INTERNACIONALES: JAMES PHILLIPS

La Administración Biden se muestra complaciente con Irán, a pesar de las amenazas recurrentes

La obcecación, de parte de la Administración del presidente estadounidense Joe Biden...

14 de Junio de 2022

 

La obcecación, de parte de la Administración del presidente estadounidense Joe Biden, a la hora de revivir el riesgosamente fallido convenio nuclear con Irán, no se ha visto conmovida por los ataques perpetrados por la dictadura islamista iraní contra los Estados Unidos de América y sus aliados.

Irán, Hackers, Crackers, Ataques cibernéticosMuy por el contrario.

La Administración ya se hubiese sumado alegremente al imperfecto acuerdo atómico, de no ser por la insistencia iraní al respecto de que Washington deberá eliminar las sanciones contra la Guardia Islámica de Irán, concesión que jamás fue parte del acuerdo primigenio.

Para ponerlo en palabras sencillas, Teherán está tensionando demasiado la cuerda. En parte, esto se debe a que el régimen de halcones iraní, tutelado por el presidente Ebrahim Raisi (asumido en el mes de agosto pasado) busca obtener un acuerdo superior para su país; mejor que el logrado por Hassan Rouhani, predecesor de Raisi, en 2015.

Sin embargo, un factor crítico que sirve de motor para los excesivos pedidos de la diplomacia iraní puede rastrearse en los errores de política exterior de la Administración Biden. El régimen en Teherán se vio envalentonado a partir de la complaciente postura adoptada por la Casa Blanca, que no solo puso fin a la política de 'máxima presión' -mediando sanciones- que implementara Donald Trump, sino que ello también se vio potenciado por el modo en que Washington toleró las exportaciones ilegales de crudo iraní hacia la República Popular China, evitando imponer reprimendas económicas.

Asimismo, Teherán se vio alentado a creer que podría incluso presionar a la Casa Blanca para que ponga fin a la calificación de la Guardia Revolucionaria como organización terrorista en el extranjero, en razón de que la Administración ya había puesto fin, erróneamente, a idéntica calificación sobre el núcleo Ansar Allah -integrado por milicianos extremistas de filiación islamista en Yemén, respaldados por Irán.

Así, y en lugar de rechazar la exigencia de limpiar el nombre de la Guardia Revolucionaria (IRGC), la Administración buscó vincular el acercamiento como una promesa iraní de no atacar a intereses estadounidenses.   

Incluso ese acercamiento, en apariencia fue rechazado por un régimen iraní abrazado a la venganza, por el ataque estadounidense con drones de enero de 2020, en el que resultó asesinado el General Qassem Soleimani, icónico líder de la Guardia Revolucionaria. Durante mucho tiempo, Soleimani supo orquestar la estrategia subsidiaria o proxy de Irán, como comandante de la Fuerza Quds, componente de élite en la IRGC.

El sucesor de Soleimani, el General Esmail Gaani, en oportunidad de ofrecer un discurso para conmemorar el segundo aniversario del deceso del primero, amenazó: 'Hemos de facilitar una venganza contra los estadounidenses en cualquier geografía, incluso en sus propios domicilios, y contra las personas cercanas a ellos; aún si no estemos presentes'.

El gobierno de los Estados Unidos de América tomó muy en serio la amenaza del General Gaani. La protección del Servicio Secreto se ha extendido a tres funcionarios de la Administración Trump que asumieron políticas de línea dura contra Teherán: el ex consejero de Seguridad Nacional John Bolton, el ex Secretario de Estado Mike Pompeo, y el ex coordinador de políticas sobre Irán en el Departamento de Estado, Brian Hook.

Amén de haber amenazado a funcionarios estadounidensess, Irán lanzó ataques cibernéticos contra infraestructura de orden crítico en territorio continental de los EE.UU. Christopher Wray, Director del FBI, observó, en medio de un discurso ofrecido en Boston hace pocos días, que el FBI había tomado medidas para bloquear cualquier intento de ataque cibernético iraní contra el Hospital de Niños de Boston durante 2021.

Ese hospital es una de las instalaciones sanitarias más importantes de los Estados Unidos, y el ataque hubiese propiciado disrupciones en materia de servicios y capacidades. La oficina de campo del FBI en Boston pudo replicar rápidamente a efectos de identificar la amenaza, mitigando el perjuicio contra la infraestructura de redes del nosocomio, luego de recibir información de inteligencia específica.

Wray observó, adicionalmente, que se trató 'de uno de los más despreciables ciberataques que me ha tocado ver'.

No fue esa la primera vez que Teherán fue sorprendido llevando a cabo ataques cibernéticos en el seno de los Estados Unidos. Previo a las elecciones presidenciales de 2020, John Ratcliffe, por entonces director de inteligencia nacional, dio a conocer detalles en torno de operaciones iraníes cuyo fin 'era apropiarse de información de votantes estadounidenses, incluyendo el despliegue de subrutinas enviadas a correos electrónicos, propiciando turbulencia social, y arengando a perjudicar al presidente Donald Trump'.

Los ataques cibernéticos iraníes tampoco se han visto limitados a los EE.UU. Los aliados de Washington, entre ellos Israel, han registrado ataques contra nodos de red de su infraestructura, en años recientes. Una instalación municipal de distribución de agua en Israel fue objeto, según se informó, de un ataque perpetrado por piratas informáticos iraníes, durante 2020.

En 2021, Irán fue identificado por el gobierno de los Estados Unidos como responsable del desplieuge de ciberataques de naturaleza disruptiva contra una serie de firmas privadas americanas, incluyendo empresas de transporte y firmas de medicina prepaga. En un informe datado en noviembre pasado, analistas técnicos de Microsoft alertaron sobre el incremento de las capacidades de Irán en materia de ciberataques, citando una colección de operaciones diferentes.

El más reciente informe referido a evaluación de amenazas, elaborado por el Director de Inteligencia Nacional, detalló el modo en que 'la recurrente capacidad y predisposición de Teherán a la hora de conducir agresivas operaciones cibernéticas convierten a esa nación en la mayor amenaza para la seguridad de los Estados Unidos, particularmente en lo que respecta a sus redes informáticas y las de sus aliados', advirtiendo luego: 'los recientes ataques contra objetivos estadounidenses e israelíes prueban que Irán se muestra cada vez más dispuesto que antes a atacar a países que cuentan con capacidades superiores'.

En consecuencia, a Irán se le debe hacer frente; Washington no debe buscar apaciguar al liderato político de ese país.

La Administración Biden neutralizó el poder de negociación consolidado durante el gobierno del presidente Trump y su política de 'máxima presión'; relajó las sanciones contra Teherán; y minimizó la amenaza consignada por milicias subsidiarias armadas, entrenadas y -por lo general- tuteladas por las IRGC.

Esta política exterior de naturaleza complaciente terminó por, como ya se mencionó, envalentonar a Irán, a efectos de que esa nación presente exigencias extraordinarias en las conversaciones nucleares de Viena, asumiendo mayores riesgos en la orquestación de ataques subsidiarios contra fuerzas militares estadounidenses en Oriente Medio.

Luego de un año de, incorrectamente, acusar a la Administración Trump antes que a Irán a raíz del incremento de las tensiones bilaterales, es hora de que la Administración Biden tome a Irán por responsable a partir de las reiteradas violaciones a sus compromisos, tipificadas en el Acuerdo de Salvaguardas del Tratado de No-Proliferación Nuclear. Asimismo, ha de responsabilizarse a Teherán por la recurrencia de ataques terroristas, incursiones hostiles mediando ataques con misiles y drones de grupos subsidiarios, y por la ejecución de ataques cibernéticos contra los Estados Unidos de América y sus aliados.



Artículo original, en inglés

 

Sobre James Phillips

Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.