POLITICA ARGENTINA: ANTONIO CAMOU

Máximas para Cristina

Inspirado por el más profundo y sincero espíritu sanmartiniano, me permito hacerle llegar a nuestra...

28 de Agosto de 2022

 

Inspirado por el más profundo y sincero espíritu sanmartiniano, me permito hacerle llegar a nuestra Señora Vicepresidenta –con el debido respeto- estas máximas. Lo hago en el entendido de que ya hace largo tiempo la señora se exhibe algo desorientada, en tanto se la percibe huérfana de una cierta guía cognitiva, moral, política, económica, jurídica y espiritual. Por una cuestión de espacio, en vez de las doce que el Padre de la Patria escribió en 1825 para su querida hija, las he reducido a las siguientes: 

Cristina Kirchner y Alberto Fernández
-Humanizar el carácter, y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican. Te va a resultar difícil Cristina, pero tenés que tenerle paciencia a Alberto. Parece que él te quiso ayudar con todo ese lío judicial que arrastrás desde hace un buen rato por la plata que se robaron: me refiero al 'plan sistemático' que pergeñaron vos, tu finado esposo, tus hijos, y en el que participaron una parte nada desdeñable de tus más altos y cercanos funcionarios, además de otros cómplices pseudo-empresariales. Pero el profesor de derecho se embarró solo, y le salió a borbotones esa amenaza mafiosa de la peor calaña, al comparar la dudosa muerte de Alberto Nisman con el destino del joven, valiente y estudioso fiscal Diego Luciani. Hay que irse muy lejos en la historia argentina ('¿Cinco por uno?') para empardar tamaña barbarie presidencial. Pero, como bien dijo Stern: 'Anda, pobre Alberto, el peronismo es demasiado grande para nosotros dos' (¿o les queda demasiado grande a los dos y, en tal virtud, lo siguen hundiendo y empujándolo a defender lo indefendible?). 

-Inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira. En esto, andamos flojos de papeles, mi querida Cris. Es más, a veces pienso que lo tuyo es un problema severo de odio a la verdad y de amor a la mentira, pero no te quiero psicoanalizar -pues no estudié para eso. Aunque a esta altura de los acontecimientos a veces mantengo dudas respecto de tu capacidad efectiva para distinguir la mentira de la verdad, el relato de la realidad, la campaña proselitista permanente de la necesidad de resolver los problemas que aquejan a nuestra sociedad.   

-Respeto sobre la propiedad ajena. Evidentemente, siempre has tenido dificultades para distinguir tus bienes, los del Estado, los de Lázaro Báez, Rudy Ulloa, Cristóbal López, Francisco Larcher, Juan Carlos Relats, Aerolíneas Argentinas, los hoteles de la familia, etcétera. Por ejemplo: ¿te acordás las tierras fiscales que compraron a precio vil en la Patagonia para venderlas a cifras fabulosas? En cambio siempre fuiste rápida para confiscar con impuestos el esfuerzo de los otros y apropiarte del patrimonio ajeno. No quiero hacer muy larga la lista de esas confusiones, pero es un tema que tenés que trabajar. Sobre todo con tus abogados.  

-Dulzura con los Criados, Pobres y Viejos. Tampoco quiero ser injusto con vos y reducir el kirchnerismo a la semántica jurídica de la asociación ilícita y la administración fraudulenta. Escribí un libro entero sobre la gobernabilidad populista donde traté con más detalle –con sus grises y sus sombras- las múltiples facetas de ese proyecto político. Pero tampoco quiero pasar por alto un punto clave: a pesar del mentiroso relato con el que quisieron justificarlas, las ruinosas políticas económicas que llevaron adelante tienen -y tendrán por mucho tiempo- un efecto especialmente devastador para la calidad de vida de los criados, los pobres y los viejos.  

-Hablar poco, y sólo lo necesario. Aquí no hay caso: hablás mucho, demasiado, de lo que entendés muy bien (los casos de corrupción que te involucran), y también de lo que olímpicamente ignorás (macroeconomía básica y hasta por ahí nomás de derecho…). Pero en este asunto quiero hacerte una honesta confesión: durante un buen tiempo pensé que el gran arquitecto de la 'matriz corrupta' que armó el kirchnerismo había sido Néstor, y que vos más o menos habías acompañado desde lejos. Por supuesto, eras plenamente consciente de las maniobras dolosas y gozabas de esa riqueza mal habida y del poder que se entrelazaban recíprocamente, pero sin meterte en los siempre desagradables y ramplones detalles del afano. Hasta que un día me puse a escuchar algunos intercambios (que están a disposición del público) que tuviste con el impresentable Oscar Parrilli, y que figuran en una de tus causas. Además de tratarlo como un felpudo –fiel a tu estilo-, aprovechabas para corregir con exactitud una cifra de tus cuentas que en su denuncia la entonces Diputada Nacional Margarita Stolbizer había confundido. Ese detalle fue, para mí, revelador: vos estabas al tanto de cada uno de los retornos, de cada uno de los vueltos, de cada uno de los fajos de dinero que circulaban en bolsos y en aviones, de cada una de las coimas. Podés confundir la oferta con la demanda monetaria en las estadísticas del Banco Central; pero, con tu guita, no se jode: eso sí que lo conocés con precisión.     

-Amor al Aseo y desprecio al Lujo. Con el aseo, todo bien; pero ya sabemos que el lujo te pierde: que la cartera, que el reloj, que las joyas, que la ropa de marcas europeas de alta gama, que los teléfonos de última generación, en fin, con algunos de tus lujos podríamos bancar una buena tanda de AUH. Además de la vulgaridad intrínseca del lujo, en un país con tantas carencias: ¿no te parece mal andar haciendo ostentación de la turbia fortuna de la que disfrutás? 

-Inspirar amor por la Patria, y por la Libertad. ¡Ay Cristina: la libertad! ¡Qué miedo o que desprecio que le tenés cuando la quieren ejercer los otros, las otras y les otres!  Lo tuyo es: control, control, control; y entonces más trabas, cepos, restricciones, burocracia, papeleo y tráfico de influencias. ¿Lo habrás conversado alguna vez con algún profesional especializado? 

Y con la Patria, qué te puedo decir: ¿te acordás lo que tantas veces juraste y tantas otras incumpliste? Eso de 'desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo' y de 'observar y hacer observar fielmente la Constitución'. Tal vez vos no te acuerdes bien, pero después de esa fórmula de juramento, el Escribano General de Gobierno, en nombre de la República, te advirtió en distintas oportunidades: 'Si así no lo hiciéreis, que Dios y la Patria os lo demanden'. Pues, bien; Cristina: el problema que vos tenés ahora es que te está llegando la larga y lenta mano de la justicia, justo en el peor momento económico y político de tu carrera.

Y la Patria -que, como bien decía Jorge Luis Borges, no es ninguno de nosotros pero somos todos nosotros- por fin te lo está demandando. Te lo estamos demandando. 


* El autor, Antonio Camou, es profesor-investigador del Departamento de Sociología (Universidad Nacional de La Plata) y docente de postgrado de la Universidad de San Andrés. Las opiniones son a título personal. Sus artículos en El Ojo Digital pueden leerse en el siguiente link.