ECONOMIA INTERNACIONAL: JAMES A. DORN

Permitir que el mercado descubra tecnologías superiores en materia de dinero

Veinticinco años atrás, en las vísperas del dinero electrónico, el titular de la Junta...

11 de Diciembre de 2021

 

Veinticinco años atrás, en las vísperas del dinero electrónico, el titular de la Junta de la Reserva Federal Alan Greenspan -foto- presentó un estudio en una conferencia en la Tesorería de los Estados Unidos de América, titulado 'El dinero electrónico y la banca: el rol del Estado', en donde argumentó que el futuro del dinero electrónico dependería de la 'flexibilidad del sector privado para experimentar, sin una intervención amplia por parte del Estado'. La pandemia del COVID-19 ha acelerado la transición desde el dinero de papel hacia el dinero electrónico. Las personas todavía quieren tener efectivo, pero cada vez más en formato digital y almacenado en billeteras móviles, en lugar de tenerlo en la forma de un billete que se dobla.

Alan Greenspan, Reserva Federal, Bancos centrales y dinero fiduciarioLa República Popular China ya le ha cerrado las puertas a las criptomonedas privadas basadas en el mercado, con miras a proteger lo que el Estado tiene en juego con la creación de una moneda digital emitida por la banca central (una CBDC). Existen pocas dudas respecto de que, eventualmente, todos los bancos centrales importantes crearán sus propias monedas digitales. La pregunta es si acaso los gobiernos permitirán que las monedas digitales privadas surjan y compitan con estos medios de intercambio oficiales, o si seguirán los pasos de China, prohibiendo los sustitutos privados basados en el mercado.

Al sopesar cuestiones en torno del futuro del dinero, resulta crítico comprender adecuadamente la relación cuando se trata del dinero, el mercado y el Estado. Habría mayores ganancias si se tolerara la existencia de un sistema privado paralelo de monedas digitales adicional a las CBDCs, y si se permitiera que la gente fuese libre para elegir. El proceso de descubrimiento del mercado podría entonces ayudar a determinar el futuro del dinero, en lugar de dejar esa decisión en manos del Estado.

Las monedas privadas surgieron mucho antes que los bancos centrales, a raíz de tener lugar decisiones descentralizadas de una red de comerciantes para adoptar un bien ampliamente aceptado como un medio de intercambio. Con el tiempo, las monedas de oro y de plata reemplazaron a las conchas de Cowrie y otras formas crudas de dinero. El dinero se volvió más abstracto a partir de la introducción de las monedas de papel y de los cheques, y se volvió centralizado.

En gran medida, hoy, la moneda es un dinero totalmente fiduciario. Su valor depende casi totalmente de mantener su oferta en línea con la demanda. La red de dinero oficial hace que competir con estas opciones oficiales no sea sencillo; los gobiernos no están ansiosos de permitir que sus monopolios de moneda se vean perturbados por empresarios privados que ofrecen alternativas superiores.

Aún así, no existen razones para temer al desarrollo espontáneo de alternativas frente al dinero fiduciario y discrecional del Estado. Permitir una competencia libre dentro de un genuino Estado de Derecho que salvaguarde los derechos de propiedad —incluyendo el derecho a tener una moneda sólida— es la mejor manera de fomentar la innovación y el progreso. Un sistema monetario sustentado en la confianza es un fundamento importante para la armonía económica y social. Permitir un mercado libre de ideas y de experimentación, ya sea en el ámbito de la moneda o de otras instituciones, genera información nueva que se pierde cuando el Estado prohíbe la competencia, que es mejor comprendida como un proceso hayekiano de descubrimiento.

La novedosa frontera de las monedas cibernéticas y del blockchain no debería estar restringida por burócratas estatales extralimitados que desean proteger su territorio y mantener el status quo; tampoco por banqueros que no desean competencia en la provisión de servicios financieros. Si hemos de gozar de los beneficios de las fintech y de la revolución de la información, las puertas hacia un sistema monetario más innovador y con una superior capacidad de adaptación deben permanecer abiertas, conforme mantenemos una regulación satisfactoria para garantizar la concreción de un sistema de pagos transparente y ordenado.


El equilibrio adecuado entre el estado y el mercado, por lo tanto, deviene en esencial a la hora de ofrecer un ambiente institucional que promueva la libertad y la responsabilidad –y que extienda la gama de opciones disponibles a las personas. Inclinar ese equilibrio hacia el sector privado probablemente desarrollará un sistema monetario robusto, en lugar de colocar una carga más pesada sobre los bancos centrales discrecionales que emiten dinero fiduciario, ya sea este dinero de papel o digital.

Esa idea está reflejada en un estudio reciente del Banco de Pagos Internacionales (BIS), en el cual las virtudes de las CBDCs son destacadas, sin dejar de reconocer los riesgos de una ausencia de las alternativas privadas:

'Los beneficios finales de adoptar una nueva tecnología de pago dependerán de la estructura competitiva del sistema de pagos subyacente y de las normas para gobernar los datos. La misma tecnología que puede fomentar un círculo virtuoso de mayor acceso, costos más bajos y mejores servicios de igual forma podría inducir un círculo vicioso de silos de datos, de poder de mercado y prácticas anti-competitivas. Las CBDCs y las plataformas abiertas son las que más conducen hacia un círculo virtuoso. En lugar de seguir el ejemplo chino de perseguir las criptomonedas, EE.UU. y otras sociedades abiertas deberían seguir al mercado y ver si este puede ofrecer mejores alternativas que otro dinero fiduciario estatal, sin límite de norma monetaria alguna'.
 

Publicado originalmente en CoinDesk (Estados Unidos)
Sobre James A. Dorn

Es vicepresidente para Asuntos Académicos de Cato Institute y especialista en la República Popular China. Es también coautor de China's Future: Constructive Partner or Emerging Threat? (El Futuro de China: ¿Socio Constructivo o Amenaza Emergente?).