POLITICA ARGENTINA: SERGIO JULIO NERGUIZIAN

Caso Maratea: epifenómeno de una nueva crisis de representación

Algunos rostros nos transfieren la sensación de que su titular está empeñado en jugar limpio.

24 de Febrero de 2022

 

Algunos rostros nos transfieren la sensación de que su titular está empeñado en jugar limpio. Se trata de una primera impresión que, como tal, requerirá del paciente cierto tiempo para confirmarla.

Santiago Maratea, Incendios en CorrientesSin embargo, 'sólo los necios no se dejan llevar por una primera impresión', supo decir Oscar Wilde y, naturalmente, la audaz sentencia invita a la discusión. Nos referimos al Sr. Santiago Maratea, una persona muy joven, cuyas opiniones y actitudes son tomadas como referencia y guía orientativa por legiones de modernos acólitos que le han valido la calificación honrosa de 'influencer' en el intrincado mundo de las redes sociales.

Lo cierto es que el referido se ha caracterizado por el remarcable talento de reunir, en formato de colecta pública, más de millón y medio de dólares estadounidenses en versión 'oficial'. Una emergencia nacional lo impulsó a convocar la solidaridad de sus 'seguidores', y la respuesta correspondiente nos habilita a plantear una serie de reflexiones en torno del ya insostenible sistema de representación política obrante entre nosotros, merced a la entusiasta apología del mismo por parte de gran parte de los políticos profesionales. Estos últimos, convertidos en clase dentro del esquema del Estado burocrático argentino, desde hace décadas.


Algunas cuestiones afines

¿Existe acaso el dirigente político argentino capaz de atreverse a formular una convocatoria como la impulsada por el joven Maratea? Conforme la respuesta parece obvia, la conclusión resulta tan previsible, que no parece oportuno extenderse ociosamente en el punto.

¿Qué razones imaginamos podría esgrimir el ciudadano común a efectos de rechazar la convocatoria de un político profesional? La razón principal estriba en que se duda del manejo honesto de la recaudación. Es de tal magnitud el problema de la credibilidad, que la sociedad argentina se manifiesta como aquella que ha perdido toda esperanza en la recuperación de la confianza traicionada. En las últimas encuestas de opinión al menos, el problema de la corrupción de los funcionarios y representantes ha ido escalando posiciones, hasta encaramarse en la cúspide de los asuntos más acuciantes que martirizan a los ciudadanos.

En la decada del noventa, el presidente Carlos Saúl Menem ensayó una pseudorenovación de la cartilla de candidatos, proponiendo a cantantes populares (como 'Palito' Ortega, que asumió como Gobernador de Tucumán), conductores del automovilismo deportivo (como Carlos Reutemann, a la sazón, Gobernador de Santa Fe y Senador Nacional), jugadores profesionales de fútbol (como el ídolo boquense Ubaldo Rattín), y una larga lista de ciudadanos ascendidos a representantes o funcionarios -por el sólo mérito de ser figuras públicas 'que no venían de la política'. El recurso cumplió la tarea de crear el espejismo de una renovación sólo por unos años, como fenómeno absorbente.

A la postre, la experiencia se diluyó, y el ejercicio profesional de la política volvió a conformar los elencos estables que se perpetúan a través de los años.

Años después, el kirchnerismo ensayó una versión renovada de travestismo electoraloide. Un engendro denominado 'candidaturas testimoniales' propuso que las listas de candidatos fueran encabezadas por figuras también del ámbito público, pero con un perfil con pretensiones de mayor refinamiento. Una vez ungidos, los candidatos reunciarían a sus bancas, y brindarían generosamente un servicio patriótico a la República.

Acaso en estos días, estemos asistiendo al prólogo de una nueva crisis de representatividad, aunque ahora resulta evidente que no existe margen para el experimento de ingeniosas alquimias como las que hipnotizaron transitoriamente al despreciado electorado argentino.

Abatidos por la falta de perspectivas para su desarrollo personal, y anonadados por la inyección de sobredosis de realidad virtual, los menores de cuarenta vuelven su mirada sobre los contemporáneos que hablan su mismo dialecto de redes y aplicaciones. El joven Maratea y decenas como él ejercen influencia sobre sus fieles, no tanto por cualidades éticas que no tienen oportunidad práctica de exhibir en la función pública, sino más bien por la horrorosa circunstancia de que su capacidad de generar una corriente de confianza en sus consejos y en sus propuestas tiene, por origen excluyente, el hecho en apariencia alucinante de que carecen de prontuario.


 
Sobre Sergio Julio Nerguizian

De profesión Abogado, Sergio Julio Nerguizian oficia de colaborador en El Ojo Digital (Argentina) y otros medios del país. En su rol de columnista en la sección Política, explora la historia de las ideologías en la Argentina y el eventual fracaso de éstas. Sus columnas pueden accederse en éste link.