ECONOMIA INTERNACIONAL: RYAN BOURNE

¿Qué importancia tiene socializar en Navidad y Año Nuevo?

Hace tan solo una semana, pregunté en la red social Twitter:

25 de Diciembre de 2021

 

Hace tan solo una semana, pregunté en la red social Twitter: ¿Cuánto dinero aceptaría Usted que le pagasen para, voluntariamente, ser encerrado entre el 23 de diciembre y el 3 de enero, solo en su casa?
 
Navidad y Año Nuevo en confinamiento, COVID-19, Variante Omicron, Dictadura sanitariaEra una pregunta parcialmente seria. Las noticias de la variante ómicron comenzaban a conocerse. Las medidas del tipo Plan B estaban siendo discutidas, incluyendo un retorno a la obligación de usar mascarillas y el consejo de trabajar desde el propio domicilio. Considerando este contexto, mi intención era discernir qué tanto valor le asignaban las personas a los aspectos sociales de la presente época. ¿Si un halcón contra el COVID apareciera en su puerta ofreciendo pagarle para que no socialice durante la Navidad, ¿cuál sería ese precio?
 
Cómo podría esperarse, algunas personas (viendo hacia dónde iba con esta pregunta) respondieron para mostrar su virtud respecto del equipo COVID. Algunos dijeron que lo harían gratuitamente, o incluso pagarían para ser aislados, en razón de su altruismo. Otros consignaron que no había una cantidad dinero suficiente que podría convencerlos de evitar reunirse con sus familias. Esto último luce particularmente increíble: si Jeff Bezos se manifestara ofreciendo su fortuna por pasar once días en casa, ¿acaso alguien realmente renunciaría a miles de millones de dólares por pasar unos cuantos días con la familia y los amigos?
 
Dejando a un lado a estos grupos inusuales, no obstante, pienso que las respuestas remanentes revelan algo de información económica importantes acerca de cómo deberíamos de pensar sobre la economía de la pandemia.
 
La primera lección de las respuestas es que el valor en una pandemia no puede ser confundido con el valor que medimos en los mercados, conforme éste se explicita en el PBI, ni simplemente relacionado a los resultados de salud pública. Más allá de aquellos que respondieron que lo harían gratuitamente, la cifra más baja ofrecida fue de 500 libras esterlinas, llegando las cifras más altas -de hasta £30.000 o incluso £50.000. Eso en parte podría reflejar un segmento inusualmente rico de la población, pero el punto es que muchas personas le asignan un valor alto a la socialización en esta época del año, sin importar la presencia del virus. Inevitablemente, ese valor decrece cuando el gobierno decreta frustrar nuestros planes.
 
Muchas veces, cuando nos referimos a las restricciones por el COVID, las personas discuten la puja entre la salud y la economía. Esto muchas veces es exagerado: como probablemente veremos, un virus desenfrenado suele derivar en un gran declive de la actividad económica, a raíz de que las personas se retraen voluntariamente de sus vidas normales. Pero existe una clara valoración de nuestras libertades sociales —valor que suele ser minimizado cuando se discuten los costos y beneficios de las restricciones. Cuando se trata de la época de Navidad, un nuevo encierro destruiría mucho valor, el cual no necesariamente sería observable en las estadísticas económicas. 
 
La segunda lección, sin embargo, es que se evidencia una variación masiva en el valor asignado a la socialización en época de Navidad, principalmente debido a las muy diversas circunstancias en las que se encuentran las personas. Los economistas tienen claro que el valor no solo es subjetivo, sino que también depende del contexto. Si se vive solo, se tiene cáncer terminal, se ama la Navidad, o se ha planificado ya una vacación familiar para ver a la familia (a la cual una persona no ha podido ver en dos años), el interesado probablemente le asigne una alta valoración a la socialización fuera de su domicilio, este año. Si Usted, por ejemplo, es alguien que, por la razón que fuere razón, probablemente pasaría las festividades solo en su hogar de todas maneras, o ni siquiera celebra estas fiestas, entonces muy probablemente aceptaría una suma mucho menor.
 
Normalmente, un problema importante de las restricciones sobre la libertad es que estas no pueden de ninguna manera acomodar esta heterogeneidad del valor. Cuando hablamos en términos agregados acerca de los costos de las restricciones de cuarentena, muchas veces nos olvidamos de que, para algunos personas, los ‘costos’ son relativamente diminutos en relación a su ‘normalidad’ y que para otros los costos —ya sea perder el propio empleo o pasar momentos especiales con la familia— son gigantescos
 
Por supuesto, es precisamente debido a que mi comportamiento puede afectar a terceras partes que el COVID es un problema más espinoso que cuando tomamos decisiones cotidianas. Sin embargo, una virtud de la libertad en tiempos normales es que nos facilita tomar las mejores decisiones para nosotros mismos, teniendo en cuenta tanto esos mismos valores personales como el conocimiento local de nuestras circunstancias -las cuales ningún burócrata estatal podría ponderar. Esas son dos razones por las que la libertad debería ser la certera opción por defecto. 
 
Este argumento acerca de la importancia del contexto me lleva a la última lección. La idea de que el valor depende del contexto no solo implica nuestro contexto personal, sino aquel del mundo que nos rodea. 
 
Lo que queda claro es que durante la última semana desde que publiqué mi encuesta, los crecientes casos ya están llevando a que muchas familias reconsideren sus planes durante las festividades. Las personas están evitando fiestas de Navidad o bien evitan tomarse unas copas con los amigos, para tratar de proteger su día de Navidad. Otros han cancelado sus planes de viajes para visitar a familiares dado que estos están nerviosos. Los partidos de fútbol americano están siendo cancelados por doquier y, en apariencia, el calendario deportivo se verá alterado, para reiniciar a comienzos del próximo año. Numerosos negocios cerrarán sus puertas, conforme sus clientes voluntariamente optarán por permanecer en sus casas. 
 
Mientras que las acciones de otros cambian, el valor para nosotros de ser capaces de socializar cambiará también. Una amigo contestó la encuesta de manera privada con un número relativamente bajo la semana pasada, cifra que me sorprendió. Hace poco, volvió a escribirme, consultándome cómo se miraba su valor bajo ahora, dado que él ahora esencialmente tendrá que quedarse en casa de todas maneras. 
 
Eso es lo que sucede con la economía del COVID. Hay, de hecho, todo tipo de pérdida de valor que resulta ignorada o agregada a algo que no tiene significado alguno cuando ese Estado impone restricciones.

Aún así, el valor asignado a esas libertades perdidas puede cambiar dramáticamente cuando una nueva ola viral azota, cuando las personas que son valiosas para nosotros se ven amenazadas, y cuando el mundo a nuestro alrededor responde de manera adecuada.


* El autor, Ryan Bourne, es fellow R. Evan Scharf para la Comprensión Pública de la Economía en el think tank estadounidense The Cato Institute, en Washington, D.C.