El nuevo orden mundial y el negocio del petróleo
La intervención estadounidense en Irak y la aparente debilidad europea arrojan interesantes conclusiones acerca de las nuevas relaciones entre los países de cara al futuro.
21 de Julio de 2010
Más de un año después del comienzo de la más reciente campaña estadounidense para remover a Hussein del poder en Irak, pueden extraerse notables conclusiones acerca del nuevo escenario de poder mundial.
Aún flotan en el aire aquellas fuertes protestas de líderes europeos y de Rusia, que cuestionaban fuertemente la línea intervencionista de Estados Unidos en el Golfo. Desde Francia, Italia y Rusia se hicieron oir duras críticas a la política invasiva de la primera potencia mundial, pero siempre fue llamativa la forma en que esas voces fueron haciéndose cada vez más débiles con la distancia.
Qué es lo que ha sucedido en el interín? La respuesta es hoy más que clara : tales críticas tenían como único objetivo el no quedar fuera del suculento negocio del petróleo iraquí -país con reservas petrolíferas comparables a las de Arabia Saudita y con una más que destacable participación en la provisión del oro negro consumido por Occidente-.
Aquellos "románticos" que en los años ochenta aún creíamos en las posibilidades de contrapeso de la ONU ante actitudes unilateralistas, pasamos a comprender la incapacidad del organismo para intervenir diplomáticamente en el caso iraquí y apuntamos nuestras esperanzas hacia Europa y su tradición de defensa de la no intervención y su rol de cautela ante el accionar ciertamente agresivo de los Estados Unidos.
Pero una vez más, la cruda realidad del concierto internacional se encargó de despertarnos del sueño y comprendimos que lo que estaba en juego era, ni más ni menos, el control del negocio petrolero por un lado y el mantenimiento del llamado "estilo americano" por el otro.
George Bush, con todas sus falencias, es un hombre que sabe a la perfección que el American Way en sí mismo tiene como eje el aseguramiento de un estilo de vida de consumo desenfrenado para sus conciudadanos, consumo que va atado especialmente a la fabricación y comercialización de vehículos... y lógicamente, al consumo ininterrumpido de petróleo y sus derivados.
Como corolario a este pensamiento, debe reconocerse en Bush a un oscuro, pero hábil político que supo convencer al pueblo estadounidense de que necesitaba de otro período presidencial para poder mantener este estilo de vida, muy a pesar de haber deslizado el verdadero objetivo bajo la alfombra y de utilizar como excusa la guerra contra el terrorismo y sus secuaces de "La Red" Al Qaeda, sindicada por algunos teóricos de la conspiración como un invento de los servicios secretos estadounidenses.
No pocos analistas del Pentágono sostienen desde la oscuridad, que de no haber iniciado la senda de la toma definitiva de Irak, Estados Unidos se hubiera encontrado, de aquí a 15 o 20 años, con el lóbrego escenario de verse agotadas sus reservas estratégicas de Texas y sin la posibilidad de influir en los precios internacionales. La obligación de adquirir el valioso líquido -ya a precios sensiblemente más elevados- hubiera significado herir mortalmente a las ya alicaídas finanzas, y el gran país del norte hubiera tenido que dejar de ser una sociedad de consumo para pasar a ser... un país más en el planisferio.
De ahí que, fundamentos éticos aparte, la invasión de Irak y la consiguiente expropiación de sus reservas de petróleo sean una cuestión de "supervivencia" y un objetivo de cumplimiento obligatorio para cualquier presidente, republicano o demócrata.
Tras el nuevo teatro de operaciones iraquí, era de esperarse se hicieran oír los duros reclamos de Rusia y Europa al respecto de que Estados Unidos y sus aliados llevaron adelante una invasión a Irak, desconociendo todo marco internacional (aunque la lectura entre líneas dijera "no podemos permitir que los Estados Unidos se queden con todo el botín").
A fin de cuentas, la fuerza de los reclamos ruso-europeos fue acallada, simplemente, con un concienzudo reparto de la torta de la explotación de los pozos petrolíferos para los países de mayor peso en el concierto de las naciones, y con el otorgamiento de contratos de reconstrucción de bajo presupuesto para países "de segunda", pero que dieron su apoyo al fin, como España.
El presente nuevo orden mundial -concepto lanzado en 1988 por George Bush padre- deja un sinnúmero de lecciones para aquellos países que ostentan una variada gama de recursos naturales no explotados, siendo una de las primeras la no subestimación del propio desarrollo militar y la actualización de las hipótesis de conflicto, una integración regional profunda que pueda hacer frente a las presiones de países poderosos, y el tratamiento de ideas en forma de bloques de países, toda vez que deba hacerse una presentación ante cualquier foro internacional.
Tales son las herramientas de que disponen países como la Argentina o Brasil para hacer frente a las nuevas amenazas del orden mundial actual. Aunque de momento, sólo Brasil con su plan de radarización de Rondonia -Amazonia- y el traslado de bases militares hacia el oeste, parece haber captado el mensaje con mayor claridad.
El Ojo Digital