INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Sin margen de tiempo en EE.UU; ¿habrá reedición de la Sorpresa de Octubre?

Existe hoy considerable especulación en Washington, en relación a...

16 de Octubre de 2020

 

Existe hoy considerable especulación en Washington, en torno a la pretendida Sorpresa de Octubre, que estaría siendo ingeniada por ambos partidos, a criterio de intentar torcer el destino de los comicios de noviembre. La Sorpresa de Octubre originaria tuvo lugar en 1980, cuando el manager de campaña de Ronald Reagan, William Casey, conspiró junto a numerosos oficiales de la CIA en Europa para convencer al gobierno iraní para que demorase la liberación de los rehenes de la embajada estadounidense en Irán, hasta después de las elecciones de noviembre versus Jimmy Carter. Casey entendió que la libertad prematura de los retenidos le obsequiaría un despegue a la campaña de Carter. El gobierno iraní fue contactado, y éste terminó cumpliendo con el pedido americano, creyendo que ello derivaría en una relación menos hostil con la nueva Administración en Washington. A la postre, Reagan derrotó a Carter, y algunos creyeron que la continuidad de la crisis de los rehenes había ayudado a percibir al gobierno como desaprensivo, quedando herido el presidente en ejercicio.
 
Director John Ratcliffe, DNILa versión más reciente de la Sorpresa de Octubre se emparenta, invariablemente, con el reciente round entre el presidente Donald Trump y el COVID-19, sobre el cual algunos conspiracionistas atribuyen a la alternativa de que Trump deliberadamente fue contagiado por los Demócratas, para quitarlo de la carrera electoral. No existe evidencia para respaldar semejante hipótesis, en tanto tampoco queda claro cómo alguien podría acceder al presidente del país para, en el proceso, introducir el virus en su cercanía.
 
Otra versión de la Sorpresa involucra el consenso para iniciar un conflicto bélico útil para demostrar firmeza a nivel nacional, y la predisposición para confrontar en forma directa a los enemigos de los Estados Unidos. Se ha sugerido que Mike Pompeo, Secretario de Estado, podría estar buscando fogonear algún tipo de provocación, e incluso alguna operación del estilo Falsa Bandera o False Flag, a criterio de convertir la maniobra en un conflicto abierto con Irán y aún con Siria, mientras EE.UU. argumentaría que el combate sería tan legal como defensivo, en su naturaleza. La sugerencia podría calificarse como demencial, aunque se conocen señales de que Estados Unidos está potenciando su campaña de desligitimización contra Irán en particular. Relatos no confirmados de parte de fuentes anónimas en el gobierno estadounidense hablan de un supuesto complot para asesinar al embajador de los Estados Unidos en Sudáfrica mientras que, ahora mismo, Washington está implementando nuevas sanciones contra Teherán y Damasco -todas ellas, unilaterales. La mala nueva recuerda que el iniciar algo contra Irán podría ser algo poco aconsejable, habida cuenta de la capacidad de los mulás para replicar contra las fuerzas estadounidenses desplegadas a lo largo de la región. Venezuela, por su parte, podría ser considerada como un objetivo más blando, considerando que EE.UU. ya ha puesto en marcha sanciones contra ese país, y un bloqueo naval.
 
Pero, dado el hecho de que los impuestos de Trump y los periplos ilegales de Hunter Biden en Europa Oriental han fracasado a la hora de fogonear la ira pública, quizás la opción más interesante para una reedición de la Sorpresa de Octubre ya esté en marcha, y ya ha sido planteada por una serie de dirigentes políticos del Partido Republicano, así como también por algunos opinadores en el mundillo de los medios del espectro conservador. Consiste en una serie de misivas desclasificadas, dirigidas a Lindsey Graham (Republicano por Carolina del Sur), presidente del Comité de Asuntos Judiciales del Senado, por parte de John Ratcliffe, Director de Inteligencia Nacional. Este último respondió a la solicitud de Graham en pos de una revisión que, a ser desarrollada por la comunidad de inteligencia, supervisaría el modo en que el FBI se ocupó de Crossfire Hurricane. Crossfire Hurricane es la denominación otorgada a lo que se presentó como la mayor campaña clandestina de difamación, orquestada por Hillary Clinton y dirigida desde el FBI, para esmerilar a Donald Trump y a sus socios, y que bien pudo haber sido lanzada formalmente en el mes de julio de 2016.
 
En aquella misiva, el Director Ratcliffe proporcionó las siguientes piezas de información al comité senatorial, para su consideración. La carta fue recepcionada por Graham el 29 de septiembre, mismo día en que tuvo lugar el primer debate presidencial. Los puntos clave de la misma son los siguientes:

'Hacia fines de julio de 2016, las agencias de inteligencia de los Estados Unidos obtuvieron material de análisis procedetnes de la inteligencia rusa, los cuales alegaban que Hillary Clinton, candidata a la presidencia, había aprobado un plan de campaña para agitar un escándalo contra el candidato Donald Trump, intentando vincularlo con Vladimir Putin y con el pirateo informático -ejecutado por rusos- contra el Comité Nacional Demócrata. El IC desconoce la precisión de estas afirmaciones, como también ignora el alcance del análisis de inteligencia ruso, tras lo cual se ignora si éste refleja exageraciones o si es una fabricación.
 
'De acuerdo a sus notas manuscritas, Brennan, ex Director de la Agencia Central de Inteligencia, compartió una síntesis sobre el tema al presidente Obama y a otros funcionarios de carrera en la seguridad nacional sobre la información de inteligencia, incluyendo la "supuesta aprobación, por parte de Hillary Clinton, el 26 de julio, de una propuesta ideada por uno de sus consejeros de política exterior, que sugería esmerilar a Donald Trump, agitando un escándalo que lo emparentara con los servicios de seguridad rusos"'.
 
'El 7 de septiembre de 2016, funcionarios de inteligencia estadounidenses le remitieron una referencia investigativa a James Comey, Director del FBI, y a Peter Strzok, Director Asistente de Contrainteligencia, en relación a la aprobación otorgada por la candidata Hillary Clinton del plan que relacionaría al candidato Donald Trump con piratas informáticos rusos que buscaronn interferir en la elección americana de noviembre, como medio para distraer al público frente al uso que Clinton dio a su servidor de correos electrónicos'.
 
Ha de atenderse al hecho de que el FBI no siguió de manera agresiva los detalles de lo que se afirmaba sobre Clinton, sobre quien se pensaba ganaría la elección; acto seguido, Hraham comentó sobre la misiva, afirmando: 'Esta reciente pieza de información, proporcionada por el Director Ratcliffe, certifica que ha existido un doble estándar de parte del FBI, en torno de las afirmaciones compartidas sobre la campaña de Hillary Clinton y Rusia. Ya fuere que estas afirmaciones sean ciertas o no, se aleja de la verdadera cuestión. La cuestión central invita a preguntarse si el FBI investigó las afirmaciones contra Clinton, como hicieron con las que involucraban a Trump. De no ser así, ¿por qué el FBI no procedió de igual modo? De haber sido así, ¿cuál fue el alcance designado de la investigación? ¿Si no se designó alcance alguno, ¿cuál era entonces?'.

La misiva de Ratcliffe fue revisada por un comité supervisor de información confidencial, que respaldó las afirmaciones por Ratcliffe compartidas en la carta. Al día siguiente, el comité inquirió a James Comey, Director del FBI, quien argumentó -aunque no era posible- que Crossfire Hurricane 'no le resultaba familiar', previo a afirmar que su oficina 'no incurrió en errores de procedimiento de manera intencional' aunque habían tenido lugar algunos 'episodios de lentitud' de parte de ciertos empleados del FBI.
 
A continuación, un furioso Donald Trump ordenó que la totalidad de los documentos vinculados a la investigación en torno del Russiagate fueran desclasificados, pero ni la CIA ni el FBI se apuran en cumplir con esa sanción, de tal suerte que difícilmente se conozcan mayores revelaciones antes de las elecciones del mes que viene.
 
Tras lo cual, la verdadera pieza de interés -en inglés, Smoking Gun- que hubiese podido reeditar la Sorpresa de Octubre, en rigor podría conducir a la expectativa de parte de algunos senadores Republicanos al respecto del relato que versa que Hillary Clinton, de manera personal, sancionó el inicio de una conspiración ilegal, involucrando al FBI y a la comunidad de inteligencia, con miras a destruir a un rival político que estaba comenzando a despegar. En virtud de que el presidente Obama -según se informó- fue enterado de lo que estaba sucediendo, y que también lo rubricó con su firma, es probable que Biden -por entonces vicepresidente- haya estado involucrado en la maniobra. Este sólo evento sería más que suficiente como para que el grueso de los votantes le dé la espalda a Joe Biden y al partido que representa, en los comicios por venir.
 
Infortunadamente, o por fortuna -dependiendo de la perspectiva de cada quién-, los medios de comunicación en los Estados Unidos no han mordido la carnada. El relato revelado por la carta de Ratcliffe y Graham no ha sido reiterado en las pantallas ni en la prensa, y pocos en el espacio público han exigido a viva voz que Hillary Clinton haga frente a las consecuencias por sus acciones de naturaleza ilegal y emparentadas con la traición -conforme lo tipificado por las leyes. El odio a Trump en los medios pareciera servir para quitar de la ecuación a toda otra consideración posible, particularmente cuando es de público conocimiento que los Demócratas asumen un comportamiento inapropiado.
 
Ahora mismo, el tiempo se agota. Si ninguno de ambos partidos logra sacar una Sorpresa de Octubre de la manga, debería manufacturarlo pronto. Restan casi tres semanas para los comicios.


 
Publicado originalmente en Strategic Culture Foundation (Estados Unidos)
Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.