INTERNACIONALES: MAIYA CLARK & RYAN WILLIAMS

Los metales raros no lo son tanto; pero son vitales para la seguridad de los EE.UU.

Por un tercio del precio de un jet de combate F-35 Lightning II, el Pentágono...

01 de Marzo de 2021

 

Por un tercio del precio de un jet de combate F-35 Lightning II, el Pentágono consolidó una inversión central a efectos de garantizar la provisión de metales raros de la Tierra. El Departamento de Defensa de los Estados Unidos anunció, a comienzos de febrero, que la firma Lynas USA LLC recibió un contrato para la optimización de tecnología por  US $30.4 millones, bajo el Título Tercero del Acta para la Defensa de la Producción (Defense Production Act).

Metales raros, Chile, China, Estados UnidosA partir de ese convenio, Lynas construirá -y comenzará a operar- una instalación para procesar metales raros en la localidad de Hondo, Texas.

El reciente anuncio consigna un importante primer paso, y un recordatorio al respecto de los esfuerzos ganados en el terreno, con el fin de garantizar el funcionamiento adecuado de la cadena de suministros de metales raros para la industria de la defensa estadounidense.

Pocos ciudadanos podrían siquiera nombrar a uno de esos diecisite metales raros. De acuerdo al Instituto Americano de Geociencias, esas sustancias son componentes que fungen como materia prima en la confección de más de doscientos productos, como ser teléfonos celulares, monitores de pantalla plana, lásers y sistemas de sonar.


En función de sus aplicaciones de amplio espectro, materiales tales como el cerio, el lantano y el samario pueden ser hallados hoy en una variedad de productos comerciales.

Más importante, para el Pentágono, esos materiales son críticos para mantener la supremacía militar estadounidense. Los referidos metales son utilizados en una marcada variedad de ítems: equipos de comunicaciones, armas guiadas por sistemas de precisión, equipos de visión nocturna, tecnología anti-radar o stealth -por nombrar solo unos pocos.

Los innumerables usos de metales raros ceden espacio a una pregunta central: ¿pueden las fuerzas armadas estadounidenses y sus socios depender de las cadenas de suministro para esos materiales?

A pesar de los cambios prometidos en la industrial, la respuesta para satisfacer a la pregunta aún resulta compleja.

El riesgo que debe enfrentar el Departamento de Defensa americano de cara a la cadena de suministros de metales raros no tiene que ver con la carencia de minerales en sí misma. Toda vez que la producción de metales raros refinados exige contar con depósitos subterráneos, reservas de metales raros no refinados existen de manera abundante en varias geografías alrededor del mundo, incluyendo al territorio continental de los Estados Unidos.

La minería y el posterior procesamiento de estos metales raros, ein embargo, no son fáciles de ejecutar fuera de la República Popular China. La Corporación Rand cita los ejes temáticos críticos vinculados a los metales raros, de este modo: 'Ello tiene menos que ver con los materiales en sí mismos, sino con las zonas en donde se producen y procesan'.

Hoy día, una estimación sobre el 85% de la oferta de óxido de metales raros en el orden global es producida en China. Históricamente, y debido a la supremacía en el mercado, los productores individuales de materiales específicos, como es el caso de China y Chile, pueden -perentoriamente- modificar los precios de mercado, provocando una disrupción que, eventualmente, esos mismos mercados corregirán. Pero no sin provocar daños a programas de defensa altamente sensibles.

En el pasado, China ha intentado explotar el dominio que ejerce en este sector, para consolidar ganancias en el terreno geopolítico. En oportunidad de un súbito incremento de las tensiones en torno de las disputadas islas Senkaku en 2010, China impuso -no oficialmente- límites a sus exportaciones de metales raros en perjuicio del Japón.

Ello dio lugar a que el precio de los metales raros se disparara, de unos US$ 9.461 por tonelada métrica en 2009, a una sorprendente cifra de US$ 66.957 por tonelada, en 2011. En réplica ante ese súbito incremento, otras naciones edificaron instalaciones para el procesamiento de metales raros, el mercado eventualmente alcanzó un equilibrio, y China redujo sus controles sobre las exportaciones hacia 2015.

Ese incidente probó fehaciencemente que los mercados libres corrigen distorsiones en el sector de los metales raros, tal como lo harían en cualquier otro rubro. Sin embargo, los programas para la defensa no pueden permitirse el lujo de las disrupciones que sobrevienen con el realineamiento de los mercados.

El desarrollo de capacidades para el tratamiento de metales raros, así como su procesado, llevan años. Programas tales como el del jet de combate F-35 o el submarino de la clase Virginia (el cual demanda contar con una impresionante cantidad de 4 toneladas de materiales basados en metales raros) son de una importancia vital para la seguridad nacional estadounidense; demasiada como para esperar tanto tiempo.

A través de subsidios, el Pentágono y el Departamento de Energía de los Estados Unidos han invertido en plantas de procesamiento y en la instalación de polos productivos en el estado de Texas, reabriendo también la mina de metales raros en la localidad de Mountain Pass, en California.

Aún cuando las minas americanas reinicien su producción, sin que tenga lugar un procesamiento local de los materiales, los mismos deben ser procesados en el extranjero; primariamente, esa faena se lleva a cabo en China.

Parte de las razones por las cuales China continúa procesando metales raros extraídos del suelo estadounidense se debe a que esa tarea es riesgosa para el medioambiente -y, por lo tanto, es altamente regulada en lo que concierne a sus metodologías.

En el pasado, firmas privadas como Molycorp -con base en el estado de Colorado- debieron hacer frente a los elevados estándares en lo relacionado con la producción de metales raros. El equilibrar las regulaciones ambientales con el vulnerable estado de las cadenas de suministro sigue siendo un tema complejo, aún hoy.

El reciente anuncio del Pentágono al respecto de la firma Lynas habrá de servir como recordatorio a los legisladores del país, en relación a que, al menos en lo concerniente al sector de los metales raros, el rol del gobierno federal es limitado, pero central, a la hora de garantizar que los programas para la defensa tengan acceso a los materiales que necesitan. Particularmente, en instancias de crisis geopolítica.

Las inversiones gubernamentales en el rubro, incluyendo sendos subsidios otorgados por el Departmento de Energía y por el Departmento de Defensa durante 2020, ayudarán a resguardar la seguridad en lo que tiene que ver con los suministros; variable que, a su vez, mantiene estrecha relación con la seguridad nacional del país.   

El mercado comercial global de metales raros ha compartido tormentas geopolíticas en años recientes, y puede volver a hacerlo -sin mediar la intervención gubernamental.

Sin embargo, la inversión pública realizada en metales raros -la cual es relativamente pequeña, al cotejarse el presupuesto anual del Departamento de Defensa- observará un marcado impacto a la hora de garantizar que el jet de combate F-35 esté adecuadamente equipado para defender a los Estados Unidos, a sus aliados, y a los intereses de ambos en medio de las referidas tormentas.



Artículo original, en inglés


* Maiya Clark se desempeña como analista en el Centro para la Defensa Nacional, en el think tank estadounidense The Heritage Foundation, en Washington, D.C. Artículo desarrollado con la colaboración de Ryan Williams.