INTERNACIONALES: THOMAS SPOEHR

En los Estados Unidos, el reclutamiento militar hace frente a su mayor desafío en años

Desde acontecida la transición desde una fuerza compuesta netamente por voluntarios en 1973...

24 de May de 2022

 

Desde acontecida la transición desde una fuerza compuesta netamente por voluntarios en 1973, transcurrieron años en los que las distintas ramas de las fuerzas armadas estadounidenses se quedaron cortas en sus objetivos de reclutamiento. Entre esas etapas, se cuentan los años de 1999, 2005 y 2018, instancias en donde, ya fuere debido a que la economía se hallaba en francos procesos de expansión, o porque las bajas en un conflicto eran perceptiblemente elevadas. Pero, de acuerdo a funcionarios de las fuerzas armadas, quienes se apersonaron en una audiencia legislativa hace pocas semanas, 2022 está convirtiéndose en 'el año con mayores desafíos para el reclutamiento', desde 1973.

Servicio militar y reclutamiento en Estados Unidos, Thomas Spoehr, Pentágono, Departamento de DefensaRecientemente, el Ejército de los Estados Unidos anunció que se había visto forzado a recortar su tamaño en 12 mil soldados, porque no podía hallar voluntarios suficientes para engrosar sus filas. Al referirse al desafío planteado, el General James McConville -del Estado Mayor del arma- expresó que se encuentra hoy en 'una guerra en pos de reclutar talento'. Una guerra que, en apariencia, el ejército estadounidense está perdiendo.

Y no sólo el ejército evidencia este problema. El principal reclutador en la Fuerza Aérea americana advirtió que 'comenzaron a encenderse luces rojas' al respecto de las metas de reclutamiento para 2022. Mientras tanto, la Armada replicó que, aún cuando acaso pueda lograr cumplir sus metas para el año en curso, ello se logrará sólo 'reduciendo el Programa de Ingresos Demorados, al compararse sus cifras con el estándar histórico'.


Incluso el Cuerpo de Marines estadounidense (USMC), servicio que normalmente no debe lidiar con esta problemática, ahora también debe hacerlo.

La noticia de magnitud es que la cifra de ciudadanos estadounidenses que califican para unirse a las fuerzas armadas sin un waiver, continúa desmoronándose. Desde 2014, los militares han informado que, en razón de la obesidad, los prontuarios criminales, problemas físicos, el abuso de drogas y la falta de un grado de escuela preparatoria o secundaria, sólo un 29% de personas podrían unirse a las fuerzas sin un permiso de excepción.

A ojos vista, esa declaración es perturbadora, por cuanto ilustra la realidad del sistema sanitario público y del ecosistema educativo, en razón de que las fuerzas armadas americanas no exigen que un ciudadano o ciudadana sean superhombres o superheroínas; simplemente, se exige que los candidatos sean saludables y cuenten con una educación mínima.

Y se pone peor. En ocasión de la referida audiencia legislativa, el General McConville confirmó que el porcentual se ha reducido del 29% al 23%, de tal suerte que, ahora, sólo uno de cuatro ciudadanos estadounidenses califican para unirse a las fuerzas armadas.

El Departamento de Defensa no ha dado a conocer oficialmente esta información, de modo tal que se ignora qué es lo que está dando lugar a este desmoronamiento en los criterios de elegibilidad. Probablemente, la cuestión sea de índole sanitaria: el estado físico de los jóvenes estadounidenses es, francamente, lamentable: un 21.2% de los jóvenes que cuentan entre 12 y 19 años son obesos, y sólo el 51% de los estudiantes de escuela preparatoria tomaron parte de una clase de educación física con rigor semanal.

Sin embargo, el sólo hecho de calificar para un servicio no significa que la persona deseará servir en él, ni que desee hacerlo -'propensión', le llaman los militares. La más reciente información sobre encuestas, desarrollada por el Departamento de Defensa relativa a jóvenes de entre 16 y 21 años revela que, al ser consultados sobre '¿Qué tan probable es que deseen servir en las fuerzas armadas?', apenas un promedio del 11% respondió 'sin dudas, o probablemente'. Adicionalmente, esa tendencia es declinante.

¿Cuál es la razón para el retroceso en el interés de unirse a las fuerzas armadas? Una colección de factores podría ayudar a explicarlo.

Existen oportunidades más lucrativas. Firmas privadas como Amazon y Starbucks están ofreciendo empleos con una paga que comienza en US$ 15 por hora, sumándole beneficios académicos a la oferta. El desempleo ya ha retornado a niveles pre-pandemia. Ignoro cuál será la experiencia del lector pero, por mi parte, todos los restaurantes que visito exhiben cartelería con el apelativo 'Help Wanted' (Se ofrece empleo).

Asimismo, el fiasco que caracterizó al retiro súbito y desordenado de Afganistán impactó negativamente en los índices de confianza del público hacia los militares, al punto en que padres y abuelos (quienes tradicionalmente desempeñaron un rol crítico a la hora de convencer a unirse) hoy podrían estar ejercitando una influencia negativa en la predisposición de los jóvenes a acercarse al servicio militar.


De igual modo, los veteranos de guerra observan un rol preponderante en la promoción de las virtudes del servicio. Cada año, el porcentual de veteranos en la sociedad estadounidense retrocede, debido a la manera en que el tamaño de las fuerzas armadas viene reduciéndose, desde la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que existan menos veteranos implica que habrá menos jóvenes expuestos a esos notables ejemplos de la sociedad.

Complementariamente, la educación en las escuelas públicas del país suele ser lamentable. La mitad de los adultos jóvenes de entre 17 y 35 años de edad no pueden siquiera nombrar a las cuatro más importantes armas de los militares estadounidenses. uno de cuatro de ellos no puede siquiera mencionar cuáles son las tres ramas del gobierno federal. Acto seguido, será lógico preguntarse por qué un joven desearía unirse a las fuerzas, si apenas saben algo sobre ellas; y si ignoran cómo funciona su propio gobierno, para el caso.

En una instancia en la que las amenazas contra los Estados Unidos de América se amplifican, hoy se asiste al momento más difícil para lidiar con una escasez de recurso humano. El presidente ruso Vladimir Putin avanza su marcha sobre suelo europeo, el presidente chino Xi Jinping amenaza a Taiwan con rigor diario, y los proverbiales chicos malos -el ayatolá de Irán y Kim Jong Un en Corea del Norte- siguen multiplicando los problemas para sus vecinos. En simultáneo, el mejor armamento disponible en el mundo -el estadounidense- carece de miembros aptos para operarlo. 

A fin de cuentas, ¿qué habría que hacer?

En primer lugar, el Pentágono deberá tomarse la cuestión del reclutamiento, en serio. Es necesario contar con programas de beneficios y compensaciones novedosos, a efectos de apelar más adecuadamente a la juventud actual -que no es la misma que los jóvenes de hace veinte o treinta años. ¿Es acaso la paga más importante hoy, o lo es el tiempo libre que se les permitirá? ¿Importa el destino que se les asigne? El Pentágono ignora todas estas cosas. Como está hoy el asunto, cada una de las armas están obligadas a reclutar por su cuenta. El proceso de reclutamiento necesita contar con una perspectiva nacional renovada, y debe otorgársele mayor atención.

Los militares necesitan contar con una política cristalina. Los ciudadanos del país esperan que sus militares se mantengan alejados de la política, y muchos creen que esa frontera está tornándose difusa, lo cual preocupa. Y esto debe terminar.

Escuelas, padres, entrenadores y, en efecto, todo aquel que influya sobre la juventud, debería presentar la posiblidad de sumarse a las fuerzas armadas como una virtud. No sólo es virtuoso servir al propio país, sino que lo certifican los hechos: quien sirve, sale de las fuerzas convertido en un mejor ciudadano, más fuerte y vigoroso. La opción es recíprocamente beneficiosa. Es más probable que un veterano de guerra se presente a votar, que se involucre en programas de voluntariado para asistir a comunidades, y más probable es que se involucre en actividades en su propia localidad de residencia.

Existe la falsa noción de que el elegir unirse al servicio militar cierra las puertas a otras opciones, como ser la universidad o empleos. Lo opuesto es lo correcto. La expectativa de vida hoy para un ciudadano de los Estados Unidos es de casi 79 años. En esa vida, hay más que tiempo de sobra para el servicio militar, para la universidad y para una o dos carreras civiles. En efecto, el servicio militar abre puertas; no las cierra.

A la postre, los Estados Unidos precisan lidiar con el desafío de las cifras declinantes de jóvenes que no pueden calificar siquiera para el servicio militar.

Las redes sociales, los videojuegos y la tendencia generalizada que invita a consolidar estilos de vida sedentarios, están llevando a ampliar la cifra de jóvenes sin estado físico y estresados al extremo. No existe bala de plata para atender a este dilema; sin embargo, numerosas comunidades han enfrentado exitosamente el mismo, implementando programas deportivos por fuera del horario escolar, así como actividades varias. Hemos de evaluar soluciones idóneas, y de contar con información más completa.

El reclutamiento militar no es una problemática transitoria. No podrá ser solucionado en un año. No obstante, las soluciones son posibles; el seguir ignorando esta situación no contribuirá a aportar mucho. La seguridad nacional de los Estados Unidos depende de que el desafío sea enfrentado apropiadamente.



Artículo original, en inglés

Traducción: Matías E. Ruiz
 

 

Sobre Thomas Spoehr

El autor lleva a cabo y supervisa actividades de investigación en temáticas de defensa nacional, como ser presupuestos, adquisición de equipamiento, estrategia y política gubernamental, en su rol de director del Centro para la Defensa Nacional en el think tank estadounidense The Heritage Foundation. Sus artículos son publicados en inglés en el sitio web The Daily Signal.