ESTADOS UNIDOS: STEVEN BUCCI

EE.UU.: cómo emplear correctamente a militares contra el coronavirus -y cómo no hacerlo

Por estas horas, Estados Unidos está haciendo frente a una crisis de magnitud.

22 de Marzo de 2020

 

Por estas horas, Estados Unidos está haciendo frente a una crisis de magnitud. El COVID-19 está amplificándose por todo el país, tal como está sucediendo en China, el Japón, Corea del Sur, Irán, e Italia. Nadie estaba preparado para este nuevo coronavirus, en tanto las medidas que hace dos semanas parecían exageradas, hoy están siendo implementadas a diario.

Estados Unidos, Fuerzas Armadas, Steven Bucci, Coronavirus, COVID-19Será hora, entonces, de reflexionar en torno de otra serie de alternativas, esto es, el empleo de las fueras armadas para que desempeñen tareas en determinadas situaciones.

En este punto, ninguna opción debería ser descartada. Todo activo y alternativa que pueda ayudar a obstaculizar la amplificación y los efectos de la pandemia, habrán de ser considerados.

En tal contexto, las excepcionales capacidades de los militares estadounidenses, en todas sus expresiones -y en actividad, como ser el Ejército, la Armada, el Cuerpo de Marines, la Fuerza Aérea y la Guardia Costera-, amén de los reservistas -la Guardia Nacional y las Reservas- deberían ser parte del esfuerzo oficial.

Los militares pueden colaborar con un imponente poderío logístico, y con una disciplina y criterio organizacional de excepción. A estas variables puede recurrirse a criterio de reforzar el cumplimiento de la ley y el orden -aunque cabe esperar que ello no termine siendo necesario. Asimismo, las fuerzas armadas podrían proporcionar un recurso humano formidable, con capacidad para dar vuelta cualquier situación compleja.

Infortunadamente, algunos líderes políticos han comenzado a compartir 'sugerencias' y, en algunos casos, a plantear demandas carentes de la menor información. Esas exigencias, de ser atendidas de ese modo, desperdiciarían la capacidad de los militares.

El reciente pedido para que las fuerzas armadas procedan a rediseñar edificios e instalaciones cae en esa categoría. Nadie discute la necesidad de contar con instalaciones sanitarias adicionales, pero el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE.UU. no es el departamento adecuado para esa faena. El Cuerpo de Ingenieros no es un grupo de muchachos que andan por ahí portando herramientas para la construcción, y que pueden ser movilizados para un proyecto inmobiliario.

Por su parte, el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea cuentan con unidades limitadas para el combate y tareas de construcción, pero éstas no forman parte del Cuerpo de Ingenieros, y están mejor preparadas para edificar instalaciones temporales -en general, tiendas de campaña-, como suelen hacerlo durante sus misiones en el exterior. Podrían ser utilizadas para este fin, pero eso sería un aporte pequeño de cara a las necesidades potenciales.

Otra fantasía invita a movilizar a las unidades médicas de la Guardia Nacional para que erijan hospitales adicionales.

Lo cual es una gran idea, excepto por el hecho de que prácticamente el grueso de los doctores y enfermeras pertenecientes a la Guardia Nacional ya están trabajando para hospitales civiles. Una eventual orden de movilización para ellos los removería de sus sitios habituales de trabajo, en donde, ahora mismo, son requeridos con urgencia.

Otro reclamo invita a redesplegar al personal médico activo, para potenciar el funcionamiento de los hospitales en los Estados Unidos.

En este caso, el problema es que ese mismo personal está desempeñándose en misiones militares y bases en todo el país, en cifras que permiten se lleven a cabo acciones de cuidado sanitario para miembros en servicio activo -y para sus familias-, en las citadas instalaciones.

Existe un pequeño excedente que podría ser convocado pero, si la totalidad de ese elemento fuese desplegado para asistir a la sociedad civil, apenas serviría para sumar un significativo número de pacientes militares, que irán a parar a los hospitales civiles.

A la postre, el mejor plan será remitir al Pentágono un listado de todas las necesidades, a efectos de que pueda evaluarse qué ayuda es necesaria, y permitir que los funcionarios allí determinen cómo encararlas mejor. Las fuerzas armadas desempeñan esta labor permanentemente, ante eventuales inundaciones, incendios, huracanes y otros desastres naturales.

Los soldados de las fuerzas estadounidenses tienen bien claro que son una respuesta de último recurso para la nación. Ellos se toman esa misión con absoluta seriedad, y jamás han abandonado a su ciudadanía.

De tal suerte que los gobernadores de los estados de la Unión no deberían describir el modo en que las fuerzas armadas pueden ayudar. Simplemente, el consejo es que los líderes políticos digan a los militares qué es lo que precisan, y entonces no se verán decepcionados. La batalla en curso es responsabilidad de todo el país; las fuerzas armadas de los Estados Unidos están dispuestas a unirse a ese combate.



Artículo original, en inglés

 

Sobre Steven Bucci

Es Director del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage, en Washington, D.C. Sirvió durante casi treinta años en las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos de América, y luego como importante funcionario del Pentágono. Su trabajo de investigación se focaliza principalmente en ciberseguridad, operaciones especiales y actividades de apoyo para autoridades civiles desde la óptica de la Defensa. Sus artículos también son publicados en la web estadounidense The Daily Signal. Más información sobre el autor (en inglés), en éste link.