INTERNACIONALES: HELLE C. DALE

Rusia, China e Irán alimentan propaganda sobre el coronavirus

Sin dejar pasar la oportunidad, propagandistas utilizan el tema del coronavirus para...

10 de Marzo de 2020

 

Sin dejar pasar la oportunidad, propagandistas utilizan el tema del coronavirus para diseminar desinformación y teorías conspirativas en torno de los Estados Unidos.

Coronavirus, Infección, Muertes por coronavirus, Propaganda rusaEn China, Rusia e Irán, han comenzado a aparecer teorías conspirativas vinculadas al coronavirus, en donde se señala a laboratorios estadounidenses dedicados a la guerra biológica o a la CIA como responsables.

No solo estas falsedades distraen al público a la hora de identificar la verdadera fuente del problema (por caso, el gobierno chino adrede ocultó al público toda información sobre la epidemia), sino que ese esfuerzo también contribuye a minar la imagen de los Estados Unidos de América en el concierto global.

El sitio web Xilu.com, vinculado a las fuerzas armadas chinas, publicó que el coronavirus es 'un arma biológica producida por los EE.UU. para castigar a China'.

En Irán, el gobierno en Teherán minimizó los efectos del virus y, de manera irresponsable, alentó a los peregrinos a visitar la ciudad sagrada de Qom, que ha terminado por transformarse en el punto cero de la epidemia en ese país -uno de los peores focos en el mundo.

Los clérigos iraníes han acusado a los Estados Unidos de haber introducido el virus, con la meta de 'perjudicar la cultura y el honor de la ciudad'. En su mayoría, ahora la ciudadanía iraní cree que Estados Unidos es responsable por la diseminación del virus.

Rusia tampoco perdió el tiempo a la hora de convertir la información sobre el coronavirus en un arma de propaganda contra los EE.UU. Miles de cuentas de origen ruso en Instagram, Facebook y Twitter han estado difundiendo la idea de que el gobierno estadounidense creó el virus con el fin de 'desatar una guerra económica contra China', y a criterio de propagar mensajes antichinos.

'Al diseminar desinformación en torno del coronavirus y actuando desde Rusia, actores maliciosos han elegido, una vez más, amenazar a la seguridad pública, distrayendo de todo esfuerzo sanitario global', sentenció Philip Reeker, secretario asistente para el Departamento de Estado en Europa y Eurasia, declaró al matutino británico The Guardian.

La propaganda sobre el coronavirus encaja a la perfección en la clásica estrategia propagandista de la era soviética, que data de la Guerra Fría. En 1983, un periódico indio afiliado al bloque soviético publicó, por primera vez, un artículo que versaba sobre los efectos del virus del SIDA, y que éste era un arma biológica diseñada por las fuerzas armadas de los Estados Unidos.

Luego de circular durante años en el circuito de medios controlados bajo la KGB, el material fue recogido en 1985 por el periódico soviético de temas culturales Literaturnaya Gazeta, inaugurando el recurrente flujo de propaganda. Solo en 1987, fue reimprimido y sindicado en más de ochenta países, en treinta idiomas diferentes.

Ese relato fue particularmente perjudicial para la imagen internacional de los Estados Unidos.

Un daño similar puede producirse en la actualidad, si la propaganda en torno del coronavirus no es respondida de manera acorde. En los tiempos de la Guerra Fría, la Administración Reagan puso en funcionamiento el Grupo de Trabajo para Medidas Activas, con el fin de exponer los mecanismos de la propaganda soviética.

Hoy día, el gobierno estadounidense deberá tomar medidas idénticas, en sus esfuerzos para combatir no solo a la diseminación del virus en sí misma, sino también al compendio de teorías conspirativas diseminadas por actores con base en el extranjero.



Artículo original, en inglés, en éste link

 

Sobre Helle C. Dale

Es Analista Senior en estudios de Diplomacia Pública, para la Fundación Heritage (Washington, D.C.). Desarrolla trabajos relacionados con instituciones y programas del gobierno estadounidense que hacen a la relación con terceros países y diplomacia tradicional, y elementos críticos en la guerra de ideas contra el extremismo violento. Previamente, se desempeñó como Editora en el periódico The Washington Times.