INTERNACIONALES : OLIVIA ENOS

Las protestas de Hong Kong, en todo diferentes a lo sucedido en el Capitolio de los EE.UU.

Están planteándose falsas equivalencias entre los furiosos manifestantes pro-Trump...

11 de Enero de 2021


Están planteándose falsas equivalencias entre los furiosos manifestantes pro-Trump que buscaron provocar disrupción en el Capitolio de los Estados Unidos el miércoles pasados, y las mayormente pacíficas manifestaciones ciudadanas registradas en Hong Kong entre 2019 y 2020.

Capitolio, Protestas, Washington, Donald Trump, Congreso de Estados UnidosEstos paralelismos están siendo formulados de manera intencional y con malicia por parte de actores negativos como China y Rusia, que buscan defender sus prácticas antilibertarias a nivel doméstico.

El hecho de siquiera comparar a ambos grupos invita a deshonrar al pueblo hongkonés. Los ciudadanos de ese territorio se tomaron las calles en 2019, a efectos de protestar contra un proyecto de extradición que hubiese permitido que los hongkoneses fuesen extraditados y procesados en Pekín.

Los manifestantes vieron a esa iniciativa como una erosión de la autonomía de la ciudad-Estado, y aprovecharon el moméntum político para exigir la implementación del sufragio universal (en Hong Kong, los ciudadanos pueden elegir directamente a los miembros de su Consejo Legislativo, conocido allí como LegCo, pero no tienen autoridad para elegir en forma directa al equivalente de su presidente, que es el puesto de jefe ejecutivo).

Muchos evaluaron la introducción del proyecto como una evidencia de que Pekín estaba interfiriendo con LegCo, y temieron que un intervencionismo futuro podría cercenar su autonomía.

Los temores de los hongkoneses se vieron confirmados cuando, en 2020, Pekín introdujo una nueva ley de seguridad nacional que convirtió en ilegal incurrir en lo que se calificó como sedición, connivencia con activos extranjeros, actos de secesionismo y terrorismo -en conformidad con la definición de Pekín. En muchos aspectos, esa ley puso fin al sistema conocido como 'Un país, dos sistemas' vigente desde la entrega del territorio por parte de la Gran Bretaña.

La nueva legislación ya derivó en la puesta en prisión de defensores de la causa democrática Joshua Wong, Agnes Chow, e Ivan Lam, así como también la del prominente hombre de negocios Jimmy Lai. Apenas esta semana pasada, más de cincuenta otros defensores de la causa fueron citados a declaración indagatoria, y aguardan su sentencia -incluyendo a John Clancey, abogado estadounidense y defensor de los derechos humanos.

Los hongkoneses previeron que su sistema de gobierno y sus instituciones se desmoronaban frente a sus ojos, y tomaron medidas para defender y preservar sus libertades.

Lo que se vio en el Capitolio de los Estados Unidos esta semana fue un ataque directo contra el proceso democrático americano. Mientras que el derecho a protestar es legítimo, ciertamente no lo es el intentar subvertir, por medio de la violencia, ese proceso -en este caso, la certificación protocolar de los resultados electorales.

Más aún, nadie puede arrogarse el derecho a destruir propiedad gubernamental, simplemente porque su candidato no logró imponerse en los comicios.

A través de sus esfuerzos de propaganda, el gobierno chino está intentando, en simultáneo, deslegitimar la causa del pueblo de Hong Kong, y afirmar que su sistema de gobierno es superior al de los Estados Unidos de América.

Pero, en apariencia, el gobierno en Pekín no prestó atención al segundo capítulo de esa infortunada jornada. Antes que tolerar que la democracia sea sometida a ataques, tanto Demócratas como Republicanos retornaron al mismo edificio que había sido destruído el día anterior, para certificar los resultados electorales, y para restaurar el orden en la nación dividida.

Al final del día, los esfuerzos de la turba fracasaron frente a instituciones sólidas que protegen a todos los ciudadanos estadounidenses, sin importar a quíen hayan votado en 2020.

El pueblo de la República Popular China no cuenta con el privilegio de seleccionar a los candidatos que ejercitarán el liderazgo político del país. Es el Partido Comunista quien gobierna a las personas, de manera inconsulta. El disenso -como es el caso de las manifestaciones en Hong Kong- no es tolerado. La gente no puede dirigirse a los tribunales para denunciar las violaciones de sus libertades civiles. No pueden votar a sus funcionarios. No pueden ejercitar libertad de culto conforme su conciencia lo determine.

Estados Unidos siempre ha sido un faro que ilumina desde lo alto, para citar las cálidas palabras de Ronald Reagan -un faro de libertad a nivel doméstico, y para el extranjero. Ahora, Estados Unidos debe agradecer que sigue disfrutando del privilegio y del deber de la protección, la preservación y la promoción de la libertad y de los derechos humanos.

Para los ciudadanos estadounidenses, el desafío consiste en hacer a un lado las propias diferencias a efectos de garantizar una unidad superior. Y también es el desafío de aquéllos -como el del pueblo de Hong Kong- que no disfrutan de la libertad suficiente como para expresarse por sí mismos.



Artículo original, en inglés

 

Sobre Olivia Enos

Es asistente en investigación en el Centro de Estudios Asiáticos en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Sus artículos se publican en el sitio web The Daily Signal (Estados Unidos).