INTERNACIONALES: JOSHUA MESERVEY

Desafíos recurrentes para la política de Estados Unidos hacia Somalia

En las primeras horas del día 5 de enero, el grupo terrorista al-Shabaab...

16 de Enero de 2020

 

En las primeras horas del día 5 de enero, el grupo terrorista al-Shabaab (afiliado a al-Qaeda) atacó una base militar keniata-estadounidense en Manda Bay, Kenia, locación en la que centenares de tropas estadounidenses y contratistas militares residen y trabajan.

Somalia, al-Shabaab, Terrorismo internacional, Kenia, Manda Bay, SomaliaEstados Unidos confirmó que tres ciudadanos americanos -un militar y dos contratistas- perecieron, mientras que otros tantos resultaron heridos, y también se registró un saldo de aeronaves dañadas.

Al-Shabaab opera principalmente en Somalia. Alcanzó la fama hacia 2006 y, en cierto modo, llegó a controlar importantes porciones del país. Sin embargo, la frecuencia de sus ataques contra Estados vecinos dio lugar a una ofensiva de parte de una fuerza multinacional de mantenimiento de paz, la Misión de la Unión Africana en Somalia, la cual forzó a sl-Shabaab a abandonar el grueso de las regiones que mantenía bajo férreo control.

Desde entonces, el combate contra al-Shabaab ha conducido a un callejón sin salida. La fuerza multinacional contabiliza pocas tropas a la hora de liberar zonas y de proseguir con la ofensiva, mientras que el Ejército Nacional de Somalia, a pesar de años de entrenamiento proporcionado por numerosos países, es en extremo poco idóneo para hacerse cargo de la responsabilidad.

Al-Shabaab controla porciones en el sur de Somalía, cosecha decenas de millones de dólares al año a partir de actividades extorsivas, y suele ejecutar raíds devastadores en muchos cuadrantes de ese país, incluyendo a la capital, Mogadiscio.

Es en este contexto que el grupo ha terminado por atacar a la base de Manda Bay. Estados Unidos utiliza a Campo Simba como base, con el objetivo de desplegar aeronaves de monitoreo y vigilancia, las cuales bien pueden haber sido el objetivo principal del ataque, mientras que también recurre a su infraestructura para entrenar a fuerzas kenitas que luchan contra al-Shabaab en Somalia. El núcleo terrorista de referencia se muestra activo en ese área, al tiempo que su deseo y capacidad para golpear a Campo Simba no representan sorpresa alguna.

Lo que sí resulta sorprendente es que el grupo se ha mostrado capaz de penetrar el perímetro de la base, previo a ser rechazado por fuerzas estadounidenses y keniatas. La notable habilidad de al-Shabaab le ha permitido sobreponerse a un número destacado de bases militares del adversario a lo largo de los años, y es en virtud de ese riesgo que Estados Unidos debió haber anticipado la posibilidad de un ataque exitoso del núcleo, hasta cierto punto.

Poco después de perpetrado el ataque, el Departamento de Defensa estadounidense anunció que desplegaría elementos pertenecientes al Equipo de Respuesta de Africa Oriental, con miras a fortalecer los mecanismos defensivos de la instalación militar.

Asimismo, el ataque subraya el recurrente desafío planteado a la política estadounidense para Somalia. La supresión de al-Shabaab a largo plazo requerirá que el gobierno somalí se muestre competente en el andarivel gubernamental, a efectos de persuadir a la ciudadanía somalí para que se resista, o bien para que no ceda, ante al-Shabaab.

Sin embargo y hasta ahora, el gobierno local se ha visto involucrado en una serie de escaramuzas políticas, especialmente con estados federales miembros de su sistema, en lo que tiene que ver con metodologías para compartir el poder; antes que enfocarse de lleno en los perturbadores desafíos que el gobierno tiene por delante.

Actualmente, las operaciones militares de los Estados Unidos y de otros países sirven para mantener a al-Shabaab a raya, pero la ventana de oportunidad ofrecida por el gobierno somalí no continuará abierta eternamente.

Washington necesita monitorear continuamente si acaso Mogadiscio realiza los progresos suficientes para granjearse mayores apoyos. El hecho de respaldar indefinidamente a un gobierno que no es percibido como legítimo por la ciudadanía local distrae a los Estados Unidos ante la eventualidad de respaldar otro tipo de soluciones allí.

De momento al menos, Estados Unidos debería continuar respaldando a Mogadiscio, al evidenciarse que al-Shabaab no se ha recuperado todavía de las pérdidas sufridas años atrás, lo cual consigna que aún existe una oportunidad para que el gobierno en Washington mejore su actuación.

Washington deberá garantizar que Mogadiscio comprende claramente el progreso esperado por los EE.UU., y hacer responsable al gobierno somalí si fracasa en el intento. De otro modo, Estados Unidos y sus aliados regionales habrán de continuar defendiéndose de los ataques letales de al-Shabaab en el futuro inmediato y a mediano plazo.



Artículo original, en inglés, en éste link

 

Sobre Joshua Meservey

Es analista de políticas públicas relativas al AfricaMedio Oriente, para el think tank estadounidense The Heritage Foundation (Washington, D.C.). Sus análisis son publicados en la web The Daily Signal.