SOCIEDAD: POR NATALIA FUNES ALZAGA, ENVIADA ESPECIAL DE EL OJO DIGITAL A RIO CUARTO, CORDOBA

Caso Nora Dalmasso : se incendia el Imperio. Primera parte

Nuestra nueva colaboradora y enviada especial a Río Cuarto, provincia de Córdoba, Natalia Funes Alzaga, comienza a develar la madeja y las conexiones políticas que intentan esconderse debajo del tapete en el caso de la recientemente fallecida Nora Dalmasso. Advertimos a los lectores y a los medios que nos visitan regularmente que el presente material causará polémica y preocupará a más de un funcionario. Hoy, la primera parte : la vida y la sociedad de Río Cuarto.

21 de Julio de 2010
Semblanza de una sociedad El asesinato de Nora Dalmasso no solamente ha estremecido a la coqueta ciudad de Río Cuarto. Lisa y llanamente, ha devenido en un enorme culebrón nacional, con los medios porteños haciéndose un festival del caso. Pero, para comprender bien los entresijos de la novela, hay que bucear entre los vericuetos profundos de la sociedad riocuartense. Meterse en la psicología de sus habitantes. Indagar acerca de sus más que sorprendentes costumbres. Al fin de cuentas, no es tan dificultoso. La mayoría de la gente, "suelta" la lengua ante la primera pregunta. "Pueblo chico, infierno grande". Nada nuevo. Solamente es cuestión de hacer la consulta precisa. Río Cuarto vive con entusiasmo el fenómeno de la soja. Al calor del derrame del campo, se erigen en el casco céntrico, día a día, nuevos edificios, casas de comida gourmet, negocios de las marcas más caras y sofisticadas. Los locales de prendas exclusivas no dan abasto. Mientras que aquellos especializados en regalos finos, venden copones de cristal, para degustar vinos reserva, a granel. Pero cuidado. La soja trajo consigo la más brutal desigualdad del ingreso de la Argentina. Las calles muestran 4x4 y vehículos alemanes de alta gama. Pero lo que abunda son Renault 12, destartalados, con no menos de 25 años de antigüedad. Para ser sintéticos : 10 por ciento gasta a rolete, 10 por ciento está bien acomodado, 10 por ciento se las arregla. Pero el 70 por ciento restante vive "con la ñata contra el vidrio" : la ve pasar. Los escándalos son "normales" en el Imperio. Hace pocas horas, otra vez deambula por las calles, un conocido escribano, luego de pasar unas "vacaciones" en el penal de Bower. Está acusado de falsificar escrituras, con la complicidad de todo el registro de propiedades de la provincia. Con la llegada del peronismo en 1973, como premio, le dieron el rectorado de la Universidad local a un abogado del foro sin antecedente científico alguno. "Viejo verde" notorio, alcanzó justa fama por pellizcarles el trasero a las alumnas. Los claustros académicos son motivo de recurrentes corrillos. El actual decano de económicas alcanzó notoriedad por sus romances, fogosos en demasía, con un empleado administrativo y un barbado secretario académico. Por su parte, el hermano del presidente del Colegio de Abogados, tuvo sus 10 segundos de fama, por desfigurarle el rostro a trompadas a una colega. La Iglesia no escapa al "estilo" riocuartense. Los dos últimos obispos son casos elocuentes. En la era militar, el prelado en ejercicio tenía un "novio", que, vuelta a vuelta, terminaba en la comisaría por tropelías varias. Siempre lograba rápidamente la libertad. En Río Cuarto, no se "jode" con el macho del obispo. Fue premiado con un ascenso a arzobispo. Su sucesor, al contrario, brilló como "chinitero". Al morir dejó dos hijas mellizas y algunos nietos. Daba ternura, en el sepelio, ver a la familia del religioso llorar por la pérdida. El gobernador José Manuel de la Sota no escapa a las generales de la ley. Está de "novio" con una lugareña. Una rubia (teñida) cuarentona, algo vistosa y que requiere urgente un buen "recauchutaje". Previo, convirtieron en cornudo, al ex marido, conocido empresario de pastas del pueblo. En su momento, hasta se llegó al colmo de montar un casino clandestino en el exclusivo Jockey Club. Con la excusa de dificultades financieras. Con la anuencia del entonces gobernador Eduardo Angeloz. Mientras, los radicales se golpean el pecho, afirmando su honestidad. Cuando, al contrario, son los epítomes de la corrupción. Como lo atestigua el clan Storani. Que no resiste el más mínimo ADN financiero. Mucho dieron que hablar en la época angelocista diversos casos de podredumbre. El Banco Popular Financiero, entidad de capitales locales, participó en todo tipo de negocios turbios. Que, cuando salían mal, el "muerto" se lo cargaban al banco oficial. El entonces Senador Nacional Muhum (a) "Turco", era el adalid. Hasta que lo encontraron, in fraganti, teniendo sexo explícito con su secretaria. Radical de toda la vida, no tuvo empacho en casar a la nieta con el vástago del "capo" del PAMI de la era menemista. Y cantaron, "all together", algo desentonados, la "marchita". Un caso típico local : el dinero es el símbolo de una sociedad fatua. Y enormemente hipócrita. El propietario del matutino local, "Puntal", es el mítico Enrique "Coti" Nosiglia. El director, "Chachi" Gaumond, es un mero "testaferro". El canal de televisión fue literalmente robado por los radicales mediante un decreto de Alfonsín. Y con la venia de un juez, que, de tan delincuente, tuvieron que echarlo, juicio político mediante : el Alberto Magnin Lavisse. Que también tuvo a su cargo la quiebra dudosa de un frigorífico. Designando a un otrora decano radical de la facultad de ciencias económicas como síndico. Hoy procesado por maniobras fraudulentas, junto a un "catedrático" de esa misma especialidad. Ex decano, que, como es "natural", es bígamo. Una verdadera pinturita. Ciertas calles de Río Cuarto llevan los nombres de ex intendentes. Mugnaini, peronista, llegó al Palacio de Mójica con el sofisticado lema de, "después de mi gestión, las mujeres de Río Cuarto, no tendrán que bajarse más los calzones para vivir". Una especie de Hugo Chavez "avant la lettre". Jaime Gil, radical, lord mayor durante el proceso militar. Sin comentarios. El Río Cuarto Golf Club es un barrio construido alrededor de los links. Allí viven apenas 250 familias. En casas buenas pero, salvo excepciones (la vivienda del futbolista Aimar, entre otras), no son palacetes. El valor promedio oscila por los 200,000 dólares. Es una clase media alta muy acomodada. Abogados, médicos, contadores, magistrados. Que muestran (y gastan) mucho más dinero del que poseen. Viven al día. Muy bien. Pero al día. Exhibiéndose. Sus mujeres están todas cortadas por la misma tijera y el mismo cirujano. Vacuas. Vacías. Lo único que conocen son los lugares donde comprar la ropa de onda. La mayoría no trabaja. Viven de la billetera del marido. Por ende, cuando alguno comete un "desliz", miran para otro lado. Muy elemental, el divorcio implica ponerse a "laburar" y abandonar el "dolce far niente". Mientras la infidelidad no salga en los titulares, no pasa nada. Son todas cornudas concientes. Pero es preferible la cornamenta, a tener que levantarse todos los días a la 6 de la mañana a ganarse el pan. Algo que jamás hicieron en todas sus paupérrimas vidas. Algo raro pasó por la psiquis de Nora Dalmasso. Muy linda, simpática, entradora, buena ama de casa. No era empresaria, ni nada por el estilo. Iba a la funeraria Grassi unas pocas horas al día, al solo efecto de matar el tiempo y ganarse unos pesitos. Pertenecía, sí, al círculo aúlico del Golf Club. Y, obvio, contemplaba a diario lo que ocurría alrededor. Con sus amigas y con los amigos de su marido. A los 51 años, se conservaba perfecta. Las múltiples cirugías estéticas le restaban al menos 15 años. De golpe, en el último quinquenio, "Norita", por alguna razón desconocida, salió a conquistar a cuanto hombre de determinado target se le cruzara. Quizá, para auto probarse que todavía era una mujer deseada por la grey masculina. Hoy, hay siete maridos expulsados de sus hogares en Río Cuarto. Son los que no tuvieron más remedio que confesar a sus consortes la infidelidad. Son los nombres que tomaron estado público. Y a las esposas, no les quedó más remedio, (Castrilli dixit), que aplicarles "tarjeta roja". Pero nadie se preocupa. Cuando la calma retorne, serán nuevamente "perdonados". Un viaje a Europa será el precio. Y, de paso, alguna discreta "devolución de atenciones", será la venganza. Todos cornudos. Pero felices. Eso es el Golf Club Río Cuarto. Gente de cuarta. Pero con plata. El dinero importante de la ciudad está en manos de las familias de campo. Los dueños de la soja y de las vacas. Estos no viven, salvo contadas excepciones, en los countries. La mayoría son descendientes de piamonteses. En el bolsillo derecho, tienen un criadero de cocodrilos. En el izquierdo, moran las pirañas. No hay forma de sacarles una moneda. Ni a palos. El caso más emblemático es el de la familia Barrotto. Los más ricos, por lejos. Miles de hectáreas, decenas de millones de dólares. Son tan avaros que, ni siquiera, se gastan un par de miles para hacerles las "lolas" nuevas a sus mujeres, que andan con los pezones por la cintura... Pero no todas fueron espinas en la sociedad del Imperio cordobés. Habitaron, hace tiempo, figuras de nivel nacional e internacional. Juan Filloy, Jorge Carranza, Alberto Lubetkin, Chañi Lao, entre los más conocidos. Pero todos están muertos. Mejor que no se levanten de sus tumbas. El crimen de Dalmasso, pues, no es nada sorprendente en tamaño ambiente. Este informe, como en las viejas series televisivas, continuará.
Natalia Funes Alzaga, enviada especial de EOD a Río Cuarto, Córdoba