INTERNACIONALES: BRETT REDMAYNE-TITLEY

Reino Unido: Liz Truss y la democracia (en rigor, monocracia) del 0,17%

Con una nueva primer ministro posicionada en la senda que llevó a una destrucción...

24 de Septiembre de 2022


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Aquellos que vuelven imposible una revolución pacífica, volverán inevitable una revolución violenta.


John F. Kennedy.

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Con una nueva primer ministro posicionada en la senda que llevó a una destrucción -de cuarenta años de duración- de la familia británica a manos del Partido Conservador (menos a los ricos, claro está), asoma la hiperinflación junto a una largamente anticipada depresión, examinemos la reciente novedad del ascenso de Liz Truss.

Liz Truss, Reino Unido, Gran Bretaña, Crisis Británica
La selección de Truss fue, a lo mucho, un campeonato mediático en forma de pausa comercial para tres debates carentes de sustancia. Aquí, los pretendidos conservadores presentaron el camino de menor resistencia, aprobando más déficit en forma de gasto -disimulado detrás de sus bien predispuestas sonrisas.

Los finalistas de la contienda, Sunak y Truss, portaban idénticas motivaciones y un sólido entrenamiento. Ambos son antipopulistas amateurs, discípulos del Nuevo Orden Mundiall y del Foro Económico Mundial, buscando ser el próximo primer ministro británico que le practicara sexo oral a sus amos en Bruselas, Washington o en la Cámara de los Lores, cuando no ocuparan su tiempo lamiendo las botas de Klaus Schwab.

Y, por supuesto, las botas de los Windsor.

El 'Partido Conservador en ejercicio' fue, si de métricas se trata, una novedosa distorsión de los medios de comunicación; estos ignoraron el hecho de que la PM fue elegida por un consorcio divisivo del 0.29% (esto es, 140 mil de votantes británicos registrados). La falsedad también fracasó a la hora de recordar al lector que el Partido Conservador no ganó los últimos comicios; simplemente, los compró.

El concepto 'líder' remite al planteo de la pregunta retórica: '¿de qué país?'. Tal como se relatara en nuestra última pieza, intitulada 'La relación especial entre el Reino Unido y los EE.UU., y el virus estadounidense', cuarenta años de recurrente liderazgo tory condujo a la destrucción de la Gran Bretaña, recurriendo a un modelo estadounidense específico. Un primer ministro por vez.

Truss es una graduada de la escuela globalista de Klaus Schwab, y del 'Programa de Jóvenes Líderes' del Foro Económico Mundial. Aquí, cualquier juramento a la propia patria -y también al populismo- está prohibido para esos líderes. Y lo propio aplica para Truss, quien hizo campaña anti-Brexit; ex líder del Partido Progresista, Liz Truss se ha comprometido a volver a empujar al Reino Unido al modelo de planificación central de la UE y del Banco Central Europeo. Es la opción perfecta para alguien que hace gala de su fellowship sionista.

Los CVs de ambos aspirantes a primer ministro están vacíos. Tras la elección del 5 de septiembre, no fue sorpresivo que el 65% de ciudadanos británicos encuestados opinaran que Truz estaba 'fuera de contacto con la realidad de la gente de a pie'.

En la Gran Bretaña, la oposición fue liquidada en 2019, mediante el golpe partidario interno que, patrocinado por los medios de comunicación, removió de la ecuación al último pionero genuino del Partido Laborista, que fuera reemplazado por un títere de la Cámara de los Lores.

Mientras tanto, los británicos asisten ahora a la destrucción ininterrumpida de la libra esterlina, la cual ya ha bajado en su cotización a 1.129 frente al dólar de los EE.UU., al momento de redactarse esta crónica.

De inmediato, Truss se esmeró para proponer otra fase de gasto a través de déficit. La insistencia en este sendero de falso optimismo americano de cuarenta años tiene basamento, nuevamente, en la diseminación de mentiras desde los medios mainstream, de cara a una nueva emergencia nacional. Mientras la inflación se acerca a la híper, los planes de Truss son una locura; sólo contribuirán a la licuación de la unidad de cuenta británica y al empobrecimiento del país, destruyéndose lo que a la ciudadanía le quedaba de ahorro. Pulverizando sus salarios y su poder adquisitivo.

Bill Blaine, inversor y administrador de hedge funds, evaluó el flamante plan de Truss de este modo:

'... En palabras simples: elija Usted un conjunto de ideas ruidosas para construir titulares, y luego complete el discurso con palabras vacías a la hora de explicar cómo generará crecimiento y creará riqueza'.

Al atenderse al programa desde una perspectiva tory, ciertamente los tenedores de grandes fortunas ya estarán aplaudiendo la elección -para ellos, correcta- de la nueva PM. A su vez, Truss probablemente sea invitada para darse una vuelta por la Cámara de los Lores, celebrada también por Sir Kier Starmer (Laborista).

De acuerdo a una encuesta de YouGov, a pesar de su cabello al estilo Thatcher, apenas el 12% de quienes respondieron al estudio piensan que Truss será una 'buena' o 'extraordinaria' primer ministro. En su momento, un 55% de encuestados replicaron que Boris Johnson era 'malo' o 'malísimo' PM; Truss apenas salió mejor parada, con un 52% exhibiendo idéntica opinión negativa.

Graduada de Oxford, Truss comenzó su carrera en la Asociación Conservadora. Le llevó diez años llegar a Canciller, previamente habiendo servido como Ministro de Educación, Secretaria de Estado para Medio Ambiente, Secretaria de Justicia, Secretaria en Jefe del Tesoro, Secretaria de Estado para Comercio Internacional, Presidente del Comité de Comercio, y Ministro para la Mujer y la Igualdad.

En su paso por la cancillería, Truss se reunió con su contraparte Sergev Lavrov, exhibiendo una diplomacia americanizada. Lavrov apuntó sobre el intercambio: 'Parecía una conversación entre un sordo y un mudo'. Desafiada geográficamente, Truss tampoco se percató de que las localidades de Rostov-on-Don y Voronezh se ubicaban en Rusia.

Se ha informado también que Truss cuenta con un vínculo muy estrecho con Richard Dearlove, ex jefe del MI6. Los emails de Dearlove fueron hackeados en mayo de 2022, certificando que el funcionario era parte de un grupo conocido como Operación Sorpresa. El objetivo de ese núcleo era demoler a la ex primer ministro Theresa May, dado su fracaso en consolidar más velozmente la salida de la UE (Brexit). Los correos electrónicos que datan de 2018 y 2019 probaron que Dearlov había hecho coincidir sus esfuerzos con las metas de los oligarcas británicos.

Entonces, se conocieron numerosos intercambios por e-mail, de Dearlove a Truss -y viceversa.

John Pienaar (Times Radio) dijo a Truss que, si llegara ella a PM, rápidamente le serían explicados los procedimientos para lanzar misiles con cabeza nuclear desde los submarinos Trident de la armada británica. 'Esto significaría la aniquilación global', sentenció Pienaar. 'No le preguntaré si Usted presionaría los botones; Usted dirá que sí pero, al tener que hacer frente a semejante escenario, yo me sentiría pésimo. ¿Cómo se sentiría Usted?'

Sin vida en sus ojos, y con una expresión carente de toda respuesta emocional, Truss replicó: 'Creo que ese es un deber importante para cualquier primer ministro, y estoy lista para ejecutarlo'.

En los hechos, Truss no es mejor que Johnson, Blair, May, Brown o Cameron: no es más que una aspirante a elitista que canturrea una tonada estadounidense, al pasar junto al ataúd de la Gran Bretaña.

Los tories temían una elección nacional forzada, de tal suerte que aprobaron las opciones seleccionadas para el Gabinete de Truss. Víctima de una ingenuidad épica, Truss eligió a una galería de dirigentes pro-Washington -como Kwasi Kwarteng, quien ha ascendido rápidamente de clase, de Canciller del Exchequer al Departamento de Negocios, Energía y Estrategia Industrial- y Suella Braverman, de ex fiscal general a Secretaria Doméstica; una abogada que primero pasó la prueba en Nueva York.

Asimismo, Turss incluyó a veteranos de otros Gabinetes, como Ben Wallace como Secretario de Defensa. Otro fue Judas Jacob Rees-Mogg, célebre traidor político que suele ser presentado en los titulares del Daily Mail como un Brutus contemporáneo.

Los nacionalistas británicos, si es que aún queda alguno, deberían tener presente que, en el seno del Gabinete de Truss, todos los incluídos son miembros del cuarto trasero de la 'Sociedad de Amigos de Israel'. Aquí deberán rastrearse sus obligaciones nacionales que, como las de Truss, son una mentira. Así está hoy la democracia británica, americanizada en una suerte de monocracia.

La elección de Truss fue cualquier cosa menos un comicio democrático. Lo que tuvo lugar fue una votación ofertada por apenas 172 mil 'miembros' del Partido Conservador. De este grupo, los votantes de entre 18 y 24 años de edad sólo aportaron el 6% de los sufragios totales.

Interesante es que un 20% completo (más de 30 mil) de este núcleo de tories decidió no sufragar. En total, sólo 82.136 se inclinaron por Truss.

Sin embargo, ha de tenerse presente que, a julio de 2020, existen 46.8 millones de votantes registrados en el Reino Unido. A través de una matemática sencilla, emerge como resultado que solamente el 0.17% de los votantes del Reino Unido puso a Truss en el poder.

Y, hablando de monocracia -y elecciones fraudulentas-, informó el Sunday Times que Truss pretende aprobar otro referendo de independencia para Escocia, cuando las encuestas certifiquen que al menos un 60% de escoceses respaldará un novedoso plebiscito. Lo cual se asemeja bastante al método Zelensky.

Los ciudadanos británicos con algo de memoria recordarán que el Partido Conservador no ganó la última elección nacional en las urnas. Tras recibir el 43.9% de los sufragios en 2019, los conservadores se vieron impedidos de obtener una mayoría en la Cámara. Tras necesitar diez bancas, los tories hicieron un excelente negocio con el Partido Democrático del Ulster (DUP), y se compró diez bancas parlamentarias a cambio de mil millones de libras en subsidios públicos. Esta maniobra puso, una vez más, a los tories en las bancas del poder.

Acechada por la necesidad económica, como sus predecesores, lo único que Truss puede ofrecer como panacea para la creciente lista de problemas del Reino, es más gasto y déficit. Cualquiera podría, calculadora en mano, tomar nota de por qué el acumular deuda durante cuarenta años es una receta fallida. Y lo peor aún está por venir.

Rápidamente, Truss anunció su intención de inyectar cientos de miles de millones en subsidios para servicios -gas y electricidad-, con el fin de impedir que los empobrecidos británicos pasen de la conmoción a una revuelta abierta. Pero la mayor zanahoria cobró forma en la predecible oleada de rescates -en dinero impreso sin respaldo- para firmas eléctricas y energéticas, en un nuevo intento por manipular la economía. Ante la periodista Laura Kuenssberg, señaló Truss que era 'justo' que los ciudadanos más ricos se beneficiaran de sus recortes de impuestos.

Tras más de un año de negar que la recesión estaba en camino y ocultar la realidad inflacionaria, ni bien fue elegida, Trus prometió más fracasos al estilo americano y una 'agenda de derecha en pos de recortes impositivos -mayormente financiados con préstamos'. Luego de lo cual cabe preguntarse cómo es posible que semejante oxímoron económico equilibrará el presupuesto nacional y pagará la deuda, que hoy se sitúa en más de un 100% del PBI. 

Sin embargo, con la Gran Bretaña acelerando hacia la hiperinflación, la vaporosa PM se aferró a su noción desesperada, que reza que 'los desafíos extraordinarios exigen medidas extraordinarias, garantizando esto que el Reino Unido jamás vuelva a tener que lidiar con esta situación'.

Buena suerte, con eso.

Su plan comienza con obsequios de largo plazo para corporaciones petroleras, factor que nada logrará en el corto plazo para solucionar el déficit energético del país. Truss aliviará sigilosamente la prohibición nacional contra el fracking a título de regalo para las firmas gasíferas, e incrementará los permisos para exploración de crudo en el Mar del Norte, como obsequio para las petroleras, en tanto renovará las granjas de energía eólica offshore -a modo de obsequio para las firmas 'verdes'.

Nada de esto sumará un kilowatt al pueblo británico, durante los años por venir.

En cualquier caso, habrá financiamiento de sobra, próximamente, para cuentas bancarias corporativas, mientras el parlamento se suma a la excusa de la emergencia nacional. Habrá topes para las facturas de energía, pero esto se pagará con más endeudamiento, para mantener calmas a las masas.

La nueva PM dijo que la 'garantía de precios de la energía' de dos años significa que las facturas de electricidad y calefacción no superarán las £2.500 libras esterlinas (US$2.899) al año, quedando el promedio de un domicilio corriente en £1.971. Previo a este anuncio, el tope a las tarifas domiciliarias había sido definido para que aumentara a £3,500 (US$4.059) por año, para comienzos de octubre. Esto hubiese representado un incremento del 80% frente a la boleta promedio actual, de £1.971 (US$2.286).

Pero, a fin de cuentas, serán los ciudadanos británicos los que pagarán por su propio soborno. Estimaciones conservadoras sobre cuánto costará el tope hablan de un aproximado de £100 mil millones (esto es, US$115.97 billion). Otros guarismos cifran el costo total para los británicos en torno de los £200 mil millones (US$231.66 mil millones), un incremento equivalente al 10% del PBI vigente.

Irónicamente, la libra esterlina se desmoronó, alcanzando su punto más bajo en 37 años, en pleno aniversario del 'Miércoles Negro' del 16 de septiembre 1992, cuando la moneda nacional se precipitó, y tras abandonar el mecanismo de tipo de cambio del Sistema Monetario Europeo. En ese momento, el Banco de Inglaterra no pudo impedir la caída de la libra, ni siquiera aumentando las tasas de interés, ni girando miles de millones para apuntalar los mercados. En esta oportunidad, esos miles de millones no estarán disponibles -a no ser que se los imprima.

Y la libra sigue cayendo en su cotización (N. del T.: el presente artículo fue escrito el pasado jueves, y este 26 de septiembre se acentuaba la tendencia bajista).

Se espera que el Banco de Inglaterra otorgue un rescate a las firmas energéticas británicas que hagan frente a dificultades financieras debido al incremento de los precios de la energía, informó el matutino The Guardian. El fondo para rescates ofrecerá otros £40 mil millones (US$46 mil millones) en créditos para firmas energéticas 'en dificultades'. El tope a las boletas mencionado por Truss implicará que los proveedores de energía 'recibirán financiamiento del Gobierno de Su Majestad' para cubrir la discrepancia entre lo que legalmente tienen permitido cobrar a los consumidores, y lo que los índices del mercado consignan para los precios de la energía. Esto garantizaría que las ganancias netas se mantengan.

Se epsera también que el gobierno financie este monumental pasivo, fundamentalmente pidiendo prestadas miles de millones de libras solo para los primeros pocos meses del programa de topes. Hasta el momento, el costo del paquete involucraría £130 mil millones (US$150.83 mil millones) de gasto en boletas domiciliarias, hasta abril de 2024, y un programa de descuentos de £67 mil millones (US$77.73 mil millones) para las facturas de energía de comercios y negocios, durante doce meses.

Este gasto agregado incrementará dramáticamente la deuda nacional del Reino Unido, que hoy asciende a £2.3 billones (US$2.67 billones).

Peores noticias para la Gran Bretaña y la libra llegarán, si los precios mayoristas del gas sobrepasan al programa de subsidios y se supera la franja de los £200 mil millones hasta múltiples desconocidos -esto es, si siguen aumentando los precios y si la cotización de la libra continúa su derrape. En tal escenario, el masivo paquete de déficit y gasto de Truss se volverá insostenible desde el punto de vista financiero, y políticamente imposible de eliminar. 
 

¿Crisis? ¿Cuál crisis?

¿Por qué los precios de la energía a domicilio aumentan tan rápidamente en el Reino Unido y en Europa, cuando el Reino obtiene casi el 50% de su petróleo y de su gas natural de los impresionantes sitios de extracción en el Mar del Norte -controlados por Escocia-, y cuando el 30% remanente proviene de Noruega?

Asimismo, hoy, Europa sigue importando más de un millón de barriles de crudo ruso con rigor diario, y lo ha estado haciendo durante el último mes. Las sanciones contra Moscú aún no han sido implementadas. La UE está almacenando todo lo que pueda, previo a que todo sea sequía. A pesar de las referidas sanciones, Rusia sigue exportando un aproximado de 3.32 millones de barriles por día por rutas marítimas -así lo ha calculado Bloomberg. Esto significa que Europa continúa comprando un tercio de esa cantidad, mientras pueda. Ubicándose hoy el rublo en sus máximos históricos, este panorama certifica que nada ha cambiado desde junio pasado, momento en que se aprobó el embargo -Europa habrá de, en efecto, hallar nuevos proveedores de crudo, en una instancia en la que el rublo es más caro.

Se ha responsabilizado a Rusia por la clausura del ducto Nord Stream 1. Sin embargo, los medios de comunicación prefirieron ignorar el detalle crucial de que primero fue Canada el país que se rehusó -deliberadamente- a devolver la turbina reparada a la firma rusa Gazprom -dueña del insumo- y que, en lugar de ello, se la despachó a Siemens en Alemania, donde la turbina se encuentra hoy. Siemens Alemania está, básicamente, bajo control de los Estados Unidos. Tanto el gobierno alemán como el canadiense se rehúsan a garantizar una exención antisanciones para devolver la turbina a Rusia. ¿No hay turbina? Pues, entonces, no habrá gas.


Silenciosa desesperación. 

Acaso como señal definitiva de que la flamante gestión de Truss está condenada, la Reina -progenitora del robo perpetrado contra el Reino Unido a manos de la Casa de los Windsor- murió, apenas 36 horas después de que la PM besó su anillo. Si bien la presencia de Truss no mató a la Reina, ciertamente la nueva primer ministro pondrá fin a la vida de la Gran Bretaña.

Acto seguido, el país celebrará y aplaudirá la coronación de un nuevo Rey; alguien que, al igual que Truss, jamás tuvo interés en el interés público británico, y quien solo se enfocó en obtener beneficios personales.

Mientras el Reino Unido se congele en este próximo invierno, el público hará bien en renovar su interés en la lectura. Sobran libros que se refieren a la figura del nuevo Rey, Carlos III, un hombre que ha conjurado el reinado de Carlos I -alguien que, como él, construyó y erigió una fortuna a través del saqueo y el pillaje, en nombre de la corona.

La información dada a conocer por los Panama Papers en 2017 mostró al detalle el desprecio que este nuevo monarca exhibe frente a su país. Al igual que otros multimillonarios que aún acechan en la Cámara de los Lores, Carlos III también ha sabido amasar sus ganancias ilícitas en la banca offshore, de tal suerte que el Reino Unido jamás obtuvo un centavo de él vía impuestos. En rigor, el flamante Rey -que es mitad británico de nacimiento- ha ocultado miles de millones, lejos del escrutinio nacional.

Hoy, a Carlos III le será obsequiado un paraíso en forma de exenciones fiscales.

¿Pudiera ser que al Rey se le exigiera pagar impuestos retroactivamente, previo a su coronación? Sin dudas, esa suma alcanaría para pagar su acto de coronación, y también uno o dos hospitales nacionales. Muy improbable.

No obstante, durante el acto de coronación del Rey Carlos III, una Gran Bretaña desesperada, cuando no los otrora poderosos galeses y escoceses, podría recordar a Liz Truss y a su verdadera impopularidad previo a ser elegida.

Sólo entonces, el país hará bien en considerar -con esperanza y optimismo- lo que puede hacerse, con la debida presión. Alguna vez, hace mucho tiempo, los británicos rescataron a la Gran Bretaña.

De un sólo golpe, se forjó un nuevo comienzo, mediando la muy diferente 'coronación' del Rey Carlos I, en las sangrientas escalinatas que conducían al White Hall -el 30 de enero de 1649.

Metafóricamente hablando, claro está…


* El autor, Brett Redmayne-Titley (en Twitter, @WatchRomeBurn) es periodista independiente y fotógrafo. Colaborador, entre otros, en The Unz ReviewZeroHedgeAsia TimesGlobal Research -todos ellos, de Estados Unidos. Su sitio web personal, WatchingRomeBurn.uk. Su correo de contacto: live-on-scene (@) gmx.com.