GUILLERMO CHERASNY EN EL OJO DIGITAL: EL BANCO NACION Y LAS CAJAS DE "INSEGURIDAD"

Corrupción en el Banco Nación

A dos años de gestión del presidente Néstor Kirchner, cuando la mayoría de la ciudadanía se muestra esperanzada sobre un gobierno transparente, advertimos serias irregularidades en el Banco de la Nación Argentina con cuestiones que si trascienden serán difícil de justificar, pero aún si no tuvieran trascendencia, se puede advertir que en Argentina cambiamos de discurso, pero no las acciones. Implicancia de hombres que dicen ser “Del presidente”.

21 de Julio de 2010
Ricardo Daniel Velasco, conocido como “Pacha”, pasó de ser un carpintero de barrio a ocupar el lugar de hombre fuerte del Banco de la Nación Argentina, ostentando una cómoda situación económica, sin otro mérito que las posibilidades que le abrieron su noviazgo con la ascendente Felisa Miceli, actual presidente de ese mismo banco. El raid de Velasco y su novia no tiene nada que envidiar a las otroras parejas famosas del menemismo, como los Fassi-Lavalle, y muestra una continuidad pasmosa en el manejo discrecional y corrupto de la banca pública, que fuera uno de los signos distintivos de la década del 90. Asimismo, es la cara oculta de una funcionaria que es mostrada como el paradigma de la nueva dirigencia kirchnerista. Las primeras movidas Velasco es un hombre ambicioso, que no desperdicia ninguna de las oportunidades que se le presentan. Ni bien Felisa Miceli llegó al Banco Nación, “Pacha” Velasco comenzó a operar para hacerse del control del Banco. Su primera movida al respecto fue lograr que Miceli nombrara como vicepresidente segundo del Banco Nación a Ricardo Lospinnato, un contador que pasara sin pena ni gloria por puestos de poca relevancia en el grupo Pérez Companc, pero que hace gala del mérito de ser amigo de juventud de Velasco y uno de sus hombres de mayor confianza. En el Nación Lospinnato es quien “cierra” técnicamente los negocios que “arma” Ricardo Velasco. También hizo que Miceli le cediera a Lospinnato la presidencia de la estratégica Nación AFJP, la poderosa administradora de fondos de jubilaciones y pensiones perteneciente al Nación, y que simultáneamente nombrara a su gente en la administradora de Fondos Comunes de Inversión Carlos Pellegrini. El manejo conjunto de la AFJP y de la administradora de fondos de inversión le permite a Velasco obtener jugosas comisiones, no registradas, e innumerables negocios financieros. En el directorio de la FCI Carlos Pellegrini Velasco colocó a uno de sus hombres, Marcelo Lapuente; un abogado sin ninguna experiencia en cuestiones financieras pero que para los planes de “Pacha” Velasco tiene el mérito de haber sido uno de los operadores económicos del recordado gobierno de Carlos Grosso en la Ciudad de Buenos Aires. Lapuente es hoy uno de los principales gestores de los negocios que Velasco administra en el Nación. A cambio de una generosa contribución se encarga de gestionar créditos y de obtener refinanciaciones ventajosas -con quitas jugosas- para quienes tienen grandes deudas con el Banco Nación o con los Bancos que administra éste (en su momento se trataba del Suquía, el Bisel y el Bersa). Pero como “Pacha” Velasco quería tener el control completo del Banco Nación, necesitaba que además de la presidencia, que detenta su novia, Lospinnato ocupara la vicepresidencia (primera). Pero a pesar suyo, Roberto Lavagna ya había ubicado en ese lugar a Zenón Biagosch (quien actualmente integra el directorio del Banco Central) por lo que los planes de Velasco se vieron frustrados y debió conformarse con el premio consuelo de que su amigo ocupara la vicepresidencia segunda del BNA. Durante su permanencia en el Banco Nación, Biagosch se enfrentó permanentemente con Lospinnato. Siempre oponiéndose a los negocios que, apelando a los oficios de éste, los Velasco-Miceli trataban de “colar” en el directorio. Cuando finalmente Biagosch se mudó al Banco Central, de inmediato Velasco quiso mover su alfil y poner a Lospinnato en la Vicepresidencia del Banco Nación. Pero sus pretensiones otra vez se vieron frustradas, porque una vez más el Ministro Roberto Lavagna se le adelantó. Ni siquiera tomó en cuenta a Lospinnato y designó como Vicepresidente a Oscar Ferrari, un abogado de sólida formación civil y comercial muy vinculado a Ecolatina. No obstante Velasco no ceja en su empeño y está operando para que, ante la eventualidad de que su novia integre las listas kirchneristas como candidata a diputada nacional (en el codiciado segundo lugar de la lista porteña), el Presidente de la Nación designe a su amigo Lospinnato como presidente del banco. De carpintero a asesor financiero Al mismo tiempo que colocaba a su gente en lugares estratégicos, Velasco necesitaba justificar su presencia permanente en el Banco Nación. Para ello, ni bien su novia asumió como Presidente, hizo que lo nombrara como asesor del Directorio. Sin embargo, los Velasco-Miceli cuidaron el detalle y el nombramiento como asesor fue “ad honorem”, de manera tal que la Miceli no pudiera ser acusada de nepotismo. Más allá de ello, y para brindar un argumento político que justifique la inexplicable presencia de Velasco en el directorio del Nación, éste dice a quien quiera oírlo que él es un hombre que responde a la Casa de Gobierno (al Secretario de la Presidencia, Oscar Parrilli) y que está puesto en el Nación para apoyar a Felisa Miceli y controlar de cerca a los hombres del Ministro Lavagna. Como era de esperar, el nombramiento de Velasco ocasionó un fuerte cortocircuito entre Felisa Miceli y los directores que responden a Roberto Lavagna. En la reunión de directorio en la que se aprobó su designación -reunión de la que se ausentó Miceli- uno de ellos, Juan Gulluscio, preguntó cuál era el fundamento para que alguien que no tiene otro antecedente profesional/laboral más que haberse desempeñado como carpintero, fuera designado asesor del Directorio del Banco más importante de la República Argentina. La pregunta de Gulluscio fue seguida de un silencio sepulcral que fue roto por Lospinnato, quien justificó el nombramiento de Velasco argumentando que se trataba de “la pareja de la Señora Presidente” (SIC). Ante tamaño argumento Gulluscio pegó el portazo y renunció al directorio del Nación. Sin inmutarse y ya con el molesto Gulluscio fuera del Banco, “Pacha” Velasco se instaló en uno de los suntuosos despachos pertenecientes al Directorio, que permanecería vacío. Precisamente se instaló en el que está al lado del despacho de su novia y que tiene comunicación directa con éste. Haciendo ostentación del poder con que cuenta, se hizo poner dos secretarias, asignar uno de los automóviles correspondientes al directorio (si bien lo utiliza poco, y prefiere moverse con su propia 4x4), acompañado del correspondiente chofer y colocar en la puerta de su despacho un cartel en el que se lee “Ricardo Daniel Velasco, asesor del Directorio”. En contraposición, ninguno de los asesores profesionales del directorio del Banco Nación cuenta con despacho propio. Para garantizarse la reserva de sus tejes y manejes, sin posibles ojos u oídos indiscretos, Velasco hizo que Felisa Miceli echara al jefe de seguridad del Banco y colocara en ese lugar estratégico a un hombre de su confianza, Brunet, proveniente de las filas de la Policía Federal. Ya con sus espaldas cubiertas por Brunet y siguiendo normas de seguridad propias de quienes tienen negocios difíciles de justificar, también hizo que su novia le instalara en su despacho un teléfono del tipo “confidencial” -se trata de un teléfono encriptado, inmune a eventuales “pinchaduras”- y habitualmente utiliza un celular “trucho”, distinto del que le proveyera el propio Banco de la Nación. Si bien es un asesor ad honorem y de hecho no asesora al Directorio en nada, “Pacha” Velasco, con el consentimiento de su novia, se desenvuelve en el Directorio como si fuera un Director más (lo que produce la ira de los hombres del Ministro Roberto Lavagna). Entre otras cosas no sólo utiliza los comedores reservados del Banco Nación para realizar almuerzos donde “cierra” algunos de sus negocios, sino que en las ceremonias del Banco no sólo se incluye junto a su novia entre las filas del Directorio, sino que ha subido con éste al escenario para entregar medallas en los aniversarios (ante la mirada atónica de los Funcionarios de Línea). Las ambiciones políticas Una vez hecho del control del Banco Nación, Velasco comenzó a realizar movidas políticas para proyectar su imagen a expensas de la buena estrella de su novia. La primera de ellas fue lograr que ésta destinara fondos del Banco Nación para crear un fondo destinado a financiar microemprendimientos, que controla otro de los operadores de su novio: Reinaldo Ostroff. Entre otras cosas, esto le sirvió a “Pacha” Velasco para nombrar un ejército de contratados que actúan como sus operadores políticos, coordinados por Ostroff, repartiendo subsidios para las organizaciones sociales que él piensa instrumentar en su proyecto político. En la actualidad Velasco, siempre detrás del sillón de su novia, está instrumentando otro fondo, que esta vez sería de 100 millones de pesos y estaría bajo su administración directa. Con este dinero piensa repartir favores en las provincias y colocar a algunos de sus colaboradores en lugares expectantes para las elecciones de octubre. Dentro del ejército de contratados con que “Pacha” Velasco inundó al Banco, se encuentra Gustavo Herrera, al que Felisa Miceli nombró como asesor del Banco Nación en la provincia de Tucumán. El historial de Herrera satura al Veraz.. Tiene cuentas pendientes con varios Bancos y con la AFIP, entre otras cosas por librar un sinnúmero de cheques sin fondos. Sin embargo, para Miceli éste no parece ser un impedimento para que Herrera decida los destinos de los fondos del Banco Nación en aquella provincia. Además de controlar una red de organizaciones sociales a lo largo y a lo ancho del país, entre los objetivos del proyecto político de Velasco se encuentra el de instalarse como uno de los interlocutores del kirchnerismo en la Capital y la provincia de Buenos Aires. Pero su posicionamiento en esta última le resulta muy difícil, debido a que su pequeño grupo político tiene muy pocas posibilidades de incidir en la feroz interna del peronismo bonaerense, Sumado al hecho de que no puede “aparatear” con el Banco Nación, cuando en la otra vereda se encuentra el otro peso pesado del sistema financiero: el Banco de la Provincia de Buenos Aires. Por lo tanto, decidió que era más fácil probar suerte en la Ciudad de Buenos Aires, ante el raquitismo que siempre tuvo el peronismo porteño. Para ello, el lunes siguiente al domingo en el que Alberto Fernández ganara las internas del peronismo porteño, Velasco salió a empapelar las zonas cercanas a la Casa de Gobierno y a los principales ministerios, con un afiche que, con la foto de su novia en primer plano, rezaba: “Felisa Miceli diputada, Ricardo Velazco legislador”. El error en la ortografía de su apellido (“Velazco” en lugar de Velasco) no fue casual. Fue hecho adrede para deslindar responsabilidades en caso de que recibiera algún reto desde Balcarce 50. El argumento era sencillo, en caso de que lo retaran acusaría de la pegatina al gremio bancario, con el que está enfrentado, esgrimiendo como “pruebas” varios volantes de los trabajadores bancarios donde se lo nombra como “Velazco”. Para reforzar el argumento tiene otra coartada: él no puede ser legislador de la Ciudad porque al hecho de que es natural de la provincia Mendoza se agrega que nunca tuvo domicilio en la Capital Federal. Sin embargo, no tuvo necesidad de valerse de excusas, porque en la Capital nadie acusó recibo de la exigua campaña gráfica de Velasco. Pero sus incursiones políticas no se detienen allí. En una ambiciosa jugada comenzó a desplegar sus fuerzas para hacerse del control del poderoso gremio bancario, en detrimento del histórico Juan José Zanola. Para ello se vale de Luis Graña un activista sindical del Nación que no tenía ningún futuro hasta que Velasco decidió que era el hombre predestinado para reemplazar a Zanola. En los planes de Velasco el control del gremio bancario le posibilitaría ser uno de los hombres fuertes del sistema financiero. Con su novia manejando el Nación y él, a través de Graña, el gremio bancario, en el sistema financiero no se podría hacer nada importante que no lo incluya. Su campaña contra el gremio bancario fue el disparador del reciente conflicto que involucró al conjunto del sistema financiero. Entre otras cosas, esto le granjeó a los Velasco-Miceli la enemistad del conjunto del sistema financiero y el reto del Gobierno Nacional, quien gracias a ellos debió sortear un conflicto más que se agrega a la catarata de huelgas y reclamos que azotan al país. Los negocios de Velasco Desde su llegada al Nación Velasco ha realizado una serie de negocios de diversa envergadura, algunos de los cuales no tuvieron un final feliz porque se opuso el Ministerio de Economía o porque la voz de alto fue dada directamente desde Balcarce 50. Su más rutilante fracaso fue la renegociación de la famosa deuda que el grupo Yoma tiene con el Nación. Velasco acordó con el propio Emir Yoma refinanciarle la deuda, que en sus orígenes estaba en torno de los 80 millones de dólares, reduciéndola a 25 millones de dólares nominales pagaderos en 15 años mediante una ingeniería financiera francamente increíble. Durante el primer año sólo se pagaría el 2% del capital, otro tanto en el segundo, 3% en el tercero, para continuar escalando progresivamente y culminar recién en el año 15 liquidando el 10%. El interés que se aplicaría sería más inexplicable que los pagos de capital: 1,5% en los dos primeros años, 1,6% en el tercero, 1,7% en el cuarto, 2,3% en el quinto y así sucesivamente. El autor de tamaña ingeniería financiera fue el eterno aspirante a la vicepresidencia, Ricardo Lospinnato. La contraprestación a la que se comprometía Yoma ante el regalo de semejante descuento (que en términos de valor actual reducía la deuda a menos del 10% de su valor original; esto es, sin considerar los intereses caídos ni los punitorios), era pagar el 10% de la quita real, lo que redondeaba una suma cercana a los 8 millones de dólares, que se efectuaría en tres pagos (uno de 2 millones, y cada uno de los dos restantes de 3 millones). La operación se iba a realizar a través de una cuenta en Montevideo, desde donde los fondos se girarían a España. Como era de esperar que semejante acuerdo desatara más de una tormenta en el Directorio, Miceli esperó para aprobarla hasta el mes de enero, mes de receso, cuando los más duros de sus integrantes estaban de vacaciones. Sin embargo, la noticia del arreglo llegó de inmediato a Balcarce 50 y el Presidente en persona la conminó a dar marcha atrás de inmediato. Temiendo que la noticia trascendiera a la prensa, los Velasco-Miceli marcharon súbitamente a Madrid, para esperar allí, lejos de periodistas indiscretos, los eventuales efectos no deseados que podía tener su osada jugada. Para suerte de ambos, la cosa no trascendió de los pasillos del poder. Pero no todos fueron sinsabores para las incursiones financieras de “Pacha” Velasco. Entre los casos resonantes con el que sí tuvo un éxito considerable (y jugoso) fue con la entrega del frigorífico Santa Elena al siempre vigente Sergio “Rulito” Taselli. Cuando Velasco llegó al Nación de la mano de su novia, una de las cuestiones irresueltas heredadas de los años menemistas era la de este frigorífico, que formó parte del caso Inducuer. Taselli quería quedarse con el Santa Elena, y en una maniobra difícil de explicar logró que el juez de la quiebra le vendiera la maquinaria del frigorífico a un precio irrisorio. Una vez obtenida la maquinaria, sólo necesitaba que el Nación le vendiera el edificio (sobre el que tenía una hipoteca a su favor) situación en la que se encontraba cuando Miceli llegó a la presidencia del banco. Sin embargo, las cosas no eran fáciles para los planes de Taselli. Los trabajadores del Santa Elena se habían agrupado en una cooperativa y con la asistencia del INAES -el organismo del Ministerio de Desarrollo Social que se encarga de la economía social- habían formulado un proyecto para explotar al frigorífico por sí mismos, como una empresa recuperada. Los planes incluían que el banco les entregara el edificio en alquiler, cosa a la que la “progresista” Miceli no le resultaba fácil negarse sin afectar su imagen. Taselli tomó contacto con Velasco y ambos pergeñaron una estrategia para consumar la operación. Para ello necesitaban “dormir” el tema, hasta que se enfriara y pudieran hacerla sin ruidos ni costos políticos. Velasco fue el encargado de hacerlo. Para ello guardó el expediente del Frigorífico Santa Elena bajo cuatro llaves en su propio despecho y mantuvo eternas conversaciones con el INAES, en cada una de las cuales se preocupaba de brindar distintas excusas para dilatar la posibilidad de acceder al pedido de los trabajadores. En el camino Velasco tuvo un golpe de suerte a su favor, cuando a causa de la interna de Desarrollo Social fueron apartados del INAES Elvira Castro y su grupo, quienes eran los principales opositores de la entrega del frigorífico a Taselli y los principales promotores del proyecto de empresa recuperada a cargo de los trabajadores. Ya sin Elvira Castro de por medio y luego de dos años de amansadora a cargo de “Pacha” Velasco, la operación finalmente se concretó. Taselli se quedó con el Santa Elena y los Miceli-Velasco se embolsaron el 20% de la operación: la friolera de 700 mil pesos. Para alegría de ambos Taselli parece ser más generoso que Yoma, porque no sólo les dio el 20% sino que lo hizo en un solo pago y en billetes contantes y sonantes.
Guillermo Cherasny, BrokersData.com