INTERNACIONALES : STEVEN BUCCI

En efecto, los medios de comunicación propiciaron el ataque contra el Capitolio de los EE.UU.

Una pregunta que ha sido planteada lícitamente (al menos en Twitter y en otras redes sociales) reza...

12 de Abril de 2021

 

Una pregunta que ha sido planteada lícitamente (al menos en Twitter y en otras redes sociales) reza: '¿Acaso la narrativa presentada por los medios de comunicación desempeñó un rol importante a la hora de contribuir a radicalizar al atacante más prominente contra el Capitolio de los Estados Unidos, Noah Green?'.

Noah Green, Ataque contra el Capitolio del 2 de abrilEse nivel de autoexamen ha sido marginado de cualquier análisis noticioso; sin embargo, la pregunta es válida. Quizás el vacío existente vuelve hoy más necesario ese planteo. La respuesta, de respaldarse ésta en algún atisbo de honestidad, resultaría afirmativa: en los hechos, la narrativa imperante desempeñó un rol destacado.

Momentos antes de que Green embistió con su vehículo a dos agentes de poicíaen los extramuros del Capitolio el pasado 2 de abril, numerosos relatos comenzaron a fluir; esos relatos trascendieron a todo hecho conocido hasta el momento. En esa instancia, todos nos enteramos de que, tristemente, uno de los agentes resultó muerto, y nos notificamos de que el perpetrador fue Noah Green. Poco más se agregó a los datos conocidos, por entonces.

No obstante, esa ausencia de información no impidió que los conductores de noticieros, analistas expertos y periodistas vinculasen el ataque con la embestida contra el Capitolio, registradael 6 de enero. Muchos incluso trazaron una relación directa, señalando que tales ataques edificaron una suerte de enfermizo moméntum, acopiándose uno sobre otro.

Las conversaciones en torno de 'otro supremacista blanco armado', junto con el repunte de las exigencias con miras a prohibir la tenencia de fusiles de asalto, también surgieron; superponiéndose a afirmaciones que presentaban al perpetrador Green como un simpatizante del ex presidente Donald Trump.

El problema fue que nada de eso tenía la menor proporción de verdad. Green terminó siendo un afroamericano, simpatizante de la Nación del Islam de Louis Farrakhan, y que despreciaba a Trump por completo. En apariencia, Green se había construído un relato imaginario sobre el FBI y la CIA (ninguna de las cuales tiene roles designados en el Capitolio), mientras que no empleó un arma de ningún tipo, recurriendo a su vehículo y a un cuchillo de cocinero (instrumento para el cual nadie ha planteado prohibiciones todavía).

De tal suerte que la prensa incurrió en un grosero equívoco, transitando velozmente de los hechos al editorial político, sin contar con detalles de la investigación ni hechos concretos. La réplica de los medios previa a los hechos del 2 de abril es un síntoma de un fallo sistémico, más profundo -un fallo que, con toda probabilidad, alimentó el conjunto de tristes circunstancias que llevaron a Green a actuar, en primer lugar.

¿Contribuyó la narrativa mediática a radicalizar a este hombre? En lo personal, entiendo que la respuesta a esta pregunta también es afirmativa. Los eventos que dieron inicio el pasado verano nos han traído, como sociedad, a esta instancia; y llevaron a Green a ejecutar la maniobra en Capitol Hill.

Tras el homicidio de George Floyd, todas las fuerzas de policía -y no sólo las involucradas en su deceso- fueron demonizadas. Se lanzó una campaña para fogonear la desconfianza hacia los agentes de policía, y el objetivo de esa campaña fueron los ciudadanos afroamericanos. La protesta legítima se entremezcló con turbulencia social y con episodios violentos; sin embargo, se otorgó carta blanca a todo comportamiento ilegal.

Los candidatos en el plano nacional, en los hechos, respaldaron la comisión de esos actos ilegales, equiparándolos a cualquier manifestación en pro de los derechos tipificados en la Primera Enmienda.

La resistencia contra toda autoridad gubernamental fue propiciada y presentada como legítima, siendo luego aceptada como una ortodoxia (aún cuando otros afroamericanos fueron asesinados durante los incidentes, y cuando sus comercios fueron incendiados). 

La tóxica combinatoria entre teoría racial crítica (critical race theory) y el señalamiento recurrente contra todo lo que estuviese ideológicamente apuntado desde el centro hacia la derecha ('Si Usted votó a Trump, entonces es un nacionalista blanco!') se convirtió en un llamado a la acción para un hombre que se hallaba bajo un tremendo estrés personal tras el impacto del COVID-19. Luego de un año de incertidumbre y de pérdida de valor material individual, para algunos esto probó ser demasiado.

Sin necesidad de diseccionar los planteos de la doctrina de la Nación del Islam, una amable aunque mínima caracterización de la misma sugiere que la misma no sirvió como contención ante la desintegración del mundo personal de Green, en tanto tampoco mitigó su reacción contra aquéllos que lo rodeaban. Green entró en quiebra, y allí comenzaron los eventos del 2 de abril.

Uno no tiene la esperanza de que la prensa identifique -mucho menos, acepte- su propia responsabilidad en el modo en que relacionó ciertos hechos. Es dudoso que los hombres y mujeres de los medios reconozcan vínculo alguno entre la recurrente narrativa divisionista que han promocionado, con la maniobra perpetrada por Green.

En rigor, y así lo prueban los hechos, se asiste a lo actuado por un individuo infortunado con serios problemas, enterrado bajo una avalancha de sinsentidos pseudopsicológicos disfrazados de noticias o de análisis; Green entendió que necesitaba pasar a la acción. Nada tuvo que ver su decisión con los episodios del 6 de enero. Nada tenía que ver ello con Trump. Y nada tenía que ver con el 'privilegio blanco'.

Tampoco lo actuado por Green tuvo nada que ver con los reportes precisos de noticias, aspecto que a los medios poco les interesa -porque la realidad y los hechos palidecen al lado de la necesidad de promocionar la 'narrativa'.

Fue vital para los medios tradicionales de comunicación empujar el relato del odio supremacista blanco y del racismo, aún cuando los hechos para nada remitían a racismo, ni a supremacismo blanco; ni siquiera remitían a una persona involucrada, salvo tal vez en su rol de víctima. Pero, cuando los medios no pueden ajustar los hechos a su propia narrativa, el relato termina siendo abandonado -a los pocos días; y así fue.

Quizás ello se debió a que la víctima fue un policía de raza blanca -y no un villano. O quizás el incidente no tuvo la sangre suficiente como para mantenerse; nunca lo sabremos.


El punto es que los medios masivos de comunicación le deben una disculpa a las víctimas, a sus familias, a Green y a su familia, y a todo el país. Los medios promocionaron un triste relato previo a que se conocieran los hechos, y fracasaron a la hora de informarlo con la debida integridad.

El pueblo estadounidense -todos nosotros- nos merecemos algo mejor.



Artículo original, en inglés

 

 

Sobre Steven Bucci

Es Director del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage, en Washington, D.C. Sirvió durante casi treinta años en las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos de América, y luego como importante funcionario del Pentágono. Su trabajo de investigación se focaliza principalmente en ciberseguridad, operaciones especiales y actividades de apoyo para autoridades civiles desde la óptica de la Defensa. Sus artículos también son publicados en la web estadounidense The Daily Signal. Más información sobre el autor (en inglés), en éste link.