ECONOMIA INTERNACIONAL: CLARK PACKARD

Mientras la economía china tambalea, es aconsejable ser cauteloso con lo que se desea

Cada vez es más claro que la economía de la República Popular China hace frente a un importante viento en contra.

16 de Junio de 2022

 

Cada vez es más claro que la economía de la República Popular China hace frente a un importante viento en contra.

Crisis económica chinaLa mayor parte de esto es obra de Pekín. Una política draconiana de cero COVID-19 ha bloqueado numerosas franjas de la economía, ha afectado gravemente el gasto de los consumidores, y ha reducido la producción originada en el sector industrial. La agresiva regulación implementada contra el sector tecnológico, impulsada por la retirada del presidente chino Xi Jinping de la empresa privada y la adopción del socialismo maoísta, ha paralizado a una industria que, alguna vez, fue dinámica. Una burbuja de deuda en el notoriamente inflado sector inmobiliario del país ha llevado a desplomes espectaculares, incluído el incumplimiento de Evergrande, un gigantesco promotor inmobiliario. Mientras tanto, la invasión de Rusia a Ucrania está elevando los precios mundiales de los alimentos, la energía y otros productos básicos importados por China. En virtu de este conjunto de razones, el Fondo Monetario Internacional redujo recientemente su pronóstico de crecimiento económico de China a un 4,4% para el año en curso, cifra anémica para los estándares chinos previos. Bloomberg Economics predice tan sólo un 2%, y aguarda que los Estados Unidos -por primera vez desde 1976- crezcan a mayor velocidad que China.

Combine el lector estas recientes tendencias con vientos en contra de mayor largo plazo, como la desaceleración del crecimiento de la productividad, el declive demográfico y una recurrente fuga de cerebros entre los trabajadores y empresarios de la tecnología, y quedará aún más expuesto que China no es el gigante económico que muchos en Occidente creían que era. En el contexto de una mayor competencia geopolítica, eso ha llevado a mucha celebración por el mal ajeno, a alegría y a un triunfalismo explícito en Occidente. Ahora, los 'EE.UU. pueden dar forma al colapso de China, tal como lo hizo con la Unión Soviética', argumentó Robert Wilkie, secretario de asuntos de veteranos durante la Administración Trump, hacia fines del año pasado.

No obstante, esperar un colapso económico en China sería marcadamente imprudente.

En primer lugar, las recesiones perjudican al promedio de las personas. Aunque el Partido Comunista Chino se está volviendo cada vez más totalitario en casa y revisionista en el extranjero, se contabilizan más de 1.300 millones de ciudadanos chinos que carecen de conexión con el partido. Estos soportarán la peor parte del tumulto económico de China, al igual que los ciudadanos estadounidenses de bajos ingresos y las personas menos acomodadas en todo el mundo. Todos ellos quedarán atrapados en las consecuencias, cuando la segunda economía más grande del mundo se tambalee.

Desde el comienzo de la liberalización económica de Pekín de fines de la década de 1970, se estima que alrededor de 800 millones de chinos han salido de la pobreza extrema. A pesar del preocupante giro de China hacia el antiliberalismo, la reducción masiva de la pobreza en China sigue siendo una de las historias de éxito humanitario más importantes del mundo. Una recesión –ya fuere una implementada por Xi y por el partido, recurriendo a la toma del control de la economía u a otras causas- perjudicará a los ciudadanos chinos de ingreso promedio. En un intento por suavizar el golpe, China ya está planeando inyectar US$5.3 billones ('trillions' en inglés) en su economía –aproximadamente un tercio del tamaño de su economía en general– a través de medidas fiscales y monterías este año. Estos incluyen un aumento de los préstamos a las pequeñas empresas, recortes en impuestos y tarifas administrativas, y compras de consumo subsidiadas.

En los EE.UU., los estadounidenses promedio se encuentran hoy en riesgo, dado el alto grado de integración económica entre ambas naciones. Los estadounidenses continúan consumiendo productos de China a un ritmo récord, a pesar de los aranceles más altos impuestos como parte de la guerra comercial entre Washington y Pekín. Con la inflación americana en aumento y siendo China crucial en las cadenas de suministro o cadenas de valor de las empresas estadounidenses, la desaceleración en la fabricación china debido a las políticas pandémicas de Pekín ejercerá una presión aún mayor sobre los precios en los propios EE.UU., afectando a los consumidores estadounidenses y a las firmas privadas que ya están luchando por hacer frente al resurgimiento de la inflación. Adicionalmente, la economía americana se contrajo en el primer trimestre de 2022, y los economistas predicen cada vez más una recesión en los EE.UU. dentro del próximo año, incluso sin el golpe adicional de una implosión china.

Asimismo, China es un mercado extranjero importante para los bienes y servicios estadounidenses, apenas superado por Canadá y México. Una economía china en desaceleración consigna una disminución en la demanda de productos estadounidenses –incluídos automóviles, maquinaria eléctrica, equipos médicos y combustible–, factor que perjudica a las empresas y trabajadores estadounidenses que dependen de la exportación hacia China.

Finalmente, el Partido Comunista Chino obtiene gran parte de su legitimidad de seguir haciendo crecer la economía y elevando el nivel de vida del país. Si una recesión económica significativa amenazare con debilitar el poder del partido, un resultado probable sería una política exterior nacionalista aún más agresiva. No hay nada como un poco de patrioterismo y guerra para desviar la atención de los problemas domésticos. En efecto: una China económicamente más débil enfrentaría compensaciones más duras entre el gasto militar y otros objetivos. Pero no hay garantías de que Pekín no duplique su agresiva postura exterior, endureciéndose en otras áreas.

Con una gran guerra terrestre importante en Europa, el debilitamiento de la economía americana y los problemas cada vez más visibles de China, el riesgo de una recesión mundial está aumentando. Tal como lo recordara recientemente el economista de la Universidad de Harvard, Kenneth Rogoff, 'un colapso en una región aumentará las probabilidades de colapso en las demás'.

Para ser claros, las prácticas económicas de Pekín plantean desafíos importantes que deben abordarse, ya se trate de la competencia desleal con las economías occidentales orientadas al mercado, o el debilitamiento sistemático del sistema de comercio basado en reglas por parte de China. Sin embargo, el modo de forzar a China a que desempeñe un rol más constructivo en la economía global es abordar estos problemas de frente, no aguardando por un desmoronamiento de su economía.

Una recesión significativa en China podría tener graves e imprevistas consecuencias para el resto del mundo. El consejo es ser cautelosos con lo que se desea.