POLITICA ARGENTINA: MATIAS E. RUIZ

El 'Consenso de Madero Center'

Esfuerzos en clave subterránea con miras a impedir -o, en el mejor de los casos, demorar- una Segunda Intifada.

14 de Junio de 2023

 

Cuando sobrevienen los problemas, no llegan en la forma de espías individuales, sino que lo hacen en batallones.

 
William Shakespeare (Hamlet)
 
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Asiste el concierto político-social argentino al amanecer de la Temporada de la Anomia, ominoso patíbulo para una dirigencia colectivamente endeble -y que comienza a plasmarse en los agudos índices de abstencionismo registrados en un puñado de comicios provinciales.
 
Madero Center, Horacio Rodríguez Larreta y Cristóbal López, Juntos por el Cambio, Campaña de Rodríguez Larreta
El desarrollo parece adquirir transitividad: la abrumadora multiplicación de problemas que el ecosistema político ha contribuído a agravar se traduce en un creciente desapego ciudadano frente a la oferta electoral. A su modo, lo explicó Carlos Pagni, en su análisis de cabecera de este lunes 12 de junio -intitulado ‘La bronca, el gran candidato’:
 
Se produce un fenómeno, entonces, que es una dispersión; ningún candidato mueve demasiado el amperímetro. Estamos en presencia de muchísimos candidatos, todos con poco nivel de votos. Eso tiene un efecto que incrementa el fenómeno: si yo veo que el mejor candidato de mi fuerza política tiene el 17% de los votos, me presento también con 10%. ¿Por qué no me voy a presentar? No hay uno “cantado” como ganador. La dispersión genera más dispersión, y fragmentación; con el problema que tenemos de fondo: la gente que desconfía de la política, que se abstiene, y vota en blanco. Y que ve en la dispersión y en discusiones que no termina de entender, un motivo más para alejarse. Es decir, es algo como pro-cíclico’.
 
El desmadre económico-social, una dirigencia deficiente y la consiguiente anomia (acaso como evolución newtoniana del desinterés ciudadano) construyen una sinergia en la que la oferta partidista se revela como la principal damnificada. De aquí que, desde Alejandro Catterberg (Poliarquía) hasta Cristina Kirchner y otros comentaristas de la realidad hayan detectado un principio de consenso en el Teorema de los Tres Tercios -orinariamente acuñado por el primero, y luego ampliado -en razón de necesidades estratégicas- por la VP. Puesto en palabras de galeno: la democracia argentina padece de osteogénesis imperfecta.
 
Los términos del palique, sin embargo, se alteran a partir de la proliferación de pronósticos más desalentadores, entre los que destaca una certeza: quien resultare ungido presidente en octubre próximo nacerá huérfano de legitimidad de origen. A su debido tiempo, su legitimidad de ejercicio acusará el impacto; con reducido margen a la hora de administrar no digamos ya un ecosistema creíble de gobernanza, sino de encarar con asequible solvencia un programa de reformas -condición sine qua non o piedra angular desde la cual deshacer el destructivo statu quo que depositó al país en el actual estado de situación.
 
Quizás al irreverente Pagni no le falte razón: la anomalía se ve imbuída de una naturaleza circular. La dispersión se retroalimenta, mientras que la fragmentación resultante contribuye a, potencialmente, acortar la frazada de la legitimidad eventual. Existe un correlato de ello en la campaña del aspirante vecinalista Horacio Rodríguez Larreta, hoy embarcado en un extemporáneo empeño coalicionista que, a los ojos de muchos, se presenta como una reinvención -o reivindicación- de la fallida Alianza (1999-2001).
 
Así las cosas, el croquis larretista tropieza inicialmente con la asociación inconveniente a experimentos malogrados de un pasado demasiado reciente -el mal recuerdo de Fernando De la Rúa se mantiene particularmente fresco en el crítico segmento etario +45, mientras que tampoco el presidente Alberto Angel Fernández tuvo mayor fortuna vinculando nostálgicamente a su gestión con la de Raúl Ricardo Alfonsín.
 
No obstante, el circuito íntimo del jefe de gobierno porteño tal vez haya evaluado que, en el afán de consolidar la competitividad de su núcleo, la polémica Variante Schiaretti sea instrumental para edificar un mínimo eco de consensos. El problema es que la ansiedad aliancista de Larreta lo lleva a desdibujar las propias fronteras, alienando a la base electoral buscada: como evidencias, ahí están los exóticos tratos con Víctor Santa María (SUTERH), o con Juan Grabois y Hugo Moyano. En la segunda mitad de 2022, el alcalde capitalino convino un cónclave privado en La Plata con Cristina Fernández de Kirchner -terciando los buenos oficios de Carlos Bianco, asesor estrella del Gobernador Axel Kicillof. Más recientemente, Rodríguez Larreta se apersonó en el complejo habitacional Madero Center de Puerto Madero, a criterio de sostener un encuentro con el magnate del juego Cristóbal López -quien aún capitanea una red de medios de comunicación afines al frentetodismo, en tándem con el siempre taciturno Fabián De Sousa. Gentilezas del sistema judicial, ambos acaban de ser exonerados de los cargos tipificados en la Causa Oil Combustibles. Este Consenso de Madero Center -se afirma- buscaría construir sintonía entre la abultada billetera del Candidato y un propósito inconfesable, a saber, que el kirchnerismo opositor no escenifique en 2024 una Segunda Intifada o Guerra de Piedras en perjuicio de una fortuita Presidencia Larreta.
 
Nota aparte: los cuatrocientos millones de dólares que los correveidiles políticos aseguran administra Larreta como módica alcancía de campaña fungen como sucedáneo que morigera los desperfectos de la maquinaria comunicacional del candidato. Asimismo, ese imperturbable cerco mediático ayuda a disfrazar los repetidos errores no forzados de su plataforma, y a silenciar los prolegómenos relativos a ciertas congregaciones subterráneas. Esta conspiración en toda regla, sin embargo, no alcanzaría para disimular una circunstancia: Horacio Rodríguez Larreta abusa del personalismo táctico; no recurre a laderos ni albaceas -ni siquiera para los convites del legendario vórtice Pizza Cero, ‘Festín de las Efectividades Conducentes’. Se expone innecesariamente y, en el ínterin, revela acaso que sus confidentes no llegan a la media docena de individuos. Algunas voces suspicaces podrían subrayar que no solamente carece de Plan, sino también de Gabinete.
 
En el Amanecer de la Anomia, recetas insuperables para el bocetado de una Presidencia Renga.
 
Será de Chronos, deidad del Tiempo y juez supremo, el rubricar o poner fin a las especulaciones.


 
Publicado originalmente en Inteligencia Política, espacio del autor en Substack
Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.