INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Horror en Beirut: ¿accidente o advertencia?

La explicación que ha ofrecido el establishment de los medios en relación a los sucedido...

11 de Agosto de 2020


La explicación que ha ofrecido el establishment de los medios en relación a los sucedido en el puerto de Beirut el pasado 5 de agosto subraya que la horrenda serie de explosiones que puso fin a la vida de centenares de personas, hirió a otras miles y dejó a cientos de miles sin hogar se trató de un lamentable accidente, motorizado por fallos múltiples perpetrados por el gobierno corrupto e incompetente del Líbano. O, al menos, tal es la narrativa vigente en los medios de comunicación mundiales. Sin embargo, un examen bastante más crítico sobre los hechos se asemeja a una cebolla cuyas capas son retiradas de a una, para terminar uno descubriendo que existen varias capas de posibilidades alternativas que bien podrían situar a la catástrofe en un contexto más amplio.

Explosión en el puerto de BeirutEl relato en cuestión, que es generalmente aceptado hoy, refiere que un navío ruso de bandera moldava -el 'Rhosus'-, el cual transportaba casi 3 mil toneladas de nitrato de amonio desde Batumi (Georgia) a Mozambique, terminó inesperadamente atracado en el puerto de Beirut en noviembre de 2013, debido a una pérdida en su casco y a ciertos problemas mecánicos. Acto seguido, fue confiscado y se le impidió zarpar, en función de su escasa capacidad para navegar, así como también debido a la incapacidad de la empresa titular a la hora de pagar un cúmulo de deudas y tasas portuarias. La peligrosa carga fue descargada y luego almacenada en el hangar número 12 del puerto local, un año después. El nitrato de amonio puede ser utilizado para desarrollar fertilizantes, pero también para construir explosivos. La 'bomba de fertilizantes' de dos toneladas empleada para destruir el edificio federal Alfred Murrah de Oklahoma City en 1995, y que terminó con la vida de 168 personas, fue construída, fundamentalmente, con nitrato de amonio.

En este caso, el buque y su carga -que supuestamente tenía como destino una firma privada mozambiqueña que produce explosivos de uso comercial- fue abandonada de facto por su tripulación, y permaneció en puerto con su capitán ruso y tres tripulantes ucranianos a bordo, mientras la cuestión era ampliamente ignorada por el gobierno libanés. Básicamente, la tripulación fue retenida como rehén por las autoridades portuarias, no se les permitió abandonar el barco y, según se afirmó, se exhibían frecuentemente en estado de desnutrición. Eventualmente, estas personas fueron liberadas y se les permitió volar a casa en 2014, mientras que el Rhosus -ya vaciado de su carga- finalmente se hundió en un rincón no utilizado del puerto, en 2018.

Tanto la tripulación como las autoridades del puerto tenían conocimiento sobre la peligrosidad de la mercadería descargada. Pero el gobierno libanés, que tenía ya sus propios problemas, nada hizo para lidiar con el asunto. Shafik Merhi, director de la Autoridad Aduanera Libanesa, escribió a funcionarios del gobierno; lo hizo en no menos de seis oportunidades entre 2014 y 2017, reclamando que se tomaran medidas 'urgentes' para garantizar la seguridad de los explosivos. Pero jamás recibió respuesta alguna.

La primera explosión bien pudo comenzar con un trabajo de soldadura, o incluso con un fumador quien, de alguna manera, colaboró con la ignición de los fuegos de artificio, o quizás incluso inició una reacción en cadena en un depósito de munición que dio lugar al estallido del nitrato. La segunda explosión ya fue descripta como la más grande que se haya visto y no involucró un arma nuclear, aún cuando algunos sugirieron que se trató de un arma nuclear táctica de origen israelí. De registrarse algún nivel de radiación en el área, probablemente esa alternativa vuelva a ser planteada.

La voladura devastó el puerto y la zona residencial circundante, y se sintió incluso en Chipre, a casi 200 kilómetros de distancia. Los silos situados en la periferia de la explosión, y que almacenaban granos, sufrió un daño de magnitud, destruyendo un estimado del 80% de la oferta de granos del país, en una instancia en la que el hambre había comenzado a esparcirse, debido a la profunda crisis económica que dio lugar a numerosas bancarrotas, un fallo en el sistema sanitario y a la aguda declinación de la calidad de vida de los ciudadanos libaneses. Los problemas, mientras tanto, se vieron exacerbados en virtud de las sanciones impuestas por los Estados Unidos de América y por la interferencia israelí en la región.

Así, pues, la narrativa que reza que la explosión fue un horrible accidente fue aceptada casi de inmediato, pero el presidente Donald Trump fue veloz para describirla como un ataque, afirmando: 'Me he reunido con algunos de nuestros mejores generales, y ellos perciben eso... Esto fue algún tipo de explosión manufacturada. Ellos parecen creer que se trató de un ataque. Una bomba de alguna clase'. Sin embargo, el Departamento de Defensa de los EE.UU. se rehusó a confirmar la especulación presidencial, mientras que Mark Esper, Secretario de Defensa, observó: 'La mayoría cree que fue un accidente'.

Otros también parecen tener problemas a la hora de dar credibilidad a esa narrativa. Un análisis del estilo cui bono? ('¿A quién beneficia lo sucedido?') sugiere, inevitablemente, que Israel -país que ha estado incrementando la presión tanto contra el Líbano como contra Hezbolá- bien podría considerar la alternativa de una economía libanesa completamente arruinada como obsequio, por cuanto ello potenciaría las turbulencias políticas y podría producir una reacción generalizada contra Hezbolá. Israel se encuentra profundamente involucrado en la desestabilización de la vecina Siria, y lo propio ha hecho con Irán, a quien Tel Aviv considera como enlace o 'puente shiíta' que se extiende desde Teherán hacia la costa libanesa en el Mediterráneo.

Conforme ya se ha visto, Israel ha expresado preocupación, en tanto ha descartado cualquier vínculo con el estallido. Sus principales funcionarios y su Cancillería han ofrecido condolencias. Incluso Tel Aviv ha buscado remitir asistencia humanitaria para colaborar con la recuperación pero, como es lógico, lo que los gobiernos declararn no necesariamente implica que no exista allí algún tipo de agenda o política ocultas. Cuando los gobiernos declaran una cosa y luego hacen otra muy distinta en secreto, es que ocultan con frecuencia sus acciones; lo cual remite a la vieja expresión del mundo de la inteligencia, 'negativa plausible'.

Israel no ha dudado en atacar al Líbano en tiempos pretéritos, inflingiendo enormes daños a la infraestructura del país y asesinando a miles de civiles en dos incursiones de magnitud, lo cual remite también a sendas ocupaciones en 1982 y 2006. Durante 2019, aviones de guerra israelíes volaron reiteradamente sobre espacio aéreo libanés, para ejecutar ataques contra posiciones sirias y supuestamente iraníes, al tiempo que también ha escenificado ataques terrestres a lo largo de la frontera. Existe considerable especulación al respecto de que se aproxima un conflicto bélico entre ambos Estados, particularmente cuando se cree extendidamente que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu necesita una guerra como táctica de distracción frente a los innumerables escándalos con los que se lo ha asociado.

Hezbolá, el partido de gobierno -y que, por invitación oficial, utiliza a su brazo militar para aasistir a Damasco- se ha vuelto cada vez más en el objetivo predilecto de Israel, en función de que Tel Aviv lo percibe como un proxy iraní. Si, en efecto, Hezbolá estaba almacenando armamento en el puerto de Beirut, pues entonces es plausible que Israel haya evaluado identificarlo como objetivo para destrucción. No obstante, fuentes en el Líbano subrayan que Hezbolá no contaba con acceso a la terminal portuaria. Más allá de eso, hacia fines de julio, el ministro de defensa israelí amenazó, muy específicamente, con destruir la infraestructura libanesa. Conforme el puerto de Beirut es la columna vertebral de la economía nacional, obviamente se presenta como un objetivo de infraestructura primario.

Es sabido que Israel cuenta con numerosos operativos de inteligencia activos en el Líbano, de tal suerte que cuenta con los medios para infiltrarse en el puerto y poner en funcionamiento explosivos con el fin de, o bien proceder con la ignición del nitrato de amonio, o bien destruir las armas de Hezbolá -si es que existen. Ello prescindiría de desplegar misiles para hacer el trabajo, aunque algunos han afirmado que el video de la explosión muestra un misil acercándose.

Durante mucho tiempo, Israel ha echado mano de la denominada Doctrina Dahiya, bautizada a partir de un suburbio de Beirut que fuera destruído por las Fuerzas de Defensa de Israel entre 1982 y 1983. Esa doctrina respalda la utilización de máxima fuerza letal contra civiles e infraestructura, a efectos de obsequiar una 'lección' al enemigo. Fue aplicada tanto en el Líbano como, más recientemente, en Gaza, con las Operaciones Plomo Forjado y Ventaja Protectiva (Operation Cast Lead y Protective Edge).

No pocos observadores de los desarrollos en Oriente Medio entienden que Israel de hecho diseñó planes para dar lugar a la explosión. Poco después del estallido, un general del Ejército Libanés expresó que la misma había sido provocada por un arma nuclear táctica, que tuvo el fin de derribar al gobierno libanés e iniciar una guerra civil contra Hezbolá. En efecto, la fotografía aérea muestra un enorme cráter, de cientos de metros de longitud. El escritor antisionista israelí Richard Silverstein también culpó a Israel, tras escribir en su blog Tikun Olam: 'Una fuente israelí ampliamente informada me ha dicho que Israel provocó la gigantesca explosión en el puerto de Beirut en las horas del día de la fecha, [tras] poner en la mira los israelíes a un depósito de armamento de Hezbolá en el puerto, y planeó destruirlo con un explosivo. Lo que resultó trágico es que la inteligencia israelí no llevó adelante su trabajo previo con la debida diligencia... Naturalmente, es extraño que los agentes israelíes no determinaran todos los detalles en torno del objetivo, obviando la infraestructura de cercanía. La tragedia es que Israel ha perpetrado un crimen de guerra de inmensa magnitud'.

Claramente, Silverstein cuenta con una fuente de alto nivel en Israel, aunque la información que obtiene ha sido desafiada en el pasado. Algunos creen que el escritor está siendo alimentado con información deliberadamente, datos que el gobierno israelí gustaría de hacer públicos sin tener que admitir nada. Si esto fuera cierto en el caso que nos ocupa, los israelíes gustarían de enviar un mensaje a los libaneses y a Hezbolá, en el sentido de que la segunda explosión no fue buscada intencionalmente, y advirtiéndolos luego sobre la eventual escalada que el segundo estallido produciría. También podría advertir a Hezbolá que Israel cuenta con la predisposición y la capacidad para atacar en el Líbano donde y cuando se lo proponga, lo cual también podría volcar a los ciudadanos libaneses contra Hezbolá: la razón es que las acciones de este grupo hace rato invitan a un ataque devastador por parte de Tel Aviv.

Se han conocido también otros apuntes, en el sentido de que algo debió hacerse sobre el nitrato de amonio como para que estallara como lo hizo. El nitrato de amonio no es un explosivo en sí mismo, pero sirve como oxidante, a saber, atrayendo oxígeno del fuego para convertirlo en más veloz y expansivo. Robert Emerson, experto en seguridad británico, especula: 'El nitrato de amonio debió experimentar un agregado accidental, posiblemente petróleo u otro compuesto inflamable. El humo del nitrato de amonio es de fuerte color amarillo, rojo en este caso. Una investigación ciertamente dejaría en claro si ese fuera el caso, y dónde tuvo lugar la investigación'.

Otra especulación -acaso más siniestra- pertenece a un periodista de Beirut, quien afirmó que fuentes pertenecientes a agencias de seguridad informaron sobre una revisión de rutina realizada tres meses atrás, en la que se detectaron explosivos de grado militar junto con toneladas de químicos en el Hangar 12; mientras tanto, un ex oficial de inteligencia de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Robert Baer, dijo a CNN que ciertos aspectos de la explosión 'sugieren la ocurrencia de combustión de material de grado militar, en compañía del nitrato de amonio'.

Uno de los mejores videos en alta calidad que retrató las explosiones parecería mostrar un primer estallido de fuegos de artificio o munición, seguido luego de la gigantesca explosión del nitrato de amonio, lo cual bien podría respaldar la narrativa estándar emergente. Los residentes de Beirut, que han estado manifestándose contra el gobierno desde el incidente, parecen creer que todo se debió a la incompetencia oficial. Pero ello no descarta que pudiera tratarse de un trabajo interno ejecutado clandestinamente por los israelíes para debilitar al Líbano y a su archienemigo Hezbolá. Si la historia reciente acaso nos ha enseñado algo, es que, lo que sea que haya sucedido, la maniobra de encubrimiento dará inicio en lo inmediato. Probablemente, nadie recibirá su castigo en el Líbano, como tampoco nadie mirará con seriedad la alternativa del rol israelí. Los verdaderos perdedores, a fin de cuentas, son los ciudadanos del Líbano; muchos han perdido sus vidas y sus hogares en un horrendo incidente que jamás debió ocurrir.


Artículo original, en inglés; traducido y republicado con permiso del autor, tras su aparición original en The Unz Review (Estados Unidos)


 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.