INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Estados Unidos: inventando nuevos enemigos, sin razón alguna

¿Para qué viajó Nancy Pelosi a Taiwan?

11 de Agosto de 2022


Un buen amigo de quien esto escribe, al enterarse sobre la por entonces planificada visita de la Vocero de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwan, recordó la descripción planteada por Homero sobre Helena de Troya: 'El rostro que desplegó mil buques e incendió las torres de Ilium'. Pues, bien; Nancy no será Helena de Troya pero, sin embargo, ella sí está involucrada en el negocio de desplegar navíos de guerra y de incendiar ciudades, fundada en su bizarra interpretación de lo que sería su prerrogativa de política exterior como Vocero.

Nancy Pelosi, TaiwanEs como asistir en cámara lenta al espectáculo de una formación ferroviaria a punto de estrellarse. Al asistir como testigos al peligroso comportamiento de la Administración Biden y de sus acólitos en el poder -como es el caso de Pelosi-, uno siente la obligación de preguntarse si acaso la Casa Blanca y el Congreso están allanando el camino hacia el encumbramiento de China como enemigo exterior número uno. En efecto, si uno ha estado dando vueltas por Washington durante los últimos veinticinco años aproximadamente, sería difícil no atender a la configuración bipartidista que plantea que China es el adversario principal que hoy se posa sobre el horizonte -o bien, enemigo-, a partir de su creciente economía, su exitosa geopolítica, y su remarcable población industrial. Aún puedo recordar mi sensación de shock al oír las palabras del Senador Demócrata Jim Webb, honorable y notoriamente inteligencia crítico de la Guerra de Irak, tras comentar en un cónclave conservador desarrollado en 2015, que la principal amenaza contra los Estados Unidos de América en el futuro provendría de China.

El temor a China, con frecuencia catalogado en cierta fraseología racista como 'Peligro Amarillo', cuenta con una notable tradición, tanto en los Estados Unidos como en Europa. En el presente contexto, el gobierno estadounidense se muestra ostensiblemente aprensivo a la hora de considerar la dirección del acercamiento entre China y Rusia, conforme lo sintetizado por el Secretario de Estado Tony Blinken: 'La profundización de la asociación estratégica entre la República Popular China y la Federación Rusa, con sus intentos recíprocamente optimizados en la meta de comprometer al orden internacional basado en reglas; esfuerzo que se contrapone a nuestros valores e intereses'. Por si ello no fuera lo suficientemente irónico, ese desarrollo proviene de la inepta diplomacia estadounidense, ejemplificada en la visión estrecha de Blinken; la misma dio lugar a que un crisis negociable mutara en una guerra a gran escala por Ucrania.

Sin embargo, un desarrollo bastante más significativo proviene del éxito chino, al momento de ejecutar Pekín su juego geoestratégico global. El proyecto Nueva Ruta de la Seda amenaza hoy con consolidar una novedosa realidad económica para Asia, expulsando de la ecuación a los Estados Unidos y creando redes únicas para comercialización, transporte y explotación contractual de recursos naturales en el Tercer Mundo. Nuevamente, resulta irónico que los Estados Unidos, otrora maestros en el diseño de redes que beneficiaron a la economía y a los trabajadores estadounidenses, hoy hayan caído presa de un combo a base de deuda inmanejable y rampante inflación -a lo que se agrega la exageración del outsourcing y una carencia absoluta de políticas industrialistas. Esto consigna que la antigua ventaja americana se ha desvanecido ya. Para decirlo en términos cruentos, China ha terminado por sobreponerse a los EE.UU., compitiendo mejor que Washington y, si acaso esta realidad consigna una amenaza, pues esto depende de la perspectiva que Usted decida tomar para el análisis.

Jens Stoltenberg, Secretario General de la OTAN, también es parte del juego; hace poco, ha observado el modo en que, 'sustancialmente, China ha estado optimizando sus fuerzas militares, incluyendo su armamento nuclear, acosando a sus vecinos, amenazando a Taiwan ... monitoreando y controlando a sus propios ciudadanos a través de tecnología avanzada, y diseminando mentiras y desinformación rusa'. La acusación de Blinken y Stoltenberg contra China fue seguida del documento OTAN intitulado 'concepto estratégico', que declaró -por primera vez- que China representa un 'desafío sistémico' para la alianza atlántica. A ello se han acoplado las declaraciones de las cúpulas de la CIA y del MI6, afirmando éstas que China consigna 'la mayor amenaza de largo plazo contra nuestra seguridad nacional y económica'.

Uno no debería esperar que los chinos se mantengan en silencio, al ser confrontados con las amenazas que se originan en Occidente y, en efecto, Pekín ha dejado en claro que Washington está 'jugando con fuego', tras lo que anticipó que habría 'consecuencias'. Zhao Lijian, vocero de la cancillería china, observó que 'el orden internacional basado en reglas es, en realidad, un mandato familiar compartido por un puñado de países que sirven al interés egoísta de los Estados Unidos', agregando luego que 'Washington sólo ve un orden internacional basado en reglas cuando sirve a sus intereses'.

Sería correcto afirmar que la relación entre China y los Estados Unidos hoy se encuentra en su punto más bajo. El resultado ha sido la creación de una crisis internacional en donde había ninguna, y todo sigue su curso. Se han conocido dos novedosos e interesantes desarrollos en la saga Washington versus Pekín, durante las últimas dos semanas. En primer lugar, se dio a conocer un clip de dos horas y diecisiete minutos, ilustrando una 'cumbre' entre Joe Biden y Xi Jinping. La misión declarada inicialmente por Biden consistió en dirimir asuntos que impedían la concurrencia de un vínculo diplomático más aceitado entre ambas naciones, o al menos eso fue lo que se dijo.

Las temáticas tratadas por Biden y Xi incluyeron la decisión de no tomar medidas adicionales que comprometan el status quo re Taiwan, así como también lidiar con la cuestión de los reclamos territoriales chinos en el Mar del Sur de China, sobre la cual Washington alienta la 'libertad de navegación' para buques que transiten por ese cuadrante. China ha replicado que sencillamente estaba ejerciendo soberanía, argumentando que su presencia internacional se deriva, mayormente, de su actividad comercial y de negocios -que es perfectamente legal. Otros asuntos en discusión involucraron las medidas a tomar relativas al cambio climático, y a la evolución del concierto ucraniano. La posibilidad de retroceder en las penalidades comerciales impuestas por Donald Trump, en apariencia, no fueron eje del encuentro.

Más provocativa que el llamado telefónico de Biden fue la decisión de Nancy Pelosi de llevar a cabo un periplo a Taiwan, el cual se ha completado. Se trató de la primer visita de un funcionario estadounidense desde 1997, y tuvo la meta de subrayar el firme compromiso estadounidense en pos de la defensa de ese territorio, si acaso China se proponía consolidar un control absoluto sobre el mismo. La visita ha sido vinculada a maniobras diseñadas por Lloyd Austin, Secretario de Defensa, quien supo movilizar recursos militares de los EE.UU. hacia Lejano Oriente, a efectos de proporcionar una eventual protección para Pelosi, quien se trasladaba en un avión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, si acaso los chinos decretaban una zona de exclusión aérea sobre la isla. Austin ordenó al Comandante de las Fuerzas Estadounidenses en el Cuadrante Indo-Pacífico (acrónimo: INDOPACCOM) el despliegue del Grupo de Ataque móvil que opera desde el portaviones Ronald Reagan, hacia el Mar del Sur de China como 'demostración de fuerza'. Este episodio fue pensado como una demostración deliberada a Pekín, al respecto de que China no ejercita soberanía concreta sobre Taiwan.


En el desarrollo, China replicó a la visita de Pelosi con un ejercicio militar con munición real, en el espacio aéreo y en las aguas circundantes a Taiwan -lo que suceda allí a continuación, será un problema con el que los taiwaneses deberán lidiar. Segun se ha informado, el Pentágono prepara 'opciones' para el caso en que China efectivamente defina invadir. No obstante y, en cualquier caso, la visita, que le ha costado US$ 90 millones a los contribuyentes en los Estados Unidos, claramente tuvo la intención de enviar determinadas señales a Pekín, y las mismas no tuvieron nada de amistosas; fueron amenazantes. Aseguró Pelosi a la presidente de Taiwan, Tsai Ing-wen, que habría respaldo estadounidense, con independencia de las amenazas chinas, declarando la funcionaria: 'Hoy, el mundo debe lidiar con una elección, entre democracia y autocracia. La firmeza de los Estados Unidos a la hora de preservar la democracia aquí, en Taiwan, y alrededor del mundo, se mantiene'. ¿Le suena a Usted familiar este discurso? Es el mismo lenguaje utilizado para apelar a la audiencia doméstica en los Estados Unidos, dado que se aproximan las elecciones de medio término, en noviembre. Siempre resulta popular disparar unos cuántos dardos contra Rusia, Irán, o China.

Lo que resulta interesante es que el presidente Joe Biden, en apariencia -y respaldado en privado por Austin-, se opuso al viaje de Pelosi, en razón de que el mismo comprometería su intención de reunirse en persona con Xi, en algún momento del futuro. Pelosi, quien carece del mandato de tomar decisiones constitucionales en materia de política exterior -salvo tal vez el de aprobar presupuestos-, le ha obsequiado argumentos de peso a aquellos que, en el seno del liderato político chino, entienden que no se puede confiar en que los Estados Unidos honrarán jamás acuerdo alguno con un gobierno extranjero. Claramente, la Vocero jamás oyó hablar -mucho menos, la comprende- sobre la política de 'Una Sóla China', como tampoco conoce mucho sobre la 'ambigüedad estratégica' que gobierna la relación entre Washington y Pekín en torno a Taiwan, con el objeto de impedir cualquier escalada militar sobre el particular. Joe Biden, con ya es claro, también ha embarrado el trreno, luego de declarar en tres oportunidades que los Estados Unidos se verían obligados a recurrir a la fuerza para defender a Taiwan, de ser atacada como lo fue Ucrania -aún cuando, poco después, tanto el presidente como sus funcionarios declararon que no modificarían la política exterior vigente. Los EE.UU., por su parte, en realidad reconocen que la isla es parte de China, aún cuando la terminología 'ambigüedad estratégica' ha consignado que Pekín no ha intentado aún afirmar un control total sobre el territorio. Dado ese status y la amenazante maniobra de Austin a la hora de resguardar el vuelo de Pelosi con recursos militares, uno podría imaginar cuál sería la reacción estadounidense si China planeara, abiertamente, desplegar aviones de combate en el espacio aéreo americano para, por la fuerza, proteger el aterrizaje de un funcionario chino sin contar con la invitación del Departamento de Estado.

Como es costumbre, se han conocido otros desarrollos, incluyendo un compendio de informes que refieren que el think tank conocido como National Endowment for Democracy (NED) -financiado por el gobierno estadounidense- se muestra hoy muy activo en la inestable Myanmar (Burma), fomentando una serie de problemas, con la finalidad de distraer a China en su propio patio trasero. NED es muy conocida en su tradicional rol de operaciones de cambio de régimen, que alguna vez fueron responsabilidad de la CIA, incluyendo la archiconocida revuelta de 2014 en Ucrania. Naturalmente que China tiene muy claro el involucramiento estadounidense en su esfera de influencia regional. Presionando desde otro flanco, Corea del Norte amenaza hoy con utilizar su armamento nuclear, si debiera hacer frente a un ataque americano-surcoreano, proscenio que inevitablemente involucrará a Pekín. Pyongyang, en rigor, estaba respondiendo a informes que cifraban que Seúl y Washington planeaban ejercicios militares que involucrarían un 'simulacro de decapitación', escenificando el asesinato de Kim Jong-Un, líder politico de Corea del Norte.

En el quebranto, los Estados Unidos tienen poco para ganar y mucho que perder, si escalasen la presión contra China y contra su liderazgo, en un intento por recrear un 'Momento Pearl Harbor' -tan ambicionado por el espectro neoconservador americano y por los halcones del gobierno. En contrapartida, Nancy Pelosi debió quedarse en casa, y la Casa Blanca debió trabajar con mayor esmero con el fin de identificar y concretar oportunidades en pos de la cooperación entre Washington y Pekín. El presente esfuerzo bipartidista para fraguar una trampa a los chinos y presentarlos como enemigos -diseñado por los EE.UU. y la OTAN- no es el camino ideal, en razón de que llevará a los chinos a responder con iguales instrumentos. Si uno considera que lo que hoy sucede con Rusia en términos de intercambio comercial y su disrupción, imagínese lo que sucedería si la mayor economía del mundo (la de China) comenzara de súbito a implementar su propio ecosistema de sanciones, reteniendo selectivamente sus productos manufacturados. Y, finalmente, está el riesgo de propiciar el inicio de otra guerra innecesaria, una que sobrevendría con el empleo de armamento nuclear como último recurso, de percibir alguna de las partes que está 'perdiendo'.

No vale la pena, ¿no es cierto? Pero -habría que decirlo-: jamás termina valiendo la pena.



Artículo original, en inglés


 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.