INTERNACIONALES: WALTER LOHMAN

Al respecto del Mar del Sur de China y los intereses de los Estados Unidos

Resulta difícil explicar cómo es que una nación define sus intereses nacionales.

07 de Septiembre de 2019

 

Resulta difícil explicar cómo es que una nación define sus intereses nacionales.
 
Naturalmente, conocemos en profundidad los procesos que hacen a la política pública. Entendemos sus implicancias. Los intereses que hacen a las fronteras, a la paz y a la guerra son de sencilla comprensión. Pero, ¿por qué existe otra categoría de intereses, más abstracta, como por ejemplo la preocupación estadounidense en torno de la libertad de navegación en sitios remotos como el Mar del Sur de China?
 
China, Conflicto marítimo, Vietnam, Pekín, Libertad de navegaciónEn lo personal, uno podría presentar argumentos en relación al libre flujo de actividades comerciales, a la necesidad de mantener libre acceso para navíos de guerra necesarios para la defensa de los aliados de los Estados Unidos, y a la estabilidad regional.
 
Sin embargo, la respuesta más apropiada para ese argumento bastaría con un sencillo: 'Porque así es como es'.
 
Más aún, esa realidad difícilmente cambie. Tal es la lección que debe aprenderse sobre las recientes iniciativas tomadas por la Administración Trump en el Mar del Sur de China.
 
El interés estadounidense en torno de la libre navegación en los mares ha precedido a Donald Trump en más de doscientos años, y así seguirá siendo durante el tiempo que le toque permanecer en la Casa Blanca. Lo propio sucederá con su sucesor, sin importar lo que suceda en el concierto más amplio de los vínculos entre Washington y Pekín.
 
Y el asunto ha concentrado cada vez más interés.
 
En apariencia, los chinos han duplicado su apuesta en lo relacionado con sus reclamos marítimos vis-a-vis los aliados de los EE.UU. en las Filipinas; sin lugar a dudas, en razón de que el presidente filipino Rodrigo Duterte ha probado ser un escollo fácil de torcer.
 
Las milicias marítimas chinas han atacado a navíos pesqueros que operaban alrededor de islas en donde Filipinas ejerce soberanía, han efectuado múltiples e ilegales ingresos en aguas de Filipinas, y han desplegado navíos de prospección en la zona económica exclusiva de Filipinas.
 
Idéntica situación se ha evidenciado en las relaciones entre China y Vietnam. La guardia costera china ejerce un acoso recurrente contra toda actividad de prospección no-china en espacios cercanos al litoral marítimo de Vietnam. De hecho, Pekín ha dado inicio a sus propias actividades en ese sentido, ha realizado exploraciones no autorizadas de gas y petróleo -como lo hizo en 2014, cuando esas maniobras fogonearon una áspera crisis entre las dos naciones.
 
Los vietnamitas se han comportado de manera menos sumisa que Duterte, quien escenificó, durante la pasada semana, un intercambio de perspectivas sobre el particular con Xi Jinping, jefe del Partido Comunista Chino, en Pekín. En contraste, los vietnamitas han condenado airadamente las actividades chinas, buscando respaldos en la comunidad internacional.
 
Para ser justos con los filipinos, los vietnamitas cuentan con un gobierno comunista cuyos acuerdos con China están lejos de ser transparentes. Resulta imposible conocer qué está sucediendo realmente tras bambalinas, entre Hanoi y Pekín.
 
No obstante, el apoyo internacional que Vietnam ha solicitado ha sido auspicioso. El gobierno de los Estados Unidos de América ha emitido una serie de firmes declaraciones. Los australianos han hecho lo propio. Incluso los europeos -el Reino Unido, Alemania y Francia- acordaron emitir un comunicado conjunto, aunque benévolo.
 
En lo que respecta al aspecto operacional de la réplica internacional, el Reino Unido -y especialmente Francia- han sido de gran ayuda. El empuje real, sin embargo, ha provenido de los Estados Unidos y, desde llegado Trump a la Administración, esa firmeza se ha visto intensificada.
 
Washington ha llevado adelante al menos quince ejercicios de libertad de navegación en el Mar del Sur de China desde 2017 -teniendo lugar el más reciente de ellos el pasado fin de semana.
 
Ahora mismo, la respuesta casi pavloviana de parte de los observadores y entendidos en Asia en los EE.UU. ha explicitado que tales ejercicios 'no constituyen una estrategia'.
 
Críticos de la Administración anterior han compartido reparos similares en relación al presidente Barack Obama, quien ordenó la realización de muchos menos ejercicios. En efecto; tienen razón. Pero han extraviado su capacidad de análisis frente al cuadro más amplio.
 
Asimismo, otro tanto de otros temas están sucediéndose. La Administración Trump está respondiendo vigorosamente a los designios chinos, en temas que van desde Taiwan a la ciberseguridad. Ahora mismo, Washington se exhibe más activo en materia de derechos humanos de lo que se presenta en los medios. Y, en lo que respecta al comercio, uno bien podría mostrarse en desacuerdo con los métodos -y quien esto escribe así lo hace-, pero difícilmente pueda afirmarse que el presidente estadounidense esté haciendo nada.
 
Más importante aún, la Administración se encuentra en proceso de un esfuerzo multianual que busca reconstruir a las fuerzas armadas estadounidenses, ampliando su presencia en el cuadrante Pacífico Occidental.  El Secretario de DefensaMark Esper, ha testificado sobre el particular, la pasada semana, el la Universidad de Guerra Naval de los EE.UU., oportunidad en la que aprovechó para reiterar el mantra americano de que los Estados Unidos 'volvarán, navegarán y operarán allí donde las reglas de juego internacionales lo permitan'.
 
Marginalmente, no existe Administración que desarrolle e implemente una estrategia con la meticulosidad que los críticos pretendan.
 
Estados Unidos cuenta con una Estrategia de Seguridad Nacional, con una Estrategia de Defensa Nacional, y con una Estrategia del Departamento de Defensa para el Cuadrante Indo-Pacífico. Pero documentos oficiales como éstos no suelen hallarse en todos los escritorios de los dignatarios de una Administración.  
 
La política exterior de los Estados Unidos se trata de promocionar y resguardar los intereses estadounidenses. La explicación al respecto de por qué, desde la Guerra de 1812, la libertad de navegación en los mares se ha vuelto tan importante, es complicado y no necesariamente convincente.
 
El mejor consejo a efectos de comprender los intereses de los Estados Unidos es atender a lo que se hace. El presidente Donald Trump ha priorizado la libertad de navegación en el Mar del Sur de China como no lo ha hecho ninguno de sus predecesores.
 
Ya sea que Usted se encuentre en Pekín, Manila o Hanoi -o, para el caso, en Londres, París o Berlín-, lo aconsejable es prestar atención a la firmeza con que cada Administración procede, en la defensa de agendas permanentes que entienden sobre aspectos operacionales en determinados ambientes. 


Artículo original, en inglés, aquí

 
Sobre Walter Lohman

Es director del Centro de Estudios Asiáticos en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Lehman también es Profesor Adjunto en la Universidad Georgetown. Previamente, se desempeñó como Vicepresidente Senior y Director Ejecutivo del Concejo de Negocios Estados Unidos-ASEAN durante cuatro años. Publica regularmente en el sitio web estadounidense The Daily Signal.