INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

La semana en los EE.UU.: arengas al golpe de Estado, y una semana especial para Tulsi Gabbard

A lo largo de la última semana, los medios de comunicación en los Estados Unidos...

23 de Octubre de 2019

 

A lo largo de la última semana, los medios de comunicación en los Estados Unidos publicaron una extraordinaria serie de sinsentidos. Infortunadamente, algunas porciones de aquéllos revisten un carácter peligroso. El Almirante William McRaven, quien se desempeñara como comandante en jefe de los Navy Seals cuando Osama bin Laden fuera capturado y ultimado, anunció que, si acaso Donald Trump fracasaba a la hora de encarnar el liderazgo que el país necesita, entonces habrá de ser reemplazado por los medios que sean necesarios. El editorial intitulado 'Nuestra República se Encuentra Bajo Ataque Presidencial' (Our Republic is Under Attack by the President), con la sinopsis 'Si el Presidente Trump no demuestra personificar el liderazgo que Estados Unidos necesita, pues entonces será hora para que llegue una nueva persona a la Oficina Oval' fue publicado en el matutino New York Times, sugiriendo que la Dama de Gris estaría cediendo su aprobación para lo que bien podría calificarse como un golpe de Estado de orden militar.

William McRaven, Golpe de Estado contra Trump, Derribar a Donald TrumpLas palabras exactas de McRaven, luego de compartir éste algunos elogios a los militares y a su cúmulo de glorias obtenidas en guerras pasadas, rezaban que soldados, marineros y marines deberían responder al llamado ahora, porque 'los Estados Unidos que ellos creían se hallaban bajo ataque, están siendo sometidos a esa acción, pero no desde el exterior, sino desde su seno'.


Poco después, McRaven completó afirmando: 'Estos hombres y mujeres, de cualquier extracción política, han contemplado los ataques contra nuestras instituciones: contra la comunidad de inteligencia y contra nuestras fuerzas de seguridad, contra el Departamento de Estado, y contra la prensa. Ellos han visto que nuestros líderes toman partido por déspotas y caudillos, inclinándose por su propia narrativa de gobierno, antes que por la nuestra. Esos hombres y mujeres nos han visto abandonar a nuestros aliados, y han escuchado los gritos de traición en el campo de batalla. Mientras me encuentro de pie en el desfile en Fort Bragg, un general de cuatro estrellas retirado me sacudió y me gritó: 'No me gustan los Demócratas, pero Trump está destruyendo a la República!'.

En rigor, se trató de un llamado a las armas. Infortunadamente, Trump no puede quitarle a McRaven su pensión ni sus generosos beneficios de salud, mientras que McRaven debería considerar que él bien podría ser convocado por Trump al servicio activo, y terminar padeciendo una corte marcial en conformidad con el Código Uniforme de Justicia Militar. Y el buen almirante, quien hasta 2018 lideraba el sistema universitario estatal en Texas, también podría recibir un meritorio compendio de críticas dada su evaluación sobre el rol estadounidense en el mundo durante las últimas dos décadas, en donde él se desempeñó como un jugador clave -al menos en términos de dispensar castigos. Escribió McRaven: 'Somos la nación más poderosa en todo el mundo, porque intentamos ser los buenos de la película. Somos el país más poderoso, porque nuestros ideales en torno de la libertad universal y de la igualdad se exhiben respaldados por nuestra creencia de que somos los pioneros de la justicia, los protectores de los menos afortunados'.

Estupideces, por cierto. Estados Unidos ha estado actuando como la corporización de una nación paria, desplegando muerte y destrucción sin sentido. Si McRaven en realidad cree en lo que dice, en rigor no solo estaría violando su promesa de defendar la Constitución, sino que también estaría coqueteando con el delito de traición, es un idiota, y jamás debió habérsele permitido administrar nada superior a un puesto de venta de hot dogs. Washington ha estado aniquilando a personas de manera sistemática en todo el mundo y sin contar con buenas razones, asesinando posiblemente a cuatro millones de personas -en su mayoría, musulmanes-, mientras que, también sistemáticamente, ha despojado a los ciudadanos estadounidenses de su Carta de Derechos (N. del T.: Bill of Rights) en el terreno doméstico. Ciertamente, los 'buenos de la película' y los 'pioneros de la justicia'...

Tulsi GabbardY luego está el caso Hillary Clinton. En una entrevista concedida la semana pasada, Hillary afirmó -como era de esperarse- que Donald Trump es el 'sueño de Vladimir Putin', agregando luego que habrá otros activos rusos que se darán a conocer, y más en relación a su amado Partido Demócrata. Dijo ella -sugiriendo que se trataría de la precandidata Tulsi Gabbard-: 'Ellos están tercerizando su trabajo, otra vez. No estoy anticipando nada, pero creo que le han puesto el ojo a alguien que toma parte de la primaria Demócrata, y que la están puliendo para convertirse en candidata. Es la favorita de los rusos. Tienen muchos sitios web y bots, y otras metodologías, utilizadas para respaldarla'.

Clinton explicó el modo en que esa tercerización funcionaría, refiriéndose a Jill Stein, quien se presentó para la campaña de 2016 como aspirante por el Partido Verde, 'y eso, asumiendo que Jill Stein se daría por vencida, lo que en realidad no haría porque también es un activo de los rusos. Sí, ella es un activo de los rusos -y lo digo, en todo orden. Saben que no puede ganar como candidata de un tercer partido. No sé cómo lo harán, pero garantizo que tendremos un importante desafío desde un tercer partido en estados americanos clave, los más necesarios de conquistar en una elección'.

Tulsi replicó de manera valiente y precisa: 'Maravilloso! Muchas gracias, @HillaryClinton. Usted, la reina de los promotores de la guerra, la corporización de la corrupción y la personificación de la podredumbre que ha contaminado al Partido Demócrata durante tanto tiempo, finalmente se muestra para correr el telón. Desde el día en que anuncié mi candidatura, se ha llevado a cabo una campaña concertada para destruir mi reputación. Me pregunto quién estuvo detrás de ella, y por qué. Ahora, ya lo tenemos bien claro; siempre ha sido Usted, a través de sus proxies (N. del T.: tercero o alter ego) y poderosos aliados en la corporación de los medios de comunicación y la maquinaria de la guerra, todos preocupados ante la amenaza que represento. Queda ahora bien claro que esta primaria se debate entre Usted y yo. No se oculte cobardemente en sus proxies. Preséntese a la carrera, en persona'.

En rigor, Tulsi Gabbard ha sido atacada sin descanso ni pausas por el Establishment, desde que anunciara que competiría para la nominación Demócrata. Poco después del debate entre candidatos del pasado martes, el New York Times publicó un artículo en donde sugería que Gabbard era aislacionista, que era promocionada por Rusia, y que era una apologista de la Siria de Basher al-Assad. Sin embargo, lo cierto es que Gabbard es la única candidata verdaderamente predispuesta a confrontar al Estado de la seguridad nacional y de promotores de la guerra.

El ataque de Hillary Clinton contra Gabbard y contra la muy respetable Jill Stein es, hasta cierto punto, comprensible, a no ser que uno resida en la misma burbuja que tanto ella como Bill han residido desde que llegaron a la popularidad en Arkansas. Hillary, la creadora del server de correos electrónicos privados para administrar información clasificada, así como también autora de la catastrófica guerra contra Libia y la debacle de Bengasi, tiene mucho por qué responder aunque jamás ha sido tomada por responsable, sucediendo exactamente lo propio con su esposo Bill a partir de sus violaciones y abusos. Y, en lo que respecta a interferencia extranjera, Gabbard está siendo sometida a fuego graneado porque los medios de comunicación hablan bien de ella, mientras que la Fundación Clinton ya le ha quitado decenas de millones de dólares a gobiernos extranjeros y a multimillonarios que andaban en búsqueda de favores o quid pro quos, y gran parte de esos dineros ha ido a parar a los bolsillos de Hillary, Bill y Chelsea.

Al cierre, un comentario sobre la obsesión del Partido Demócrata con los rusos. El pasado viernes, los medios replicaron una instantánea de la vocera Nancy Pelosi, de pie frente al presidente Trump, y señalándolo mientras abandonaba la habitación. La multiplicación de comentarios en torno de la poderosa y sólida mujer que desafiaba al horrible presidente del país era tan predecible como ridícula. Por propia cuenta, las últimas palabras de Pelosi previo a retirarse fueron: 'Todos los caminos conducen a Putin'. Dejaré que los lectores interpreten lo que eso significa.


Artículo original, en inglés, aquí | Traducido y republicado con permiso del autor y del Editor en el sitio web estadounidense The Unz Review


 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.