Kast, en La Moneda: el giro 'conservador' que redefine a Chile
Este 14 de diciembre de 2025, Chile experimentó una instancia pivotal en su reciente historia democrática...
15 de Diciembre de 2025
Este 14 de diciembre de 2025, Chile experimentó una instancia pivotal en su reciente historia democrática: José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, se proclamó vencedor en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Los guarismos retornaron un contundente 58,16% de los votos, frente al 41,84% obtenido por su adversario, Jeannette Jara -a la sazón, candidata de la izquierda oficialista.

Con más del 99,9% de las mesas escrutadas, el Servicio Electoral (Servel) certifiaba una diferencia de casi dieciocho puntos porcentuales, equivalente a más de dos millones de sufragios en favor del aspirante republicano. El resultado de referencia no solo redacta el fin de cuatro años del ciclo progresista personificado por Gabriel Boric; también da forma a una victoria abrumadora para un candidato presidencial desde el regreso de la democracia en 1990. Kast, quien contabiliza 59 años de edad, asumirá el cargo el próximo 11 de marzo de 2026, inaugurando una era que augura un viraje hacia políticas consideradas como de 'mano dura' en temáticas tales como seguridad, control migratorio y reactivación económica.
La jornada electoral, coloreada por un alto ausentismo pese al voto obligatorio -circunstancia que se también supo evidenciarse en ciclos electorales de otras naciones de la América Latina, como la Argentina- reflejó la fractura social que caracterizó al país desde el estallido de 2019, consolidando un mapa electoral donde el sur y las zonas rurales se alinearon masivamente con el candidato conservador.
El camino hacia esta victoria no fue sencillo para Kast, quien ya transitaba su tercer intento de alcanzar la presidencia, tras la obtención de segundos puestos en los comicios de 2017 y 2021. El candidato capitalizó el descontento generalizado con la desdibujada gestión del ahora saliente Boric -quien acusó no pocos 'desplantes' por cuenta de la plataforma de Jara.
En rigor, la primera vuelta del 16 de noviembre pasado había legado un panorama fragmentado: Kast lideró entonces con el 35,8% de los votos, con Jara anotándose un 28,4%; mientras que Evelyn Matthei (derecha tradicional) se alzaba con un 22,1%, y Franco Parisi (autoproclamado aspirante de una 'Avenida del Medio' carente de narrativa y mensaje sólidos, sumaba un 8,2%.
En efecto, la ausencia de un claro dominador de la contienda condujo sin escalas hacia el balotaje, en el que Kast se benefició del respaldo explícito de Matthei y de sectores parisistas, que veían en él un baluarte contra el ímpetu comunista asociado a Jara, militante del PC. La intensidad de las campañas definió el pulso: mientras Jara apostaba por la continuidad de reformas sociales como pensiones dignas y supuestos derechos laborales (banderías refritadas de una izquierda alejada de los reclamos sociales genuinos), Kast se apalancó en el vivaz tratamiento de temas de orden público, prometiendo un accionar contundente contra la delincuencia y contra la inmigración irregular.
En regiones tales como O'Higgins y el Maule, el discurso de Kast resonó con peculiar fuerza, obteniendo el aspirante la victoria en todas las comunas sureñas -212 en total-, con promedios superiores al 62% de los sufragios (fenómeno atribuido al hartazgo registrado a partir del notorio incremento de la violencia en cuadrantes rurales). Aún en entornos inesperados, como el universo carcelario, Kast logró imponerse: así sucedió en 14 de 19 penales del país.
La noche electoral dio inicio con la esperable tensión inicial, pero pronto se inclinó hacia el candidato republicano. A las 20 horas del domingo, con solo el 10% escrutado, las tendencias ya favorecían a Kast y, hacia las 22, con el 99% de mesas ya procesadas, la victoria tornábase irreversible. Jara, en un gesto de madurez democrática, reconoció la derrota tempranamente desde su búnker en Santiago, congratulando con elegancia a su rival y enfatizando que el 'fuerte y claro' mensaje de la democracia.
Por su parte, el presidente Gabriel Boric se comunicó personalmente con Kast para extenderle una invitación a La Moneda para este lunes, iniciándose un proceso de transición que ha cosechado no pocos elogios en razón de su pulcritud. En lo que fue su primer discurso ante miles de seguidores en el barrio de Providencia, Kast proclamó: 'Ganó Chile, y ganó la esperanza de vivir sin miedo', con lo cual priorizó las observaciones lanzadas en la temporada de campaña. Hizo lo propio con los controles migratorios y la creación de empleo como ejes fundamentales de su mandato.
Naturalmente, la euforia de los partidarios del republicano se extendió a las avenidas y calles de la nación, registrándose manifestaciones espontáneas en Concepción y Temuco. Desde los matutinos chilenos, la cobertura ha sido exhaustiva y variada, con los principales titulares reflejando la magnitud del impacto del giro ideológico. El matutino El Mercurio, a través de su portal Emol, destacó cómo el proceso electoral amplificó el contorno ya evidenciado durante el plebiscito de 2022, donde el Rechazo a la nueva Constitución dejó un legado de polarización que Kast explotó con estratégica sapiencia.
En un análisis detallado, Emol enfatizó que el triunfo le ha propinado una 'derrota inquietante' a una izquierda que no logra revertir la marea conservadora, pese al empeño en movilizar el voto joven y el voto femenino. Mientras tanto, La Tercera subrayó la magnitud numérica del éxito de Kast, quien superó los 7 millones de votos -récord histórico para un mandatario electo, y eclipsando aún a los 4,6 millones de Boric en 2021.
El matutino analizó el dominio territorial del republicano, desde el extremo sur hasta los extramuros de los núcleos urbanos, atribuyéndolo a su capacidad para conquistar el voto de sectores ostensiblemente desencantados con el progresismo. En el epílogo, el matutino Cooperativa.cl capturó el pulso emocional de la victoria, informando al detalle sobre el cómputo final del Servel y poniendo el foco en el discurso de Kast, donde el candidato prometió un Chile 'libre del crimen, de la angustia y del temor'. Abunda el consenso en torno a un mensaje que resonó con fuerza en un país azotado por el ciento por ciento de incremento en las tasas de homicidio (las actuales duplican a las registradas durante 2017).
De profesión Abogado, ex diputado por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y fundador del Partido Republicano en 2019, Kast ha forjado su carrera en la periferia de un conservadurismo inspirado en figuras como el argentino Javier Milei en la Argentina, y los postulados reaganistas de los Estados Unidos de América en los años ochenta. Su ideario incluye la defensa de la familia tradicional, y una férrea oposición contra movimientos pro-abortistas y militantes del matrimonio igualitario; asimismo, la Doctrina Kast sazona con su énfasis en valores católicos. En esta oportunidad, el republicano dirige sus energías a lo que denomina una estrategia para la confección de un 'gobierno de emergencia', bajo la promesa de estabilizar a la nación durante los primeros cien días de su mandato. Así las cosas, la planificada enajenación del speech anti-criminalidad interpeló con eficacia las preocupaciones primarias de un electorado que asocia al delito como una amenaza existencial contra la democracia.
En el plano internacional, el resonante triunfo de Kast fue recepcionado con beneplático por lo que se percibe como líderes 'afines', desde Milei en la Argentina (quien calificó a Kast como un aliado de la 'libertad económica' en el proscenio regional), hasta la italiana Giorgia Meloni y el húngaro Viktor Orbán. Aún Elon Musk celebró el resultado, coloreando el desarrollo como un 'paso hacia la prosperidad'. En contraste, albaceas del conglomerado progresista latino como Lula da Silva en Brasil, advirtieron sobre el riesgo de eventuales 'retrocesos en materia de derechos humanos'.
En Chile, la transición ha comenzado con admirable fluidez: el cónclave entre Kast y Boric facilitó la entrega de poder y abrió una sana conversación en torno a probables áreas de colaboración, como la siempre pendiente reforma previsional. El ganador ha anunciado la formación de un 'gabinete de emergencia', incorporando a figuras como Evelyn Matthei en Economía y a Johannes Kaiser en Interior; sobra decir que la ecuación perseguirá la edificación de una coalición extendida con involucramiento de la derecha tradicional, y disidentes del centrismo.
Una mirada de mediano plazo -tres o cuatro años, si se prefiere- anticiparía una presidencia de Kast como un período de transformaciones ejecutadas más allá de la superficie, aunque también caracterizada, eventualmente, por una colección de desafíos significativos. En el ámbito de la seguridad, puede preverse un drástico endurecimiento de las políticas oficiales. A tal efecto, Kast ha prometido triplicar el presupuesto policial, implementar medidas punitivas adicionales para lidiar con delitos graves (se contabiliza aquí la prisión perpetua de cumplimiento efectivo para homicidas), y una reforma al Código Penal que pulverice atenuantes por consumo de sustancias ilícitas -iniciativa puesta en práctica por el progresismo.
En el corto plazo, la seguridad podría evidenciar una modificación en su sistema de percepciones -acaso con la sanción de operativos masivos de Carabineros contra bandas transnacionales en el cuadrante norte -limítrofe con el Perú- y contra la criminalidad organizada en la Araucanía, que durante años ha accionado contra propiedad pública y privada con ineludible impunidad.
En el plano económico, Kast redobla su apuesta en favor de un ecosistema de índole liberal-conservadora que priorice la inversión privada y la reducción del intervencionismo estatal -vale decir, lo que sería un sano retorno a las políticas que dieron a Chile una posición de privilegio en el marco global. Asimismo, puede anticiparse la puesta en funciones de una amplia agenda desregulatoria, con recortes al gasto público en programas sociales tales como el Ingreso Familiar de Emergencia, privatizaciones parciales de empresas estatales como Codelco, y una reforma tributaria que reduzca el impuesto corporativo, del actual 27% a un más razonable 20%. Naturalmente, este factor podría contribuir a una franca reactivación del crecimiento, que hoy evidencia un sólido amesetamiento, con el 2% anual legado por la Gestión Boric.
Ciertamente, Chile hace gala de su riqueza en litio y recursos cupríferos; un renovado ímpetu exportador podría asomar en el horizonte, si el electo Kast trabajare por fortalecer convenios como el TPP-11, y si logra negociar con Donald J. Trump un acuerdo bilateral de aplicación preferencial.
El affaire migratorio comportará un desafío adicional: Kast ha propuesto clausurar -casi literalmente- las fronteras, deportar masivamente a personas en situación de irregularidad (ilegales; estimados en medio millón de personas), y revocar en lo inmediato el estatuto de refugiados para venezolanos y haitianos. Como es lógico, la iniciativa aliviaría la remarcable presión en servicios públicos de regiones tales como Antofagasta, donde la migración ha tensionado el empleo local.

Con más del 99,9% de las mesas escrutadas, el Servicio Electoral (Servel) certifiaba una diferencia de casi dieciocho puntos porcentuales, equivalente a más de dos millones de sufragios en favor del aspirante republicano. El resultado de referencia no solo redacta el fin de cuatro años del ciclo progresista personificado por Gabriel Boric; también da forma a una victoria abrumadora para un candidato presidencial desde el regreso de la democracia en 1990. Kast, quien contabiliza 59 años de edad, asumirá el cargo el próximo 11 de marzo de 2026, inaugurando una era que augura un viraje hacia políticas consideradas como de 'mano dura' en temáticas tales como seguridad, control migratorio y reactivación económica.
La jornada electoral, coloreada por un alto ausentismo pese al voto obligatorio -circunstancia que se también supo evidenciarse en ciclos electorales de otras naciones de la América Latina, como la Argentina- reflejó la fractura social que caracterizó al país desde el estallido de 2019, consolidando un mapa electoral donde el sur y las zonas rurales se alinearon masivamente con el candidato conservador.
El camino hacia esta victoria no fue sencillo para Kast, quien ya transitaba su tercer intento de alcanzar la presidencia, tras la obtención de segundos puestos en los comicios de 2017 y 2021. El candidato capitalizó el descontento generalizado con la desdibujada gestión del ahora saliente Boric -quien acusó no pocos 'desplantes' por cuenta de la plataforma de Jara.
En rigor, la primera vuelta del 16 de noviembre pasado había legado un panorama fragmentado: Kast lideró entonces con el 35,8% de los votos, con Jara anotándose un 28,4%; mientras que Evelyn Matthei (derecha tradicional) se alzaba con un 22,1%, y Franco Parisi (autoproclamado aspirante de una 'Avenida del Medio' carente de narrativa y mensaje sólidos, sumaba un 8,2%.
En efecto, la ausencia de un claro dominador de la contienda condujo sin escalas hacia el balotaje, en el que Kast se benefició del respaldo explícito de Matthei y de sectores parisistas, que veían en él un baluarte contra el ímpetu comunista asociado a Jara, militante del PC. La intensidad de las campañas definió el pulso: mientras Jara apostaba por la continuidad de reformas sociales como pensiones dignas y supuestos derechos laborales (banderías refritadas de una izquierda alejada de los reclamos sociales genuinos), Kast se apalancó en el vivaz tratamiento de temas de orden público, prometiendo un accionar contundente contra la delincuencia y contra la inmigración irregular.
En regiones tales como O'Higgins y el Maule, el discurso de Kast resonó con peculiar fuerza, obteniendo el aspirante la victoria en todas las comunas sureñas -212 en total-, con promedios superiores al 62% de los sufragios (fenómeno atribuido al hartazgo registrado a partir del notorio incremento de la violencia en cuadrantes rurales). Aún en entornos inesperados, como el universo carcelario, Kast logró imponerse: así sucedió en 14 de 19 penales del país.
La noche electoral dio inicio con la esperable tensión inicial, pero pronto se inclinó hacia el candidato republicano. A las 20 horas del domingo, con solo el 10% escrutado, las tendencias ya favorecían a Kast y, hacia las 22, con el 99% de mesas ya procesadas, la victoria tornábase irreversible. Jara, en un gesto de madurez democrática, reconoció la derrota tempranamente desde su búnker en Santiago, congratulando con elegancia a su rival y enfatizando que el 'fuerte y claro' mensaje de la democracia.
Por su parte, el presidente Gabriel Boric se comunicó personalmente con Kast para extenderle una invitación a La Moneda para este lunes, iniciándose un proceso de transición que ha cosechado no pocos elogios en razón de su pulcritud. En lo que fue su primer discurso ante miles de seguidores en el barrio de Providencia, Kast proclamó: 'Ganó Chile, y ganó la esperanza de vivir sin miedo', con lo cual priorizó las observaciones lanzadas en la temporada de campaña. Hizo lo propio con los controles migratorios y la creación de empleo como ejes fundamentales de su mandato.
Naturalmente, la euforia de los partidarios del republicano se extendió a las avenidas y calles de la nación, registrándose manifestaciones espontáneas en Concepción y Temuco. Desde los matutinos chilenos, la cobertura ha sido exhaustiva y variada, con los principales titulares reflejando la magnitud del impacto del giro ideológico. El matutino El Mercurio, a través de su portal Emol, destacó cómo el proceso electoral amplificó el contorno ya evidenciado durante el plebiscito de 2022, donde el Rechazo a la nueva Constitución dejó un legado de polarización que Kast explotó con estratégica sapiencia.
En un análisis detallado, Emol enfatizó que el triunfo le ha propinado una 'derrota inquietante' a una izquierda que no logra revertir la marea conservadora, pese al empeño en movilizar el voto joven y el voto femenino. Mientras tanto, La Tercera subrayó la magnitud numérica del éxito de Kast, quien superó los 7 millones de votos -récord histórico para un mandatario electo, y eclipsando aún a los 4,6 millones de Boric en 2021.
El matutino analizó el dominio territorial del republicano, desde el extremo sur hasta los extramuros de los núcleos urbanos, atribuyéndolo a su capacidad para conquistar el voto de sectores ostensiblemente desencantados con el progresismo. En el epílogo, el matutino Cooperativa.cl capturó el pulso emocional de la victoria, informando al detalle sobre el cómputo final del Servel y poniendo el foco en el discurso de Kast, donde el candidato prometió un Chile 'libre del crimen, de la angustia y del temor'. Abunda el consenso en torno a un mensaje que resonó con fuerza en un país azotado por el ciento por ciento de incremento en las tasas de homicidio (las actuales duplican a las registradas durante 2017).
De profesión Abogado, ex diputado por la Unión Demócrata Independiente (UDI) y fundador del Partido Republicano en 2019, Kast ha forjado su carrera en la periferia de un conservadurismo inspirado en figuras como el argentino Javier Milei en la Argentina, y los postulados reaganistas de los Estados Unidos de América en los años ochenta. Su ideario incluye la defensa de la familia tradicional, y una férrea oposición contra movimientos pro-abortistas y militantes del matrimonio igualitario; asimismo, la Doctrina Kast sazona con su énfasis en valores católicos. En esta oportunidad, el republicano dirige sus energías a lo que denomina una estrategia para la confección de un 'gobierno de emergencia', bajo la promesa de estabilizar a la nación durante los primeros cien días de su mandato. Así las cosas, la planificada enajenación del speech anti-criminalidad interpeló con eficacia las preocupaciones primarias de un electorado que asocia al delito como una amenaza existencial contra la democracia.
En el plano internacional, el resonante triunfo de Kast fue recepcionado con beneplático por lo que se percibe como líderes 'afines', desde Milei en la Argentina (quien calificó a Kast como un aliado de la 'libertad económica' en el proscenio regional), hasta la italiana Giorgia Meloni y el húngaro Viktor Orbán. Aún Elon Musk celebró el resultado, coloreando el desarrollo como un 'paso hacia la prosperidad'. En contraste, albaceas del conglomerado progresista latino como Lula da Silva en Brasil, advirtieron sobre el riesgo de eventuales 'retrocesos en materia de derechos humanos'.
En Chile, la transición ha comenzado con admirable fluidez: el cónclave entre Kast y Boric facilitó la entrega de poder y abrió una sana conversación en torno a probables áreas de colaboración, como la siempre pendiente reforma previsional. El ganador ha anunciado la formación de un 'gabinete de emergencia', incorporando a figuras como Evelyn Matthei en Economía y a Johannes Kaiser en Interior; sobra decir que la ecuación perseguirá la edificación de una coalición extendida con involucramiento de la derecha tradicional, y disidentes del centrismo.
Una mirada de mediano plazo -tres o cuatro años, si se prefiere- anticiparía una presidencia de Kast como un período de transformaciones ejecutadas más allá de la superficie, aunque también caracterizada, eventualmente, por una colección de desafíos significativos. En el ámbito de la seguridad, puede preverse un drástico endurecimiento de las políticas oficiales. A tal efecto, Kast ha prometido triplicar el presupuesto policial, implementar medidas punitivas adicionales para lidiar con delitos graves (se contabiliza aquí la prisión perpetua de cumplimiento efectivo para homicidas), y una reforma al Código Penal que pulverice atenuantes por consumo de sustancias ilícitas -iniciativa puesta en práctica por el progresismo.
En el corto plazo, la seguridad podría evidenciar una modificación en su sistema de percepciones -acaso con la sanción de operativos masivos de Carabineros contra bandas transnacionales en el cuadrante norte -limítrofe con el Perú- y contra la criminalidad organizada en la Araucanía, que durante años ha accionado contra propiedad pública y privada con ineludible impunidad.
En el plano económico, Kast redobla su apuesta en favor de un ecosistema de índole liberal-conservadora que priorice la inversión privada y la reducción del intervencionismo estatal -vale decir, lo que sería un sano retorno a las políticas que dieron a Chile una posición de privilegio en el marco global. Asimismo, puede anticiparse la puesta en funciones de una amplia agenda desregulatoria, con recortes al gasto público en programas sociales tales como el Ingreso Familiar de Emergencia, privatizaciones parciales de empresas estatales como Codelco, y una reforma tributaria que reduzca el impuesto corporativo, del actual 27% a un más razonable 20%. Naturalmente, este factor podría contribuir a una franca reactivación del crecimiento, que hoy evidencia un sólido amesetamiento, con el 2% anual legado por la Gestión Boric.
Ciertamente, Chile hace gala de su riqueza en litio y recursos cupríferos; un renovado ímpetu exportador podría asomar en el horizonte, si el electo Kast trabajare por fortalecer convenios como el TPP-11, y si logra negociar con Donald J. Trump un acuerdo bilateral de aplicación preferencial.
El affaire migratorio comportará un desafío adicional: Kast ha propuesto clausurar -casi literalmente- las fronteras, deportar masivamente a personas en situación de irregularidad (ilegales; estimados en medio millón de personas), y revocar en lo inmediato el estatuto de refugiados para venezolanos y haitianos. Como es lógico, la iniciativa aliviaría la remarcable presión en servicios públicos de regiones tales como Antofagasta, donde la migración ha tensionado el empleo local.
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@MatiasERuiz
Sobre Matias E. Ruiz
Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.