Irán bien podría ser el único ganador en Irak
Documentos de inteligencia revelan cómo Teherán sacó provecho de la intervención estadounidense.
La invasión estadounidense en Irak y el derribo del gobierno de ese país en 2003 ha sido correctamente descripta como el mayor desastre de política exterior de los Estados Unidos de América. Ocho mil ciento setenta y cinco soldados americanos, contratistas y civiles perecieron en Irak desde 2003, así como también un estimado de 300 mil ciudadanos iraquíes. De acuerdo a algunas estimaciones más amplias, la llamada 'guerra global contra el terrorismo', en la cual Irak fue una variable de magnitud, podría haber terminado directamente con 801 mil personas, de las cuales al menos 335 mil eran civiles. Otros guarismos explicitan que el total de muertes surgido de razones colaterales -entre las que se cuentan enfermedad y hambruna- exceden las 3 millones, mayormente musulmanes.
Las guerras en Afganistán e Irak solamente también han costado, de acuerdo al mismo estudio -que desarrollara la Universidad Brown, en los EE.UU.- un estimado de US$ 6.4 billones (en inglés, trillions), y esa cifra sigue aumentando, conforme el dinero para pagarla fue tomado prestado.
La invasión desestabilizó a toda la región, y destruyó para siempre el relativamente estable status quo en donde una minoría sunita que dominaba al Irak árabe servía para mantener a raya a un Irán bajo control de las ambiciones persas chiítas. De hecho, ambas naciones fueron a la guerra, entre 1980 y 1988. Estados Unidos proporcionó apoyo material a Irak en ese conflicto, el cual terminaría segando las vidas de al menos medio millón de militares y civiles en cada lado.
Tras la invasión estadounidense, conforme los chiítas eran mayoría en Irak, era inevitable que el nuevo gobierno 'democrático' instalado por los vencedores en el país hallaría puntos de contacto con su vecino oriental, a pesar de los esfuerzos de Washington en pos de impedir tal desarrollo. El conflicto armado resultante, asimismo, ha derivado en la aspiración independentista de la minoría kurda, en un conato de guerra civil. La guerra fogoneó a los sunitas desplazados a arremeter contra las milicias del shíismo en ascenso, en tanto también fue un factor crítico en el subsiguiente nacimiento y maduración del grupo terrorista Estado Islámico -al que también se conoce como Daesh.
Un remarcable compendio de documentación de 700 páginas -referido al rol de Irán en Irak- ha salido a la luz, y publicado recientemente en el sitio web estadounidense The Intercept, que recibió el material, y también en el matutino The New York Times, el cual accedió a ayudar a validar y procesar la información. El Times intituló su artículo sobre los documentos con el renglón Leaked Iran Cables: Key Findings From Secret Documents: Leaked spy cables reveal how Iran came to dominate the political and military spheres in Iraq (Cables iraníes filtrados: hallazgos clave en documentación secreta; cables filtrados revelan cómo Irán llegó a dominar las esferas de influencia política y militar en Irak. Esto es lo que centenares de documentos nos cuentan). Para The Intercept, la perspectiva de mayor importancia que surgió de la revisión de los documentos fue: 'la devastación que siguió a la invasión estadounidense de Irak en 2003 obsequió a Irán la oportunidad dorada para construir allí un orden político y social más favorable a sus intereses'.
La referida documentación consiste de copias de informes originales y cables escritos en farsi, cuya fuente se ha rastreado al servicio de espionaje exterior iraní, el Ministerio de Inteligencia y Seguridad (MOIS). La información data, en general, del período que va entre 2013 y 2015. Muchos de lo documentos son informes operativos que detallan rutinas de espionaje -encuentros secretos, abono de sobornos, monitoreo y acciones de contravigilancia. Fueron remitidos a The Intercept de manera anónima por lo que pareciera ser un funcionario iraquí desilusionado, que ha expresado su deseo de 'lograr que el mundo sepa lo que Irán ha estado haciendo en mi país, Irak'. Aún cuando el material resulta extremadamente interesante e innegablemente genuino, infortunadamente, los análisis del Times y The Intercept tuvieron escasa exposición, previo a desaparecer en las marejadas de la cobertura sobre el impeachment.
En mi rol de ex oficial de inteligencia, mi perspectiva sobre el relato invita a considerar por qué alguien debería sorprenderse con lo sucedido. Irán, operando sobre línea internas desde una posición de fuerza, ha trabajado con esmero para infiltrar y poner bajo control a un país vecino con el que ha ido a la guerra treinta años atrás, y que asesinó a medio millón de sus ciudadanos. Asimismo, Teherán se esforzó para penetrar y administrar el problema de la hostil presencia estadounidense, que se hallaba a la vuelta de la esquina. El espionaje sobre los propios amigos y enemigos por igual y la compra de voluntades de políticos es una rutina esperable de parte de cualquier servicio de inteligencia mínimamente competente. Esa es, precisamente, la misma fórmula empleada por los Estados Unidos de América -aunque más abiertamente- en Afganistán al día de la fecha, y también en Irak, luego de la invasión de 2003.
Así como Estados Unidos posicionó a sus proxies o subsidiarios en Afganistán y en Irak, claramente, Irán ha explotado para propio provecho una mecánica de relaciones con los chiítas iraquíesm algunos de los cuales en realidad vivieron en el exilio en Irán, en la era de Saddam Hussein. El servicio de inteligencia iraní desarrolló un sistema de vínculos especiales con muchos de aquéllos individuos, buscando también sumar nuevos reclutas en el gobierno de tinte recurrentemente chiíta de Bagdad. Se sabe que el actual primer ministro iraquí Adil Abdul Mahdi se caracteriza por una 'relación especial' con Teherán, a partir de la red de contactos que operan para Teherán en la capital de Irak.
De hecho, los documentos de referencia dejan bien claro que el gobierno iraní considera a Irak como un Estado clientelar cuyo gobierno amigo debe ser mantenido a cualquier precio. En efecto, Teherán ha penetrado virtualmente a todos los ministerios del gobierno, en todos los niveles. La información de los cables revela cómo, en 2014, un oficial de la inteligencia del ejército de Irak se reunió con un espía iraní, llevando el primero un mensaje de su jefe en Bagdad, el Teniente General Hatem al-Maksusi, comandante de la inteligencia militar en el Ministerio de Defensa iraquí. Su mensaje rezaba: 'Dígale que estamos a su disposición. Lo que Usted necesite, está a la orden. Somos chiítas y tenemos un enemigo común. La totalidad de la inteligencia militar del Ejército de Irak, considérela suya'. El iraquí describió un software secreto y con funciones muy específicas, proporcionado por Washington, y ofrecido en este caso para ayudar a Irán, afirmando: 'Si Usted tiene una laptop nueva, tráigamela, y yo cargaré el software en ella'.
Desde la perspectiva estadounidense, los documentos revelan que los encuentros entre diplomáticos americanos de carrera y sus contrapartes iraquíes en Bagdad y el Kurdistán fueron reportadas en extenso detalle a Teherán. Los iraníes se hallaban particularmente interesados en desarrollar agentes o activos que alguna vez hubiesen trabajado para el gobierno estadounidense, y que estuviesen en capacidad de proporcionar información sobre las redes de la CIA y la DIA que permanecieran al momento en Irak, luego de que los militares americanos se vieran obligados a marchar, en 2011. La información de los cables ilustra, por ejemplo, que un activo de la CIA que operaba bajo el pseudónimo 'Donnie Brasco' ofreció vender a oficiales de inteligencia iraníes las locaciones de casas seguras de la Agencia, detalles de entrenamiento y, adicionalmente, las identidades de ciudadanos iraquíes y otros individuos que hubieran trabajado para los americanos.
Los documentos muestran que los esfuerzos iraníes en Irak se hallaban coordinados por el Mayor General Qassim Suleimani, comandante de la Fuerza Quds en la Guardia Revolucionaria Iraní, quien trabajó con milicianos chiítas iraquíes que se volvieron cada vez más poderosas cuando combatían versus los sunitas. Los papeles revelan que, aún cuando hubo algunos errores menores, en general los oficiales de inteligencia iraníes eran muy efectivos, profesionales, y que trabajaban siempre con orientación a objetivos.
Suleimani intentó, luego con éxito, construir una vasta red de informantes y cooptados en el seno del gobierno iraquí, muhos de los cuales son de hecho nombrados en los informes. Lo que resulta interesante es que los iraníes experimentaron problemáticas similares a los EE.UU. a la hora de administrar la frágil situación política iraquí, aún cuando Teherán logró beneficiarse de su relación con los chiítas. Sin embargo, recientemente tuvieron lugar mortales protestas ciudadanas antigobierno en Irak -con más de trescientos muertos-, las cuales han puesto el foco en la rampante corrupción estatal, y con numerosos llamados a que se ponga fin a la influencia iraní. El Consulado iraní en Bagdad ha sido atacado, con las banderas de Irán incendiadas -y esta postal se ha vuelto corriente en medio de la oleada de violencia. Claramente, Irán fue más exitoso que Estados Unidos en la puja por cosechar influencia sobre Bagdad. Pero el informe sugiere que Irán ha fracasado al momento de evaluar al detalle el genuino deseo de los iraquíes por obtener independencia -tanto frente a Washington como frente a Teherán.
Si acaso hay una lección que puede aprenderse de los referidos cables es que, si Usted anda por ahí interfiriendo en países fracturados que Usted profundamente desconoce, lo más probable es que termine disparándose en los pies. Debió ser algo obvio para Washington que Teherán, con su red de contactos chiítas y su servicio de inteligencia de primer nivel, buscaría convertir a Irak en una satrapía persa luego de la caída de Saddam Hussein. Sin embrgo, el síndrome hubris imperial hoy vigente en el Pentágono y la Casa Blanca, siempre evita ejercitar cualquier consideración en torno de la pregunta: ¿Qué vendrá después?'.
Artículo original, en inglés, en Strategic Culture Foundation (Estados Unidos) | Traducido y republicado con permiso del autor
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.