POLITICA ARGENTINA: SERGIO JULIO NERGUIZIAN

Argentina: sindicatos, Fuerzas Armadas e Iglesia; rol declinante de tres actores fundacionales del peronismo

Cuando, en febrero de 1946, el Coronel Perón ganó las elecciones presidenciales, tres factores de poder real...

31 de May de 2022

 

Cuando, en febrero de 1946, el Coronel Perón ganó las elecciones presidenciales, tres factores de poder real se alinearon -disciplinadamente. En primer lugar, las fuerzas armadas, en particular el arma Ejército, cerraban un ciclo abierto el 4 de junio de 1943, cuando un golpe incruento terminó con el último presidente del período signado por el fraude patriótico.

Juan Domingo Perón, Justicialismo, Peronismo, Fuerzas armadasEste período, que se recuerda como la década infame, según lo bautizara el periodista José Luis Torres, había dado comienzo trece años antes, con el derrocamiento del reelegido gobierno de Yrigoyen, cuando cursaba su segundo año del mandato. El propio Juan Domingo Perón había tomado parte en la caída del jefe radical, aunque más tarde lamentara ese involucramiento.

Hacia 1943, una organización militar clandestina, la 'Logia San Martín', que operaba bajo la sigla G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos, en conformidad con la interpretación más difundida) había tomado la decisión de poner fin a los comicios fraudulentos con el fin, entre otros, de frenar el avance de manifestaciones políticas de izquierda (en un sentido laxo), alentadas por por el previsible fracaso de la aventura nazi-fascista, ensayo que contaba con la simpatía de la mayoría de los oficiales del Ejército. Veintiocho meses más tarde, tendría lugar el ascenso al escenario político de un actor que resultaría vital en los años venideros. La Plaza de Mayo del 17 de Ocutbre de 1945 se contituía en un acontecimiento bisagra de la historia contemporánea: un diálogo inédito se articulaba entre el Ejército, en la persona de un Coronel carismático y las masas obreras del área metropolitana, en particular del Gran Buenos Aires.

Desde la crisis planetaria de 1930, se había asistido a una revisión de los postulados elementales del liberalismo económico: la capacidad del mercado para distribuir equitativamente la riqueza generada, entendida como función automática, era puesta en severa reconsideración. Las totalitarismos que desencadenan la carnicería sin precedentes de la Segunda Guerra Mundial constituyen consecuencia directa del descalabro económico occidental. Desde mediados de los años treinta, el país asiste a un crecimiento notable de las inversiones en el área industrial, impulsado por una clase agropecuaria dominante que no detecta contradicción entre sus intereses permanentes y la expansión de la actividad manufacturera. Con el inicio de la guerra, la política de sustitución de importaciones encuentra el marco conceptual para el fomento estatal de la estrategia. La multiplicación de las fábricas generan un proletariado numeroso e inquieto, alimentado por la migración interna de las provincias hacia el conurbano bonaerense. Cuando quede organizado el Partido Justicialista, estará, asimismo, consolidado un movimiento concentrador de la energía, suficiente como para convertirse en el eje de la historia argentina de los siguientes setenta años. Este segundo factor de poder real, un proletariado mayoritariamente peronista, convivía con unas fuerzas armadas caracterizadas como una de las más poderosas de la América Latina. La dirección del Movimiento articulaba un sistema de mando y obediencia que clonaba al propio del militar: la verticalidad como sistema explica, parcialmente, el método con el que el Justicialismo suprimía el peso muerto que representaba el estado de asamblea permanente -un calvario que solía atormentar a otras fuerzas  y limitaban su capacidad operacional.

El tercer factor actúa con la prudencia de los diplomáticos, atiende con serena inteligencia a los pasos del gobierno militar instaurado en junio de 1943. Pronto, la revolución toma una medida que capta las simpatías de la Iglesia Católica: en las escuelas de educación primaria, se impartirá la asignatura religión. Un recurso formidable es entregado a la curia, con la seguridad de que la retribución será una bendición general de la orientación de la revolución. Los tres actores exhiben un mecanismo decisional similar, salvando las diferencias naturales de cada organización: las órdenes se emiten desde la cúspide hacia la base, y la discusión pública o desmedida del contenido de las mismas se considera falta grave, en razón de que pone en riesgo la eficiencia de cada estructura organigramática.

 
La tragedia de 1982

Cuando, en abril de 1982, las fuerzas armadas se embarcan en la demencial aventura de la guerra por Malvinas, el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América advierte que una época ha llegado a su final. La lección aprendida señalaba que los militares latinoamericanos, educados en la academia de West Point, con rigor en los postulados de la Estrategia de la Seguridad continental (esto es, blindar su patio trasero contra los riesgos de la expansión comunista), puestos en situación de salvar sus posiciones de fuerza al frente de gobiernos de facto, podían animarse a declarar el inicio de hostilidades a la mismísima OTAN. El garrote del Tío Sam será reemplazado por la Política de Derechos Humanos: democracias domesticadas sustituirán a los ahora  súbitamente anacrónicos hombres de uniforme. Se trabajará para el descrédito de la corporación militar en todo el subcontinente y, lo que no resulta nada despreciable, estará garantizada la buena prensa.

Desde el golpe de 1976, que diera inicio al Proceso de Reorganización Nacional, se asiste a un largo ciclo de desindustrialización -el cual llega hasta nuestros días. La Argentina de hoy es apenas un país de servicios: lejos ha quedado la alguna vez notable inversión industrial que en el período que va de los años cuarenta a los años sesenta había posicionado a la nación en el primer lugar de Sudamérica. El retorno a la democracia no logró, salvo breves lapsos espasmódicos, revertir el retroceso acelerado que diera inicio casi medio siglo antes.

La consecuencia inmediata del desmantelamiento industrial ha sido la liquidación de la fábrica como institución social clave de la actividad laboral. En su desmoronamiento, arrastra a las organizaciones obreras: éstas pierden peso específico en la estructura del poder estatal, y ya no exhiben ninguno de los liderazgos que otrora las hicieran pieza esencial de todo esquema de Gobierno sustentable.

Cristina Kirchner, al frente de una de las derivas de la crisis profunda del Partido Justicialista, desvalorizó el rol de la burocracia sindical, cerrándole el paso a su protagonismo dentro del Movimiento: la columna vertebral del Justicialismo ya no pasaría por la CGT, en tanto la ideologización de organizaciones paraestatales tomarían a su cargo el rediseño de la fuerza política.

Con la industria, se desmoronan algunas pautas centrales de la cultura popular. Al país de servicios, incluída la invariable y frenética intermediación financiera, le corresponderá un dislocamiento del sistema de valores y la instauración de dos becerros de oro: el consumismo como adicción compensadora, y la previsible indiferencia religiosa creciente. En este último aspecto, se advierte que la práctica, referida a la asistencia a las ceremonias rituales, exhibe el nivel más bajo desde que se tenga noticia -a pesar de que un argentino ocupa hoy el Papado.

La crisis de las tres organizaciones primordiales en la fundación del peronismo ha compartido, en estos días, consecuencias concretas: el Partido debe ser repensado, y el verticalismo, que esgrimía con destreza militar su fundador, expira su último aliento. Después del acto de voluntad unilateral con el que se ungiera a Alberto Fernández, existen mínimas chances de que en 2023 el Partido pueda presentar una lista única, y convalidar el mecanismo dedocrático que ha terminado por defraudar a su primigenia patrocinadora.

Frío e impiadoso, el vendaval de la historia se abalanza sobre una Argentina inerme, la misma en la cual obreros, ejército y curas ensayaron una épica tan pletórica de hechos memorables, como atravesada por las formas más refinadas -sustentadas en la traición y la trampa.


 
Sobre Sergio Julio Nerguizian

De profesión Abogado, Sergio Julio Nerguizian oficia de colaborador en El Ojo Digital (Argentina) y otros medios del país. En su rol de columnista en la sección Política, explora la historia de las ideologías en la Argentina y el eventual fracaso de éstas. Sus columnas pueden accederse en éste link.