El pozo de las Américas
A propósito de la denominada, inmerecidamente, Cumbre, y producida, con irresponsabilidad, por "La noche del 10", en la magnificencia escenográfica de Mar del Plata.
21 de Julio de 2010
Tío Plinio querido:
Una lástima, en el fondo, que se nos haya desvanecido, pesadamente, Lula.
Que resulte más interesante, por ejemplo, la lucha por el control de las drogas en el favelón de La Rocinha, que las desventuras policiales del Planalto.
Duele que sea comparado, el Gallo Lula, con aquel Collor de Melo.
Al fin y al cabo la presencia de Lula, en Mar del Plata, puede ser apenas relevante para el monarca activo del Paraguay. El ascendente Duarte Frutos, en adelante Nicanor.
Trátase del paraguayo que superó, en materia de proyección, al producto noventista de Aníbal Ibarra.
Nicanor vuelve, algo agrandado, del Japón. Llegó justo para festejar, en Asunción, con el estigma de su ausencia, el cumpleaños número 93 de Stroessner.
Lula y Nicanor, o sea Brasil y Paraguay, paladares negros del Mercosur, sólo deben discutir sobre los efectos geopolíticos de la fiebre aftosa.
Trátase de la fiebre despreciable que atenúa la agresividad exportadora de ambos paladares.
De ningún modo, tío Plinio querido, Nicanor tiene intenciones de proporcionar explicaciones sobre los deslizamientos que, en el fondo, lo agrandan.
Por ejemplo, sobre la presencia de los marines americanos en Mariscal Estigarribia.
O, sin ir más lejos, sobre la magnitud del planificado acuerdo librecomercial entre Estados Unidos y Paraguay. Una estaca que quiebra el blandito esternón del Mercosur. Y consagra el predominio de la hipocresía retórica que impregna las discusiones.
Porque el ALCA, al fin y al cabo, ya existe. Como acumulación sumatoria de acuerdos bilaterales. Como los oportunamente pactados con Canadá, Chile, Méjico, la banda de estados centroamericanos.
Persiste, al margen del ALCA, sólo la reticencia negociadora de la ficción solterona del Mercosur. Aunque con un Brasil en desbandada, por moralinas contables y coimas enaltecedoras.
Con un Uruguay apenas habilitado para la segunda fila del coro estable.
Y con el bonapartismo a la bartola de una Argentina impostada que necesita, desesperadamente, del respaldo de Estados Unidos.
Mientras tanto, como un equilibrista ebrio, que se desliza entre cables extendidos en edificios, la Argentina coquetea, activamente, con la bullanguería contestataria.
La comparsa que presenta, como máximo referente, a Chávez.
El bolivariano Chávez que se desmarca hasta lucirse en el conglomerado. Y llega a Mar del Plata fortalecido por el dispendio de sus cheques negros, con el propósito de polarizar la asamblea con Bush.
Un Bush que atraviesa, con cierta espectacularidad circular, las desventuras convalecientes de su peor momento.
El Pozo de las Américas
La cuestión que, por el franciscanismo conceptual del conjunto, por la infortunada actualidad de los mayoritarios cumbreros, por el festival de hipocresías que merecerían, tío Plinio querido, varias cartas, la Cumbre de las Américas merece denominarse, con mayor rigor, el Pozo de las Américas.
Pozo, como homenaje a Juan Carlos Onetti.
Un Pozo del multilateralismo americano que quedará en la historia, tío Plinio querido, por haber sido patrocinada, en definitiva, por las vulgaridades de utilería de la producción de La Noche del 10.
Ante todo, por la irrelevancia geopolítica de Kirchner, el anfitrión, el equilibrista entre edificios que confrontan. Y que ensaya, con coherencia, los códigos del elaborado bonapartismo a la bartola.
Y por la presencia fundamental de Bush, que legitima el cholulismo bullanguero del tren fantasma. Y se convierte en el principal atractivo para denigrar.
Se agiganta entonces, hasta el ridículo, desde el lodazal que emerge del fondo del Pozo onettiano, la despampanante desmesura del chequero, Chávez. El locutor bolivariano. El Sergio Velazco Ferrero del estadismo continental. El protector terminal de un conjunto irregular de fuertes cafishios de la ideología, de aventureros teóricos e infinitos traficantes de miserables.
Coro de ángeles
Incluso Fox, con los atisbos de su diluida impersonalidad, se trae apenas, hacia el Pozo de Mar del Plata, la anticipada melancolía institucional del que parte, sumido en la plenitud del fracaso.
Fox es, en el fondo, un dramático bolerazo de Agustín Lara. Una virtual despedida con bigotes. Con los retrocesos de un gobierno que conduce el país a la deriva, que se desliza hacia el retorno del patrioterismo del PRI. Con un Madrazo que presenta, como máximo mérito, la notoria diferenciación con López Obrador.
Es decir, Madrazo podría evitar la incorporación de Méjico, por intermedio de López Obrador, a la onda del progresismo lingüístico, que impregna la opacidad del continente africanizado.
En cambio, Uribe, con el marco apenas acotado a la violencia estructural que simultáneamente lo legitima, se trae, desde las polvaredas de Colombia, al Pozo de Mar del Plata, su tendencia inclaudicable hacia la buena letra. A los efectos de asegurarse la reelección.
La reelección que podría entorpecerle, por otra parte, la chequera oral de Chávez.
Porque es innegable que Chávez mantiene el control casi terminal entre los principales adversarios de Uribe.
¿O acaso hay alguien que intente, tío Plinio querido, en El Pozo de las Américas, insinuar, siquiera, que el coro de ángeles de las FARC puede ser catalogado como grupo terrorista?
O como banda, como definen, en España, a la ETA.
De mares y glóbulos
Lagos, por su parte, por lo menos se encuentra capitalizado por una sólida arquitectura mental, nada reacia a las ideas.
Sin embargo Lagos mantiene, "como buen chileno" -como diría Poli Délano- una cierta incapacidad estructural para la proyección continental.
Como si debiera adaptarse a las acotaciones del aislamiento geográfico. E ingeniarse, algo apretujado, con la fotográfica cordillera del fondo y los litigios del mar.
Un Pacífico asediado, para colmo, por cuestiones limítrofes siempre al borde del conflicto.
Desde el Norte, el Perú de Toledo le reclama al Chile de Lagos extendidos trozos de explotación del mar. Con presiones justamente opositoras, que sabe aprovechar, por su parte, aquel Alan García que cautivaba, durante el alfonsinismo, a nuestro Saúl Ubaldini, Patria querida.
A propósito, Perú llega a sumergirse en el Pozo de las Américas con la representación de un presidente fortalecido, apenas, por su misericordiosa debilidad.
Políticamente Toledo trae, en su descenso político, apenas cuatro glóbulos rojos.
Y sólo un glóbulo, en condiciones operativas, blanco.
Diferendos irresueltos del costado Pacífico. Del océano que a Chile lo proyecta hacia los envidiables anaqueles de la totalidad de los supermarkets del Asia.
Un Pacífico que a Chile, en simultáneo, lo atormenta.
Porque precisamente le reclama Bolivia, y desde otro siglo. Por lo menos algún trecho, para improvisar una playa donde el bolivariano Chávez, acompañado por Evo, pueda bañarse. Y barrenar.
Encargados de Negocios
Por su parte, el artificio con riesgo de partirse, que aún responde al nombre de Bolivia se trae, al fondo del Pozo multilateral, en vez de un presidente, a un Encargado de Negocios.
Un transitorio Rodríguez, de los que pueden resultar efectivos. Como la transición del Paniagua, Encargado de Negocios del Perú.
O encargarse, en la transición, de ejecutar los trabajos sucios. Como Duhalde, el Encargado de Negocios de Argentina, el killer de la convertibilidad.
El transitorio Rodríguez de referencia conduce, al artificio institucional de Bolivia, hacia un destino inquietantemente incierto.
Acaso más representado, en definitiva, por el analfabetismo festivo del contrapozo.
Nos queda, tío Plinio querido, el deterioro del Ecuador, que trae otro Encargado de Negocios, aunque apenas está privilegiado por la vecindad con Colombia.
Por lo tanto, Ecuador es estratégicamente relevante para los americanos del norte.
Para los yanquis que, desde la caudalosa producción de La noche del 10, se instiga a la militancia de insultar.
El balneario
Y queda el entrañable tapón del Uruguay de Tabaré.
Un paisito condenado por la ciega mezquindad de la Argentina anfitriona.
Un Uruguay que se resiste a ser, para la jactancia explícita de los argentinos, un balneario.
Un balneario convertido, paradójicamente, y para la antología del grotesco, en la principal hipótesis de conflicto, de aquello que pudo, en determinado momento, ser un país.
Por lo tanto, tío plinio querido, entre la hojarasca perniciosa del analfabetismo de los bullangueros, en el abismo magnífico de tanta desmesurada pequeñez, reluce, implacablemente, Chávez. Con la lengua fácil del incontinente y la chequera bolivariana convertida en ideología.
Desde el fondo del Pozo, pueden destacarse mejor los destellos demagógicos de la chabacanería.
El estremecimiento del guaranguismo consolidado. La severa ampulosidad, la desafiante prepotencia, del nuevo rico.
Dígale a tía Edelma que sus lasagnas gratinadas son directamente insuperables. Y que nunca produjeron diarreas, a nadie. Dígale que el sobrino predilecto quiere comerlas el sábado. Con el Malbec más egregio.
Jorge Asís Digital