INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

¿Dónde han quedado los realistas de la política exterior?

La política exterior de los Estados Unidos pone en peligro a los ciudadanos del país, al tiempo que no comporta beneficio alguno.

12 de Enero de 2022


En ocasiones, pareciera ser que, cuando surge la cuestión de las relaciones internacionales, el presidente ruso Vladimir Putin es el único jefe de Estado capaz de presentar propuestas racionales. Su reciente postura negociadora llevó a Sergei Rybakov -Ministro de Relaciones Exteriores- a alejarse del precipicio de la guerra entre su país y los Estados Unidos de América en torno a Ucrania; la decisión exhibió un carácter eminentemente sensible y desactivaría la posibilidad de que la Europa Oriental se convierta eventualmente en una nueva Sarajevo, que pudiera conducir a una confrontación nuclear. En palabras de Putin, 'Necesitamos contar con garantías legalmente vinculantes de largo plazo, aún si sabemos que no se puede confiar en ellas, conforme los Estados Unidos tienen por costumbre retirarse de tratados firmados que dejan de tener interés para ellos. Pero (...) se necesita algo más, no sólo afirmaciones verbales'.

Tony Blinken y Sergei LavrovPutin y el presidente Biden conversaron sobre las propuestas rusas y sobre otras temáticas, en una conversación telefónica fechada el 30 de diciembre pasado. En la misma, Biden marcó el número por razones meramente diplomáticas, y tanto él como Putin -según se informara- tomaron medidas para desactivar una eventual confrontación. En oportunidad de la charla, ambos líderes acordaron dar inicio a negociaciones bilaterales descriptas como un 'diálogo para la estabilidad estratégica' vinculado a 'garantías recíprocas de seguridad', que ya comenzaron a formularse este domingo 9 de enero en Ginebra, Suiza. Ese desarrollo será continuado por un cónclave exploratorio en el Consejo OTAN-Rusia este miércoles, para luego seguir con otro encuentro el jueves, con la Organización para la Seguridad y la Cooperación.

Pat Buchanan, quien de alguna manera se muestra escéptico de cara a la postura rusa, ha sintetizado la posición de Putin, que el autor califica de ultimátum, de este modo: 'Retírense del porche de nuestra casa. Retírense de la puerta de nuestro domicilio. Y manténganse alejados de nuestro patio trasero'. Putin ha exigido que la OTAN le ponga fin a su expansión hacia la Europa Oriental, lo cual amenaza no solo a Rusia, sino que también hace retroceder los emplazamientos de misiles en ex países pertenecientes al viejo Pacto de Varsovia que hoy son miembros de la Alianza Atlántica. Asimismo, pidió el jefe de Estado ruso que los Estados Unidos reduzcan las incursiones en forma de acoso por parte de navíos de guerra y bombarderos estratégicos a lo largo de las fronteras rusas, y que Washington cese con su maniobra de insertar bases militares en los 'cinco Stans a lo largo de la frontera sur de la Federación Rusa'. En otras palabras, Rusia cree que no deberían desplegarse fuerzas militares hostiles en sus fronteras, que debiera existir algún tipo de garantía legal, y lo propio con una zona de seguridad estratégica con respaldo internacional -similar al escenario del que disfrutan los Estados Unidos en ambos océanos, rodeado el país de naciones y gobiernos amistosos al norte y al sur.

Concluye Buchanan que existe amplio margen para negociar un acuerdo creíble con capacidad para satisfacer a ambas partes, observando el autor que, ahora, los Estados Unidos contabiliza convenios de seguridad insostenibles con veintiocho naciones europeas. Observa Buchanan: 'No debería estar lejos el día en que los Estados Unidos de América se vean forzados a revisar y descartar compromisos originados en la Guerra Fría, que datan de los años cuarenta y los años cincuenta, y que nos exigen combatir a una potencia nuclear de la talla de Rusia, para defender a países que nada tienen que ver con nuestros intereses vitales ni con nuestra seguridad nacional'.

El Secretario de Estado americano Tony Blinken ha sido abiertamente escéptico frente a las propuestas de Rusia, argumentando que Moscú es una amenaza contra Europa, aún cuando se vuelve difícil sopesar hasta qué punto y qué tan duro jugará en los detalles la Administración Biden. Blinken y la OTAN ya han declarado que continuarán con su expansión hacia la Europea Oriental, y que -según se ha informado- la Casa Blanca se encuentra hoy preparando un compendio de nuevas y duras sanciones contra Rusia, si las conversaciones no fueran exitosas. Sin lugar a dudas, el retroceso de la Administración Biden podría emerger como una técnica en debate para moderar o bien eliminar algunas de las demandas; o bien podrían surgir halcones desde el Centro para la Nueva Seguridad Americana (Center for New American Security), quienes le dicen al oído a la Administración qué debe ésta hacer frente a los rusos. En cualesquiera de los casos, tanto Blinken como Biden le han advertido a Moscú: 'No cometan un grave error en Ucrania', completando luego que habrá 'consecuencias económicas de magnitud', de ser atacadas las fuerzas occidentales por sus pares rusas. Luego de un cónclave con el flamante Canciller alemán, Blinken afirmó la pasada semana que no habría progresos en los acercamientos diplomáticos mientras siga existiendo un 'revólver ruso apuntando a la cabeza de Ucrania'. En rigor, y como es sabido, Moscú se encuentra a ocho mil kilómetros de distancia de Washington, y el revólver más peligroso siempre estuvo en manos de OTAN y de los Estados Unidos, apuntando hacia las puertas de ingreso a la Federación Rusa.

Sin margen para el error, Rusia es popular en determinados círculos, lo cual surge mayormente de una cobertura fundamentalmente negativa de parte de los medios de comunicación sobre Putin y su gobierno. Las encuestas de opinión refieren que la mitad de la ciudadanía en los EE.UU. aprueba el despliegue de tropas para defender a los ucranianos. Los Republicanos, notablemente los senadores Ted Cruz, Tom Cotton y Marco Rubio, parecen mostrarse particularlmente entusiastas ante la alternativa de ir a la guerra por Ucrania, como también por Taiwan, y todos han reconocido que defienden enviar tropas y armamento -además de facilitar información de inteligencia- para asistir a Kiev. Entienden estos legisladores que es necesario defender a la democracia estadounidense al tiempo que debe resguardarse la 'credibilidad' estadounidense, último refugio de una nación sin palabra, conforme el autor Daniel Larison lo ha observado, en razón de que, con frecuencia, Washington 'se desdice de sus propias palabras'. Y luego están los desquiciados Mike Turner -congresista por el estado de Ohio-, quien ha afirmado que debe enviarse tropas americanas para defender a Ucrania, con el fin de proteger a la democracia de los Estados Unidos; y Roger Wicker -senador Republicano por Mississippi-, que respalda un eventual ataque nuclear preventivo para 'hacer llover destrucción sobre la capacidad militar rusa' -esto es, propuestas para empujar al mundo a un conflicto global en el que matar a diez o a veinte millones de ciudadanos estadounidenses no luciría tan mal.

Rusia tiene derecho a preocuparse, en razón de que, ahora mismo, algo se está cocinando en Kazajistán -lo cual podría consignar una repetición del exitoso golpe estadounidense (respaldado por organizaciones no-gubernamentales) contra el gobierno ucraniano en 2014. Los miembros de la Organización del Tratado para la Seguridad Colectiva -Rusia, Bielorrusia, Kirguistán, Tayikistán y Armenia- han desplegado soldados para responder al pedido de ayuda de Kazajistán. Infortunadamente, la política exterior de los Estados Unidos no sólo tiene que ver con Rusia. El asunto de Taiwan continúa resonando, de manera muy similar a la crisis de Ucrania. China, potencia emergente, busca afirmarse cada vez con mayor recurrencia en su vecindario, mientras que los Estados Unidos pretenden, alternativamente, confrontarla y contenerla, al tiempo que también Washington busca alentar y nutrir relaciones que evolucionaron luego de la Guerra de Corea y durante la Guerra Fría. El status quo es insostenible, pero la maniobra americana para en pos de 'proteger' a Taiwan son desestabilizadoras, en tanto vuelven a los chinos más suspicaces de cara a las intenciones de Washington, lo cual probablemente conduzca a un conflicto armado.

Y, de paso, no hemos de ignorar la recurrente devastación perpetrada por los Estados Unidos mediante sanciones y bombardeos de poblaciones civiles, tanto en Venezuela como en Siria, Irán, Afganistán y Yemén, para reprender a los gobiernos de esos países. Y, por cierto, siempre está presente Israel, el viejo y buen aliado, amado por todos los políticos y los medios de comunicación. Biden continúa analizando reingresar al país en el convenio de no-proliferación con Irán, lo cual sería positivo para Washington, aunque acusa la presión de Israel y de su coro. Apenas el mes pasado, conversando en la Gala Estadounidense-Sionista (Zionist Organization of America Gala), Mike Pompeo, ex Secretario de Estado y ex Director de la CIAconsignó: 'No existe tarea más importante que defender a Israel, y no existe aliado más importante para los Estados Unidos que Israel'. Agréguese aquella inolvidable declaración de Nancy Pelosi en torno a su amor por Tel Aviv: 'He dicho a quienes me consultaban que, si este Capitolio terminare entre ruinas, lo único que se mantendría en pie sería nuestro compromiso y nuestra ayuda, a la cual ni siquiera debo llamar ayuda, sino cooperación con Israel. Fundamental, a la hora de definir quiénes somos'.

Uno podría preguntarse cómo es que un líder político de los Estados Unidos podría expresar de modo tan flagrante que los intereses del país se subordinan a los de una nación extranjera, pero aquí estamos. Y es ciertamente trágico que nuestro presidente esté dispuesto a sacrificar vidas de militares estadounidenses en respaldo de intereses completamente fraudulentos. La verdad es que tenemos un gobierno que, desde planteos bipartidistas, hacen todo al revés, mientras que el pueblo combate a diario para pagar cuentas y para impedir que su calidad de vida y su seguridad se vayan por el barranco. Volviendo a citar la sabiduría de Vladimir Putin de cara al asunto, podría apuntarse que, en 2007, en la Conferencia de Seguridad de Munich, el mandatario ruso declaró que el 'comportamiento casi ilegal' de los Estados Unidos de América, al insistir en su proyecto de supremacía y liderazgo globales no respeta los intereses vitales de terceros paíes, y que ponía en riesgo el deseo por mecanismos establecidos con miras a alentar las relaciones pacíficas. Tenía razón, y es el nudo de la cuestión. No hay credibilidad ni humanidad en la política exterior estadounidense, y todo el mundo sabe que los EE.UU. y sus aliados -como Israel- se han desbocado, que no obedecen regla alguna, y que no respetan los derechos de nadie. Esto se ha convertido en incontestable desde finalizada la Segunda Guerra Mundial, pero se ha vuelto una práctica rutinaria en prácticamente todos los ecosistemas de relaciones internacionales de los Estados Unidos desde el 11 de septiembre de 2001. Los verdaderos perdedores son los ciudadanos de los Estados Unidos de América, que deben hacer frente a la carga de una clase política insanablemente desaprensiva y corrupta.

Artículo original, en inglés


 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.