la prensa latinoamericana sufre para efectivamente funcionar como vehículo de ideas e información en la creación y sustento de una ciudadanía democrática escapan los límites del diagnóstico liberal. Si tomamos a éste como la horma a la que la prensa debe calzar, perdemos de vista que el periodismo latinoamericano jamas se ajustó al modelo liberal debido a abismales diferencias enraizadas en factores político-económicos y culturales. Esto no implica que la alternativa sea concluir que la prensa liberal es irreproducible en diferentes contextos sino acercarse críticamente a sus fortalezas y debilidades para pensar la relación prensa y democracia. Los problemas que rodean a la prensa no estan circunscritos al peligro de un Estado autoritario o que falla en garantizar libertades constitucionales. La continua influencia de intereses económicos, ya sea por parte de avisadores o del grupo empresarial al que pertenece un periódico, no encuentra cabida dentro de un marco que sataniza al estado mientras romantiza o ignora los obstáculos que resultan del mercado. Esta ausencia es particularmente notable teniendo en cuenta que en la última década la mayoría de los tradicionales diarios en los países latinoamericanos se han convertido en parte de poderosos grupos multimedios. El fenómeno de la concentración de multimedios a nivel mundial se agudizó en América Latina donde un puñado de compañias se han expandido notablemente tanto a nivel horizontal como vertical nacional y regionalmente. Este proceso introduce el cruzamiento de diversos intereses que contradice la idea de la "prensa independiente". Ademas de intereses editoriales vinculados a intereses económicos, es necesario considerar como el cotidiano gerenciamiento de noticias por parte de distintas oficinas gubernamentales y encumbrados individuos limita la presunta libertad de la prensa en democracia. El acceso desigual que existe a los medios por parte de funcionarios gubernamentales dentro de una cultura periodística enamorada con hechos e intrigas oficiales inclina la balanza en favor de los poderosos. Mas allá de las maniobras económicas y políticas que estos últimos ensayen para mantener a la prensa a corta distancia, existe una dinámica y cultura en la producción de noticias que privilegia a aquellos que detentan poder. Diferentes periodismos Apuntar tales cuestiones no implica asumir que la libertad de prensa o la prensa democrática (conceptos que usualmente son asimilados pero oscurecen importantes diferencias) sean posibles o que existe una marcha continua hacia un estadio en el cual tales ideales sean reales. Por el contrario, la intención es indicar que el concepto clásico de libertad de prensa es insuficiente para comprender la variedad de obstáculos que existen para afianzar una prensa democrática. La falta de rigurosidad y la estrechez del bagaje teórico que cargan las ideas de "libertad de prensa" y de "prensa independiente", hacen que estas no sean extremadamente adecuadas para entender las contribuciones del periodismo a la vida democrática. ¿Existe realmente una prensa libre, independiente de cualquier tipo de influencia? El complejo tramado de relaciones que articulan las estructuras y las operaciones de la prensa hace que esta sea interdependiente de múltiples factores e intereses. Mas aún, si reconocemos la multiplicidad de intereses que afectan el funcionamiento de los periódicos, sumado a los distintos estilos y lineas editoriales que existen, hablar de prensa (y de la libertad de prensa) en singular es imposible. No hay prensa unificada aun cuando aparentemente haya un consenso emergente sobre la importancia de las libertades constitucionales entre distintos medios y organizaciones. El fenómeno del periodismo investigativo en la última década muestra que la prensa no actuó como bloque en denunciar casos de corrupción y de violación de derechos humanos. Algunos periódicos en diferentes países han publicado investigaciones y denuncias sobre temas en su mayoría vinculados a acciones oficiales. No ha habido una oposición frontal, homogénea de "la prensa" contra "el gobierno" sino enfrentamientos circunstanciales entre algunos medios y algunos individuos y oficinas gubernamentales, facilitados por enfrentamientos internos que azuzaron el interes en destapar hechos de corrupcion. Periodicos como Página/12 y Clarín em Argentina, La República de Peru, El Espectador de Colombia, Zeta y Reforma de Mexico han denunciado abusos de derechos humanos. Otros como La Nación de Argentina, Folha de São Paulo y Jornal do Brasil, El Comercio de Peru, La Prensa de Panama, El Tiempo de Colombia han investigado casos de corrupción administrativa. Varios de estos diarios tambien denunciaron el funcionamiento del narcotráfico, su insercion en estructuras económicas y políticas y la magnitud de su influencia. La decisión de inspeccionar las actividades de los narcotraficantes hizo que varios periodistas y medios se convirtieran en blanco predilecto de la violencia desatada por los carteles. Tales desarrollos ofrecen, sin duda, señales auspiciosas de un periodismo que contribuye a una sociedad democrática. Al descorrer el velo de secretos oficiales, la prensa cumple un papel fundamental para la consolidación de mecanismos de fiscalización. Es imposible incrementar la transparencia de lo público en democracias anémicas de organismos que vigilen la función pública sin una prensa que publicite información que permita a los ciudadanos conocer mejor las acciones de los gobernantes y ensanchar la agenda de prioridades. Preguntas pendientes Es necesario indicar, sin embargo, limitaciones importantes que disminuyen el potencial democrático de la prensa. El periodismo investigativo solo esporádicamente dedicó atencion a episodios de fraude y corrupción que involucraron a grandes compañías o denunció abusos sociales que afectan a millones de ciudadanos que viven en extrema pobreza. Salvo escasas excepciones, las privatizaciones de la última década que, junto a la reforma del estado, han cambiado sustancialmente las economías de la región, no han sido objeto de minuciosas inspecciones periodisticas. Poner la atención sobre ministros y secretarios que reciben coimas y participan en varias actividades delictivas es extremadamente importante en sociedades donde no solo la corrupción esta extendida y vertebra la acción púublica y privada sino que ademas carecen de mecanismos eficientes para controlar y juzgar abusos. El énfasis en estos temas, sin embargo, no es suficiente para comprender la complejidad de las dificultades que socavan la calidad de las democracias latinoamericanas contemporáneas. Si la prensa sólo denuncia ilegalidades gubernamentales, ignora la codicia privada, o no traza conexiones entre la corrupción oficial y los problemas cotidianos que aquejan a la ciudadanía, se obtiene una imagen que, como los espejos en los parques de diversiones, desdibujan, distorsionan la realidad. No son mentirosos sino que presenta una realidad parcializada. Otro factor a considerar es que las denuncias periodisticas han principalmente servido para ventilar disputas internas dentro del poder político mas que para representar diversos sectores o abrir debates sobre temas de interes ciudadano. Quizás esto no sea sorprendente dado que la prensa latinoamericana historicamente nació y existió dentro del poder y estuvo permanentemente afectada por vaivenes dentro del Estado. La presunta independencia de la prensa no se condice con el hecho que ésta frecuentemente actúa como conducto para que intereses oficiales enfrentados filtren informacion y sostengan peleas que, por lo general, ocurren en mundos distantes de la mayoría de los ciudadanos. No hay un "periodismo árbitro" que imparcialmente recoge información para llegar a la verdad, sino agendas editoriales que en determinados momentos deciden dar a luz hechos de corrupción y, mas o menos abiertamente, toman partido por determinados intereses en pugna. Mas alla de los posibles beneficios que tal cobertura puede reportar a la vida democrática, hay importantes limitaciones que surgen cuando los periódicos "ofrecen" espacios para que disputas en altas esferas del poder sean libradas sin necesidad de identificar intereses, que se refugian en la tendencia a usar fuentes anónimas. La transparencia de la acción pública que resulta de las denuncias periodísticas es la contracara de la omisión de información, producto del uso de varios filtros que deciden que es noticia. La prensa tiene su talón de Aquiles no solo en los temas que reporta y la perspectiva limitada que suele adoptar sino en no reportar información ya sea porque atenta contra distintos intereses o porque ocurre en mundos sociales lejos de círculos oficiales. Bajo la bandera de la "prensa independiente", rara vez se reconoce que los periódicos son parte de un entramado de relaciones. Este desconocimeinto se manifesta en la celebración frecuente de la prensa como actor que solitariamente combate la corrupción y hostiga a otros poderes. No injustificadamente, la prensa latinoamericana recientemente se ha vanagloriado de su protagonismo en medio del páramo institucional en relación a resonantes escándalos políticos que derribaron o sacudieron varias administraciones en la región. La prensa es usualmente felicitada y se auto-felicita por su actuación como "fiscal de papel" frente a la inoperancia de instituciones democráticas como la justicia y el parlamento que aunque destinados a monitorear la acción pública son ineficaces y/o cómplices con funcionarios sospechados de ilegalidades. Presumiblemente, la actitud descollante del periodismo en exponer delitos oficiales alimenta el alto grado de legitimidad que los periódicos tienen en encuestas de opinión pública. Si la prensa en democracias estables sufre de falta de credibilidad, por el contrario, la prensa latinoamericana goza de lata estima. Hay razones suficientes para justificar tal percepción y exaltación de la tarea de la prensa, particularmente teniendo en cuenta las continuas dificultades mencionadas anteriormente que el periodismo confronta cuando decide poner bajo la lupa las acciones oficiales. No obstante tales logros, especialmente en el contexto histórico de una prensa cautelosa con poderes oficiales, es preciso indicar debilidades y problemas. Si algunos medios proveen elementos para un mayor optimismo sobre la contribución del periodismo en una democracia, la actitud de otros ofrece evidencia contraria. La decision de periódicos de defender a rajatabla administraciones civiles, ignorando ilegalidades o actuando como megáfonos de acciones oficiales, dificilmente cuadran con el discurso que festeja el "nuevo" periodismo. En Peru, por ejemplo, mientras que algunos medios se han arriesgado a ahondar en el lado oscuro del gobierno de Alberto Fujimori, una administración extremadamente intolerante con la crítica, otros periódicos, incluidos la llamada prensa "chicha" alimentada por información oficial, han servido como conductos para deslegitimar y agredir a periodistas. La gran prensa brasilera, que festejo su rol de fiscal durante el escándalo que tumbó a la administración de Fernando Collor de Mello en 1992, optó por una defensa entre solapada y explícita del gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Viejos vicios del periodismo persisten. La tendencia a priorizar un acercamiento sensacionalista con el objeto de generar impacto rápido desvirtua el carácter de distintas noticias. La inclinación a individualizar hechos elude aspectos estructurales y sociales que perduran mas alla de sucesos particulares. El hábito del periodismo de publicar información sin suficientes chequeos resultó en varias oportunidades en la publicación de informaciones equivocadas. La atención espasmódica a diversos temas que mágicamente aparecen y desaparecen del radar periodístico mitiga las chances de mantener discusiones prolongadas sobre cuestiones de interes público. El desinterés de la mayoría de los medios en dedicar recursos para cubrir noticias reduce las posibilidades que la prensa escrita ayude a esclarecer un número de problemas. La opción frecuentemente ha sido optar por producción de noticias sin asignar mayores energias. Esto resulta en tratamientos superficiales de cuestiones extremadamente complejas, síntoma de una prensa que interesada solamente por aumentar beneficios económicos genera una reportería basada en un par de llamadas telefónicas con un número reducido de fuentes. Frecuentemente la actitud es maximizar los recursos existentes para ofrecer una cobertura de vuelo de pájaro. Esto puede ser observado en la ingeniería de las ediciones electronicas. Mas de un centenar de periódicos actualmente ofrecen ediciones en el ciberespacio. La intención de lanzar tales ediciones no fue solo expandir actividades a traves de otra tecnología sino capturar lectores, especialmente jovenes reacios a consumir noticias en papel. La mayoría de los diarios, sin embargo, no han realizado grandes esfuerzos en producir noticias diferentes u ofrecer un tratamiento periodistico distinto que aproveche las posibilidades que ofrecen las tecnologías digitales. Lo habitual es "palear" informacion de las ediciones de papel a las electrónicas sin mayores cambios. Solo algunos medios actualizan las noticias en el transcurso del dia o construyen noticias utilizando hipertexto, sonido, video y otras novedades tecnologícas que redefinen la labor de la reportería. En países con baja penetración de teléfonos y computadoras, el consumo de noticias electronicas tiene un potencial limitado. Esto explica porque los periódicos tipicamente ofrecen ediciones electrónicas sin dedicar recursos que permitirían explotar las posibilidades y desafíos que plantean las nuevas tecnologías. Etica periodistica, juridificacion y democracia En las cuestiones mencionadas subyacen un sinnumero de preguntas éticas que el periodismo latinoamericano solo recientemente ha comenzado a prestar mayor atención. ¿Puede la prensa servir al bien público siendo una institución anclada en el mercado y que por lo tanto persigue beneficios privados? ¿Es cualquier método de reportería aceptable para alcanzar la verdad que, según el periodismo, define la tarea de la prensa? ¿Cómo discutir las sospechas sobre la corrupción del periodismo en momentos en que la prensa se presenta como adalid en la lucha contra la corrupción oficial? ¿Cómo justificar los medios que la prensa frecuentemente utiliza para obtener noticias que violan la privacidad? Estas preguntas no solo apuntan a cuestiones fundamentales que competen al rol de la prensa en una democracia sino que son relevantes en las tareas cotidianas de cualquier redacción. La relevancia de preguntas sobre la ética periodistica es inseparable de la emergente preocupación respecto a cuestiones legales en la prensa y en las sociedades latinoamericanas en general. Aunque lo ético y lo jurídico en el periodismo tienden a confundirse ("lo legal es ético, lo ilegal no es ético"), es preciso reconocer que la creciente importancia de temas éticos en la prensa ocurre en un momento en el que temas jurídicos se volvieron centrales en la región simultaneamente con el vigor de un abanico de movimientos que pugna por la constitucionalización de lo político . No es casualidad que en sociedades caracterizadas por demandas recientes por el reconocimiento de otorgar autonomía a lo jurídico desligado de intereses particulares, discursos legales comenzaron a impregnar mas fuertemente la concepción y el trabajo periodístico. Con el retorno de las democracias, las constituciones se convirtieron en piedras fundamentales que subyacen la labor del periodismo. Las empresas periodisticas se vieron obligadas a tomar seriamente lo juridico como marco referencial a medida que se estabilizaron los regímenes constitucionales. Esto se manifiesta claramente en casos en los que organizaciones periodísticas han tenido que lidiar con el peligro de juicios millonarios, iniciados por funcionarios que se sintieron ofendidos ya sea por la intromisión de la prensa en sus vidas privadas o por la publicación de injurias. La cuestión no es tanto la validez jurídica de los cargos sino la creciente importancia de estas cuestiones a medida que lo legal adquirió centralidad como mecanismo regulador en la vida política de las nuevas democracias. La sombra permanente de las posibles repercusiones legales obligó a poner un mayor cuidado en la reportería, hasta el punto que criterios legales se convirtieron en principios rectores en la construcción de la noticia. Lo legal se convirtió en el tamiz para decidir la publicación de información sobre sucesos delicados que afecta la reputación de individuos, particularmente en denuncias de corrupción. Concepciones jurídicas de la constitución de evidencia, por ejemplo, se volvieron dominantes en la definición de hechos periodísticos. Esta cuestión demuestra la importancia y vigencia del modelo liberal de la prensa, no obstante las limitaciones anteriormente analizadas, como marco normativo para entender la necesaria separación entre Estado y prensa en un orden democrático. Por disonante que parezca desde una perspectiva que asume la estabilidad de derechos civiles en contextos de democracias estables, el déficit histórico de las democracias latinoamericanas en este sentido refuerza la necesidad de pensar en una prensa, no utópicamente libre o independiente, sino que pueda establecer márgenes de autonomía respecto a otras instituciones, respaldada en lo jurídico como mecanismo regulador de la tarea periodística. Si la tendencia del mercado es crecientemente a eliminar la presunta autonomía de la prensa, la preocupación con cuestiones éticas y jurídicas en el periodismo indica un sentimiento opuesto, de una prensa que progresivamente, aunque con límites, reconoce la necesidad de establecer distancia respecto al Estado. El record histórico de relaciones incestuosas entre Estado-prensa sumado a la codicia mercantil y los intentos obstinados de gobiernos contemporáneos de someter a la prensa y asfixiar cualquier amague de autonomía no ofrece un panorama demasiado alentador. Es entre estas tensiones que la prensa latinoamericana continúa debatiéndose.
Hugo Sirio, titular del correo electrónico "Bajo la Lupa"