POLITICA - FERNANDO LABORDA: EL PULSO POLITICO

Entre la liturgia y el rencor

¿Hay detrás del enfrentamiento entre kirchneristas y duhaldistas dos concepciones ideológicas en pugna o una simple lucha por espacios de poder?

21 de Julio de 2010
Tal interrogante divide opiniones entre analistas políticos. Muchos son los que se inclinan por la segunda alternativa. La mayoría de los intelectuales vinculados al kirchnerismo, en cambio, trata de justificar la existencia de dos proyectos ideológicos. El principal indicador de quienes esgrimen que sólo se dirimen espacios de poder es que el duhaldismo apoyó prácticamente la totalidad de las leyes impulsadas desde el gobierno nacional. El segundo indicador es que Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde no sólo comparten los lineamientos básicos de un modelo económico sostenido por un dólar alto, sino también el mismo ministro de Economía: Roberto Lavagna. Frente a esos datos casi irrefutables, el kirchnerismo apela a una estrategia de diferenciación, que en el primer tramo de la campaña se tradujo en un nivel de agresividad llamativo. La historia universal nos indica que no pocas veces las palabras escogidas son la fuente de grandes conflictos. La reciente apelación de Cristina Fernández de Kirchner a la figura del "padrino" para referirse elípticamente a Duhalde y la exhortación del presidente de la Nación en Catamarca a echar por medio de los votos a "los profesionales de la política" elevaron los decibeles de la contienda electoral, precisamente con el fin de diferenciarse claramente del adversario. Kirchner le agregó un condimento más a su receta proselitista, al dar a entender que parte de la gran crisis que vivimos los argentinos obedeció al desmanejo de los fondos públicos en la provincia de Buenos Aires cuando gobernaba el duhaldismo. Una de las respuestas del sector liderado por Duhalde que más sorprendió estuvo a cargo de Aldo Rico: "Cristina encarna el rencor; Chiche Duhalde, el amor". El duhaldismo hará énfasis en el valor de la lealtad; el kirchnerismo buscará contraponer la gestión a la liturgia. Las apuestas verbales de la campaña del oficialismo han sido hasta ahora peligrosas. Se apostó de entrada a la idea de un plebiscito que se presta a metas que pueden ser inalcanzables, y se apeló a la idea de la mafia duhaldista, pretendiendo desconocer quién fue el padrino del primer mandatario en 2003. En el duhaldismo, por su parte, no se advierte la suficiente conciencia de que se necesitará mucho más que la marchita peronista para competir con buenas perspectivas.
Fernando Laborda - La Nación