INTERNACIONALES : JOHN MARULANDA

Colombia: ¿al borde del abismo?

Lo que ha ocurrido en Colombia a lo largo de los últimos ocho días es la continuación de lo iniciado...

05 de May de 2021

 

Lo que ha ocurrido en Colombia a lo largo de los últimos ocho días es la continuación de lo iniciado a nivel regional a finales de 2019. Esa 'brisita que anunciara triunfalmente el bocón de Diosdado Cabello. La chispa fue la misma: tarifas de transporte en Chile, precios en combustible en Ecuador y, ahora, aumento de impuestos en Colombia. Es el asunto económico, el mismo que terminó con Luis XVI en la guillotina, pero que en Venezuela, ¿no aplica?
 

Desestabilizar, desestabilizar
 
El objetivo es el mismo: destrucción de la ciudad, generación de temor, descrédito de la Fuerza Pública y desconfianza en su capacidad de protección y seguridad ciudadanas. En fin, generación de caos y desestabilización, siempre con lo de 'marcha pacífica' e 'infiltrados' como explicación, justificación y lavada de manos.
 
Colombia, Iván Duque, Desestabilización en Colombia, Bogotá, IzquierdaLas cosas iban de acuerdo con lo planeado, pero se atravesó la pandemia, el COVID-19 engulló el moméntum de la revuelta en curso, y se refundió la herramienta clave del levantamiento: la calle. 'No suelten la calle', recomendó una cabecilla comunista de la revuelta en Santiago de Chile. 'Hay que retomar la calle', apuntó otro mercachifle de revoluciones en Bogotá.

Más tarde, Ernesto Samper, desde la vocería del Grupo de Puebla, lo proclamó claro: a pesar del virus, habían recuperado Bolivia con Evo Morales y, ahora, iban por Ecuador con el correísta Arauz. Pero Ecuador se salió de la fila con Guillermo Lasso; Chile ahora no la tiene clara, y Perú tambalea con un sonámbulo ideológico mezcla de Lenin, Gramsci y San Agustín.

En Colombia, la joya de la corona, hueso duro de roer, la urgencia apremia a los ejecutores del Plan, ante la realidad ecuatoriana y la incertidumbre peruana. Con una actitud francamente criminal, la Federación comunista de Educadores (Fecode), la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y otros gremios, pasaron por encima de toques de queda, desautorizaciones a las marchas, sentencias judiciales en contra de la protesta y lanzaron a la calle a miles de ciudadanos mortificados por las consecuencias económicas del COVID y el imprudente proyecto de ley presupuestal de la Administración Duque. Desde el confort y seguridad de sus residencias, el incendiario Gustavo Petro y los jefes gremiales, facilitaron el escenario y los actores para el libreto de vandalismo, incendio, violencia, muertos, demérito de la autoridad, confrontación social, bloqueos que amenazan hambre en ciudades; tweets y videos, muchos de ellos editados, inundan las redes con mensajes de alarma y pánico. Se habla de cientos de desaparecidos. Organismos internacionales señalan a la Policía y el guión continúa: en medio del desbarajuste, Samper, Juan Manuel Santos y otros se ofrecen para salvar la situación, siempre con la mirada en las elecciones del próximo año, mientras los narcodineros del farciano Gentil Duarte fluyen a las células de 'capuchos' -animados éstos por los alaridos de jóvenes exacerbados.
 

¿Otro país en tribulación?
 
El pasado sábado por la noche, Iván Duque anunció la posibilidad de la 'asistencia militar', que significa sacar las tropas a la calle, con los graves riesgos institucional y ciudadano que esto implica, sin que las tropas estén amparadas por el DIH de una conmoción interna, de acuerdo a los considerandos del Artículo 213 de la Constitución Nacional. ACORE, asociación de militares retirados, advierte de un sombrío panorama que está llevando rápidamente a una reacción genuina pero ilegal de autodefensa, que puede terminar en un desbarajuste generalizado e incontrolable. 'Si no se enfrenta con decisión el caos que avanza y no se restablece la calma, días aciagos están a la vuelta de la esquina', advierte un vocero de esta antigua y respetable asociación.
 
Lo que sigue puede tomar dos caminos. Los instigadores de la desestabilización perderán oxígeno a partir de un rebrote pandémico serio, y por fatiga de los jóvenes que no verán cambios rápidos de acuerdo a sus anhelos facilistas. Con o sin oxígeno, los planes de provocación seguirán buscando excusas para cumplir con su cometido, a medida que se acercan las elecciones.
 
El otro camino es mas azaroso: la ciudadanía colombiana, curtida en violencia y ahíta de desmanes y destrucción sin sentido, ante el desgaste policial y la inoperancia judicial, tomará el asunto en sus manos, con la proclama de una defensa legítima de sus vidas y bienes.

La violencia crecerá y los culpables del incendio cacarearán como gallinas, pues soportarán el efecto boomerang de su sociopatía y odio de clases, aplicados a la búsqueda del poder. Rusia apoya; China acecha; Venezuela ayuda; el Grupo de Puebla se frota las manos; las FARC y el ELN están listos para entrar en acción: Colombia no se puede escapar de ésta, piensan.

Apure puede desbordarse en cualquier momento. La nación colombiana está en riesgo; su democracia, en peligro. No es, pues, halagüeño el horizonte.

En apariencia, Colombia ingresa en la Gran Tribulación. Algo que Venezuela transita desde hace muchos años.


 
Sobre John Marulanda

Licenciado en Filosofía e Historia de la Universidad Santo Tomás de Aquino, y Abogado de la Universidad de la Gran Colombia, Marulanda se desempeña como consultor internacional en seguridad y defensa. Es Coronel (R) del Ejército de Colombia.