INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

El negocio de los espías

Alcanza con seguir la pista del dinero.

25 de Noviembre de 2021

 

Me he dedicado a estudiar en profundidad el asunto del arresto de una fuente alterna que, según se informara, proporcionó gran parte de la, en apariencia, 'información de inteligencia' prefabricada que fue a parar al dossier de Christopher Steele, en su momento comisionado por Hillary Rodham Clinton y el Comité Nacional del Partido Demócrata, para hurgar en cuestiones comprometedoras sobre el entonces candidato Donald Trump. La historia verídica, por cierto, consigna que los Demócratas utilizaron su poder en la presidencia para involucrar ilegalmente a numerosas agencias de la seguridad nacional en el objetivo de ensuciar a Trump pero, por el momento, hemos de conformarnos con la detención del residente de Virginia -nacido en Rusia- Igor Danchenko, por el delito de mentirle al FBI.
 
Hillary Rodham Clinton, Dossier Steele, Igor Danchenko, Corrupción en el Partido DemócrataMi problema es que, además de las evidentes mentiras, que podrían categorizarse bajo la etiqueta intitulada 'Todo mundo miente a la policía', no puedo determinar que lo que haya declarado el pobre diablo haya sido, en efecto, un delito. He reconstruído la secuencia de los eventos, de la siguiente manera: Fusion GPS -una firma privada de inteligencia financiera- comenzó investigando, originalmente, los posibles vínculos de Trump con Rusia, en la época de las elecciones primarias; el trabajo fue encargado por un referente conservador cuya meta era perjudicar a la plataforma de Trump. Después de que Trump obtuvo la nominación, el ideólogo originario cesó con su esfuerzo. Sin embargo, Fusion GPS fue contratada para mantener el asunto en marcha, recurriendo al bufete de abogados Perkins Coie, que trabajaba para la campaña de Hillary Clinton. Christopher Steele, ex oficial del MI-6 británico, quien ostentaba una buena reputación y contaba con acceso a información originaria de Rusia y otros sitios, fue subcontratado por Fusion para ayudar en el esfuerzo, con miras a elaborar un dossier que contuviera material difamatorio sobre Donald Trump. Conforme el personaje contaba con acceso limitado a la clase de información que se buscaba, Steele contactó a un conocido investigador de temas de inteligencia quien, en apariencia, sí tenía acceso a temas puntuales. Ese fue Danchenko, analista especializado en Rusia, a quien Steele describiría poco después como su 'fuente sub-primaria'. Danchenko había trabajado para el Partido Demócrata con base en Washington, D.C., y con el Instituto Brookings -también vinculado a los Demócratas- desde 2005 hasta 2010, y era considerado fiable.
 
Steele le encargó a Danchenko la misión de hallar detalles que vincularan a Trump con los rusos, incluyendo potenciales contactos con los servicios de inteligencia del Kremlin, en un periplo realizado a Moscú en 2013 -instancia en la que la Organización Trump oficiaba de anfitriona en el concurso Miss Universo. Acto seguido, la información compilada fue incorporada en lo que se convirtió luego en el Dossier Steele, y fue utilizado -entre otros- por el FBI, para construir un caso contra Donald Trump y sus más íntimos. Entre otras iniciativas, el FBI utilizó el archivo -sobre el cual se ha comprobado carecía de datos específicos- como justificación para obtener una orden de monitoreo judicial de parte de la Corte de Vigilancia Extranjera (FISA) -órgano que autorizó escuchas telefónicas sobre Carter Page, consultor principal de Trump.
 
El único problema era que porciones de la información fueron fabricadas, en apariencia por Danchenko, aunque esto último no termina de quedar claro. El falso material involucró la notoria anécdota que refería que Trump orinó sobre una prostituta en la cama anteriormente utilizada por Barack Obama cuando visitó la capital rusa. La presunción refería que Trump había sido fotografiado en flagrancia, y que el Kremlin bien podía haber utilizado ese material para extorsionarlo. Otros segmentos del dossier final también se comprobaron como falsos.
 
El falsear información pertinente a una investigación criminal bien puede ser un error -incluso un delito-, pero tanto Steele como Danchenko eran ciudadanos particulares sin status legal en ese entonces. Le tocaba a Steele proceder con la validación de los datos que recibía. En cuanto a Danchenko, pues él era uno de los ex funcionarios de varios gobiernos, que supieron acomodarse como contrabandistas de información comerciable. Algunos de ellos lograron construir un notable estándar de vida, y siempre se mostraron predispuestos a torcer los hechos a criterio de hacer felices a los clientes. En mi propia experiencia en la CIA, me he topado con no pocos comerciantes de información en Europa y Oriente Medio, y todos ellos recurrían al mismo modus operandi, esto es, el mezclar información fáctica con otra prefabricada, a efectos de que la segunda terminara validando la primera. Desde que dejé mi función en el gobierno, trabajé también para tres firmas privadas de seguridad en los Estados Unidos, y puedo sugerir que al menos dos de ellas se mostraron abiertas a modificar lo que fuera que hubiesen detectado, para hacerlo cuadrar con lo que los clientes deseaban encontrar. Ese comportamiento nada tiene de inusual en el negocio de los ex oficiales de inteligencia y ex oficiales de policía, siendo que éstos tienen por costumbre operar sin supervisión ni mediando el menor atisbo de rendición de cuentas.
 
En este caso, los cargos cifrados en la acusación se derivan de comentarios compartidos por Danchenko, describiendo fuentes sobre las que él señaló haberse respaldado a la hora de brindar información para la firma investigadora de Steele en el Reino Unido, con la que él se había comprometido a preparar lo que luego se identificaría como 'Informes de la Compañía'. La implicancia, por cierto, consignaría que él no contaba con fuentes reales y que, en lugar de ello, se abrazó a escritura creativa para redondear un resultado con narrativas aceptables frente al comportamiento de Trump. Por su parte, Danchenko declaró ante los investigadores que Steele fue quien exageró la información que le había sido brindada de parte de fuentes confidenciales rusas -información 'sin procesar', y que no era un producto terminado. En cualesquiera de los casos, el dossier final es el resultado de una compilación de hechos verificables pero mezclados con rumores y pura especulación. Asimismo, Danchenko negó conocer quién pagaba por la investigación, aún cuando todo parece indicar que él mantenía contacto con numerosos socios de Hillary Rodham, estando Charles H. Dolan entre los más destacados. Dolan bien pudo haber sugerido a los investigadores, en rigor, qué tipo de 'información' estaba siendo rastreada.
 
El arresto de referencia sobrevino como parte de una investigación llevada a cabo por el consejero especial John Durham en relación al Russiagate y a otros asuntos, más específicamente, relativos al tema de la interferencia rusa en los comicios estadounidenses de 2016. Todo lo cual se deriva de la reciente acusación, por parte de Durham, contra Michael Sussmann -ex abogado de la campaña de Hillary Rodham-, en un planteo judicial que alega que el mencionado mintió a investigadores federales en septiembre de 2016, cuando les proporcionó información que falsamente exhibía un vínculo entre la Organización Trump y el Alfa Bank en Rusia.
 
De tal suerte que la conclusión sobre el particular es que no existió connivencia alguna entre la campaña de Donald Trump y los rusos con miras a subvertir las elecciones de 2016. Más bien, al contrario: fue la plataforma de Hillary Rodham Clinton la que se propuso hallar comportamientos impropios de Trump, recurriendo aquélla a un dossier mayormente fraudulento para elaborar un caso. Y, en efecto, el presidente Barack Obama sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo, lo cual permite concluir también que existió un comportamiento ilegal de parte de agencias de seguridad y de inteligencia federales. Y puede el lector apostar que, si Obama estaba al tanto de los eventos, pues también lo estaba su vicepresidente, Joe Biden. Acto seguido, también estaban informados sobre el particular John Brennan -ex Director de la CIA- y James Comey -ex Director del FBI-. Estos involucraron abiertamente a sus respectivas agencias en la conspiración; hoy, permanecen en libertad, en lugar de estar en prisión, que es donde deberían estar.

En cuanto a Hillary, pues, el lector tendrá su propia opinión.


Artículo original, en inglés

 
Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.