POLITICA: ANALISIS DE SUSANA GRASSI Y CARMEN COIRO - DYN

¿Prepara Lavagna su salida del Gobierno?

Subsiste la pregunta acerca de si Lavagna tendría su ciclo cumplido en la Administración Kirchner. Oportunamente era un secreto a voces que el Ministro partiría una vez finalizara el canje de la deuda. El problema : la forma en que Lavagna opaca la figura del Presidente. Pero la incipiente inflación parece postergar los planes de partida.

21 de Julio de 2010
Las críticas desde el gobierno a la política aplicada en los 90 es casi un clásico de cualquier discurso presidencial, pero el hecho de que desde el mismo Ejecutivo se cuestione -aunque en forma indirecta- a los 70, es toda una novedad política. Roberto Lavagna, el miembro más independiente del gabinete nacional, pareció en los últimos días tomar más distancia de la Casa Rosada y en ese marco cuestionó la reestatización de empresas o los límites a los aumentos salariales. Néstor Kirchner, un hijo fiel a los postulados de los 70 donde se levantaban las banderas de las reivindicaciones sociales y se soñaba con nacionalizar todo, aumentó los salarios por decreto, no desautorizó a la CGT que en la misma Rosada reclamó subir el sueldo mínimo y puso muy satisfecho su firma para transformar al Correo en una empresa nacional o crear LAFSA y ENARSA. ¿A quién se dirigió entonces Lavagna cuando advirtió que más reestatizaciones quitarán fondos para ayuda social o más aumentos salariales fuera de acuerdos paritarios pueden generar inflación?. Se puede especular que ese mensaje fue para la Casa de Gobierno, y si es así, Lavagna podría estar preparando su salida del gabinete. Es que la vida política argentina, en los últimos años, siempre dominada por el justicialismo, esté o no en el gobierno, se caracterizó por las dicotomías, divididas entre principales y secundarias. En la era de Menem, la oposición secundaria era Menem contra Cavallo: ambos se disputaban la paternidad de la "mágica convertibilidad", tan mágica que hizo humo al país apenas los magos decidieron soplarla. Pero la pelea de fondo era entre Menem y Duhalde, los dos "colosos" del peronismo, peleando por más porciones de poder. La aparición de un brote inflacionario -ese fenómeno que ha volteado gobiernos en la Argentina- no sirvió tanto a los actuales hombres del poder para buscar formas sensatas de contenerlo, tras dar con sus verdaderas causas, sino para desnudar tal vez antes de lo que se tenía planeado- la dicotomía entre el Presidente y su ministro de Economía. Los especuladores políticos vaticinaban que una vez que piloteara la tormenta generada por el default, y luego que Kirchner anunciara el fin de ese karma que sirvió para que el poder financiero mundial apuntara al corazón de la Argentina, Lavagna se iría a su casa, o , en el mejor de los casos, pasara a reemplazar a Rafael Bielsa en la Cancillería. Lo importante era que no siguiera haciéndole sombra al propio Presidente. No se sabe si alguno de esos planes se estaban por concretar, pero lo cierto es que irrumpió inesperadamente la inflación y desató una discusión de fondo en la que hasta ahora Kirchner optó por mantenerse prescindente. El jefe del Estado sólo atinó a convocar a tumultuosos boicots y a llamar a la gente a no comprar los productos que aumentan, sugerencia sostenida además en una millonaria inversión publicitaria en los medios. Ahora, todos los cañones parecen apuntar contra Lavagna: porque es el que no pudo frenar la inflación y porque es quién rehusa otorgar el aumento salarial que Hugo Moyano reclama con la prepotencia que le habilita el respaldo absoluto del presidente Kirchner. Entonces, se vislumbra que la pelea política de fondo, la eterna cuestión argentina, vuelve a aflorar, por ahora, insinuándose solamente como la punta de un iceberg. Después, no se sabe. Es Duhalde: Duhalde, presentado ahora como aliado de Lavagna, lo cual implica, por carácter transitivo, que asoma enfrentado a Kirchner. Aunque se diga que la "alianza" entre Kirchner y Duhalde esté intacta, las pruebas muestran claramente lo contrario. De todas manera la resolución de la relación Kirchner-Lavagna no ser{a a corto plazo. En la Rosada dicen que el presidente no está dispuesto a terminar en malos términos con su ministro porque, en caso de ser necesario, es un buen candidato para cualquier cargo electivo y muestran encuestas que ubican muy bien al economista entre el electorado de la capital. Un dato que no pasa desapercibido.
Agencia DYN