INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Los amigos poco confiables de EE.UU.: aliados de hoy que serán enemigos mañana

Alguien podría postular que Estados Unidos respalda periódicamente a pretendidos aliados...

14 de Diciembre de 2019


Alguien podría postular que Estados Unidos respalda periódicamente a pretendidos aliados, cuya verdadera naturaleza llevará, eventualmente, al tiro por la culata, perjudicando notablemente a los intereses del país. El reciente ejemplo ilustrado por el tiroteo masivo en la Estación Aeronaval de Pensacola situada en el estado de Florida, por parte del Teniente Segundo Mohammed Alshamrani, es digno de atención. Alshamrani asesinó a tres marinos americanos, mientras que otros tres estudiantes saudíes filmaban lo que sucedía -presuntamente, para compartir luego ese material en redes sociales.

Donald Trump, Bin Salman, Arabia SaudíA pesar de que los Estados Unidos de América y el Reino de Arabia Saudí no mantienen una alianza real, las fuerzas armadas americanas y saudíes exhiben una relación que dio inicio durante la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, Washington respalda a Riad como un multiplicador de fuerzas y como la extensión del poderío estadounidense en la región del Golfo Pérsico, a efectos de servir como un equilibrio frente a lo que se percibe como un Irán hostil. Arabia Saudita, nutriendo ambiciones regionales propias, claramente percibe a la República Islámica de Irán como a su principal enemigo. Mientras la Casa Blanca también se muestra dispuesta a hacer lo necesario para ejercitar un cambio de régimen en Teherán, la tendencia de Washington como espectro apologista de lo que Riad haga, continuará en el futuro cercano. Y, como bonus adicional, los sauditas adquieren armamento Made in USA por miles de millones de dólares, con rigor anual.

Alguien debe entrenar a las personas que pilotean aeronaves carísimas, de tal suerte que los 'estudiantes' de la Fuerza Aérea Saudí son enviados a bases como la de Pensacola, en donde asisten a cursos de idioma y de pilotaje, clases que normalmente son administradas por contratistas civiles. Los estudiantes para pilotaje, con sus antecedentes sin dudas monitoreados al detalle por la seguridad saudí, serían candidatos improbables para escenificar ataques terroristas en los Estados Unidos. Sin embargo, el inicidente con Alshamrani sugiere que existen mayores disidencias bajo la superficie de lo que sugieren las ingenuas presentaciones en torno de Arabia Saudita que emanan de la Casa Blanca y del Palacio Real en Riad.

Mohammed Saeed AlshamraniLa investigación sobre Alshamrani continúa, pero ya parece claro que el individuo se exhibía poco satisfecho con la política exterior intervencionista y pro-Israel de los Estados Unidos. Asimismo, el perpetrador se había informado con material presentado en sitios web extremistas, mientras que sus colegas informaron que, periódicamente, el referido regresaba a territorio estadounidense luego de visitar su hogar en Arabia Saudita, mostrándose 'más religioso'. Durante la noche previa al incidente, Alshamrani mostró una película que involucraba un tiroteo masivo.


Alshamrani es apenas una de las variables que hacen a las aristas inherentemente negativas de esta no declarada relación bilateral. Amén de la inestabilidad regional construída por el hecho de que Washington debe hacer la vista gorda cuando los saudíes emplean armamento estadounidense para ejercitar un genocidio en la vecina Yemén, numerosos observadores entienden que, básicamente, Arabia Saudí es inestable. La secta islámica de confesión fundamentalista que allí prevalece, denominada wahabismo, es retrógrada en su perspectiva y hostil hacia los Estados Unidos y a Occidente. Algunos incluso han sugerido que una amplia mayoría de ciudadanos sauditas -por ejemplo, aquellos que no se benefician de la relación bilateral entre Washington y Riad- odian a EE.UU. Uno recuerda, por citar otro caso, que quince de los diecinueve secuestradores de aeronaves el 11 de septiembre de 2001 eran saudíes.

Todo lo cual consigna que Estados Unidos entrena y arma a personas que bien podrían reorientar su entrenamiento y armamento contra Washington, si acaso la familia real saudí no pudiere mantenerse en el poder. La situación, de alguna manera, es comparable a la registrada en Afganistán, en donde se conoció de incidentes en los que los reclutas del ejército regular afgano asesinaron a sus entrenadores extranjeros, ocurriendo estos episodios de forma periódica. La diferencia fundamental es que, si acaso los disidentes saudíes se hicieran de mayor poder, pues tendrían un arsenal superior y letalmente sofisticado con el cual jugar por allí.

Otras potencias regionales están observando la manera en que se desarrolla el concierto que involucra a la presencia estadounidense en Arabia Saudí. Recientemente, el líder de Irán, el ayatolá Ali Khameneicomentó ante medios de comunicación que los saudíes estarían por construir reactores nucleares con tecnología estadounidense. Dijo el líder de Irán: 'No conozco a ningún otro régimen en la región, y quizás en el mundo, tan malo como el gobierno saudí. No solo es despótico, dictatorial, corrupto y tiránico, sino que también se comopone de psicofantes. [Los estadounidenses] desean proporcionar equipamiento nuclear [a los saudíes]. Ellos han anunciado que construirán centros de manufactura de misiles para tal fin, y no ven problemas en el asunto, porque Arabia Saudita depende de ellos, y les pertenece. Por cierto, si los construyen, personalmente no me molestaré, porque sé que, merced a la voluntad de Dios, [todas las armas] terminarán en manos de los muyajadines musulmanes, [para ser usadas contra los estadounidenses], en algún futuro no tan distante'.


La situación actual con la Casa de Saud no es buena. Se trata de un régimen que se halla bajo presiones considerables, dada su corruptela. A nivel internacional, cuenta con pocos amigos, en razón de la ampliamente condenada guerra que llevan adelante en Yemén, así como también por las consecuencias que surgieron a partir del homicidio y posterior desmembramiento del periodista Jamal Khashoggi en Estambul. Asimismo, este concierto invita a la comparación con relaciones pasadas y presentes de los Estados Unidos en la región. Washington fogonea a un régimen impopular e inestable conducido por el presidente Abdel Fattah el-Sisi en Egipto mientras que, en simultáneo, financia y entrena a las fuerzas armadas de ese país. En el pasado, Estados Unidos era el principal proveedor de armamenteo para el Shá de Irán, ignorando entonces los abusos cometidos por el régimen, porque Irán era percibido como una potencia regional de magnitud, estable, confiable y, en apariencia, portador de un look occidental.

Adicionalmente, Estados Unidos está en problemas con otro de sus principales sociles en Oriente Medio, Israel. Como sucede con Arabia Saudí, EE.UU. no registra una alianza o pacto con el Estado judío, aunque un arreglo semejante se encuentra ahora bajo consideración. Como con Arabia Saudita, Estados Unidos no opina sobre las acciones militares ejecutadas por su cliente, Israel. Periódicamente, Tel Aviv sanciona bombardeos contra objetivos en Gaza, Siria y en el Líbano, tal como los saudíes lo hacen en Yemén. De igual modo, EE.UU. es el principal surtidor de armamento para ambas naciones y, más o menos, es garante de facto de una estabilidad regional planteada unidireccionalmente; ha asumido responsabilidades sin tener margen de decisión ni voto en el proceso local de toma de decisiones. La obsesión de Trump con destruir a Irán, lo cual ha prometido hacer en su próximo gobierno, nubla su visión de cara a las deficiencias que caracterizan a los aliados a quienes recurre para tal fin.

El concierto con Israel es particularmente peligroso, dado que Tel Aviv cuenta con un arsenal nuclear, y se cree en numerosos círculos, que su estructura militar de comando está preparada para emplear esos dispositivos contra Irán. En 2015, el ministro de Defensa israelí, Moshe Ya’alon, explicó los modos en que Israel deberá atacar con dureza a Irán, a efectos de impedir la ocurrencia de una guerra convencional que se extienda demasiado en el tiempo. El uniformado citó los ejemplos de Hiroshima y Nagasaki, para luego describir el proceso tendiente a tomar esa decisión, con estas palabras: 'Al final, deberemos tomar ciertas medidas'.

En cualesquiera de los casos, Estados Unidos exhibe una pesada carga en la forma de falsos aliados, los cuales explotan la relación con Washington para implementar sus propias agendas. Si acaso el castillo de naipes tiene lugar, Estados Unidos se encontrará, plausiblemente, en un cuadrante sin amigos, y confrontado por enemigos a los que fortaleció y ayudó a entrenar en el pasado.


* Artículo publicado originalmente en The American Herald Tribune, Estados Unidos | Traducido y republicado con permiso del autor



 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.