INTERNACIONALES : ROBERT MOFFIT

El origen del COVID-19: siete preguntas para investigadores del Congreso de los EE.UU.

Ya no se trata de una 'teoría conspirativa'. Existe copiosa evidencia al respecto de que el COVID-19...

06 de Marzo de 2023

 

Ya no se trata de una 'teoría conspirativa'. Existe copiosa evidencia al respecto de que el COVID-19 probablemente se originó en un laboratorio, en la localidad china de Wuhan -y que no apareció en escena a partir de una transmisión viral de un animal a un ser humano.

Anthony Fauci, Partido Demócrata, Corrupción, COVID-19 y encubrimiento, Origen del COVID-19
El matutino estadounidense Wall Street Journal informó, amparándose en información de inteligencia fechada recientemente, que la sentencia compartida en el renglón anterior es certificada por el Departamento de Energía del gobierno de los EE.UU., así como también por el FBI.


De ser cierto ello, ello consignaría que un laboratorio oriundo de china liberó un vector biológico que condujo a una pandemia de orden global -con un saldo de casi 7 millones de muertes, incluyendo a más de 1.1 millones de ciudadanos estadounidenses.

Funcionarios del Partido Comunista Chino han insistido en que la pandemia se originó 'en la naturaleza'. Esta obcecación y la furibunda negativa a cooperar con equipos de investigación de numerosas naciones -a efectos de proporcionar mayor información- ha afectado a la generación de evidencias concernientes a los orígenes del fenómeno.

En lugar de colaborar, Pekín se decidió a perpetuar el conflicto y la división entre círculos gubernamentales y científicos en Occidente. En febrero de 2020, la Organización Mundial de la Salud -que carecía por completo de acceso al laboratorio de Wuhab- concluyó, sin embargo, que el coronavirus exhibía un origen natural. En 2021, un informe de la Oficina de Inteligencia Nacional de la Administración Biden al respecto de los orígenes de la pandemia arrojó resultados poco concluyentes. Entre los científicos, el debate sobre el origen del problema continúa sin hallar resolución.

Dada la masiva destrucción económica (un estimado de US$ 10 billones) y los notorios perjuicios sanitarios, el Congreso de los Estados Unidos de América está hoy obligado a conducir una investigación abarcativa en torno de los orígenes del fenómeno. Aún con las dificultades que el proceso pudiere presentar, la pesquisa deberá observar un carácter agresivo e igualmente profundo.

El Congreso no solo habrá de determinar qué sabían los funcionarios federales exactamente -y cuándo se enteraron de lo que sabían-, sino que también habrá de corregir cualquier deficiencia existente en la réplica estadounidense, a criterio de prepararse adecuadamente para una eventual crisis sanitaria. Tal como lo subrayan los analistas en la Oficina Gubernamental para la Rendición de Cuentas (GAO), 'La comprensión sobre el particular podrá asistir a la hora de informar sobre preparativos y respuestas frente a futuras epidemias y pandemias'.

El Subcomité Selecto para el Coronavirus en la Cámara de Representantes del congreso estadounidense, liderado por el legislador Brad Wenstrup (Partido Republicano, Ohio) próximamente llevará a cabo sus primeras audiencias sobre la temática. El subcomité no sólo deberá citar a funcionarios del Departamento de Energía y del FBI para testificar sobre las evaluaciones recientes; deberá, asimismo, citar a funcionarios del Departamento de Estado que emitieron informes similares sobre los orígenes del COVID-19 hacia abril de 2020 -en los albores de la pandemia.

Al examinar cinco escenarios potenciales, funcionarios del Departamento de Estado concluyeron, por entonces: 'No existen evidencias concretas ni directas que sirvan para probar que una fuga registrada en el laboratorio de Wuhan provocó la pandemia; pero hay evidencias circunstanciales que sugieren que ese podría ser el caso'. Tiempo después, funcionarios de la misma repartición observaron que las autoridades chinas clausuraron el laboratorio de Wuhan en 2020 y que Huang Yanling, empleado del laboratorio sobre quien se rumoreaba fue el 'paciente cero', desapareció de la luz pública.

 

Desarmando la 'teoría conspirativa'

El 3 de enero de 2020, funcionarios del Partido Comunista Chino -al insistir en el pretendido origen natural del coronavirus- prohibieron se diera a conocer información vinculada a la pandemia, sin que la misma fuese previamente aprobada por Pekín. No obstante, los principales funcionarios federales de la salud pública en Washinton, Francis Collins -Director de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y el Doctor Anthony Fauci, parecieron mostrarse moralmente seguros de que el COVID-19 exhibía un origen natural. Acto seguido, los científicos de los NIH suscribieron esa presunción.

Cítese, por ejemplo:

El 7 de marzo de 2020, The Lancet -prestigiosa revista médica británica- publicó una notable misiva exigiendo 'solidaridad' para los colegas chinos que combatían al COVID-19 y alertaron sobre 'teorías conspirativas' que obstaculizaban cualquier esfuerzo de cooperación internacional. La carta fue firmada por veintiséis científicos, incluyendo a Peter Daszak, presidente EcoHealth Alliance, firma que había trabajado íntimamente con el Instituto de Virología de Wuhan, y que fuera receptor de  US$ 8 millones en financiamiento -aportado por los contribuyentes de los Estados Unidos.

El 17 de marzo de 2020, Nature Medicine, revista médica profesional, publicó un artículo que concluyó que el novel coronavirus no fue un 'producto salido de un laboratorio'. El texto fue firmado por seis científicos, incluyendo al Dr. Kristian Andersen del Instituto de Investigación Scripps -otro notorio receptor de sustanciales aportes financieros desde los NIH.

El 26 de marzo de 2020, Collins -jefe de los NIH- puso de suyo en un blog, subrayando los contenidos del artículo publicado el 17 de marzo por Nature Medicine, y contenando las 'irresponsables' afirmaciones que rezaban que el coronavirus era un producto de ingeniería surgido de un laboratorio.

Tras esta agresiva campaña de relaciones públicas, en un correo electrónico fechado en abril de 2020, Collins dijo a Fauci que aún debían hallar una manera para 'extinguir esta destructiva teoría conspirativa'. Collins advirtió que el surgimiento de la teoría del 'virus fugado' de un laboratorio podría dañar seriamente 'a la ciencia y la armonía internacional'. Fauci replicó que la teoría del laboratorio era un 'objeto brillante' que se extinguiría con el paso del tiempo.  


 

Controversia en torno del término 'Gain of Function'

La investigación viral del tipo 'gain of function' -esto es, un formato de investigación científica que ejecuta ingeniería genética sobre un virus para tornarlo más letal y amplificar su transmisibilidad- es una pieza clave del rompecabezas.

En oportunidad de compartir una declaración testimonial bajo juramento ante el Senado de los Estados Unidos, el pasado año, Fauci negó vehementemente que los NIH hubieren financiado actividades vinculadas al 'gain of function' en China. Al llevarse a cabo audiencias complementarias ante la Cámara de Representantes, el Dr. Lawrence Tabak también negó que los NIH hubiesen financiado investigaciones de ese tenor.

Sin embargo, el memorándum del Departamento de Estado -fechado en abril de 2020- lo consignó con claridad: La Doctora Shi Zheng Li -bautizada en su momento como 'la Mujer Murciélago de China'- 'llevó a cabo intervenciones con ingeniería genética sobre un virus de quiróptero, para volverlo más transmisible entre seres humanos'. Shi fungió como 'subcontratista' de EcoHealth Alliance, firma que había obtenido una importante partida de financiamiento desde los NIH, y quien también había colaborado con el Dr. Ralph Baric (de la Universidad de Carolina del Norte), así como también con otros científicos, en tareas de investigación (aprobadas por los NIH) sobre el potencial que exhibían los coronavirus de murciélagos para infectar a personas.


 

Preguntas críticas

Desde un punto de vista práctico, los legisladores que se involucren en cualquier investigación sobre los orígenes de la pandemia necesitarán contar con la asistencia de científicos especializados en virología evolutiva, a efectos de evaluar correctamente las evidencias. Asimismo, habrán de convocar a virólogos independientes de prestigio, especialmente a aquellos que públicamente se han involucrado en estudiar la temática, con miras a contar con su testimonio frente al Congreso.

Más aún, los legisladores estadounidenses deberán determinar qué rol -si lo hubo- pudieron desempeñar funcionarios federales del gobierno de los EE.UU. en el financiamiento de investigaciones que pudieran haber contribuído a agravar la pandemia.

Entre las preguntas centrales, habrán de enumerarse las siguientes:

 

  • Si el novel coronavirus hizo su aparición merced a la intervención de la naturaleza, ¿existen evidencias concretas de algún animal contagiado con el SARS-CoV-2, antes de registrarse los primeros casos de infección humana?
  • Considerándose la negativa del Partido Comunista Chino a la hora de proporcionar cualquier tipo de información local sin antes contar con aprobación gubernamental el 3 de enero de 2020, ¿cómo es posible que funcionarios de salud del orden federal en los Estados Unidos -en particular Collins y Fauci- estuvieran tan seguros de que la pandemia no se había originado tras una fuga de laboratorio? ¿Contaban con algún tipo de evidencia científica verificable desde enero de 2020, a criterio de respaldar sus decisiones?  
  • ¿Qué nueva evidencia poseían Andersen (Scripps) y Robert Garry (de la Facultad de Medicina de Tulane), en razón de que ambos expresaron un fuerte escepticismo frente al origen natural del coronavirus ante funcionarios de los NIH? ¿Por qué cambiaron de opinión después?  
  • ¿Acaso Collins o Fauci -o cualquier persona de sus respectivos staffs- sugirieron, alentaron u ofrecieron comentarios con el objeto de revisar la correspondencia entre distintos autores en The Lancet, o sobre el artículo de Nature Medicine?
  • ¿Cuántos de los veintiséis autores de la correspondencia de The Lancet, o bien de los seis autores del texto de Nature Medicine, recibieron aportes financieros de los Institutos Nacionales de Salud (NIH)?
  • Dada la pobre supervisión llevada a cabo por los NIH, sumado ello al fracaso de EcoHealth Alliance a la hora de ofrecer información oportuna a los NIH en relación a los ensayos de Wuhan -conforme lo observara la legisladora Debbie Lesko (Partido Republicano, Arizona) en su oportunidad-, ¿cómo es que los funcionarios federales se mostraban tan seguros de que no existía financiamiento para investigaciones de la categoría 'gain of function'?
  • Cuando los funcionarios de los NIHS desmitificaron la teoría del virus fugado de un laboratorio, etiquetándola como 'teoría conspirativa' en abril de 2020, ¿estaban enterados también de que personal del Departamento de Estado habían llegado a una conclusión ostensiblemente diferente en la misma instancia temporal? Dada la gravedad del asunto, ¿existió la comunicación interagencias mínimamente suficiente? ¿Estaba enterada la Casa Blanca de las notables discrepancias entre servidores públicos respecto de la materia?

En lo que respecta al 'objeto brillante' de Fauci, pues, éste acaba de volverse aún más brillante.

Si funcionarios de primera línea en los Institutos Nacionales de Salud -y sus aliados en los medios de comunicación- esperaban realmente descartar los verdaderos orígenes del novel coronavirus por tratarse de una 'teoría conspirativa', claramente han fracasado.

Respaldados por novedosa información de inteligencia, los analistas en el seno del Departamento de Energía y en el FBI han podido fortalecer la evaluación inicialmente formulada por el Departamento de Estado, tres años atrás: la evidencia 'circunstancial' consignó que la pandemia había tenido origen en una fuga de laboratorio.

El Congreso de los Estados Unidos deberá profundizar su investigación.



Artículo original, en inglés


El autor, Robert Moffit, lleva más de tres décadas investigando políticas públicas en Washington, D.C. Es senior fellow en política doméstica, en el think tank estadounidense The Heritage Foundation.