SOCIEDAD: POR OMAR MARTINEZ

La increíble estafa del sistema jubilatorio argentino

Así se titulaba un amplio comentario escrito por el Sr. Alberto Cibils Madero en el matutino La Nación, publicado el día lunes 13 de octubre de 1986, hace exactamente 19 años.

21 de Julio de 2010
Esa nota, que si no miramos la fecha parece de actualidad, entre otras cosas decía lo siguiente: Directamente el sistema jubilatorio argentino es la estafa más profunda, más hábilmente disfrazada y más regresiva que los argentinos hayan soportado nunca. También es donde mayor dislexia hay entre la gravedad del hecho y la reacción producida. El sistema es una peligrosa mezcla de conceptos que quizá en su origen fueron cándidos, pero que se convirtieron en útilmente demagógicos. El concepto central es que el jubilado es un discapacitado, al cual la sociedad por “solidaridad” debe mantener. El concepto de “pobre viejo” como una carga pública que tiene que ser atendida por lo políticos de turno entre otros, de la forma más barata posible para que vegete hasta que se muera. Hoy, lamentablemente a pesar del tiempo y los gobiernos democráticos transcurridos debemos decir lo mismo pero con el agravante de políticas desacertadas que hundieron mas al paupérrimo poder adquisitivo de los jubilados actuales y los que en el futuro deberán acceder al perverso sistema jubilatorio, por lo que se debería exigir al Gobierno haberes jubilatorios igual al 82% móvil y los salarios y la jubilación mínima igual a la canasta familiar indexados según la inflación. Con los últimos incrementos a los que cobran la mínima, de los cuales nuestro Sr. Presidente se jacta en las charlas de campaña, los mismos sirven para incorporar más jubilados a esa franja, y aún así ni siquiera les alcanza para subvenir las necesidades primarias de sustento, salvo que lo mantengan sus allegados, sino que hace caso omiso y está dejando por enésima vez afuera a los 180.000 jubilados que cobran más de $ 1.000 mensuales y que vienen siendo excluidos de manera constante e injusta durante años y ven sus haberes roídos en forma permanente por una inflación perniciosa sin contar que fueron los que más aportaron al Estado y a las cajas, cantidades eventualmente muy superiores durante toda su trayectoria laboral para este sistema provisional injusto, observando mes a mes como se deprime su calidad de vida, esperando una compensación acorde en forma proporcional a los aportes efectuados durante su trayectoria que en muchos casos superan los 30 años de obligatoriedad. El sistema actual de aumentos de las remuneraciones, que nuestro gobierno asigna por Decreto, solo estrecha las diferencias entre quienes aportaron el mínimo y quienes tributaron montos muy superiores, es por ello que quienes aportaron en mayor escala sufren una suerte de usurpación que no es ecuánime a la característica superior o más calificada de la tarea que realizaron a lo largo de su carrera laboral, dejando en claro un elemento distorsivo y malicioso que lamentablemente esta instalado en la sociedad argentina desde hace décadas. Nos embargan desde hace mucho tiempo los sentimientos de frustración, injusticia y angustia en muchos casos, llegando al descreimiento de las promesas políticas muy en auge en días de elecciones y que pasadas las mismas volverán a su normalidad sin importarles que tienen una deuda con sus ciudadanos, con los “pobres viejos” que engrandecieron a este País. Queda claro que en un futuro, para consolidar las Instituciones del Estado y fortificar esta democracia, es necesario construir una sociedad más equitativa, distributiva y nivelada; y no condenar y castigar a una mayoría a sufrimientos impensados y a unos pocos privilegiados a una superabundancia extrema.
Omar Martínez