INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Hacia una nueva definición de guerra

Los simpatizantes de Donald Trump en los Estados Unidos de América suelen argumentar...

25 de Enero de 2020


Los simpatizantes de Donald Trump en los Estados Unidos de América suelen argumentar que él no ha dado inicio a nuevas guerras. Uno podría observar que ello no ha sucedido porque Trump no lo intentara, conforme su ataque con misiles contra Siria -ejercitado sobre evidencias prefabricadas- y su reciente decisión de asesinar al general iraní Qassem Soleimani han sido, indiscutidamente, actos de guerra. Asimismo, Trump ha aumentado los niveles de tropas tanto en Oriente Medio como en Afganistán, mientras que también ha incrementado la frecuencia y letalidad de los ataques con drones armados, en todo el mundo.

Mike Pompeo, Estados Unidos, Israel, Irán, Oriente Medio, Philip GiraldiEl Congreso, de alguna manera, ha estado jugueteando poco seriamente con el refuerzo del acta sobre poderes bélicos de 1973, para hacer más difícil que un presidente ejecute actos de guerra sin deliberación ni autorización de parte del Poder Legislativo. Pero quizás la definición de guerra en sí misma deba ser ampliada. El único aspecto en el que Trump y su equipo de sociópatas narcisistas se ha mostrado más activo fue la imposición de sanciones con intento letal. El Secretario de Estado Mike Pompeo ha sido explícito a la hora de explicar que la aseveración vinculada a 'presiones extremas' sobre países como Irán y Venezuela tiene por fin hacer que los pueblos sufran, hasta el punto en que se alcen contra sus gobiernos y que, en consecuencia, ello produzca un 'cambio de régimen'. En la retorcida visión de Pompeo, tal es la manera en que sitios como Washington reprueba a una nación, hasta tanto se vuelvan 'países normales'.

Las sanciones pueden matar. Las que son implementadas por los Estados Unidos son respaldadas por el Departamento del Tesoro, instancia en la que se bloquea la transferencia de fondos que circulan a través del sistema bancario internacional por vía de dólares. Los bancos que no cumplen con las reglas impuestas por Estados Unidos pueden ser sancionados, lo cual significa que las sanciones estadounidenses son aplicables globalmente y de facto, aún sin los gobiernos o los bancos extranjeros no están de acuerdo con las políticas motivadas por esas sanciones. Ha sido correctamente documentado ya el hecho de que las sanciones observan un impacto en la importación de medicinas, factor que ha matado a miles de iraníes. En Venezuela, el efecto de las sanciones ha sido la hambruna, conforme las importaciones de alimentos han sido bloqueadas, forzando a gran parte de la ciudadanía local a abandonar el país -con la sola meta de sobrevivir.

El más reciente ejercicio estadounidense de guerra económica ha sido dirigido contra Irak. En el término de una semana, desde el 29 de diciembre hasta el 3 de enero, las fuerzas militares americanas, que operan dos de las tres bases más importantes en Irak, ultimaron a 25 milicianos iraquíes que eran parte de las Unidades de Movilización del Ejército de Irak. Los milicianos se habían visto involucrados recientemente en los exitosos combates contra ISIS. Ello se vio seguido del ataque que aniquiló a Soleimani, al general iraquí Abu Mahdi al-Muhandis, y a otros ocho ciudadanos iraquíes en un ataque con drones en la periferia del aeropuerto internacional de Bagdad. Dado que los ataques no fueron en modo alguno aprobados por el gobierno de Irak, no fue sorpresa la turbulencia social que siguió, ni que el parlamento iraquí votara por expulsar a la totalidad de las fuerzas militares extranjeras remanentes en el país. El decreto fue firmado por el primer ministro Adel Abdul Mahdi, basándose en el hecho de que los militares estadounidenses se hallaban en Irak bajo invitación del gobierno local, y que esa invitación acababa de ser revocada por el parlamento.

El hecho de que Irak es, por así decirlo, inestable, es atribuíble a la pobremente diseñada invasión estadounidense de 2003. La permanencia de las fuerzas americanas en ese país se debe, ostensiblemente, a la necesidad de asistir en la lucha contra ISIS, pero la verdadera razón es que sirven para estudiar la influencia de Irán en suelo iraquí, exigencia estratégica planteada por Israel y que no responde a interés estadounidense alguno. En efecto, el gobierno iraquí se halla vinculado políticamente a Teherán más que a Washington, aún cuando la línea neoconservadora que reza que el país ha sido dominado por Irán está lejos de ser acertada.

La respuesta de Washington a la legítima exigencia iraquí es que las tropas deberían ser removidas en ocasión de verificarse amenazas. Cuando el primer ministro Mahdi conversó por teléfono con Pompeo, exigiendo una serie de conversaciones a efectos de diseñar un 'mecanismo de retiro de tropas', el Secretario de Estado dejó en claro que no habría negociaciones. Una réplica del Departamento de Estado -escrita, e intitulada 'Sobre la Sociedad de los EE.UU. con Irak'- afirmaba que kas trioas estadounidenses se hallaban en Irak para servir como una 'fuerza para el bien' en Oriente Medio, y que era 'nuestro derecho' mantener una 'postura de fuerzas apropiada' en la región.

La postura iraquí también produjo, de inmediato, una serie de amenazas presidenciales en Washington, en forma de tweets, en relación a 'sanciones como ellos jamás han visto antes', implicando que Estados Unidos estaba más que dispuesto a arruinar a la economía de Irak si no se salía con la suya. La más reciente amenaza involucra bloquear el acceso de Irak a su propia cuenta en la reserva federal de Nueva York, sitio en donde se almancenan los ingresos por el comercio de crudo, lo cual generaría un golpe devastador para el efectivo con el que Irak cuenta en el sistema financiero. A la postre, ello destruiría, en efecto, la economía de ese país. Si el tomar medidas con la meta de destruir una economía no es considerado como una guerra por otros medios, pues entonces se vuelve difícil definir qué es lo que debería cuajar en esa descripción.

Tras lidiar con Irak, la Administración Trump apuntó sus armas contra uno de sus más viejos y cercanos aliados, el Reino Unido. La Gran Bretaña, como muchos de otros signatarios del Plan Abarcativo de Acción Conjunta (JCPOA), se ha mostrado reticente a retirarse del convenio, ante la preocupación de que Irán decida, como resultado, desarrollar armas nucleares. De acuerdo al matutino The Guardian, un representante de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad Nacional, cuyo nombre es Richard Goldberg, había visitado Londres recientemente, para dejar en claro al gobierno británico que, si opta por no seguir el librillo estadounidense, y si decide no retirarse del JCPOA, volvería a echar mano de sanciones -con lo cual se volvería complejo diseñar un acuerdo de libre comercio post-Brexit entre Washington y Londres. Se trata de una amenaza significativa, siendo que el voto en favor del Brexit surgió en gran parte de un pedido de Trump para lograr empatar un anticipable retroceso del comercio entre británicos y europeos, al brindarse al Reino Unido la oportunidad de acceder al mercado estadounidense. Ahora, el quid pro quo es bien claro: Gran Bretaña, que suele seguir de hecho la política americana en temas exteriores, ahora deerá apoyar a Washington por completo y en toda circunstancia, particularmente en Oriente Medio.

Al celebrarse esa visita, Goldberg declaró a la BBC: 'La pregunta para el primer ministro Johnson es: "¿Está Usted dirigiéndose hacia el Brexit (...)? ¿Qué hará después del 31 de enero, cuando venga Usted a Washington para negociar un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos". Hace a vuestro interés y al del pueblo de la Gran Bretaña el unirse al Presidente Trump, a Estados Unidos, y realinear vuestra política exterior para alejarla de Bruselas, uniéndose a la campaña de máxima presión, para mantenernos seguros a todos"'.

Y hay allí una interesante historia tras bambalinas sobre Richard Goldberg, un protégé de John Bolton y halcón en lo que respecta a Irán, quien amenazó a los británicos en representación de Trump. James Carden, al escribir para el matutino The Nation, refiere: 'Considérese el siguiente escenario: una organización basada en Washington, exenta de impuestos, que se factura servicios a sí misma, como think tank dedicada a la ampliación de la reputación de una nación extranjera en el seno de los Estados Unidos, financiada por multimillonarios alineados firmemente con la citada nación extranjera, tiene a uno de sus operativos de mayor importancia (a quienes se refiere como 'fellows'), infiltrado en el seno del personal de seguridad nacional de la Casa Blanca, a criterio de promocionar la agenda de su organización madre, la que paga su salario durante su permanencia de un año en ese puesto. Mientras tanto, esto es exactamente lo que se ha informado hace el think tank pro-israelí Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD) ha logrado, en un acuerdo negociado por el ex consejero de seguridad nacional de Trump, John Bolton'.

El consejero de carrera de la FDD, quien fuera designado en el Consejo de Seguridad Nacional, era Richard Goldberg. La FDD es financiada mayormente por multimillonarios israelíes-estadounidenses, incluyendo al capitalista de fondos de cobertura Paul Singer y al socio de Home Depot, Bernard Marcus. Sus representantes se reúnen periódicamnete con funcionarios del gobierno israelí, y la citada organización es bien conocida por su esmero en precipitar una guerra contra Irán. Ha hecho lobby en favor de una política americana de corte militarista contra Irán, y también ha hecho más de eso en Oriente Medio. La FDD es vocera confiable para Tel Aviv e, inevitablemente, jamás le ha sido exigido el registrarse bajo los considerandos del Acta de Registración de Agentes Extranjeros de 1938.

Sin lugar a dudas, Trump también cuenta a otro número de neoconservadores ofreciéndole consejo sobre Irán, contándose entre ellos a David Wurmser, otro socio de Bolton, quien es escuchado recurrentemente por el presidente y oficia de consultor para el Consejo Nacional de Seguridad. Recientemente también, Wurmser ha enviado una colección de memorándums a la Casa Blanca, auspiciando una política 'disruptiva contra el régimen' de la República Islámica de Irán, la cual desestabilizaría el país y lo llevaría a un cambio de gobierno. El mencionado bien puede haber desempeñado un rol crítico a la hora de que Trump otorgara el visto bueno para ultimar a Soleimani.

La buena noticia, si es que las hay, es que Goldberg renunció el pasado 3 de enero, supuestamente porque la guerra contra Irán no estaba desarrollándose con la velocidad que él quería, no llegando a satisfacer a la FDD, aunque el episodio es síntoma válido para ilustrar el trabajo de muchos neoconservadores infiltrados en la Administración Trump en niveles secundarios y terciarios, en donde gran parte del desarrollo y la implementación de la política exterior tiene lugar. El relato también sirve para explicar que, cuando el asunto tiene que ver con Irán y con la continuidad irracional de la significativa presencia militar estadounidense en Oriente Medio, son el Estado de Israel y su lobby quienes comandan el timón del Estado americano.


Artículo original, en inglés, en éste link | Traducido y republicado con permiso del autor, y del sitio web The Unz Review (Estados Unidos)



 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.