Lo que hay que saber sobre Ucrania

La invasión rusa en perjuicio de Ucrania ya está en marcha. Ahora, la pregunta es: ¿qué tan desagradable se pondrá el asunto?

El presidente ruso Vladimir Putin ha optado por una invasión a gran escala que dejará como resultado -de un modo u otro- la pulverización de la soberanía ucraniana. En el camino, hay 44 millones de ciudadanos ucranianos, muchos de los cuales podrían perder la vida, o terminar desplazados. Ciertamente, éste país será devastado por la guerra.

¿Hasta qué punto podría llegar una escalada? Putin podría arriesgarse al extremo, atacando suelo defendido por OTAN. Pero, amén de ello, existen restricciones a lo que puede hacer. Bien podría echar mano de todo tipo de armamento disponible en su arsenal, incluyendo armas nucleares tácticas -conforme la doctrina de seguridad rusa habilita el empleo preventivo de las mismas, si las condiciones en un teatro de operaciones dado así lo exigen.

Después de Ucrania, existen otras geografías bajo la protección de OTAN, en Georgia, Moldova y los Balcanes, sitios hacia los cuales Putin podría ampliar su agresión. 

Pero, ¿qué hay de las sanciones? Jamás nadie ha esperado que un mecanismo basado en sanciones o en la propia diplomacia detenga a Putin. El presidente estadounidense, Joe Biden, debió saberlo. Durante meses, ha diseñado junto a sus funcionarios un plan que estaba llamado a fracasar.

Sencillamente, las sanciones no son efectivas a los efectos disuasorios, como tampoco lo son a la hora de reprender a un oponente. Hay algo correcto en limitar el acceso de un enemigo a ciertos recursos, de tal suerte que tenga menos con qué seguir adelante. Aún ahora, la Administración Biden no ha implementado el modelo más abarcativo de sanciones disponible. Y esto es un error. Mientras más tiempo espere, Putin contará con más recursos para funcionar.

¿Qué deberían hacer los Estados Unidos? En primer lugar, debemos protegernos. El objetivo definitivo de Putin es debilitar y aislar a los EE.UU. Sus armas principales para tal fin son unas fuerzas armadas poderosas, y el comercio de energía. Hemos de formularle un jaque mate.

Este objetivo comienza con el empleo de métodos disuasivos adecuados en lo estratégico y en lo convencional -la optimización de unas fuerzas armadas estadounidenses más sólidas, por principio; e insistiendo en que los aliados de Washington pongan de suyo. Asimismo, es preciso consolidar la independencia energética de los Estados Unidos de América -ahora mismo. La ciudadanía estadounidense no podrá sentirse segura si no cuenta con energía abundante, a precios alcanzables, y confiable.

¿Qué hacer en nuestro propio suelo? En esta hora de crisis, los Estados Unidos jamás se han exhibido tan vulnerables. Contamos con una frontera por completo abierta que nos deja en riesgo, mucho más que antes en nuestra historia. Necesitamos potenciar la seguridad de nuestras fronteras, desde hoy.

Y, ¿qué hay de China? La República Popular es la mayor amenaza contra la seguridad estadounidense. Nadie como China se beneficia tanto con una Europa dividida, fracturada y distraída. Putin está haciendo el trabajo sucio de Pekín, en este sentido. Esta es la razón por la cual China ha capacitado y dotado de mayor poderío a la agresión rusa. Lidiar con Putin es parte del problema con China. Reprender a China por su respaldo a Moscú, es un imperativo. 

Artículo original, en inglés -publicado el pasado 24 de febrero