POLITICA: POR SEVERO I. TURRO

The Vaca´s Return - El regreso de las vacas

Regresa la pluma humorística -aunque dotada de incisivas dosis de realidad- de nuestro analista político exclusivo, Severo I. Turro, en esta ocasión, para ilustrar las ya conocidas tribulaciones que aquejan al Presidente Néstor Kirchner toda vez que se requiere negociar con los ganaderos, devenidos en neoconspiradores -siempre, en la óptica de nuestro tuerto mandatario, claro está-. Se augura polémica.

21 de Julio de 2010
El Gran Califa de Río Gallegos, Don Juan Manuel de K -más conocido entre sus sufridos súbditos como el Restaurador de los Setenta- estaba atribulado. El nerviosismo se le notaba en las manos. Sudorosas, apenas podían sostener el otrora indiscutido Bastón-Gran Falo Presidencial. Mientras, el ojo bilorro le daba vueltas como calesita descontrolada. No era para menos. En octubre había pasado de todo. Y lo peor, es que la población se había empezado a dar cuenta que su (des) gobierno empezaba a hacer agua por los cuatro costados. Encima de todas las desgracias, corría el rumor que nuevamente se avecinaban problemas con la carne vacuna. Ni se le ocurrió consultar con la recua de inútiles que tenía de funcionarios. Tenía bien en claro que de la ?ministra? Miceli, ni del ?secretario? Campos no podía provenir idea alguna. Eran de una incapacidad científicamente comprobada. Por ende y contra su voluntad, recibió, recomendado por el nuevo embajador del Norte, a un profesor de la Universidad de Nebraska, John Cojonudo. Catedrático de economía agropecuaria, reconocido internacionalmente. ?Buenosh díash, Mishter Cojonudo?, lo saludó con fingida cordialidad el Gran Califa. ?Amén de shaber economía, me dijeron que habla ushted eshpañol?, dijo sonriendo. Es sabido que el Restaurador no entiende un joto de la lengua de Shakespeare. En realidad, no entiende un joto de nada, pero eso es tema aparte. ?Buenas días, Gran Califa. Efectivamente, hablou español?, le respondió el experto. ?Entoncesh, puede Ushted explicarme que hay de cierto, reshpecto al rumor, que indica que retornan losh problemash con lash vacash?, inquirió don Juan Manuel de K. ?Desgraciadamente, son ciertous. Lo que ocurre es que llovióu?, respondió el yankee. ?Cómo??? Hace dosh meshesh el kilombo era por la shequía y ahora she viene otro porque llovió??? Puede explicar mejor esho???, interrogó con cara de pocos amigos el Gran Califa. ?Es simple?, contestó el Dr. Cojonudo. ?Hace dos meses la sequía obligaba a los productores a desprenderse de la hacienda a cualquier preciou, debido a que no la podían alimentar. Por eso hubo una sobre oferta en el Mercado de Liniers. Que determinó una baja sustancial de los valores de los novillitos y de los pesados. Y que también arrastró a las vaquillonas. Lo que habitualmente se conoce como liquidación de vientres. Esto determinó que en la Capital Federal el kilou de cuadril de primera calidad cotizara en las góndolas a tres dólares. Debou recordarle que en mi país, un corte de esa naturaleza, cuesta diez veces más. Digo la Capital Federal, puesto que es el único lugar donde funcionan sus ?controles de precious?. En el Interior, había que oblar cinco dólares por la misma carne. Pero todos sabemos que allí el INDEC no toma muestras para calcular el Indice de Precios al Consumidor?, comenzó a exponer el catedrático, mientras el ojo biónico del Califa adquiría vida propia. ?Pero hete ahí que llovióu, sabio Califa?, continuó el experto, sabiendo que debía ser muy prudente para no despertar las habituales iras del Restaurador. ?Los primeros días no se notóu en el mercado. Pero, ahora, que el pasto creció, los productores envían menos vaquitas al mercado, porque pueden lograr más kilaje, dada la mayor cantidad de alimentou disponible. Con el correr de las jornadas el problema se va a agudizar. Debou darle otra mala noticia. El precio de la carne vacuna va a subir, posiblemente mucho, hacia fines de december?, afirmó el catedrático, casi en un murmullo. ?Jushto para las fieshtash!!!!!?, dijo en un alarido el Gran Califa, mientras su rostro pasaba del rojo obispo al blanco. ?Y con el transcursou de los meses la problema se va a agudizar. El decisión de prohibir la exportación de carne fue espantousa, le voy a ser sincerou?, dijo el experto esperando una reacción desmedida. Pero el Califa, todavía convaleciente por la ?piña? misionera, no respondió. ?Entre la prohibición y la sequía se liquidóu mucha hacienda. Los precios bajaron y el consumo interno, que estaba en 63 kilos per cápita anual, ?voló? a 75. El stock ganadero (la suma de todas la vaquitas que pastan en el país) descendió demasiadou. Para sostener este ritmo de consumou y que no exploten los precios, tendría que haber una existencia de 70 millones de cabezas. Y hoy no llega a 49 millones. La histérica ?política de carnes?, llevada adelante por su (des) gobiernou, empieza a mostrar sus horribles efectos. Es muy viejo y conocido aquello que en economía un gobiernou puede hacer lo que le venga en gana. Y es su caso. Pero lo que es absolutamente imposible es evitar las consecuencias. En 2007 y 2008 los terneros se van a hacer cada vez más escasos debido a la carencia de madres. Resultadou, los precios del ganado para ?engordar? se van a disparar a valores siderales. Con lo cual, la única hacienda barata va a ser la cuatrereada?, culminó Mister Cojonudo. Apichonado, el Restaurador preguntó, ?Y she puede hacer algo..????. ?El cagada ya está hecha y no tiene arreglou, sabio Califa. Yo le recomendaría los siguientes medidas. Primero, péguele un buen patadón en el tujes a Miceli y a Campos. Mejor, a todou el gabinete. Segundo, no se inmiscuya más en el mercadou de carne vacuna, pase lo que pase. Tercero, intente explicar a sus sufridos súbditos que van a tener que comer mucha menos carne y encima pagarla más cara. Que se hagan a la idea que las milanesitas de soja son exquisitas. Que en los asados familiares la porción se reducirá a una costillita por persona. Eso sí, con abundante guarnición. Y, de paso, recomendar no ir más a Mc Donalds, puesto que esa comida engorda y hace subir el colesterol. Cuarto, dado que usted no puede decir la verdad, léase que todo es consecuencia de sus dislates mayúsculos, échele toda la culpa a Bush. Total, hoy está de moda y los demócratas de mi país se van a poner contentos. De paso, haga circular el rumor que todo es fruto de una complot de la CIA destinado a ?masacrar? las humildes y sagradas vacas vernáculas. En el Califato, mucha gente ?compra? estas boludeces?, concluyó el profesor. Con los hombros vencidos, el Restaurador acompañó al experto hasta la puerta del despacho. ?Muchash graciash y saludos a Condy?, musitó al despedirlo. Acto seguido, agarró el celular y llamó a su melosa Dulcinea. "Crishtina, vení urgente. Neceshito mimitosh. Pero en el camino detenete en una carnicería y comprá una tirita de ashado. La CIA eshtá exterminando nuestrash queridash vaquitash", dijo mustio y casi entre sollozos el Gran Califa de Río Gallegos. Y se puso a cavilar, horrorizado, si los súbditos no iban a reaccionar de la misma manera que "certo cardenale": rompiéndole el culo.
Severo I. Turro, para El Ojo Digital