Vecinos de Caballito ponen la mira en la Comisaría 11°

Las denuncias que un grupo de vecinos del barrio de Caballito acercaron a El Ojo Digital incluyen una suerte de rezo en sus líneas. El párrafo más destacable es aquel que dice "¿Para qué pagamos impuestos, si finalmente jamás tenemos seguridad?". El pedido -que suena mucho a ruego- podría sonar risible para muchos funcionarios públicos. Pero es que así se han acostumbrado a desempeñarse. Pues la mayoría de ellos han olvidado que la ciudadanía argentina es su jefe, y que de la ciudadanía procede su sueldo. El caso que nos ocupa corresponde al barrio de Caballito; vecinos de la esquina de Francisco Planes y Valentín Virasoro han descripto una situación de venta de estupefacientes que utiliza una casa abandonada en la mencionada esquina, como base de "operaciones". La mencionada vivienda no sólo está tomada -lo que constituye un delito-, sino que está habitada por individuos con acento de origen extranjero -peruano o boliviano, según lo investigado-. Estos mismos se dedican a asaltar a transeuntes desprevenidos, a la vez que en las puertas de la casa se negocia venta de drogas. El castigo para los vecinos que nos contactaron también pasa por la cuestión de los ruidos molestos : un nutrido grupo de impresentables beodos se pasa madrugadas enteras peleando y arrojándose botellas, y sólo gritando, en el mejor de los casos. La respuesta de la Comisaría 11° ha sido nula. Evidentemente, la inacción de la repartición policial permite suponer que sus miembros son parte del "negocio". Hasta donde El Ojo Digital pudo averiguar, la toma de propiedades, la venta de drogas y el desorden público son delitos que están tipificados en el código penal e incluso en lo que queda del fracasado código de convivencia. Con lo cual no quedan excusas para no atender a las demandas de los vecinos. La cuestión de los indocumentados que cometen delitos ya ha sido examinada por El Ojo Digital. A la impericia absoluta del personal de Migraciones, corresponde agregar que, por ley, un ciudadano indocumentado no puede ser procesado. Por ende, si la Policía Federal sorprende a un ilegal in fraganti, no puede llevarlo a una comisaría no someterlo a proceso : está obligado a comunicarse con Migraciones, departamento digno de su inoperancia, que procede a labrar un acta, pero no deporta a los delincuentes. Acto seguido, la Policía Federal procede a liberarlos. Y se reinicia la cadena del delito. Hecho el paréntesis, sería bueno que la buena Policía -si acaso quedan remanentes de ella- de la Comisaría 11 proceda a ocuparse del mencionado episodio, antes de que más ciudadanos se anoten en la lista de aquellos que piensan que toda la Policía es Mala Policía.