SOCIEDAD: RAPIDAMENTE SE EXPRESO CONTRA LA LIBERACION DE CHABAN

El Presidente, preocupado por los costos políticos de Cromañón

El Presidente Néstor Kirchner terminó por sucumbir ante la sensación de que su Administración podría pagar los costos políticos de la liberación del dueño de República Cromagnon. Hace pocas horas, se apresuró a salir ante los medios para criticar el mismo garantismo de las leyes argentinas -garantismo que muchos de sus allegados defienden- que permitieron la salida de la cárcel del empresario de la noche. Tal noticia vuelve a opacar un logro económico del Gobierno, en esta oportunidad, la luz verde para continuar con el canje.

21 de Julio de 2010
El antiguo refrán que reza "El que a hierro mata, a hierro muere", bien podría aplicarse a la situación que suscitó una artificialmente furibunda aparición del Presidente Néstor Carlos Kirchner ante los medios de prensa. Es que la liberación de Omar Chabán, dueño de República Cromañón, termina por demostrar que el garantismo de las leyes argentinas -defendido por mayoría de miembros del gabinete actual- comienza por defender a piqueteros y termina por beneficiar a personas que, sin lugar a dudas, operan por encima de la ley. Pocos días atrás, el mismo sistema legal argentino -bajo la sombra del siniestro Pacto de San José de Costa Rica- había garantizado la liberación del último de los sospechosos del asesinato del periodista José Luis Cabezas, en una noticia que, curiosamente, fue escasamente tratada por los medios. Idéntico sistema ahora ha garantizado la salida de la cárcel de Omar Chabán, quien de todos modos hubiera tenido que pagar con muy pocos años, si un tribunal lo hubiera hallado culpable. El Presidente ve, una vez más, como sus logros en materia económica se diluyen en los medios, ante la presentación de noticias que acaparan el foco negativo de la opinión pública. Antes le había tocado a la exitosa operación del canje de la deuda, cuestión había quedado de lado precisamente con la tragedia de Cromañón. Ahora, la liberación de Chabán se presenta en una instancia incómoda, pues la buena noticia de la luz verde del tribunal neoyorquino para proseguir con el canje ha quedado en las sombras. Tal vez, el único consuelo que tiene el Presidente -y que seguramente los analistas allegados a él ya lo han considerado y puesto en un informe- es que la tragedia de Cromañón no ha hecho eco -ni lo está haciendo- en la golpeada clase media argentina. Es la misma clase media que escucha la noticia de Chabán, lanza ocasionalmente un "mirá vos", y luego regresa la mirada a su ejemplar de La Nación. Es la misma clase media que decide una elección, que oportunamente lo hizo en favor de Menem, y hoy critica con idéntica convicción a la "década nefasta menemista". Es la misma clase media que sólo salió a la calle cuando De la Rúa incautó sus ahorros de toda la vida, pero que no saldría a la calle si el día de mañana una potencia extranjera ocupara la Patagonia. A esa clase social apuntan todos los esfuerzos propagandísticos de los gobiernos recientes, y el Presidente Kirchner está seguramente a la cabeza de tales esfuerzos. Aunque ahora comienza a vislumbrar el cinismo de ese sector de la población que hoy lo aprueba -al menos de acuerdo a los trabajos elaborados por las encuestadoras oficiales, pagadas por el Gobierno- pero que mañana podrían barrerlo del mapa político con un soplido. El Presidente se apresuró a comunicar a todos los medios su furia por la liberación de Chabán y la iniciativa de que ha dado instrucciones a su Ministro de Justicia, Horacio Rosatti, para que evalúe hacer una presentación contra la decisión judicial que tanto daño puede hacer a su Administración frente a la opinión pública. Paralelamente, los padres de las víctimas de la tragedia del boliche se propusieron expresar la furia que sienten no sólo por la liberación de Chabán, sino también por la poca atención que la sociedad presta a su pérdida, y tomaron parte en violentas manifestaciones que agredieron a la Policía con piedrazos y hasta golpes de puño. Una demostración de violencia comprensible pero en los hechos, cobarde, porque conocían de antemano que los uniformados sólo estaba ahí para recibir los golpes -y no teniendo mucho que ver con la decisión de los jueces-. Asimismo, el abogado y los familiares de Chabán también parecieron llegar a la conclusión de que el lugar más seguro para éste sigue siendo la cárcel y, en principio, desistieron del intento de conseguir los $500,000 pesos de fianza para conseguir su excarcelación. A partir de aquí, habrá que observar con sumo cuidado lo que sucederá con el juicio político que se quiere impulsar a los camaristas que liberaron a Chabán. Pero los zapatos menos envidiables del momento son los del Jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, quien está pagando con creces el excesivo triunfalismo demostrado oportunamente, al momento de la victoria política que lo llevó a ser Intendente. El efecto Cromañón se ha sentido visiblemente en su Administración, y ni el repavimentado que se está llevando a cabo en toda la Ciudad de Buenos Aires -que en otras circunstancias hubiera sido elogiable- ni los anuncios de subsidios y obras de contención de inundaciones servirán para evitar su camino de obligado regreso a casa. Finalmente, sobrevive una indeleble sensación en la ciudadanía de que tanto Chabán como María Julia Alsogaray son "los que sabían demasiado", y que son más funcionales si son liberados, antes que si comienzan a acercar sus dedos al switch del ventilador. Tal vez el Presidente logre "iluminarse" y proceder a generar los consensos políticos para promover una mayor dureza en las leyes, que contemplen, como mínimo, la denuncia del Pacto de San José de Costa Rica por parte del Congreso, la derogación definitiva del "Dos por Uno" y un aumento de las penas, consistente con las mayores democracias del mundo. Cuestiones que notables ex-presidentes han dejado de lado, pero que constituirían un capital político imbatible para quien finalmente haga uso de su aplicación.
El Ojo Digital Sociedad