LA COLUMNA DE JORGE ASIS EN EL OJO DIGITAL: EL OJO DE ASIS, CON EL FOCO EN HUGO MOYANO

Cabra Moyano e informe sobre Cabras

Aspectación astrológica china de Hugo Moyano, cabra de agua y de capricornio, par astrológico de Catherine Deneuve y Benito Mussolini.

21 de Julio de 2010
Cuesta, en realidad, para los iniciados, admitir que Hugo Moyano, acaso una de las personas más poderosas, de la Argentina actual, sea una amable Cabra de Agua, del 9 de enero de 1944. Y de Capricornio, casi fronterizo con el Mono de Madera. Cuesta, además, admitir que tanta imagen severa de guapo, que produce una cierta idea de temeridad, pertenezca a una identidad romántica que tanto tiene que ver con la armonía consensual, los atributos de la cortesía, los códigos de la conciliación, del sublime refinamiento. En general, predomina en la Cabra Moyano, y acaso a su pesar, una imagen inmediatamente asociada a la idea de la fuerza, del arrojo y de la brusquedad que tanto podría irritar a seres delicadamente sensibles como él. Entonces brota una contradicción explícita en la prospectiva. Trátase de la constatación de una aureola de prepotencia inmerecida, como de bravuconadas y pendencias que desfiguran una suave elegancia de muchachón tierno. Tal vez, el antagonismo entre su imagen exterior y su identidad natural de negrito sentimental, se deba a la presencia protectora e invulnerable que representan, en su sustancial área de influencia, los camioneros sindicalizados de su estructura. Los que aparecen a los saltos en los litigios, ataviados con gorras y celebratorios de su condición de "camioneros", en las coberturas de los conflictos de noticieros, con su exhibición de brazos temibles y eventuales golpes fáciles. Informe sucinto sobre cabras Antes de seguir con la prospectiva de nuestro aspectado, la Cabra Moyano, el duro sensible, puede anticiparse que se trata (y no para hacerlo enojar) de la Cabra, la identidad más femenina del universo astrológico chino. Lo cual, entiéndase, de ningún modo significa quitar el menor atisbo de masculinidad a los varones privilegiados que nacieron en el Año de la Cabra. Y que portan, naturalmente a su favor, con la imprecisa ventaja de la suerte, y su estigma de bienaventuranza. De maneras espiritualmente delicadas. De un refinamiento sutil, que podría apenas equipararse con el ya estudiado Gato. Que es el mejor amigo de la Cabra, y su contundente aliado natural, conjuntamente con el Chancho. Los tres, Chancho, Gato y Cabra, conforman el llamado Triángulo de la Reacción. Por lo tanto la Cabra, tan vaporosa como atenta, que suele parecer ocasionalmente distraída y excesivamente susceptible, representa la identidad animal más asociada a la idea de gestación de un mundo propio. Transferible, en general, por los innumerables canales del arte. Con brotes de permanente fantasía, con adicciones ostensibles hacia la imprevisibilidad. Como, sobre todo, la buena fortuna suele ser su principal acompañante casi misterioso, puede explicarse entonces la conveniencia de tener siempre, en las cercanías, una Cabra. Y explicarse la costosa inconveniencia, también, de bancársela. Téngase en cuenta que la obstinación cotidiana de sus fantasías, la manifestación de sus ansiedades, incluso con sus silencios y distracciones, pueden hacerla, a la Cabra, ligeramente insoportable. En especial intratable para los animales duros de verdad. Como el muy serio, a veces autoritario y rígido Búfalo, que se impone como antagonista inexorable de la Cabra, y que se siente abrumadoramente desbordado con sus -para el Búfalo- mitomanías y locuras. Ciertas cabras de la política nacional Una mera enumeración de la identidad Cabra en la política nacional, sirve para corroborar la teoría del cierto favoritismo natural. Y de la tendenciosa inclinación para generar sorpresas existenciales. Ocurre que la Cabra se caracteriza por su capacidad para sorprender. Por la ductilidad para utilizar algún hecho providencial que provoque cambios inesperados. Y que se adapte a ellos hasta el extremo de cambiar totalmente el rumbo de su existencia. En principio, la máxima Cabra de Tierra, del 19, y emblema de todas las Cabras, es Eva Duarte. Trátase de una actriz del blanco y negro del cuarenta, de segunda categoría. Tenía como destinatario los placeres fugaces del presente y la seguridad del olvido. Un olvido que la esperaba, como a tantas actrices de su época, con los brazos abiertos. Sin embargo, en menos de un año, y a partir de una tan afortunada, como minuciosamente planificada coincidencia asistencial, por un terremoto, se convirtió en Eva Perón. Y para la posteridad en Evita. Sorprende entonces la Cabra Evita con su irrupción. Con su posterior obra de primera dama, con sus actuaciones rigurosamente impecables. Y, sobre todo, con la sorpresa de su muerte purificadora, que la instala en la placidez de la leyenda universal. De la próxima generación de Cabras, puede rescatarse también a la señora Graciela Fernández Meijide. Cabra de Metal, del 31. La Cabra Fernández Meijide asoma a la política como consecuencia de un infortunio personal, ocurrido durante el segundo lustro de los setenta. Y a los 45 años, la Cabra Fernández Meijide convierte el infortunio personal en sujeto movilizador. Y con la reparación de su desgracia como punto de partida, y con un intuitivo manejo de los culposos medios de comunicación tradicionales, se transforma en un analizable fenómeno político. Mantiene cierta vigencia en los finales sin grandeza del siglo. Aunque para languidecer, casi inexplicablemente, y con despreciable atmósfera de fracaso, durante los inicios del peor siglo veintiuno. La Cabra Fernández Meijide sorprendió entonces, primero, con su imprevisible crecimiento. Después, por su declinación, sin anestesia. Cabra Rico, Cabra Terragno Abundan los casos más pedestres, de Cabras de la próxima tanda. Es decir, Cabras de Agua, varones del 43, pares astrológicos de Benito Mussolini (de 1883), y se promete una explicación astrológica de la segunda guerra mundial. Sobre todo de la relación Búfalo Hitler con Cabra Mussolini. Pero volvamos a nuestras Cabras pedestres. Por ejemplo Aldo Rico y Rodolfo Terragno. Ambas Cabras son pares astrológicos de la Cabra Hugo Moyano, el aspectado de hoy, y virtual pretexto para presentar un innecesario material teórico, que tanto podrían aprovechar los autores de comerciales libritos sumarios. La Cabra Rico. Trátase de un militar condecorado por la reciedumbre gestual, pero es una Cabra engañadora, como la Cabra Moyano. La Cabra Rico llega a la política desde la amenaza, gremialmente reivindicatoria. Es decir, desde la parada y los tiros. La Cabra Terragno, en cambio, presenta aproximaciones casi honorables. Trátase de un periodista intelectualizado que acumulaba información con espejismos, de la época previa al avasallamiento del "google". Cabra Terragno irrumpe entonces los mismos 80 que la Cabra Rico. Pero desde la jactanciosa superioridad de los libros. Lo importante es que, en muy poco tiempo, ambas Cabras, Terragno y Rico, trascendieron y no les fue nada mal. Al contrario. La Cabra Rico abandonó aquella reciedumbre de uniforme con que supo explotar la contracara dialéctica de la opacidad del progresismo humanista. Mantuvo su cumbre consagratoria como legislador, convencionalista y alcalde. Se desliza en las marginalidades del duhaldismo residual que le debe oportunos cuatro años de poder. Y hoy, para algarabía de sus innumerables imitadores radiales, la Cabra Rico suele figurar en puestos de relevancia, en las selectivas mesas de saldos políticos de la provincia de Buenos Aires. En cambio, la Cabra Terragno llegó, algo fastidiado, del exterior, algo colmado de venerables espejitos de colores, y de palabras difíciles que sólo tomaron en serio tres personas. En primer lugar, la señora Pinky, un Chancho de Madera, que es la única terragnista que aún lo sigue. E Isidoro Gilbert, una Cabra de Metal. Trátase de un estudioso tan polidesocupado que hasta escribió un libro para replicar los desvaríos de la Cabra Terragno. Y, sobre todo, lo tomó en serio el Gato Alfonsín. Tanto, que en un síncope de modernismo lo designó rápidamente ministro, conmovido por los espejitos que traía para vender la Cabra Terragno. Y que aludían a clichés biotecnológicos y con computadores de octava generación. Sin embargo, la Cabra Terragno tomó pronto el suficiente ímpetu como para postularse a ser un eterno candidato a la presidencia por la ficción inerte del radicalismo. Aunque, como indica un proverbio árabe: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que la Cabra Terragno sea presidente de la Argentina". De todos modos el esquema a la Cabra Terragno le cierra con eficacia y mantiene la coherencia metodológica. Porque amenaza con el espejito de la presidencia para desembocar como legislador. Un maestro. Tampoco puede prescindirse, en el informe sucinto sobre Cabras, del invalorable Guido Di Tella. Trátase de una Cabra de Metal, que con su aspecto vagamente distraído alcanzó a ser el canciller que superó el record de permanencia en su ministerio. Aunque para apagarse, también, en medio de una ignominia miserable, que de ningún modo podrá atenuar el significado de su grandeza. La Cabra Moyano En fin, nuestro aspectado de hoy, Hugo Moyano, Cabra de Agua y de Capricornio, hombre fuerte de la CGT, casi responsable de todo aquello que se mueve en la Argentina y cabeza de una organización sindical tan respetablemente temida tanto por los piqueteros como los propietarios, está sostenido fuertemente por su carisma. Mantiene, de Capricornio, la notable solidez con que impresiona y la ambición que le cuesta simular. Incluso, por qué no, de Capricornio le viene hasta la pretensión. Tales incrementados valores pueden incorporarse a un estado permanente, en materia de imagen, de contundencia ejemplar. Sin embargo, pese al estigma de duro o de violento, no se puede separar jamás de su condición de Cabra. Y que no es precisamente afecta a la brusquedad. Más bien se trata de un suplicate bonachón que clama por su déficit afectivo, y que suele derretirse de tanta sensibilidad, aunque no puede evitar su inclinación natural a comerse hasta las miguitas de la panera. La Cabra Moyano supo aprovechar, como ningún otro, el cuaderno supuestamente nuevo del 2003. No casualmente era el Año de la Cabra, y por si no bastara de la Cabra de Agua, donde coincidía positivamente su identidad y su elemento. Aprovechó también, la Cabra Moyano, del insólito temor reverencial que le dispensa el presidente Tigre Kirchner. Trátase de un Tigre Vulgarcito e inseguro que no podría, siquiera imaginarse, que la Cabra Moyano se decida a paralizar las cuantiosas esferas de su incalculable poder. Ocurre que, como tantos desinformados sin la menor orientación astrológica, el Tigre Kirchner compró, al contado, las impresionantes imágenes de imbatibilidad que acompañan la aureola temeraria de la Cabra Moyano. Del mismo modo que algunos pretendieron vender la imagen inconsistente de ferocidad de bull dog de López Murphy, aunque es, en realidad, un Gato. Y en realidad la Cabra Moyano está confeccionado para la conciliación. Para la armonía, la cortesía de los atentos y los románticos tiernos, para promover el cuento de la paz y del refinamiento. Por lo tanto, en su pretensiosa voracidad, y con su indiscutible afán por la aceptación social, la Cabra Moyano aún puede disfrutar de su condición de poderoso. Y hasta del temor explicable que le dispensa el resto de una dirigencia que dista de caracterizarse por su arrojo, y no tiene predisposición para confrontar con él y ponerle un freno. Sin embargo es otra mujer quien lo enfrenta, y no es la señora Patricia Bullrich. Mono de Fuego. Justamente es otra mujer la que se convierte en el máximo obstáculo para sus deslizamientos. Tanto, que la Cabra Moyano ni siquiera puede habituarse a la idea que esta dama se le enfrente. Que se proponga acotarlo, y que comparta, con su elaborada presencia, el cartel francés. Trátase, por supuesto, de la señora Susana Rueda. Que es, para colmo, también Cabra. Cabra de Madera es, para ser exactos, la Cabra Rueda. Y de Aries.
Jorge Asís Digital