INTERNACIONALES: TED GALEN CARPENTER

Advertencias ignoradas: de cómo la ampliación de OTAN dio lugar a la actual tragedia en Ucrania

La expansión de la OTAN, ¿detonante del ataque de Rusia a Ucrania?

14 de Marzo de 2022

 

La expansión de OTAN, ¿detonante del ataque de Rusia a Ucrania? La ofensiva militar rusa en perjuicio de Ucrania es un acto de agresión que hará que las ya preocupantes tensiones entre OTAN y Moscú se incrementen.

Vladimir Putin y Xi Jinping, Alianza entre China y RusiaLa nueva guerra fría de Occidente con Rusia se ha sobrecalentado. Vladimir Putin tiene la responsabilidad principal de este último desarrollo, pero la arrogante y sorda política de OTAN hacia Rusia durante el último cuarto de siglo, también merece una gran parte. Los analistas comprometidos con una política exterior estadounidense de realismo y moderación han advertido durante más de un cuarto de siglo que la insistencia en ampliar la alianza militar más poderosa de la historia hacia otra gran potencia no terminaría bien. La guerra en Ucrania es una confirmación definitiva de que, efectivamente, el resultado no ha sido bueno. 

 


Reflexionando acerca de la crisis de Ucrania: las causas 

Sería extraordinariamente difícil ampliar OTAN hacia oriente, sin que Rusia considere esa acción como poco amistosa. Incluso los modelos más modestos llevarían la alianza a las fronteras de la antigua Unión Soviética. Algunas de las versiones más ambiciosas harían que la alianza rodeara virtualmente a la propia Federación Rusa”, supimos citar en Beyond NATO: Staying Out of the Europe’s Wars (en su página 45). Escribí esas palabras en 1994, en una instancia en la que las propuestas de ampliación de la Alianza constituían meras especulaciones cirunstancias en seminarios de política exterior en la ciudad de Nueva York y Washington, D.C. Añadí poco después que la expansión “consignaría una provocación innecesaria contra Rusia”.

Lo que no se sabía públicamente en ese momento era que la Administración Bill Clinton ya había tomado la fatídica decisión el año anterior de promocionar la inclusión de algunos países del antiguo Pacto de Varsovia en OTAN. Pronto, la Administración propondría invitar a Polonia, la República Checa y Hungría a convertirse en miembros, y el Senado de los EE.UU. aprobó agregar esos países al Tratado del Atlántico Norte, en 1998. Sería la primera de numerosas oleadas de ampliación de miembros.

Incluso esa primera etapa provocó la oposición y la ira rusa. En sus memorias, la Secretaria de Estado de Clinton, Madeleine Albright, reconoce: “[el presidente ruso Boris] Yeltsin y sus compatriotas se opusieron firmemente a la ampliación, viéndola como una estrategia para explotar su vulnerabilidad y mover la línea divisoria de Europa hacia el este, dejándola aislada”. El Subsecretario de Estado Strobe Talbott describió de manera similar la actitud rusa. “Muchos rusos ven a la OTAN como un vestigio de la guerra fría, inherentemente dirigida contra su país. Señalan que ha disuelto el Pacto de Varsovia, su alianza militar, y preguntan por qué Occidente no debería hacer lo mismo”. Era una excelente pregunta, y ni la Administración Clinton -ni sus sucesores- ofrecieron una respuesta siquiera remotamente convincente. 

George Kennan, padre intelectual de la política de contención estadounidense durante la Guerra Fríaadvirtió perspicazmente, en una entrevista concedida al New York Times el 2 de mayo de 1998, sobre lo que pondría en marcha la ratificación de la primera ronda de expansión de OTAN por parte del Senado. “Creo que es el comienzo de una nueva guerra fría”, afirmó Kennan. “Entiendo que los rusos reaccionarán gradualmente de manera bastante adversa, y que ello afectará sus políticas. Creo que es un trágico error. No había ninguna razón para hacer esto, en lo absoluto. Nadie estaba amenazando a nadie más”.

Kennan tenía razón, pero los líderes estadounidenses y en OTAN procedieron con novedosas ruedas de ampliación, incluída la provocadora maniobra de sumar a la Alianza a las tres repúblicas del Báltico. Esos países no solo habían sido parte de la Unión Soviética, sino que también habían sido parte del imperio de Rusia durante la era zarista. Esa ola de ampliación ahora tenía a OTAN posada en la frontera de la Federación Rusa.

La paciencia de Moscú con el comportamiento cada vez más intrusivo de OTAN se estaba agotando. La última advertencia razonablemente amistosa de Rusia, de que la alianza necesitaba dar marcha atrás se produjo en marzo de 2007, cuando Putin asistió a la Conferencia anual de Seguridad de Munich. “OTAN ha puesto sus fuerzas de primera línea en nuestras fronteras”, se quejó Putin. La ampliacióne de OTAN 'representa una grave provocación que reduce el nivel de confianza recíproca. Y tenemos derecho a preguntar: ¿contra quién va dirigida la ampliación? Y, ¿qué pasó con las garantías que hicieron nuestros socios occidentales después de la disolución del Pacto de Varsovia?'.

En sus memorias, DutyRobert M. Gates, quien se desempeñó como Secretario de Defensa en las administraciones de George W. Bush y Barack Obama, expresó su creencia de que “la relación con Rusia se había manejado mal después de que [George H. W.] Bush salió en 1993”. Entre otros pasos en falso, “acuerdos de EE.UU. con los gobiernos rumano y búlgaro, para rotar tropas a través de bases en esos países, fue una provocación innecesaria”. En un reproche implícito al joven Bush, Gates afirmó que “intentar traer a Georgia y Ucrania a OTAN fue una verdadera extralimitación”. Ese movimiento, sostuvo, fue un caso de “ignorar imprudentemente lo que los rusos consideraban sus propios intereses nacionales vitales”.

Al año siguiente, el Kremlin demostró que su descontento con las continuas incursiones de OTAN en la zona de seguridad de Rusia había ido más allá de las objeciones verbales. Moscú aprovechó una tonta provocación del gobierno pro-occidental de Georgia para lanzar una ofensiva militar que llevó a las tropas rusas a las afueras de la capital. A partir de entonces, Rusia separó permanentemente dos regiones georgianas de mentalidad secesionista, y las puso bajo el efectivo control ruso.

Sin embargo, los líderes occidentales (especialmente los de los EE.UU.) continuaron saltando la luz roja de advertencia, tras otra luz roja de advertencia. La intromisión sorprendentemente arrogante de la Administración Obama en los asuntos políticos domésticos de Ucrania en 2013 y 2014 para ayudar a los manifestantes a derrocar al presidente electo pro-ruso fue la provocación más descarada, y provocó que las tensiones se incrementaran. Moscú respondió de inmediato tomando y anexando Crimea, y una nueva guerra fría estaba en marcha -con ánimo de venganza. 


¿Se podría haber evitado la crisis de Ucrania?

Los acontecimientos de los últimos meses constituyeron la última oportunidad para evitar una guerra caliente en Europa del Este. Putin exigió que OTAN ofrezca garantías en varios temas de seguridad. Específicamente, el Kremlin deseaba contar con garantías vinculantes al respecto de que la alianza reduciría el alcance de su creciente presencia militar en Europa del Este, y que jamás ofrecería membresía a Ucrania. Respaldó esas demandas con una masiva concentración militar en las fronteras de Ucrania. La respuesta de la Administración Biden al esfuerzo ruso en pos de obtener concesiones significativas y garantías de seguridad de parte de Occidente, fue tibia y evasiva. Putin, final y claramente, decidió escalar las cosas. El intento de Washington de convertir a Ucrania en un peón político y militar de OTAN (incluso en ausencia de la membresía formal del país en la alianza) puede terminar costándole muy caro al pueblo ucraniano. 


La tragedia de Ucrania

La historia mostrará que el trato ofrecido por Washington a Rusia en las décadas posteriores a la desaparición de la Unión Soviética fue un error político de proporciones épicas. Era completamente predecible que la ampliación de OTAN finalmente conduciría a una ruptura trágica, acaso violenta, de las relaciones con Moscú. Los analistas perspicaces advirtieron sobre las posibles consecuencias, mas las advertencias no fueron escuchadas.

Hoy, pagamos el precio por la miopía y la arrogancia del establishment de la política exterior estadounidense.


 

Sobre Ted Galen Carpenter

Ted Galen Carpenter es Académico Distinguido -distinguished fellow- en el think tank estadounidense Cato Institute, y autor o editor de numerosos libros sobre asuntos internacionales, incluyendo Bad Neighbor Policy: Washington's Futile War on Drugs in Latin America (Cato Institute, 2002). Publica regularmente en el sitio web en español de Cato.