POLITICA ARGENTINA: ANTONIO CAMOU

Argentina: ¿Súper Cristina?

Cristina Fernández de Kirchner está convirtiéndose en una extraña criatura política.

28 de Julio de 2022

 

Cristina Fernández de Kirchner está convirtiéndose en una extraña criatura política. Nadie duda de que domina recursos poderosos: una palabra suya da vuelta en el aire una decisión presidencial, su mirada mortal -como la mitológica cabeza de Medusa- petrifica a quien la mira fijo, y la inclinación de su fulminante pulgar redime o hace rodar la cabeza de un ministro.

Cristina Kirchner, Muñeca, Cristina FernándezSin embargo, muestra también -y cada vez con mayor frecuencia- inocultables signos de impotencia. Sin lugar a dudas, dentro del convulsionado escenario oficialista, Ella ejerce un gran poder político aunque, a diferencia de los valerosos personajes que han hecho las delicias de grandes y chicos durante muchas décadas, exhibe tres rasgos atípicos.

En primer lugar, los incandescentes rayos que dispara poseída por la ira son cada vez más inocuos contra sus adversarios, y le provocan serios daños a su propia agrupación. Al igual que el Increíble Hulk, su fuerza parece potenciarse con el enojo pero, a la inversa de Batichica, cuando la vicepresidenta lanza sus golpes, en lugar de castigar al Pingüino o al Guasón, termina azotando al buenudo de Robin, al insulso Comisionado Fierro, o al papanatas del Jefe O’Hara.

Así las cosas, Cristina la emprende contra la Corte Suprema de Justicia (y contra el Poder Judicial en general) con argumentos capciosos e insostenibles, embiste contra los supuestos 'especuladores' del campo, o critica –acaso con mayor razón- a las organizaciones piqueteras que el kirchnerismo hasta ayer potenció. Finalmente, sus flamígeras diatribas, lejos de hacer mella en sus destinatarios, sirven para envalentonarlos.

Mientras tanto, el gobierno se desgasta en esta colección de refriegas, sin obtener un rédito claro ni positivo. Valga como ilustración el hecho de que los movimientos sociales continúan tutelando a discreción los planes y percibiendo los respectivos 'peajes' en desmedro de los pobres, que el ataque a los sectores agroexportadores se convirtió en el galimatías financiero del 'Dólar Soja', y que no son pocos los magistrados -nombrados por CFK en una vida política anterior- que hoy terminarán ganando, a pulso, el título de 'independientes', probablemente a costa del destino judicial de la otrora 'exitosa abogada', devenida ahora en célebre acusada.

En segundo término, la energía de la viuda de Kirchner es cada vez más autodestructiva para sí misma, y de rebote, termina acrecentando las chances de la oposición de cara a las elecciones del 2023. Como ciertas técnicas de las artes marciales, o como los collares de ahorque que le ponen a los perros bravos, cuando Ella más se encrespa para evadirse de su encierro, más se estrangula. Entiendo que el mejor ejemplo de la contradicción que la tiene aprisionada puede observarse al considerar sus actuales opciones judiciales y su destino político-electoral.

Por de pronto, CFK necesita que al gobierno 'le vaya bien' para disponer de mayores resortes políticos que le permitan incidir favorablemente en su derrotero judicial: a un gobierno en descomposición, incluso el juez más enclenque se le anima. Pero, a criterio de enderezar el barco de la economía, el oficialismo habrá. necesariamente, de desandar buena parte del desquiciado rumbo que tomó el kirchnerismo hace una década y tanto más. Por supuesto que, de orientar la proa hacia ese puerto -travesía que ineludiblemente deberá surcar aguas turbulentas-, se expondrá a perder parte del capital político de sus bases electorales. En otros términos, para ganar gobernabilidad en medio de la corrida cambiaria, habrá de hacerlo a costa de resignar porciones de su identidad política; y, si mantiene identidad política frente a la decisiva carrera electoral del 2023, lo hará a riesgo de seguir agudizando día a día la actual crisis socioeconómica. En apariencia, la vicepresidenta ha llegado a un punto en que ya no puede pretender que los dos objetivos se alcancen a la vez: lo que gana en una dirección, lo pierde inexorablemente en la otra.

En tercer lugar, CFK comete el peor de los pecados que un superhéroe puede cometer: a su gran poder, no lo acompaña de una gran responsabilidad. En lugar de hacerse cargo plenamente del engendro político-institucional que pergeñó en 2019 para retornar a la Casa Rosada, Cristina ha venido jugando durante mucho tiempo el juego imposible de estar y no estar, al mismo tiempo: está 'adentro' del gobierno cuando pone a sus alfiles a manejar las cuantiosas cajas del Estado; pero pretende estar 'afuera' a la hora de hacerse cargo de los errores y los costos de las decisiones tomadas. De ahí sus erráticas estrategias ensayadas en los últimos tiempos: quejas por los 'funcionarios que no funcionan', reiterados intentos de despegue, hostigamiento a figuras clave del gabinete, hasta llegar al estrafalario silencio de la actualidad, tras la desangelada designación de Silvina Batakis, que ni siquiera mereció de la vicepresidenta un miserable tweet

Mientras estas líneas se escriben, los trascendidos periodísticos adelantan (una vez más…) nuevos cambios en el gobierno. Si lo dicho hasta aquí no está del todo descaminado, el oficialismo debe comprender que una amplia mayoría de la sociedad no demanda una mera permuta de nombres, sino un auténtico cambio de rumbo, acompañado de un efectivo reordenamiento del sistema de poder.

En tal sentido, el reclamo apunta a utilizar los resortes del Estado para resolver los problemas, y no para perseguir adversarios o buscar supuestos culpables; abandonar el 'terraplanismo' económico del populismo kirchnerista, para recorrer un sendero de políticas análogo al que han seguido en los últimos años nuestros vecinos del Cono Sur; y asumir plenamente la responsabilidad gubernamental por parte de todos los socios y las socias de la coalición gobernante.

Nadie dice que es una fórmula infalible pero, al menos, es empezar a poner el caballo delante del carro. 


* El autor, Antonio Camou, es profesor-investigador del Departamento de Sociología (Universidad Nacional de La Plata) y docente de postgrado de la Universidad de San Andrés. Las opiniones son a título personal. Sus artículos en El Ojo Digital pueden leerse en el siguiente link.