SOCIEDAD: LA OLA DE PAROS Y ACTIVISMO POLITICO

Operación

La oleada de protestas que sufre el país por estos momentos no esconde otro objetivo que el derrocamiento de la actual Administración. El Ojo Digital elabora un panorama sobre la explotación política de las necesidades sociales cuyo fin ulterior es aprovechar la debilidad de Néstor Kirchner. Los personajes involucrados en el plan maestro.

21 de Julio de 2010
La Argentina que por estos días sufre del mal progresivo de la protesta -muchas veces mal llamada "social"- está contemplando con la frialdad de cualquier análisis serio que un plan siniestro se está gestando. Es correcta la apreciación de que la Argentina hace décadas que continúa estancada, y que las cuestiones sociales han venido pasando no ya a un segundo, sino un tercer y hasta cuarto plano, en la agenda politica de la nueva democracia. Las escuelas se mueven cada vez con mayor rapidez hacia el apuntalamiento de sus estructuras edilicias, mientras el plan federal de educación vigente en los últimos años ha revelado su completo fracaso en comparación con el anterior. Idéntica situación se vive en los hospitales del país, cuyas mamposterías suelen caer sobre la humanidad de los pacientes, y cuyos recursos son muchas veces utilizados a voluntad por el director -político- de turno. Mientras el Ministro de Salud, Ginés González García, sostiene que los hospitales públicos atienden normalmente, no cesan las imágenes televisivas de aquellos que, desamparados desde todo punto de vista, reciben turnos de aquí a seis meses para ser debidamente atendidos. Tampoco pasa desapercibida la entrega tardía de medicamentos oncológicos y de cócteles para enfermos de SIDA, ocasión en la que se presenta idéntica discordancia entre la realidad y las declaraciones de Ginés -ahora ocupado en un pobre debate político sobre el aborto-. Las Fuerzas Armadas prácticamente han desaparecido del presupuesto nacional, y sólo le quedan trincheras, tanques viejos y aviones oxidados para la eventualidad de un conflicto con cualquier nación extranjera, aunque fuera del poderío bélico de Haití o de Islas Tokelau. En el escenario del perpetuo caos de la Argentina, cuya infraestructura se encuentra en estado decadente y abandono, comparado al que sufrió la URSS luego de su debacle, la única clase que ha salido adelante desde 1983 a la actualidad, es la política, que merced a echar mano de su retórica populista y accionar corrupto ha atinado a enriquecer con virulencia sus cuentas suizas o de islas Caimán -países que, convenientemente, jamás levantarán sus férreos secretos bancarios, ni siquiera para investigar los peores delitos-. Simultáneamente, la sociedad trabajadora y que prosigue su rutina diaria con gélida, atemperada resignación, no sale a la calle como sucedería en cualquier nación seria que se precia de serlo. Las únicas marchas que han dado que hablar, continúan siendo las convocadas por Juan Carlos Blumberg en pro de aumentar la seguridad, y las protagonizadas por aquella sociedad que se vio saqueada en sus ahorros de toda una vida, y que se decidió a echar a Fernando de la Rúa a fuerza de puntapiés-. Luego de las mencionadas marchas -únicas manifestaciones verdaderamente representativas de una sociedad cansada-, el espacio público ha pasado a pertenecer al extremismo del Partido Obrero, Quebracho y las organizaciones de izquierda violentas, el gremialismo oficial y el no oficial -legalmente encuadrado bajo asociación ilícita pero rara vez castigado con la fuerza de una ley a la medida del marginal-, supuestos "trabajadores" estatales, y piqueteros en sus más variadas formas, todas ellas destructivas. Y nadie en su sano juicio niega la necesidad de protestar por la aguda falta de atención que el Estado -dominado y "tomado" por una clase política decadente-, exhibe ante las necesidades sociales. Pero a la mitad del camino de la auténtica protesta, siempre se suma el mal elemento, el falso vocero que se autodenomina como auténtico representante de las necesidades "del Pueblo", que en su retórica se aprovecha del mal momento del débil, para imponer su propio método que permita erguirse como "participante del negocio". Plan fríamente calculado, que le permite obtener impunidad y poder para extorsionar al gobierno de turno. Es aquí donde aparecen los elementos fervientemente antidemocráticos, y de la más baja calaña, por nombrar solo unos pocos : Hugo Moyano, Luis D Elía, Hebe de Bonafini, Victor de Gennaro, Néstor Pitrola, Carlos Alderete, Juan José Zanola, Vilma Ripoll, Rubén Sobrero, Raúl Castells, Nina Peloso, Hugo Yasky, Ariel Basteiro, ATE, CTA y FUBA. Los personajes obligados de los periódicos y noticieros televisivos de hoy -nombrados aquí arriba-, de un modo u otro han aprovechado su protagonismo en causas de válida esencia humanitaria, pero eventualmente las han abandonado por el color del vil metal. Luego de haber obtenido planes sociales, protagonismo público, empleos y prebendas de todo tipo, y hasta toneladas de dinero en su más corriente presentación, estos individuos proceden a la última fase en su escala de objetivos : el poder, por el poder mismo. Se ha sugerido que hoy es demasiado tarde para reprimirlos, y se ha llegado al ridículo promoviéndose la idea de que la misma fuerza de la ley no les aplica; todo esto debido a lo "válido de sus respectivas causas". Es entonces cuando los protagonistas del desorden público se convierten en marginales y comienzan a atentar, ya no contra sus principios, sino también contra la sociedad y la misma democracia cuyas falencias aprovechan. Hoy, la realidad de la pobreza de las instituciones -empezando por la Justicia- ha permitido más que nunca el crecimiento de este verdadero cáncer que es la protesta "social", que ya no es social sino política, y que tampoco es pacífica, sino violenta. El corte de calles ha pasado, progresivamente, de ser reprimido conforme a la ley, a ser permitido y lo que es más, a ser promocionado para su utilización política. Pero tal forma de protesta ya ha degenerado en agresiones de todo tipo a los ciudadanos que sufren por su existencia, y actualmente, protestas como las que ATE lleva adelante en los hospitales, causa víctimas entre la ciudadanía inocente, cuando los "muchachos" no dejan trabajar al personal médico, agresiones y amenazas de por medio. Nadie llora al chico muerto que debía ser trasplantado en el Hospital Garrahan, pero que no fue permitido por el accionar delincuencial de ATE. Nadie llora al chaqueño fallecido que, a mitad de la noche, no tuvo ambulancia que lo trasladara de su casa al Hospital Perrando... cuyo parque de ambulancias había sido "tomado" por la filial chaqueña de la misma ATE. Por estas horas, los individuos mencionados ya no ocultan su intención de pegar a la democracia, el tiro de gracia que le está faltando. Así lo ha hecho notar Jorge Altamira, del Partido Obrero, quien fríamente reconoció que su organización es la que está detrás de las manifestaciones en los colegios secundarios del Estado. La aparición "demasiado coordinada" de todas estas protestas claramente anuncia la intención de ir por la cabeza del Presidente Néstor Kirchner. Un Presidente a la defensiva y acorralado desde el principio, por no haber podido ser convalidado en las urnas. Un Presidente acorralado, porque hasta el cansancio había advertido que "no reprimiría la protesta social". En aquel discurso -que también acompañó con innumerables improperios hacia las Fuerzas Armadas, la Policía Federal y la Iglesia-, su intención había sido regodearse de los elogios de muchos grupos de la extrema izquierda que acusan a la derecha golpista de "nazi", pero que en esencia son incluso más fascistas que el propio nacionalsocialismo alemán de la década del 30. En definitiva, un Presidente acorralado por sus propias palabras. Un líder que dio a sus enemigos las armas con qué derrotarlo. Más allá de que la Administración Kirchner cada vez se vea más criticada por una amplia mayoría silenciosa -claramente apolítica-, que no ve que se haya presentado solución alguna a los problemas de fondo de la Argentina, corresponde decir que lo que está en peligro gracias al accionar de los mencionados "líderes sociales", es la misma democracia. No es sólo el Presidente en su expresión corpórea quien está en riesgo. Por estos momentos, el Presidente Kirchner probablemente se encuentre mirando su almanaque y rezando que las elecciones de octubre fueran mañana mismo. Si acaso pudiera vencer en la contienda electoral, tal vez el ánimo caldeado de los elementos radicales que sueñan con echarlo de la Casa Rosada, se apagigüe. Una vez más, la Argentina ha perdido un tiempo precioso y sigue asomándose cada tanto al recuerdo del abismo, como si por alguna razón no pudiera despegarse de esa costumbre. Para el Presidente, ha llegado el momento de lidiar con el problema, aportando verdaderas soluciones, dejando de lado la costumbre de comprar el silencio de medios de comunicación y de piqueteros y gremialistas. Ha llegado el momento de hacer entender a los violentos que la Ley no puede ser rehén de objetivos egoístas y extorsivos. Ha llegado el momento de gobernar.
El Ojo Digital Sociedad