El encubrimiento de los medios de comunicación estadounidenses sobre Ucrania empeora
El tratamiento que los medios de comunicación estadounidenses han realizado sobre Ucrania se ha caracterizado...
El tratamiento que los medios de comunicación estadounidenses han realizado sobre Ucrania se ha caracterizado, durante mucho tiempo, por un flagrante favoritismo.
Los informes procedentes de organizaciones tales como Human Rights Watch, Transparency International y Freedom House, que muestran que la conducta real de Ucrania, difería notablemente de su imagen cuidadosamente elaborada como una democracia joven y dedicada, recibieron escasa cobertura en la prensa convencional. Esa voluntad de ocultar la corrupción y el autoritarismo de Ucrania ha empeorado aún más, desde el estallido de la guerra con Rusia. La cobertura de los medios pasó, rápidamente, de ignorar o minimizar la información inconveniente sobre el sistema político y económico de Kiev, a canalizar la propaganda ucraniana.
Por ejemplo, numerosas historias sin filtrar de Ukrayinska Pravda y otros medios de noticias ucranianos se han convertido en una característica casi diaria en las noticias de Yahoo. Las declaraciones oficiales y los comunicados de prensa del gobierno de Ucrania también aparecen en Yahoo y otros medios, con frecuencia sin reconocer que no se pudo confirmar la precisión de la inoformación publicada. Los contenidos del Washington Post y el New York Times, que marcan agenda y tono para gran parte de los medios de comunicación en los EE.UU. sobre prácticamente cualquier tema, han transmitido de manera similar una perspectiva notoriamente pro-Ucrania. Además, se conocen muy pocos relatos en competencia en esos medios de fuentes de noticias rusas, o incluso de análisis estadounidenses que desafíen la narrativa dominante.
La voluntad de la prensa estadounidense de fomentar una imagen favorable de Ucrania tiene pocos límites. Durante las primeras semanas de la guerra, los medios de comunicación estadounidenses incluso hicieron circular la historia del “Fantasma de Kiev”, piloto de combate que, pretendidamente, se convirtió en un as en cuestión de días, tras derribar incontables aeronaves de combate rusas. Ese relato exhibía todas las características de la propaganda transparente, y el ejército ucraniano finalmente admitió que la historia era ficticia. Mientras tanto, sin embargo, había cumplido bien su propósito como propaganda para las crédulas audiencias occidentales, y la prensa estadounidense ayudó en ese esfuerzo. De hecho, la cobertura de la retractación de la historia por parte de Kiev fue notablemente limitada.
Se ha producido una actuación especialmente atroz con respecto al papel del batallón Azov (ahora el regimiento Azov), en el esfuerzo de defensa de Ucrania. El batallón Azov fue conocido durante años, antes de la invasión rusa, como un bastión de nacionalistas extremistas y nazis confesos. Ese aspecto resultó ser más que una fuente de vergüenza para los partidarios de Ucrania, cuando la unidad se convirtió en un jugador crucial en la batalla por la ciudad de Mariupol. La prensa occidental (especialmente la estadounidense) intentó plasmar la resistencia de Ucrania al asedio ruso como un esfuerzo heroico similar a la batalla de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial.
La prominencia del regimiento Azov entre los defensores sin duda debería haber complicado esa imagen mediática. Sin embargo, la mayoría de los relatos simplemente se centraron en el sufrimiento de la población de Mariupol, en la maldad despiadada de los agresores rusos, y en la tenacidad de los valientes defensores de la ciudad. Dichos relatos generalmente ignoraban la presencia de combatientes de Azov entre los defensores, o bien evitaban revelabar su pedigrí ideológico. Una historia del Washington Post, por ejemplo, simplemente describió el regimiento Azov como “un equipo nacionalista”. Otros relatos de noticias se refirieron a las fuerzas de Azov vagamente y de manera similar, ocasionalmente con un reconocimiento superficial de que el regimiento era controvertido.
Sin embargo, un artículo se involucró en un encubrimiento bastante más extenso. Una columna de Jillian Kay Melchior en el Wall Street Journal, del 11 de mayo de 2022, presentó una entrevista que había realizado a Bohdan Krotevych, el jefe de personal del regimiento Azov en Mariupol. El siguiente pasaje era típico del tono del artículo:
El Regimiento Azov es conocido por su coraje y la controversia. Los medios estadounidenses informaron que algunos miembros adoptaron la ideología neonazi, una afirmación que el Kremlin ha asumido. Le pregunté al Sr. Krotevych sobre la reputación de la unidad. 'Al igual que en otras unidades, incluidas las unidades militares del ejército de los EE.UU., existen algunas personas que tienen puntos de vista nazis”, dice. Pero etiquetar a todo el regimiento como neonazi “es como llamar a todos los estadounidenses racistas, porque el KKK existe en los Estados Unidos'.
Sorprendentemente, Melchior dejó pasar esa declaración absurda y egoísta, sin realizar un mínimo esfuerzo en pos de ofrecer una aclaración o refutación. Incluso un breve contrapunto podría haber mencionado que el regimiento Azov recurre a estandartes e insignias que tienen un parecido sorprendente con aquellas utilizadas por las SS nazis y otros espectros del régimen de Adolf Hitler. La mayoría de los estadounidenses (mucho menos el ejército de EE.UU.) no muestran abiertamente las insignias del KKK. El resto de la historia es casi igual de defectuosa, lo que permite presentar a Krotevych ante los lectores como una figura heroica.
Difícilmente se trate de un nuevo aspecto del desempeño de los medios estadounidenses con respecto a los conflictos extranjeros el hecho de que los periodistas se muestren predispuestos a limpiar la imagen de cualquier facción que Washington favorezca. La mayoría de los principales medios de comunicación hicieron eso con respecto al Ejército de Liberación de Kosovo durante el conflicto de los Balcanes. Lo propio sucedió con las noticias y los comentarios relativos a los insurgentes que intentan derrocar al presidente de Siria, Bashar al-Assad. Muy pocos relatos describen con precisión a los componentes más influyentes de las fuerzas rebeldes como los yihadistas que son.
Sin embargo, la cobertura de la guerra de Ucrania amenaza con alcanzar un nuevo punto bajo para la integridad y credibilidad de los medios. Cuando la prensa establecida encubre el comportamiento de los neonazis, algo está funcionando terriblemente mal.
El tratamiento que los medios de comunicación estadounidenses han realizado sobre Ucrania se ha caracterizado, durante mucho tiempo, por un flagrante favoritismo.
Los informes procedentes de organizaciones tales como Human Rights Watch, Transparency International y Freedom House, que muestran que la conducta real de Ucrania, difería notablemente de su imagen cuidadosamente elaborada como una democracia joven y dedicada, recibieron escasa cobertura en la prensa convencional. Esa voluntad de ocultar la corrupción y el autoritarismo de Ucrania ha empeorado aún más, desde el estallido de la guerra con Rusia. La cobertura de los medios pasó, rápidamente, de ignorar o minimizar la información inconveniente sobre el sistema político y económico de Kiev, a canalizar la propaganda ucraniana.
Por ejemplo, numerosas historias sin filtrar de Ukrayinska Pravda y otros medios de noticias ucranianos se han convertido en una característica casi diaria en las noticias de Yahoo. Las declaraciones oficiales y los comunicados de prensa del gobierno de Ucrania también aparecen en Yahoo y otros medios, con frecuencia sin reconocer que no se pudo confirmar la precisión de la inoformación publicada. Los contenidos del Washington Post y el New York Times, que marcan agenda y tono para gran parte de los medios de comunicación en los EE.UU. sobre prácticamente cualquier tema, han transmitido de manera similar una perspectiva notoriamente pro-Ucrania. Además, se conocen muy pocos relatos en competencia en esos medios de fuentes de noticias rusas, o incluso de análisis estadounidenses que desafíen la narrativa dominante.
La voluntad de la prensa estadounidense de fomentar una imagen favorable de Ucrania tiene pocos límites. Durante las primeras semanas de la guerra, los medios de comunicación estadounidenses incluso hicieron circular la historia del “Fantasma de Kiev”, piloto de combate que, pretendidamente, se convirtió en un as en cuestión de días, tras derribar incontables aeronaves de combate rusas. Ese relato exhibía todas las características de la propaganda transparente, y el ejército ucraniano finalmente admitió que la historia era ficticia. Mientras tanto, sin embargo, había cumplido bien su propósito como propaganda para las crédulas audiencias occidentales, y la prensa estadounidense ayudó en ese esfuerzo. De hecho, la cobertura de la retractación de la historia por parte de Kiev fue notablemente limitada.
Se ha producido una actuación especialmente atroz con respecto al papel del batallón Azov (ahora el regimiento Azov), en el esfuerzo de defensa de Ucrania. El batallón Azov fue conocido durante años, antes de la invasión rusa, como un bastión de nacionalistas extremistas y nazis confesos. Ese aspecto resultó ser más que una fuente de vergüenza para los partidarios de Ucrania, cuando la unidad se convirtió en un jugador crucial en la batalla por la ciudad de Mariupol. La prensa occidental (especialmente la estadounidense) intentó plasmar la resistencia de Ucrania al asedio ruso como un esfuerzo heroico similar a la batalla de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial.
La prominencia del regimiento Azov entre los defensores sin duda debería haber complicado esa imagen mediática. Sin embargo, la mayoría de los relatos simplemente se centraron en el sufrimiento de la población de Mariupol, en la maldad despiadada de los agresores rusos, y en la tenacidad de los valientes defensores de la ciudad. Dichos relatos generalmente ignoraban la presencia de combatientes de Azov entre los defensores, o bien evitaban revelabar su pedigrí ideológico. Una historia del Washington Post, por ejemplo, simplemente describió el regimiento Azov como “un equipo nacionalista”. Otros relatos de noticias se refirieron a las fuerzas de Azov vagamente y de manera similar, ocasionalmente con un reconocimiento superficial de que el regimiento era controvertido.
Sin embargo, un artículo se involucró en un encubrimiento bastante más extenso. Una columna de Jillian Kay Melchior en el Wall Street Journal, del 11 de mayo de 2022, presentó una entrevista que había realizado a Bohdan Krotevych, el jefe de personal del regimiento Azov en Mariupol. El siguiente pasaje era típico del tono del artículo:
El Regimiento Azov es conocido por su coraje y la controversia. Los medios estadounidenses informaron que algunos miembros adoptaron la ideología neonazi, una afirmación que el Kremlin ha asumido. Le pregunté al Sr. Krotevych sobre la reputación de la unidad. 'Al igual que en otras unidades, incluidas las unidades militares del ejército de los EE.UU., existen algunas personas que tienen puntos de vista nazis”, dice. Pero etiquetar a todo el regimiento como neonazi “es como llamar a todos los estadounidenses racistas, porque el KKK existe en los Estados Unidos'.
Sorprendentemente, Melchior dejó pasar esa declaración absurda y egoísta, sin realizar un mínimo esfuerzo en pos de ofrecer una aclaración o refutación. Incluso un breve contrapunto podría haber mencionado que el regimiento Azov recurre a estandartes e insignias que tienen un parecido sorprendente con aquellas utilizadas por las SS nazis y otros espectros del régimen de Adolf Hitler. La mayoría de los estadounidenses (mucho menos el ejército de EE.UU.) no muestran abiertamente las insignias del KKK. El resto de la historia es casi igual de defectuosa, lo que permite presentar a Krotevych ante los lectores como una figura heroica.
Difícilmente se trate de un nuevo aspecto del desempeño de los medios estadounidenses con respecto a los conflictos extranjeros el hecho de que los periodistas se muestren predispuestos a limpiar la imagen de cualquier facción que Washington favorezca. La mayoría de los principales medios de comunicación hicieron eso con respecto al Ejército de Liberación de Kosovo durante el conflicto de los Balcanes. Lo propio sucedió con las noticias y los comentarios relativos a los insurgentes que intentan derrocar al presidente de Siria, Bashar al-Assad. Muy pocos relatos describen con precisión a los componentes más influyentes de las fuerzas rebeldes como los yihadistas que son.
Sin embargo, la cobertura de la guerra de Ucrania amenaza con alcanzar un nuevo punto bajo para la integridad y credibilidad de los medios. Cuando la prensa establecida encubre el comportamiento de los neonazis, algo está funcionando terriblemente mal.