INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

La política partidista estadounidense alimenta la catástrofe ucraniana

La guerra sólo podrá terminar -según se dice en la Casa Blanca- si Joe Biden consigue su reelección.

29 de Agosto de 2023


De seguro no soy el único que se ha percatado de la propaganda defensiva que hoy emite la Administración Demócrata, y que se ha vuelto más ridícula de lo acostumbrado. Uno ha de sorprenderse frente a la fusión de ficción y realidad que se utiliza para crear narrativas, las que presentan a la Casa Blanca como forjando un nuevo y maravilloso país. ¿No era acaso el eslogan '¿Construir Mejor?' (Build Back Better) el grito de batalla, lo que fuera que eso significara? Y la reformulación del relato es infinita, aún cuando el extraviado Joe Biden se muestre en Maui para intentar vincularse a la tragedia que se cobró al menos mil vidas, ante los sobrevivientes locales que le exhibían su dedo medio. Mientras tanto, el presidente observaba la destrucción de una ciudad entera a manos de un incendio, rememorando la oportunidad en la que él mismo 'casi' se topó con un principio de incendio en su cocina. Los residentes locales que pedían a gritos el auxilio del gobierno federal recibieron absolutamente nada, pero el jefe de Estado se hallaba en la Oficina Oval despachando otros US$ 23 mil millones al delincuente Volodymyr Zelensky, de Ucrania, para combatir en un conflicto alentado por Biden -y en el que involucró a los Estados Unidos en flagrancia.


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Como es sabido, la dirigencia política en Washington carece de brújula moral, y su exclusiva motivación se rige por su deseo de perpetuar su supremacía, de tal suerte que la corrupción enriquece a muchos de aquellos que suscriben al proceso -y también a Joe Biden. ¿Por qué deberían importar 500 mil ucranianos y rusos muertos, si el mito de los Estados Unidos de América y sus valores pueden ser explotados para ayudar a Biden a obtener una victoria en 2024? Tal como alguna vez lo sentenciara la estimada monstruo Madeleine Albright, '¡Creo que valió la pena!'.


Por mi parte, sugeriría que nuestra clase política y los parásitos que la merodean han comenzado a meterse en territorio inexplorado cuando, ocasionalmente, uno repasa artículos o discursos compartidos por la maquinaria propagandística en Washington. Sin embargo, aún aferrándonos a esa variable, me hallé conmovido por un reciente artículo publicado en la web Politico, la cual ameritó una considerable cantidad de reproducciones en otros medios frecuentados por la muchedumbre del Beltway.

Politico fue adquirida por Axel Springer, consorcio de medios alemán, hacia 2021 -se trata del conglomerado de periódicos y revistas más grande de Europa. Ideológicamente, algunos han caracterizado el sesgo político de Springer como 'de centro, o moderado, inclinado hacia la izquierda'. Mi experiencia, no obstante, desde que tomé contacto con ese grupo en mis días de permanencia en el Ejército de los EE.UU. en Alemania, me llevó a creer que Springer es bastante más conservador de lo que se menciona. La totalidad de los empleados en ese consorcio -incluyendo a Politico- simpatizan con la Unión Europea, OTAN, Israel, con la guerra de Ucrania, con las sociedades abiertas, y con las políticas de libremercado.

El artículo fue intitulado 'Estos son los tres caminos para ponerle fin a la guerra en Ucrania. Uno bien podría funcionar' (Here Are 3 Ways to End the War in Ukraine. One Might Actually Work). El subtítulo rezaba: 'Putin puede vetar dos caminos para Ucrania. Pero el tercero serviría para eludirlo'. La pieza fue elaborada por Tom Malinowski, secretario-asistente en el Departamento de Estado para asuntos vinculados a democracia, derechos humanos y empleo -en tiempos de la Administración Obama; y ex congresista por el 7mo. distrito de Nueva Jersey, por el Partido Demócrata. En la actualidad, se encuentra bajo investigación del Despacho de Etica Legislativa en razón de 'razones significativas para creer' que el mencionado violó leyes federales, incurriendo en conflicto de intereses. De acuerdo a la pesquisa, comerció un aproximado de US$ 1 millón en acciones de firmas privadas del rubro médico-tecnológico que recibieron asistencia impsoitiva como parte de la respuesta oficial ante la pandemia de COVID-19. El autor del texto evitó informar sobre la transacción que, inevitablemente, resultó en un notorio crecimiento en ganancias por transar capital accionario.


Hoy día, Malinowski es senior fellow en el Instituto McCain, una de esas fundaciones financiadas por industrias y contratistas de la defensa adonde los políticos van a parar para enriquecerse, entre periódos que les toque hacer de funcionarios públicos. El instituto tiene su base en Washington, D.C. y, según lo declara, es un 'think tank no partidista establecido con la cooperación de la Universidad Estatal de Arizona'. Su declaración de objetivos se resume en el 'combate a favor de la democracia, de la dignidad humana y de la seguridad para un mundo que es libre y seguro para todos los pueblos'. El órgano es selectivo, en térmios de quién se beneficia con su trabajo, y uno podría recordar que su fundador, el Senador John McCain, rara vez tuvo algo que ver con alguna guerra que no le gustara -en el pasado, McCain calificó peyorativamente a la Rusia de Vladimir Putin, catalogándola de 'estación de carga de combustible con pretensiones de país'. Tambén McCain fue un actor central en la operación de 'cambio de régimen' ejecutada en Ucrania durante 2014, lo cual sugiere que su criterio en torno de los vínculos de los Estados Unidos con el resto del mundo sería algo defectuoso.


Sin margen para la duda, Malinowski lo ha apostado todo a la perspectiva de la Casa Blanca en lo que respecta a los motivos que empujaron a los EE.UU. a involucrarse en una guerra subsidiaria versus Rusia, utilizando a Ucrania como instrumento dilecto. Apunta el autor, en el primer párrafo de su trabajo: '"Ucrania jamás será una victoria para Rusia -jamás"', afirmó el Presidente Joe Biden en un discurso compartido en Polonia este año, y con razón. Dado que, para que la guerra en Ucrania llegue a su fin, en términos que coincidan con los intereses e ideales de los Estados Unidos, Ucrania deberá ser vista como triunfadora, y la invasión rusa habrá de retratarse en la historia como un fallo catastrófico, lo cual servirá para disuadir a otras potencias de abrazarse a guerras agresivas similares en el futuro'.

Malinowski presenta sus 'Tres Caminos' del siguiente modo. En primer lugar, 'que sus fuerzas armadas retomen la totalidad del territorio que Rusia ha tomado ilegalmente desde su primera invasión en 2014 -incluyendo Crimea. Este sería un resultado formidable. Aún es posible lograrlo. Y los Estados Unidos habrán de hacer todo lo posible para respaldarlo, incluyendo, si el Congreso lo aprobare, más financiamiento, y proporcionando más armamento avanzado, el cual Ucrania ha reclamado'.

Si Malinowski cree que una victoria armada por parte de Ucrania aún 'es posible', pues entonces delira; aunque realmente él no espera que pueda arribarse a ese desenlace, excepto cuando reclama por 'más financiamiento'. Su Segundo Camino -que también es una mascarada de lo que realmente quiere decir- se daría 'a través de un arreglo diplomático. A comienzos de este mes, cuarenta naciones, incluyendo a China y a los EE.UU., convinieron en Arabia Saudí para conversar el plan de diez puntos de Volodymyr Zelensky para la paz, lo cual demandaría el retiro de todas las tropas rusas del territorio ucraniano, el regreso de los niños abducidos, y justicia para crímenes de guerra. Cualquier convenio que se respalde en este plan sería, naturalmente, maravilloso. Pero Rusia, bajo Putin, jamás ha puesto fin a las guerras que llevó a cabo, en una mesa de negociaciones; en el mejor de los casos, las detuvo, manteniendo sus opciones abiertas. Rusia ha demostrado ningún interés en realizar concesiones que se acercarían al cumplimiento de requisitos mínimos planteados por Ucrania y por sus aliados. Mientras sus fuerzas armadas eviten un colapso total, y él cree que existe una oportunidad para cambios políticos en Occidente, Putin probablemente sacrifique más vidas de ciudadanos rusos para mantener los combates'.

De tal suerte que el Segundo Camino de Malinowski es, por diseño, un callejón sin salida -y, como es lógico, el autor responsabiliza a Putin por todo. Su verdadera 'solución' sería el Tercer Camino: 'De tal suerte que, si Rusia se las arregla para obstaculizar los planes A y B, ¿en qué instancia nos dejaría ello, por ejemplo, a esta altura del próximo año? ¿Deberían Ucrania y sus aliados aceptar las consecuencias, aguardando por un quiebre favorable durante 2025 o más allá? Dado lo que hoy está en juego -no sólo la supervivencia de Ucrania, sino la de todo el orden internacional-, ello sería arriesgado. Convertiría al éxito en algo que dependa de desarrollos que no podemos predecir ni controlar, incluyendo el resultado electoral en naciones de Occidente, incluyéndose allí a los Estados Unidos. Y, mientras es cierto que no tenemos derecho a decirle a los ucranianos que dejen de pelear por su patria, tampoco tenemos derecho a esperar que sigan combatiendo, a cualquier precio. Por fortuna, existe un tercer camino posible, para satisfacer la necesidad de un éxito ucraniano y lograr una derrota rusa, escenario en el que Putin no tendrá chance de interponer un veto'.

Malinowski exige: 'Los Estados Unidos habrán de dotar a las fuerzas armadas ucranianas de lo que sea que éstas necesiten para avanzar todo lo que sea posible en su contraofensiva. En el momento idóneo del año entrante, Ucrania podría declarar una pausa en sus operaciones militares ofensivas, torciendo su foco primario a la defensa y la reconstrucción de las zonas liberadas, integrándolas con instituciones occidentales. Luego, aproximadamente en julio, durante la cumbre en Washington, NATO invitaría a Ucrania a unirse a la alianza atlántica, garantizando la seguridad de todo el territorio controlado por el gobierno ucraniano bajo el Artículo V del tratado OTAN (...) Esto constituiría un pacto defensivo, aunque no un compromiso que fuerce en el futuro a tomar parte de operaciones ofensivas que Ucrania pudiera decidirse a tomar. En sí mismo, el hecho de Ucrania uniéndose a OTAN podría ser motivo para el final de la guerra, esto sería coherente con la actual política de Biden -y arribaría en un momento cuyos términos serían fijados por Ucrania y sus aliados, no por Rusia. El obtener garantías de seguridad desde OTAN con Ucrania como Estado democrático, pluralista y fuerte contaría como una victoria para Kiev -tan importante como una recuperación de Crimea. Esto podría ser políticamente posible para Zelensky, si es que así lo decide, poner énfasis en estrategias no-militares para reclamar porciones de su país que Rusia aún estuviera ocupando, lo cual los aliados de Ucrania seguirían respaldando, e incluyendo potencialmente todo lo que tenga que ver con diplomacia y sanciones,  llegándose a acciones de bloqueo y aún de sabotaje (...) Sumar una Ucrania democrática a OTAN consignaría la derrota permanente de Putin y de su cruzada para absorberla en el seno de un imperio ruso (...) En efecto, las fuerzas rusas podrían intentar una nueva ofensiva, pero la futilidad de atacar a una Ucrania fortificada, ahora respaldadas por la amenaza del poder de fuego de OTAN, comportaría un efecto disuasivo sólido. Mientra stanto, las sanciones contra Rusia se mantendrían; su poderío militar y económico continuaría erosionándose; y Putin sólo podría asistir como mudo testigo a la confiscación de sus bienes en el extranjero, que serán utilizados para el pago de la reconstrucción ucraniana'.

Es sencillo atender a lo que no funciona bien con el Tercer Camino de Malinowski, amén de que representa una clara puerta para iniciar una Tercera Guerra Mundial. Y podría uno sugerir que también es posible discernir los aspectos de la política doméstica estadounidense que lo patrocina. Cómo terminará la guerra en Ucrania dependerá, en rigor, de si acaso Zelensky se comporta racionalmente -algo por lo que no es conocido, precisamente-, y ciertamente es capaz de unirse a OTAN previo a recurrir a alguna operación del tipo false flag u otra, que provoque eventualmente el disparo de las cláusulas del Artículo V y, con ello, una intervención. Adicionalmente, el resto de las partes involucradas habrá entonces de actuar predeciblemente y con cordura, incluyendo a los Estados Unidos -lo cual es improbable. Zelensky, en particular, está desesperado por envolver a los Estados Unidos y a OTAN en su guerra, y hará lo que sea necesario para llegar a ese punto y a su exigencia (no negociable) de exigir la restauración total de todo territorio ucraniano incluyendo a Crimea (como lo firma Malinowski). Todo ello remitiría a un acuerdo inaceptable para Rusia, desde cualquier punto de vista.

Incluso los medios de comunicación tradicionales -que, hasta ahora, respaldaban al gobierno- han comenzado a ver la luz, reconociendo que la pretendida ofensiva ucraniana ha sido un fracaso, y que las fuerzas armadas de ese país no cuentan con la capacidad para derrotar a Rusia -sin importar cuántas armas se le despachen a altos costos para sostener el conflicto. Y también está el tema del fraude que lleva adelante el régimen Biden, al respecto de los informes con los cuales aún la CIA anticipa que la guerra no es ganable. El hecho de que un aproximado de medio millón de ciudadanos ucranianos y rusos ya han perdido la vida comienza a golpear las puertas en las sociedades estadounidense y europea, que aumentarán su reclamo en pos de poner fin al conflicto, aún de manera incondicional.

Un tema para el cierre, y muy importante, tiene relación con el sospechoso timing que tiñe al 'Tercer Camino' de Malinowski, el cual presenta convenientemente a Joe Biden la alternativa de contar con una notable victoria militar previo a las elecciones presidenciales de 2024 -haciendo a un lado los infortunados recuerdos del retiro de Afganistán. En apariencia, no importa tanto eso, como prorrogar una guerra sangrienta y sin sentido que destruye a Ucrania como Estado y a su pueblo. El articulista Simplicius the Thinker describe, en su espacio de Substack, cómo 'los Demócratas necesitarán toda la ayuda con la que puedan contar. Si pudiera diseñarse y empaquetarse un plan de modo tal que pueda comerciarse como una 'victoria' remarcable, entonces los Demócratas intentarán abrazarse a ello a toda costa hasta los comicios, para utilizar la 'importante victoria ucraniana de Biden' como empujón definitivo'. Joe y Malinowski, según parece, creen que la victoria en una elección es más importante que aferrarse a la cordura y tomar medidas para salvar a centenares de miles de vidas. Seguirán haciendo todo lo que puedan para abrazarse a una 'victoria'. Enfermizo, si lo hay.


Artículo original, en inglés


 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.