INTERNACIONALES: JAMES PHILLIPS

Cómo contrarrestar los crecientes vínculos de Irán con China

La dictadura teocrática iraní, encerrada en una confrontación con los Estados Unidos de América...

18 de Enero de 2022

 

La dictadura teocrática iraní, encerrada en una confrontación con los Estados Unidos de América, se ha abrazado a la órbita china. El convenio denominado Asociación Abarcativa y Estratégica entre China e Irán, firmada en Teherán en marzo pasado y la cual ha suscripto a Irán en la Organización para la Cooperación en Shanghai en septiembre, subraya el carácter expansivo de la relación política, económica y estratégica entre ambos regímenes.
 
República Islámica de IránEstos vínculos -en recurrente evolución- han fortalecido la capacidad iraní para hacer frente a sanciones, ha morigerado su aislacionismo, y ha asistido en sus esfuerzos con miras a consolidar una hegemonía regional.
 
Sin embargo, Irán necesita de China, mucho más de lo que Pekín necesita a Teherán. Washington debería explotar esta asimetría, potenciando los costos para China se acercarse a los iraníes, reduciendo sus beneficios económicos y bloqueando cualquier potencial beneficio para Teherán tras aumentar sus relaciones con los chinos.
 
La Administración Biden debería monitorear de cerca la relación sino-iraní, y trabajar junto a sus aliados para mitigar los peligros que emergen de este alineamiento geopolítico. Una cooperación íntima entre aliados se vuelve necesaria a efectos de amplificar el poder de negociación americano frente a China e Irán, al tiempo que ello podrá ayudar a contener -sino a obstaculizar del todo- el emerger de una alianza entre Teherán y Pekín en todo su esplendor.
 
Específicamente, los Estados Unidos deberían:
 
Escalar las sanciones contra Irán. Al repeler, de modo insensato, la política de Trump de 'máxima presión', la Administración Biden ha relajado la implementación de numerosas sanciones. Esta política exterior complaciente ha reducido el poderío de negociación de Washington frente a Teherán.
 
Esto, a su vez, ha disminuído los prospectos para la obtención de un resultado satisfactorio en las conversaciones nucleares, ha alentado un resurgimiento de las exportaciones iraníes de crudo a Pekín, y ha reducido la cantidad de barreras interpuestas a la cooperación sino-iraní.
 
Un retorno a la política de sanciones de 'máxima presión' no solo incrementaría las chances de consolidar un acuerdo nuclear favorable con Teherán, sino que también reduciría los beneficios percibidos para China en materia comercial con Irán, al reducirse la capacidad de pago iraní de importaciones chinas, incrementándose el riesgo de que el régimen iraní actual sea derribado por una ciudadanía extenuada por los padecimientos.
 
La amplificación de sanciones, asimismo, comprometería la capacidad iraní de financiar sus operaciones militares, y de financiar a su red de milicias subsidiarias -y grupos terroristas.
 
Presionar a China, a efectos de que reduzca su respaldo al régimen iraní. Washington debería subrayar que, a menos que Pekín aliente a Teherán a comprometerse en su programa atómico y a poner fin a sus ataques por vía de proxies o subsidiarios, Irán probablemente continúe insistiendo en un curso de impacto contra los Estados Unidos y sus aliados. Ello podría comprometer a los intereses económicos chinos en la región, y provocar una disrupción en las exportaciones de crudo a la región -de las cuales China depende.
 
Reforzar la implementación de sanciones contra las importaciones chinas de crudo iraní. Luego de que el presidente estadounidense Joe Biden se impusiera en las elecciones, China aumentó sus importaciones de petróleo iraní. La Administración americana podría contemplar, erróneamente, su ausencia de refuerzos en la implementación de sanciones contra esas importaciones ilícitas como un gesto táctico de buena voluntad obsequiados tanto a Teherán como a Pekín, pero la buena voluntad le importa poco a estos regímenes.
 
Washington debería implementar renovadas sanciones, que pongan el foco en las redes de distribución y en las firmas de origen chino que facilitan el comercio de crudo. El futuro económico de Pekín depende mucho más de la manutención de relaciones económicas estables con los Estados Unidos, que de su comercio -sustancialmente menor- con Teherán.
 
Trabajar junto a aliados para recortar el respaldo chino a Irán. La Administración Biden debería potenciar los costos y riesgos para Pekín en sus vínculos con Irán, no sólo en términos de plantear las relaciones sino-americanas, sino también en términos de la relación china con otros Estados amenazados hoy por Teherán.
 
Entre ellos, y contando a los Estados árabes del Golfo Pérsico, destaca Israel, cuyas preocupaciones en torno a Irán fueron un factor de peso en la configuración de los Acuerdos de Abraham. En la actualidad, China exhibe una relación económica y comercial de mayor magnitud con aquellas naciones antes que con Irán, y es peobable que ese desequilibrio aumente, a partir de nuevas sanciones americanas.
 
En definitiva, la Administración Biden debería poner fin a sus intentos políticos de resucitar el convenio nuclear con Irán de 2015. Es más promisorio el regresar a un enfoque de máxima presión.
 
Un cambio en tal sentido no solo mejoraría las chances de obtenerse un resultado más satisfactorio en las negociaciones con Teherán, sino que ayudaría a la hora de reducir los incentivos económicos para Pekín, en su vínculo con Irán.


Artículo original, en inglés

 
Sobre James Phillips

Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.