INTERNACIONALES: LA COLUMNA DE JORGE ASIS EN EL OJO DIGITAL

Robinson Crusoe

Mientras que Kirchner, para Chávez, se batió como D’Artagnan, para JorgeAsísDigital se quedo aislado, como Robinson Crusoe.

21 de Julio de 2010
Wilde, Duhalde y Parra Probablemente no sea cierto, pero cuentan que Oscar Wilde, al enterarse en un teatro de Londres que el olvidado dramaturgo romántico Jeffers Hilton se había suicidado, dijo: "Hizo bien, al fin se le ocurrió una idea interesante y atinada al desventurado Jeff. La de matarse". Probablemente tampoco sea cierto, pero un siglo después, desde el conurbano de Buenos Aires, cuentan que Eduardo Duhalde anuncia su definitivo alejamiento de la actividad política. Puede entonces parafrasearse lícitamente a Wilde. Duhalde hizo bien. Al fin y al cabo se le ocurrió una idea atinada e interesante al infortunado Negro. La de renunciar, y alejarse preferiblemente para siempre. Al respecto, el contemporáneo poeta chileno Nicanor Parra, cuando se enteró de la muerte de su colega Pablo de Rokha, no vaciló en componer, a manera de balance, una impertinencia que prefirió denominar antipoema. Lo tituló "Total cero". Dice Parra: Así se acaba la historia sin pena / sin gloria Sin un mísero sandwich de mortadela. (Sin embargo, con un énfasis inusitado que apenas admite la impunidad de los bares, determinados duhaldistas compungidos suele afirman que el duhaldismo no murió. Confiados, acaso, en el resurgimiento postrero de las aproximaciones numerológicas de Felipe Noguera. Se asiste entonces a la teoría vandorista del "Duhaldismo sin Duhalde"). Antipoema y antiperón Por lo tanto, Nicanor Parra despliega la brillantez de su cinismo para pasar a la historia con la estructura del "antipoema". En cambio, Eduardo Duhalde, en su condición de Kerensky del suburbio, al facilitar la implantación de la imberbocracia, despliega las facultades de sus equivocaciones para pasar a la historia por consolidar la estructura del "antiperón". Téngase en cuenta que Perón, en su ocaso, se las ingenió para echar a aquellos imberbes de la Plaza. Y que treinta años después Duhalde se las ingenió para introducir a aquellos imberbes avejentados en la Casa de Gobierno. Duhalde, al fin y al cabo, sólo le sirvió a Kirchner para llegar al Poder. Y Kirchner, en cambio, debió vaciarlo de Poder a Duhalde para quedarse. Hasta comerle la totalidad de los trebejos y humillarlo con la hocicación, Kirchner supo entretenerlo a Duhalde como Inspector Máximo del Mercosur. Trátase de aquel tradicional caramelo de madera, ligeramente espolvoreado con azúcar impalpable. Sin embargo, en cuanto Kirchner logró sumergirlo a Duhalde hasta conseguir la depresión definitiva de la renuncia, le sacó de la boca, violentamente, el caramelo de madera. Para colmo, Kirchner ni siquiera tuvo la gentileza de convocar a Duhalde, como le correspondía, por su condición de Inspector Máximo del Mercosur, para la farsátira de la Cumbre de Mar del Plata. Al menos Kirchner debió haberlo exhibido, a Duhalde, como trofeo de cabeza cortada. Lo peor, a ningún exponente del notable ejército de admiradores le interesó, siquiera, preguntar por la ausencia del Inspector del Mercosur. Tampoco, cabe aceptarlo, a nadie le sorprendió el democratismo selectivo de Kirchner. Quien se las ingenió para colocar, como exclusivo antecesor de adorno, a Alfonsín. Acaso porque Alfonsín fue el único de los antecesores que resultó indemne de la catilinaria inaugural. Boleto picado Asístese a la concatenación de una enjundiosa conjunción de sobones. Una indeterminada confabulación de alcahuetes apenas movilizados por las iniciativas originales de correr a solidarizarse hacia los brazos del vencedor. La voluntariosa interpretación, favorablemente positiva, del fervoroso oficialismo, logra instalar la idea que el único que hace política, en la Argentina, es Kirchner. Hasta el extremo de aceptar que hablar de política, en la actualidad, significa expresamente hablar de Kirchner. En tanto, el resto de la dirigencia política queda reducida a la categoría de comentaristas. Entre la falta de arrojo de la multitud de "comentaristas", y con el complemento de la complacencia cómplice del mayoritario periodismo prebendario, se impide percibir con claridad que, al contrario de lo que se supone, Kirchner mantiene definitivamente el boleto picado. De no interferir la osadía inerte de la presente greguería, los mayoritarios incautos que le creen a los comunicadores subsidiados, y a los comentaristas acomodaticios movilizados por el repugnante pragmatismo movimientista, pueden tranquilamente adherir, por ejemplo, a la idea errónea de que hay Kirchner para otros seis años. "Las pelotas", como escribía Roberto Arlt. Kirchner mantiene acotado su horizonte de almanaque. Amén. Haedo - Mar del Plata Desde la estación Haedo, el tren del post kirchnerismo comenzó, algo destartalado, a moverse. Al llegar a Mar del Plata, pudo asistirse a la penosa representación del más grotesco reaccionarismo geopolítico. Al despliegue impertinente de una Argentina confundida. Que prefería aferrarse, en su opacidad ideológica, al colorido frenesí bolivariano. Y mantenerse, a polvorienta distancia, de Méjico y Canadá. Los escasos argentinos que suelen soportar, aún, la válvula responsable de la indignación, debieron someterse al latrocinio de ver, a su presidente, tratado como un chico travieso que se hizo la rabona. Que fue pescado infraganti, mientras se copiaba. Que el presidente Bush, aquel que supuestamente lo venía a salvar, viniera públicamente a retarlo. Y que Bush le dijera, en la cara, lo que reiteradamente se publicó en JorgeAsísDigital. Que no se puede, lo más pancho, cambiar gratuitamente las reglas del juego. Es decir, que es indecente consolidar la cultura del despojo. Es un atropello jactarse por haber estafado a medio mundo. Es un suicidio estratégico presentar aquel acto de punguismo local e internacional como un logro admirable de gestión negociadora. Porque un presidente no debería emular, en lo posible, a aquel triste Maradona del gol trucho. Precisamente al Maradona, algo menos brillante y más avejentado, que simultáneamente basureaba, con copiosa ayuda financiera del estado, al mismo Bush al que Kirchner aguardaba, ansioso, para que lo viniera a salvar. Cuesta pasar, por la avenida Córdoba, todos los semáforos en rojo. A más tardar, en Canning, uno se puede estrellar. Hasta el sábado se desconocía, en el Departamento de Estado, que George Bush leía el JorgeAsísDigital. Tuvo que salir anteayer, en el Chicago Tribune, que Condolezza Rice oportunamente le pasó la carta al tío Plinio, intitulada "Poliedro, la Sociedad Garca". (Sucede que, en el 97, Miguelito B. supo presentarle a su amiga, la negrita Condy, al director de nuestro Portal. Fue en cierta hamburguesería de la M, el Hamlet, que funcionaba como el Florida Garden de Washington). Robinson Crusoe La capacidad de Kirchner para el aislamiento es proverbial. Para Chávez, en cambio, se comportó como D’Artagnan. Cuando se quedó, en realidad, como Robinson Crusoe. El filósofo positivista Diego Guelar, un cuadro de la línea "cambista" del macrismo revolucionario, sostuvo que Kirchner se quedó finalmente solo, con Chávez y los piqueteros. Ontológicamente cierto. Por seguir las imposturas del devaluado Brasil, Kirchner tomó la barreta como los manifestantes de la avenida Colón, y se quedó con los vidrios rotos. Para colmo, cedió el centralismo del escenario para que firuleteara, con sus payasadas, Chávez. El que lo llamaba D’Artagnan. Lula, con una esgrima superior y sin frontalidades, prefirió el perfil bajo de la amante más discreta. Por lo tanto Lula se fue pronto a Brasilia, a los efectos de esperarlo, a su amante, Bush en su departamento. Y así arreglar, entre mimos, como amantes adultos, las respectivas cuentas. Y segundos afuera, como en el box. Después de todo, a Nicanor, el paraguayo, Bush ya lo tenía arreglado con una Base. Y con la zanahoria próxima de un acuerdo. Mientras tanto, Tabaré, tan maltratado, no veía la hora de arreglar con "el americano impasible". Y Kirchner entonces se quedó como Robinson Crusoe. Un autorreferente personaje de Daniel Defoe. Aunque rodeado de vigorosos alcahuetes y comentaristas sorprendidos en pleno deslizamiento de garrocha, que apuestan, en su táctica, por la ceguera estratégica. Robinson Crusoe se quedó entonces con los gastos de la fiesta. Y con la honra entregada, en adelante, a Clarín. Sin olvidar nunca a la Radio Diez. Mientras tanto, misericordiosamente, Ámbito Financiero parece suplicar por la obtención de migajas de la honra perdida. De Bush a Magnetto Pobre muchacho. Robinson Crusoe se encontraba pendiente del apoyo de Bush. Y ahora depende prioritariamente de las tapas de Magnetto. Sin embargo Magnetto sabe que Robinson Crusoe tiene el boleto picado. El revolver de Magnetto tiene muchas muescas de presidentes que se creyeron hegemónicos. Con la maquinita de picar boletos en la mano, Magnetto representa emblemáticamente al viejo Guarda. Aquel al que solía llamarse El Chancho. Sabe Magnetto de sobra que el viaje de Robinson Crusoe ya no tiene posibilidad de retorno. Que está aislado en la isla del bolivarianismo coloridamente inviable. Sin embargo Magnetto también sabe que aún puede sacarle, en el trayecto de ida, alguna otra ventajita más. Interés de Bush por Arslanian y Aníbal Pero algo tuvo que salir bien. Fuentes vinculadas a Condolezza dejan trascender que Bush quedó sorprendido por el arsenal de sabiduría -combinado con el ejercicio práctico de la eficacia- que pudo percibir en materia de control de la seguridad. Tanto en Haedo como en Mar del Plata. Le habría explicado el embajador Lino Gutiérrez, a Bush, que se trata, en todo caso, de un mérito compartido. Entre los ascendentes funcionarios, León Arslanián y Aníbal Fernández. Cisco Kid y Pancho. Trátase de auténticos cuadros de la especialidad que se dedican a la protección del semejante. Téngase en cuenta que Bush reconoció públicamente a Kirchner que era muy difícil ser su anfitrión. Por lo tanto, en una posterior reunión privada, el visitante supo presionar al dueño de casa. Bush le dijo que podía respaldarlo a Kirchner, en las negociaciones con el Fondo Monetario, sólo si le cedía, al menos a préstamo por un año, a los dos baluartes del sistema de seguridad. A los técnicamente probados Cisco y Pancho, Arslanián y Fernández Aníbal. Aunque es un funcionario que depende del empleado, el gobernador Solá, trascendió que Bush le pidió a Kirchner, primero, a Arslanián. Para que Arslanián lo ayude a restablecer el orden, de una vez por todas, en Bagdad. Al Aníbal, en cambio, por su reconocida habilidad mediática, y -sobre todo- por la temerosidad que trasunta el esplendor de su bigote levantino, admitió que lo prefiere itinerante. Entre Fallujah y Mosul. A los efectos de desarticular la metodología explosiva de Al Zarqawi. Y por su amplia versatilidad temática, Bush también lo pretendería, al Aníbal, para manejar la cuestión nuclear, por ejemplo con Irán. Y con Corea del Norte. Sin embargo, trascendió que Kirchner no aceptó presiones. Ni patoteadas. Estadista de decisiones categóricas, Kirchner se negó a desprenderse de los irreemplazables funcionarios. Aunque, como expresión de buena voluntad, Kirchner le ofreció a Bush, sin cargo alguno, a Julio Bárbaro. Pero no tuvo suerte. Entonces Kirchner, con la reconocida capacidad negociadora, intentó conciliar. Y le dijo que Bush podía quedarse, por el tiempo que sea, con José Octavio Bordón. Por lo tanto Bush no tuvo más paciencia y decidió adelantar su partida hacia Brasilia.
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