Las Raíces del Pensamiento Económico Argentino
Quien esto escribe, ha tenido el honor de editar el libro que lleva el título de esta nota...
13 de Enero de 2022
Quien esto escribe, ha tenido el honor de editar el libro que lleva el título de esta nota, convocando a expertos que representan distintas corrientes de pensamiento económico con ideas fundadas en Europa, los Estados Unidos de América o América Latina, luego importadas en nuestro país y ampliadas a través de personalidades e instituciones que, durante décadas, han trabajado con ese objetivo.
Virreinato del Río de La Plata. La primera referencia es con la llegada de los buques españoles al continente americano, producto de cierto mercantilismo que nace en el Reino Unido y Francia, adquiriendo poco después una dinámica propia en España, y plasmándose en el gobierno de virreinatos que se impusieron a lo que hoy es nuestro territorio nacional. En aquella era de dominio español, nuestro territorio estuvo plagado de restricciones al comercio, lo que impidió que el desarrollo y el progreso económicos se consolidaran previo al arribo del modelo agroexportador.
Manuel Belgrano e Hipólito Vieytes. Mientras el primero estudió en Europa y se acercó a las ideas del laissez faire y Adam Smith, Don Hipólito Vieytes encarnó un proceso más latino, aunque abrazándose a las mismas fuentes. A lo largo de los distintos periódicos que circularon poco antes de la Revolución de Mayo (me refiero al Telégrafo Mercantil y al Semanario de Agricultura, Industria y Comercio), tanto Manuel Belgrano como Hipólito Vieytes le imprimieron a nuestras tierras las primeras pinceladas liberales. Es cierto que la Revolución de Mayo ocurre en paralelo con las batallas entre Francia y España, que mantenían a los monarcas españoles preocupados por defender territorio propio, pero también había -en lo que hoy es el territorio argentino- fuerzas locales que planteaban la necesidad de aplicación de cierto liberalismo comercial a efectos de alcanzar un progreso genuino. Belgrano y Vieytes le obsequiaron a aquella Revolución un espíritu liberal, no solo a criterio de recuperar libertades individuales y de buscar un desarrollo local propio, sino también para liberar el comercio.
La Generación del '37. Rodeados de guerras civiles, intelectuales como Esteban Echeverría (1805-1851), Juan María Gutiérrez (1809-1878), Juan Bautista Alberdi (1810-1884) y Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), se logró erigir una suerte isla de diálogo, en la que se fundaron las bases de nuestra Argentina. Si bien existían claras diferencias de pensamiento entre ellos, los próceres citados coincidían en la importancia del comercio como cimiento para el progreso, al tiempo que cuestionaban la abundancia de regulaciones y monopolios.
Las Bases de Alberdi. Esa isla intelectual fue inspiración de nuestra arquitectura constitucional, conforme puede leerse en las Bases de Juan Bautista Alberdi. Tal lo señalara -acertadamente- el historiador Ricardo López Gottig, el ideario liberal-libertario desde el que se redactó la Constitución de 1853, 'no fue monopolio de Alberdi'. Con todo, su trabajo devino en fundamental a la hora de poner en marcha instituciones, reglas de juego, debates y experiencias nacidas en el Viejo Continente y en América del Norte. Es a partir de aquel marco constitucional que la Argentina logró su primer despegue, alcanzando un desarrollo económico de carácter milagroso, y atrayendo inmigrantes a partir del florecimiento de su actividad comercial y del consecuente progreso.
Acaso una conclusión inicial de este estudio permitirá apuntar que el siglo XIX de la Argentina fue liberal, con remarcables resultados que pueden evidenciarse en indicadores económicos y sociales.
El socialismo librecambista. Incluso en el pensamiento de referentes socialistas que tomaron parte de debates parlamentarios como Juan B. Justo –quien tradujera El Capital de Marx al español– se observa cierto reclamo en pos del libre comercio, entendiendo que la libre importación de alimentos reducía los precios que beneficiaban al trabajador.
John Maynard Keynes y Raúl Prebisch. Las circunstancias históricas, sin embargo, se vieron modificadas a partir de la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión de los años treinta, emergiendo -en el mundo desarrollado- la figura de John Maynard Keynes. Keynes reclamaba un Estado presente y políticas económicas de estabilización, con miras a lidiar con la Gran Depresión; aún cuando ello en modo alguno implica justificar los excesos que el mundo cometió en su nombre, durante el siglo XX. En la Argentina, fue especialmente importante la figura de Raúl Prebisch, influenciado por el pensamiento keynesiano, pero cobrando un formato doméstico de propia factura. Una diferencia significativa entre ambos es que Keynes fundamentaba la intervención con ánimo de estimular la demanda agregada ,en un contexto de crisis y recursos ociosos; Prebisch, no obstante, se caracterizó por un ímpetu mayormente desarrollista, fundado en la intervención y en el Estado presente, en circunstancias diferentes. Finalmente, ni Keynes ni Prebisch -como tampoco otros seguidores de esta corriente, como son los casos de Julio Olivera, Roberto Frenkel o los autores de estos capítulos del libro de referencia como Saúl Keifman, Luis Blaum y Daniel Heymann- justificarían las intervenciones económicas de los sucesivos gobiernos argentinos a los largo del siglo XX. Una cosa es sostener que el gobierno debe intervenir con un ánimo desarrollista, y otra muy distinta es justificar los excesos de los sucesivos gobiernos argentinos.
La Escuela Austriaca de von Mises y Hayek. Quizás para enfrentar esa expansión del Estado Moderno, algunos argentinos como Alberto Benegas Lynch importaron en la Argentina las ideas de la Escuela Austríaca, en particular la de von Mises y Hayek. En primer término, con reuniones en la Universidad de Buenos Aires y, tiempo después, mediando la creación de distintos centros, algunas personas e instituciones se preocuparon por traer a estas figuras intelectuales nacidas en Viena para ilustrarnos sobre aquellos excesos. Naturalmente, no se trataba de defender ideas anarquistas o libertarias, sino de defender la libertad individual, la economía de mercado, la propiedad privada y el gobierno limitado. Numerosos intelectuales como Juan Carlos Cachanosky viajaron a los Estados Unidos de América para doctorarse en programas austríacos, para luego traer esas ideas a la Argentina.
La Escuela de Chicago de Milton Friedman. Lo propio sucedió con la Escuela de Chicago: jóvenes argentinos viajaron a esta ciudad de los EE.UU., aproximándose al ideario Milton Friedman, que luego sería importado al país con el objeto de alentar un muy necesario debate. Juan Carlos de Pablo, por ejemplo, se refiere -en este capítulo- a la identidad de personas e instituciones responsables de crear cierto monetarismo argentino, ideas precisas a efectos de rastrear respuestas frente a la problemática de la inflación.
La Economía Social de Mercado y la Doctrina Social de la Iglesia. En esta historia, por cierto que la Iglesia también acusó el impacto y la influencia de ideas foráneas; en el apartado, Marcelo Resico describe la influencia de ciertas ideas ordoliberales que tuvieron éxito –entre otros– en el milagro alemán de posguerra, y que pueden ayudar a resolver ciertos dicotomías entre liberales y keynesianos. Röpke, Einaudi, Rueff, Erhard son, probablemente, un puente entre Keynes y Hayek; acaso una respuesta a esa grieta de ideas económicas que, aún hoy, prevalecen en la conversación argentina.
Un renovado interés por las instituciones. Si la economía en la primera mitad del siglo XX se reformuló en una suerte de mecanicismo matemático, lejos del enfoque multidisciplinar que caracterizaba a los trabajos clásicos, en las últimas décadas parece tener luegar cierto renovado interés por la economía institucional. Martín Krause nos cuenta el modo en que las ideas de James M. Buchanan, Ronald Coase y Douglass North, entre otras, arribaron a nuestro país, para luego comenzar a amplificar el interés en el trabajo de economistas locales.
A la postre, se trata de un libro de contenido plural. Nuestro objetivo coincidió con el ofrecer voz y espacio a distintos economistas, influídos por corrientes de pensamiento diferentes. De lo que se trata, a fin de cuentas, es de rastrear las fuentes de nuestro pensamiento económico, tan heterogéneo como podrá ver el lector en los medios -aunque actualizado respecto de los procesos iniciados en otros continentes.
El debate de ideas es el precedente del orden económico institucional que puede ayudar a la Argentina a hallar respuestas para sus problemas. Este libro pretende alimentar esa búsqueda y nutrir un sano diálogo entre quienes se han formado con diversas influencias del pensamiento económico.
El debate de ideas es el precedente del orden económico institucional que puede ayudar a la Argentina a hallar respuestas para sus problemas. Este libro pretende alimentar esa búsqueda y nutrir un sano diálogo entre quienes se han formado con diversas influencias del pensamiento económico.
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@AdrianRavier
Sobre Adrián Ravier
Es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Publica periódicamente en el sitio web en español del think tank The Cato Institute y medios nacionales.